14
Sabor
a dolor
N
|
icola
Wholferd le rompió el cuello a uno de los tantos guardias que custodiaban la
propiedad de Scioli, al alrededor del pseudodemonio pelirrojo todo iba a
rapidez de rayo, una vez liquidada la defensa, que puso considerable
resistencia de hecho, todo lo demás fue como un día de campo para los
Drovlight. Neutralizar a cualquiera que
se topara en el camino de los invasores, noqueándolos y amordazándolos, luego
ocupar el lugar tan pronto como pudieran para registrar cada rincón en busca
del fugitivo.
Entonces.
El grito enrabietado de Taius llamó la atención de Nicola y muchos otros.
El Wholferd
enseguida supo que algo había fallado… No tenia que maquinar mucho en su mente
para dar con unas cuentas posibilidades muy realistas.
No pensó
demasiado y así como otros cazadores, fue corriendo a toda marcha hacia donde
estaba el líder rubio. Fueron guiados al último piso, en una habitación cuya
puerta fue derribada; estaba Taius. Sin asombrar a nadie, el hombre Drovlight
pateó con fuerza contra el caro escritorio donde seguramente hacia poco estaba
Scioli, el mueble casi se estrella contra la pared opuesta.
Sus
subordinados lo miraron con preocupación, sin mediar palabra.
Taius tenía
algo en su mano derecha, una especie de papel arrugado con rabia. Nicola se
acercó para mirar con más detalle, tratando de no reparar en el semblante encrespado
de su compañero Drovlight.
-Cobarde
sin dignidad… espero que ella te trate como te
mereces-dijo Taius en protonórdico, mostrando los dientes y haciendo una
cara que era más propia de un lobo rabioso que de un hombre-haciéndote desear
haber sido atrapado por mí.
-¿Taius?-inquirió
Nicola con intriga.
El
mencionado levantó su mano izquierda y le mostró el papel arrugado que
guardaba, con un mensaje cuya caligrafía era sorprendentemente estética para la
circunstancia, una letra digna de cualquier secretaria.
Decía:
Lo que no sirve se desecha, pero yo soy
ecologista, así que reciclo.
De Scioli no se preocupen, está en buenas
manos. Él y yo hemos llegado a un nuevo acuerdo beneficioso para ambos, bueno,
para mí, él solo firmó porque ustedes le respiraban en el cuello y creo que
debo agradecerles por ello, he salido muy bien librada gracias a ustedes.
La Matriarca.
Taius
proclamó una diatriba tan cruda que hasta Odín se estremeció.
-No importa
lo que otros digan, muchos matarían por ser como tú-señaló Angélica medio
seriamente-Con tantos peligros tus cualidades de pícaro son la envidia.
Trisher se
rascó el cabello marrón.
-Eso es
cierto, pero créeme, hay cosas que me encantaría no haber sabido y ser
así…-decía.
-¿Soplón?-ofreció
Trixi sin malicia.
-¡No!-exclamó
el demonio ofendido, cruzándose de brazos-ser de naturaleza casi totalmente
incorpórea, por ello llego a todas partes sin ser notado y encuentro las peores
cosas que puedas imaginar…
-¿Como esto
que dices?-inquirió la Kirin mirando en la laptop que tenía en manos.
Trisher
llegó a la residencia con lo que él llamaba “Una peligrosa bomba” contenida en
su pendrive, pronto el demonio, Angélica y Trixi se dispusieron a ver el video
en la sala de la casa Wholferd, mientras Jean tomaba un segundo baño.
Los tres en
cuestión yacían cómodamente sentados en el mueble mientras la Kirin buscaba el
archivo. Trixi y su amiga no se veían preocupadas, pero el sombra lucia inquietado,
no dejaba de tocarse el cabello con nerviosismo.
-Como eso,
solo me quedé porque sabía que esto les interesaría, sino estaría en cualquier
otra parte intentando olvidar lo que vi-juró el hombre, mientras Angélica
reproducía el archivo que Trisher indicó.
Habían
traído una mesa pequeña de café para colocar la laptop, manteniéndola en
vertical con una pila de libros. Angélica dio al botón de reproducir y junto a
Trixi se situó en el mueble, en tanto Trisher permanecía de pie a un lado.
En un
principio las chicas no comprendían el comportamiento incomodo del demonio,
pero tras solo unos segundos de video, ambas lo tuvieron sumamente claro.
-¿esa es Úrsula?...-gimió Angélica pasmada,
los ojos de la Kirin se abrieron como un par de faroles.
-por Lucifer….-intentó decir Trixi quedando
con la boca abierta.
Trisher se cruzó de brazos como para
protegerse. La súcubo estaba teniendo sexo mientras sus dientes mordían el
cuello de su víctima, el hombre trataba de luchar, pero ella lo tenía más que
controlado. Trixi ante la perspectiva de ver a Úrsula enrollada con otra
persona, solo pudo tragar hondo e intentar no enloquecer, no sentirse aplastada
por la traición y no ir a gritarle a la mujer nada más verla…. Trixi se repetía
todas las veces posibles, que Úrsula era una depredadora sexual de naturaleza,
no era su culpa…
-no fue sencillo mirar eso-comentó el sombra
con una mueca deforme-es perfecto para subirlo a una página de la Deepwed.
Úrsula golpeaba al sujeto y lo dejó
inconsciente, luego se arregló la ropa con total calma, tomo al tipo y lo
levantó sobre su hombro. Acto seguido salió por la ventana desplegando sus
alas, la cámara cortó la escena. Luego aparecieron en una habitación corroída
esta vez, no se podía apreciar el exterior pero probablemente era del distrito pobre
de la ciudad, donde los edificios eran básicamente refugios para alimañas de
gran tamaño.
Todos tenían miradas fijas a la maquina.
-me parece que está descargando sus
frustraciones en el pobre hombre. Dudo que ella trate de este modo a todas sus víctimas….-dijo
Trisher.
-se siente como porno snuff amateur-manifestó Angélica-Úrsula tiene formas nada ortodoxas
de lidiar con el estrés.
De pronto Angélica levantó un brazo de manera
tensa, demostrando cuan atónita estaba, se puso la palma en la mejilla y sus
ojos marrones casi se le salían. La razón estaba a la vista.
Dentro del edificio había una especie de potro
medieval con amarras de cuero, Úrsula lo tenía fuertemente atado, y ella;
desnuda sin pudor, con alas y cola desplegadas, se acoplaba firmemente a las
partes nobles del humano, cuyos pantalones y ropa interior fueron arrancados en
algún momento pasado. La victima de Úrsula parecía disfrutar del suceso, pero
en sus ojos había un latente temor.
Trixi sintió su cuerpo temblar un segundo. La
súcubo fornicaba violentamente y en medio de ello, Úrsula le gruñía algo
aterrador, con ojos rojos, y dientes afilados en su sonrisa maquiavélica; la
cámara de Trisher hizo un acercamiento para recalcar aquello.
Se
apretó mas contra el hombre aterrado, lo que dijo fue ininteligible, solo se alcanzó
a comprender algo como: “…pronto créeme
que no querrás volver a ser tocado nunca”
-puuuuta madre-gimió Angélica.
Pronto el sujeto llegó al orgasmo y Úrsula se
retiró chorreando semen. A continuación puso su garra de demonio en el cuello
del hombre y él chilló como un animal doliente, temiendo por su vida tras no
haber complacido lo suficiente a su agresora. El amante forzoso de la demonia
recién parecía recordar la desagradable marca de mordida que tenía en el
cuello, Úrsula se aseguró de hacerlo muy consciente de ella enterrando de a
poco su garra en la herida fresca, como saboreando el dolor que provocaba.
-¡estás loca! -exclamó. Úrsula para el horror
de todos, con su rostro intimidante le dedico una perturbadora sonrisa.
-supongo que es verdad. Muchos de los que me
conocen opinan lo mismo.
Trixi percibió que todo se pondría muy feo.
Úrsula le rasgó el cuello al humano de la quijada hasta el pectoral, rompiendo
lo que le quedaba de ropa y derramando sangre a raudales, con toda la intención
de herir mas no matar. Trixi cerró los ojos en el instante que el humano bramó.
-esta es la peor parte-Trisher dijo y luego
volteo para no presenciar lo que venía.
Úrsula con ayuda de su garra tomó en boca la
virilidad del hombre y….
-….por los demonios mayores, eso duele-comentó
Angélica tirándose hacia atrás en el mueble y cubriéndose la boca con las
manos. Trixi solo pudo apretar sus ya tensos músculos, el pulso de la Wholferd iba
tan rápido que era visible sobre la piel de su cuello tieso.
El sujeto dejó escapar un sonido como de
llanto. Los dientes de Úrsula lo habían lastimado en su lugar más delicado.
Para horror de la audiencia, Úrsula se echó a reír malignamente con la boca aun
enrojecida por la sangre por la reciente acción. Angélica fulminó con la mirada
a Trixi, ella le respondió de soslayo.
-dime que Úrsula cuando te toca, no hace esas
cosas, ¡Porque si las soportas de verdad que estás jodida de la cabeza!-demandó.
Trixi se mostró incrédula y sonrojada.
-¡claro que no! Ella no es cruel conmigo.
Trisher volvió a mirar la pantalla, aunque
solo con los ojos virados. Pero fue demasiado pronto, Úrsula volvió a lastimar
al humano y esta vez, sí que lo hizo gritar de modo enternecedor, tanto que las
chicas voltearon.
-¡El puto asco! Úrsula sabia que eras una
zorra degenerada, ¡pero no tenía idea de cuánto!-bufó Angélica al televisor
alzando las manos de modo alterado. Jean entró a paso calmado mirando
tranquilamente a los presentes, aunque todos menos Trisher parecían traumados.
Este último solo quería que la tierra lo tragase para dejar de vivir aquello.
Trixi miraba a la pantalla con ojos enormes y
la boca prensada, definitivamente no lucia complacida con la vista… parecía que
pronto su cerebro haría corto circuito.
-¿qué sucede?-preguntó Jean parándose junto al
sofá.
-¡nooo!-chilló un hombre en la tv. Jean vio de
soslayo que Úrsula le estaba colocando la mano lascivamente y no estaba precisamente
acariciando su virilidad, lo que quedaba…. Ella hacia cosas mucho más perversas,
con un cortaúñas de por medio. Trixi
se encogió impresionada, Trisher dobló su boca y Angélica hizo un gesto de
dolor ajeno.
Jean no pudo evitar abrir los ojos un tanto
más de lo habitual, la escena era una especie de una película erótica
extremadamente ilegal…. Joder, Jean
compadeció profundamente al humano del video y a cualquiera que cayera en manos
de Úrsula después de que esta tuviera un mal día.
-Úrsula acaba de violar lo último que nos
quedaba de inocencia-explicó la Kirin apartando los ojos de la pantalla y
tapándolos con sus manos, como negándose a vivir la realidad de estar en el mismo mundo
donde pasaban semejantes barbaridades.
-A veces no quiero vivir en este mundo-comentó
el sombra. Trixi lo miró de reojo.
-¿cómo puedes estar tan calmado?-espetó ella
conmocionada, Trisher se encogió de hombros sin darle importancia.
-Lo veo de este
modo, siempre puede ser peor, estoy a salvo aquí;
cuando bien podría ser ese tipo-dijo
él con convicción gesticulando a la laptop-y aun no llega la parte donde lo
desvirga por detrás…
-suficiente-sentenció
Angélica tomando la maquina y apagándola-eso no lo podremos soportar. Prefiero
quedarme con mi mente retorcida tal y como está.
-Hombre, ¿de dónde…?-iba a preguntar Ion
asombrado, mientras Nolen entraba a la casa cargado con un montón de bolsas de
comida.
-Tuve suerte, ese tipo iba camino a casa con
esto cuando nos encontramos-explicó el semidemonio llegando a la cocina donde
procedió a colocar las bolsas.
Nolen se veía agitado, su pecho subía y bajaba
al respirar con demasiada frecuencia, se notaba especialmente porque su
ajustada camisa, húmeda, remarcaba la silueta de su pecho, eso y el fuerte olor
a sudor que despedía el hibrido L’Enfer.
-¿Estás bien?-preguntó el semidemonio Canis
Infernus con preocupación, viendo el estado de su amigo-parece que te hizo mal.
Nolen ahogó un gemido cerrando los ojos y
alzando la cabeza hacia el techo, como un corredor recuperándose de una carrera
agotadora.
-Bien, seguro-declaró con voz atropellada-solo
trato de no pensar en la gente a la que ese hombre iba a alimentar con esto… y
ahora se quedaran esperando.
Ion permaneció en silencio, no sabía cómo
responder. Nolen luchaba por no arrepentirse de sus actos, el novio de Jessica
podía verlo escrito en la cara de su cuñado, quien pronto abrió los ojos y
comenzó a mirarse una mano… como si guardara un secreto existencial profundo, o
fuera un arma mortífera que trataba de descubrir cómo usar sin matarse.
Se veía miserable, tal como las gemelas lo
describieron hacia poco.
Finalmente Nolen volvió a fijar su atención en
la comida y se dispuso a desempacarla, pero Ion intervino.
-No-dijo rápidamente, ganándose una confusa
mirada de Nolen-Yo lo hago, vete a dormir, pareces cansado.
-Estoy bien Ion-respondió, pero cuando iba a
volver a su tarea Ion le agarró por un hombro para frenarlo.
-Insisto, necesitas dormir-pidió Ion creando
un campo arado en su frente de lo fuerte que frunció el ceño-Mírate en un
espejo.
Nolen, sudoroso y con pronunciadas ojeras
comenzó a ponerse nervioso. En el escasamente iluminado ambiente de la cocina,
el chico de cabello cobrizo parecía más una fiera nerviosa que la cabeza de la
familia Goldman.
-No, yo tengo que…
-Nolen.
Ion hizo un poco de fuerza para tratar de
separar al otro semidemonio de su tarea, entonces, sencillamente la compostura
de Nolen se agrietó:
-¡Déjame!-exclamó separando bruscamente de un
manotón a su amigo, casi arrojándolo contra la pared.
Ion
quedó a un seguro par de metros de Nolen, quien le observaba con los ojos de
par en par, brillantes como llamas, respirando frenéticamente, todavía bañado
en sudor y temblando hasta los huesos. Ion se enterneció y brevemente sintió
temor del hibrido L’Enfer.
En un parpadeó Nolen pareció reponerse,
sacudiendo ligeramente su cabeza cerró los ojos con fuerza y dio la espalda a
Ion, para apoyarse en la mesa, entre respiraciones con ademan doloroso.
-Yo…-susurró él-Se que me quieres ayudar, lo
siento.
-¿Que te estás haciendo…?-inquirió Ion con
temor.
-Los puedo ver en mi mente-dijo Nolen
ignorando lo que había preguntado el otro chico-casi puedo oírlos, a esas
personas, son parte de mi ahora… su dolor y su miedo.
-¿Que te estás haciendo?-repitió Ion luego de
unos instantes, francamente horrorizado por lo que se estaba encontrando, este
no era el Nolen al que estaba acostumbrado.
-Me estoy haciendo un L’Enfer de
verdad-contestó con voz grave y plana, aun dando la espalda.
Ion retrocedió y sin decir otra palabra, se
fue a buscar a Jessica y Jennifer. El joven semidemonio entendía ahora los
miedos de ellas. Nolen no parecía él mismo, se estaba rompiendo, no era el
Nolen amistoso y calmado que todos apreciaban, era algo más.
Algo que asustaba a Ion.
Nolen respiró profundo luego de guardar todo en la despensa,
tendrían comida para largo tiempo y eso lo tranquilizaba, no obstante, su mente
no se relajaría tan fácilmente. El chico L’Enfer aun podía ver la mirada en el
rostro de las personas que había matado recientemente, ese terror, esa
incertidumbre, le provocaba nauseas. Cuando drenaba la vida de aquellas
personas su cuerpo se sentía mejor, como si una persona desnutrida de a poco
recuperara condición, el detalle, era que tal sentimiento de mejoría le hacía
sentir culpable, sucio y despreciable.
Los ojos
sin vida de las personas que se había “comido” no lo dejaban dormir tranquilo,
sus gemidos de dolor e intentos de pedir piedad mientras forcejeaban, las
emociones y sensaciones crudas que se le transmitían de las presas con cada
asesinato, para quedar atrapadas en él. Por estas cosas es que Nolen siempre
rechazó la idea de alimentarse, había sido testigo de suficiente barbarie en su
vida, la sola idea de convertirse en algo como esa gente lo atormentó una vez. Estaba consciente de la cadena
alimenticia con todo lo que conllevaba, pero no podía digerirlo cuando se
trataba de sus cualidades demoniacas, porque no eran algo primordial para su
subsistencia, solo eran un añadido y debido a eso le daba la sensación a Nolen
de estar matando y arruinando vidas por deporte… como ellos.
No soy como ellos-Se dijo mientras apretaba los puños.
Lo dice quien estrangula a sus víctimas
lentamente hasta la muerte-oyó en el fondo de su mente-Tu y ella
no son distintos.
Por reflejo
se sostuvo la cabeza con ambas manos. Cerró los ojos intentando controlarse y
que esas voces no lo volvieran a molestar… había sido una constante desde que
comenzó a comer. Algo más que la
energía de sus víctimas se quedaba con él una vez habían muerto, algo más que
un sentimiento, como si parte de la mente de esas personas quedara atrapada en
el semidemonio.
Nolen
tembló cubierto de sudor, tenía miedo de lo que podría ocurrir, lo peor es que
no había más opción que continuar en ese horrendo camino.
Un sonido lo
interrumpió.
Nolen jadeó
y salió de su autodestructiva ensoñación. Miró hacia la mesa y contemplo su
teléfono celular con una llamada entrante. El L’Enfer hibridó se acercó
recuperando, a medias, su frágil tranquilidad;
y vislumbró en la pantalla del artefacto una llamada entrante:
Jean
Wholferd.
Nolen tomó
el teléfono decididamente pensando para sí mismo, como un recordatorio: Esto es por ella, por Jean, por Jessica, y
por Jennifer.
Contestó.
-¿Jean?-preguntó
él-¿Cómo estás?
-¿Nolen,
estás bien? Te oigo inquieto-preguntó enseguida la pseudodemonia.
-No es nada
importante…
-¡MENTIRA!
¡NO HA DORMIDO EN DÍAS, REGAÑALO!-gritó Jennifer desde la otra habitación,
sobresaltando a su hermano, quien miró hacia el umbral de la cocina con el ceño
fruncido.
Hubo un
prolongado silencio, que incluso parecía que Jean había colgado… hasta que la
voz de la pelirroja demostró lo contrario.
-explícame
eso-pidió con voz neutra.
Nolen miró
la pantalla del teléfono sintiéndose presionado. Con su voz Jean consiguió
ponerlo en jaque, sin siquiera estar físicamente presente.
-No le
hagas caso… Jane es…
-Nolen-interrumpió
Jean con firmeza-tus hermanas no son mis personas favoritas, tampoco las
conozco bien… pero mi instinto me dice que ella no estaba de broma. Podría
apostar mi nombre y mi culo a que Jennifer iba enserio con cada palabra.
La tensión
alcanzó límites insospechados, el vano silencio de Nolen y su respiración
febril eran más explicativos que un discurso completo. Entonces el semidemonio
finalmente se dignó a tratar de explicarse:
-He estado
alimentándome y aunque me siento físicamente mejor, se siente… mal, temo…
-¿Enloquecer?-Facilitó
ella con voz calma, como tratando de aliviar el ambiente.
-Hay veces
que están en mi cabeza, esa gente que maté-contó Nolen apretando el teléfono,
controlándose para no triturarlo en su mano-Están en mí y me odian…
Jean no se
oyó sorprendida.
-Raro sería
que te amaran por matarlos-comentó, Nolen la imaginó encogiese de hombros
mientras decía aquello-Era esto lo que temía, aunque sea para ponerte a la
altura de Anastasia, a ninguna de nosotras nos haría gracia que perdieras la
cabeza…
-Lo
aguantaré, los L’Enfer estamos hechos para esto.
-Eres tan
humano como L’Enfer-le recordó ella como una bofetada para devolverlo a la
realidad-Sobrestimar tus cualidades demoniacas es la cosa más estúpida que
puedes hacer.
-Mi hermana
pudo.
-La
Matriarca ha tenido años de práctica para acostumbrarse a sus poderes-argumentó
la cazadora pelirroja -no comenzó de la noche a la mañana…. Y ella está loca, es distinto, no es un buen modelo
a imitar.
Nolen gruñó
con latente frustración. Sentía el enfermizo deseo de tomar todo a su alcance y
arrojarlo por los aires, esos sentimientos le daban miedo de sí mismo. Nolen se
preocupaba de que en algún momento esos deseos de destruir para descargarse se
transfirieran de los objetos inanimados a personas reales.
-Tengo algo
para ti-dijo Jean sacándolo de su ensimismamiento-Pasaré por tu casa en la
noche, esto te ayudará a ser mas fuerte sin tener que pasarla tan mal.
-¿Algo así
existe?
-Lo tengo
en la mano ahora mismo-El corazón de Nolen dio un salto fuerte como un tambor.
-Gracias…
El sonido
de una voz interrumpió la gratitud de Nolen, quien por curiosidad intentó
agudizar el oído para entender, pero ya la otra persona había terminado de
decir su mensaje. Solo le quedó escuchar la respuesta de Jean:
-Seguro,
gracias por la información, a pesar de lo mal que le cayó a Trixi y
Angélica-Dijo con su voz neutral y un tanto formal, la que normalmente usaba
con desconocidos o clientes-cuídate ahí afuera.
El hombre L’Enfer escuchó un agradecimiento y
acto seguido la mujer Wholferd volvió a dirigirse a su persona.
-Por ahora
estoy libre de Drovlight, pasaré esta noche por tu casa…. ¿Donde vivías?
Melisa
esperaba pacientemente que el ascensor marcara que su viaje había terminado, a
veces deseaba que la residencia de la Matriarca fuera más cercana al suelo. Por
más lujosa que fuera dicha residencia; el tiempo de espera para llegar la irritaba,
eso sin mencionar que en altos edificios la Mainyu se sentía vulnerable, le
erizaba el vello pensar en la multitud de formas que había para hacer que esa
enorme edificación se viniera abajo junto con todos sus ocupantes.
La demonia
caminó por un largo pasillo hasta encontrarse con la puerta que buscaba, cuando
cruzó el umbral estuvo frente a una habitación de sorprendente lujo: La
habitación directamente después de la entrada era una estancia con dos grandes
muebles caros y una pequeña mesa de café transparente. La vivienda tenía muchas
más habitaciones, pero Melisa avanzó directamente a lo que le interesaba, se adelantó por el recinto ignorando a los
sectarios que se sentaban en la estancia tomando un descanso, quienes le
dedicaron poco más que un instante de su atención.
Melisa
llegó a la habitación aterciopelada de su líder, además de la cama doble,
contaba con un sofá amplio y una televisión de última generación.
-Pero qué
barbaridad, de seguro Lovaina no había visto algo así hasta ahora-comentó la
voz de la Matriarca.
Anastasia
veía un documental histórico de la segunda guerra mundial, en ese preciso
momento se mostraban grotescas imágenes de la posguerra en la tv. Anastasia
conocía el programa así que pudo ubicarse en contexto. En el mueble se encontraba
la semidemonia L’Enfer y a su lado, Scioli, quien yacía encogido en una
esquina, a la mayor distancia posible de la Matriarca.
-Aun no
entiendo él porque pasas tu tiempo libre viendo estas cosas-comentó Key Forest,
de pie a un lado de Anastasia.
-Estuve
casi toda mi vida encerrada, tengo que ponerme al día con la cultura general,
solo leer y escribir no basta-explicó ella cuando notó a Melisa-Hasta que por
fin la Mainyu da la cara.
Melisa hizo
un ruido descontento entre dientes mientras se aproximaba, quedando frente a
sus interlocutores, pero sin bloquearles la visión de la televisión, donde el
documental fue pausado por Anastasia casi inmediatamente vio a la Mainyu.
-¿Que se
siente la humillación?-Inquirió Key jocosamente entrecerrando sus ojos azules.
-Como una
mujer judía cuarentona dando a luz en un campo de concentración-respondió.
Hubo un
silencio.
-¿Deseando
morir?-dijo Scioli casi en un susurro.
-No, pero
casi-ante la mirada de Melisa el humano cerró los ojos aterrado y escondió su
cabeza entre ambos brazos. La demonia alzó una ceja-¿Que le hicieron a esta
desgraciada creatura?
-Yo
nada-aseguró Anastasia tocándose en el pecho-de momento…
Un punto a
destacar era el atípico hecho de que la Matriarca estuviera sin su túnica y
vistiera ropas bastante normales, descalza y en pijama. Verla ataviada como cualquier
mortal era casi un privilegio.
-El viejo
loco ha estado así desde que llegó-explicó Key-por poco muere cuando vio a la
Matriarca sin su capucha.
El incubo
señaló la vestimenta clásica de Anastasia, reposando sobre un perchero cercano
a la cama doble. La semidemonia se rió entornando sus oscuros ojos color océano;
a pesar de que Melisa no reaccionaba ante las bromas, no estaba de humor.
-¿Que
pensabas que se ocultaba tras la túnica?-preguntó la hibrida con una siniestra
voz lúdica-¿Una babosa gigante, quizá?
Scioli
tenía mucho miedo para responder, no quería ofender a la Matriarca de ninguna
forma.
-¿Y… como
fue que dejaste que las perras se te escaparan, Melisa?-quiso saber el incubo
cambiando el tema.
Melisa
gruñó miserablemente.
-Cierto-dijo
Anastasia enfocándose nuevamente en la Mainyu y recuperando la seriedad
perdida-Eso fue vergonzoso, muchos muertos para nada, esperaba más de ti.
-Habrían
sido mías, pero la maldita Guardia Cadena… el malnacido de Bakom… no pudieron
llegar en peor momento-se defendió la demonia con sequedad.
-Eso no
hace disminuye el hecho de que las perras escaparon-discutió la Matriarca-Se
supone que si había una buena oportunidad la tomarías, no que se gastaran
tantos recursos en atraparlas y lo peor, no se obtuviera nada.
-Sinceramente creo que es estúpido ir tras
ellas-opinó Key-Nolen es un pusilánime, débil y poco motivado. Tú misma,
Matriarca, podrías ponerlo en su lugar sin recurrir a esto.
-Hemos
hablado al respecto, Key, no quiero repetir mas lo mismo-Anastasia uso una voz
que no dejaba lugar a discusión-Bien tienes razón, L’Enfer o no, Nolen es débil
y cobarde, no es una amenaza importante a neutralizar, tenerlo conmigo es solo
un capricho y eso puede esperar.
Tomó aire
exasperadamente. En ese momento unos sectarios ingresaron al recinto trayendo
charolas con comida, ignorando la conversación, ofrecieron platos bien llenos a
Anastasia y luego a Scioli, el cual aceptó con vacilación.
-Por lo que-continuó
la hibrida, admirando su exquisito arroz frito con carne, granos y sazonado con
especias-Debería darte de comer a mi Wyvern, Melisa. Fallaste, nos dejaste en
vergüenza y además, perdiste a muchos de mis subordinados en un enfrentamiento
estúpido. Dame un motivo para no hacerlo.
La aludida
contuvo un estremecimiento, cruzo los brazos tras su espalda intentando no
mostrar miedo. Al mismo tiempo, Scioli contemplaba su comida dudosamente, al
contrario de Anastasia quien había comenzado a comer ávidamente. Melisa notó la
cara de satisfacción que ostentaba Key, a lo que ella le dedicó una mirada de
odio, tan punzante y abrasador como las garras y llamas doradas de Bakom.
-De verdad,
lo siento, estoy avergonzada-dijo finalmente la demonia, tragándose todo
orgullo que poseía-voy a enmendarlo…
Anastasia
tragó con fuerza la gran cantidad de comida que había puesto en su boca, antes
de mirar con desconfianza a su subordinada.
-Si quieres
más recursos, sabes…
-No-interrumpió
Melisa rápidamente-Esta vez, lo haré yo misma, estuve investigando un poco por
si esto pasaba… encontré un punto de apoyo para volverlo a intentar, las perras
serán mías y lo único en juego seré yo misma. Solo quiero que lance un ataque a
un lugar específico, es una actividad regular de todos modos, pero esta vez
pido que suceda en un lugar concreto, no se pierde nada con solo concederme
eso.
La
Matriarca lo pensó con cuidado mirando a los ojos de Melisa.
-Lo haré
porque eres tú y en la mayoría de tus funciones has hecho un buen
trabajo-aceptó.
Melisa
sonrió ligeramente e hizo una pequeña reverencia, con su cuerpo aun quejándose
del dolor tras su altercado con Bakom.
Un ruido
ahogado detuvo la conversación. Los tres seres demoniacos se volvieron al
humano en el sofá quien observaba con espanto su plato casi vacío de comida.
-¿Pasa
algo?-inquirió Key con una ceja alzada.
Scioli puso
sus dedos en el plato, llamando la atención de todos sobre una cosa que yacía
entre la comida, una cosa no comestible…. Un collar dorado. El hombre lo tomó
en una temblorosa mano y lo elevó ligeramente, sin quitarle la vista de encima.
Scioli
estaba en shock y su piel descolorida como marfil.
Melisa no
entendía lo que pasaba, hasta que el trastornado hombre dijo entre dientes y
con lágrimas en los ojos:
-Mi… niño.
Incluso
para los estándares de Melisa, aquello fue extremadamente grotesco. La
Matriarca y Key rompieron a reír frenéticamente, casi hasta llorar de hecho.
-Creo que
cuando pedí carne de cerdo en mi comida, no se lo tomaron lo suficientemente
literal-comentó la semidemonia con cruel diversión, en el instante que logró
dejar de reír-pero debo admitir que Scioli junior pasaría fácilmente por uno,
era muy carnoso y tierno por dentro.
Scioli dejó
caer el plato desparramando su contenido en la alfombra y comenzó a llorar a
gritos cubriéndose la cara con las manos, sin soltar el collar de su delicioso hijo.
Jennifer
Goldman permanecía en vigilia mirando al techo, la noche era calma y podía oír
las pacificas respiraciones de Ion y Jessica, quienes descansaban en el colchón
en medio de las dos camas de la habitación. La semidemonia se acurrucaba contra
la pared aferrada a Titus como si fuera una almohada, el gato tibio y suave
ronroneaba generando un efecto relajante en la chica morena.
Jane
dirigió la mirada a sus compañeros de habitación, para contemplarlos dormir
dado que ella no podía. Ion dormía aferrado a Jessica escondiendo la cara en el
cuello de esta, mientras la mencionada lo tenía rodeado en sus brazos y apoyado
en su considerable pecho. El joven Armstrong tenía dos buenas razones para encontrar cómoda la posición que Jessica le
ofrecía.
Jennifer
sonrió con sorna ante ese pensamiento.
No podía
evitar sentir algo de envidia, Ion era todo lo que Jane había deseado y creía
haber encontrado en Tristán, pero la vida a menudo le demostraba cuanto la
odiaba… por lo que el fatídico final de su relación no era razón para
sorprenderse. Jennifer se analizaba a sí misma y solo podía convencerse de que
era un caso perdido: neurótica, agresiva, peligrosa, mancillada… la habían
roto, ellos no pudieron matarla, pero
consiguieron dañarla irreparablemente.
La dejaron
marcada para el resto de su vida.
Por
supuesto Jessica también la pasó mal, también estaba afectada… pero no era tan
evidente, no saltaba a la vista y sus secuelas no eran algo para lidiar a
menudo. Sin embargo, luego de cierta investigación Nolen aseguró que Jessica, y
en menor medida Jennifer, durante sus años de encierro, había desarrollado un
grado apreciable de personalidad sociopática y necesario era controlar tal
condición, si querían vivir en plena
normalidad, la normalidad a la que las gemelas podían esforzadamente
aspirar.
En el caso
de Jennifer, ¿Quién, aparte de Nolen y Jessica, lidiaría voluntariamente con su
comportamiento trastornado? Mauro claramente no lo haría. Jane consideraría
seriamente compartir a Ion con Jessica
si la situación iba a un callejón sin salida, Jessie no tendría nada que
objetar, era un hecho; y aun así, en el improbable caso que así sucediese,
Jennifer no haría presión, toda su vida había compartido todo con su gemela,
pero nunca tomaría nada de ella
contra su voluntad.
Ion sin
embargo, aunque no estaba contento con ella actuando así, no huía y aunque no
metiera las manos en la trituradora
poniéndose en el camino de Jennifer, era claro que quería ayudar. Luego estaba
eso; donde el semidemonio no mostraba pudor alguno en comportarse sexual con
Jessica en presencia de la otra chica, parecía mentira, pero poco importaba a
Ion si Jennifer estaba observando, una vez todo comenzaba, la fémina podía
estar en otra dimensión para lo que a Ion importaba… otra cosa era Nolen, pero
ser observado por Jennifer le daba igual al joven Canis Infernus, e incluso
podía ser que tácitamente le gustase.
Y así.
Un sonido
agudo alcanzó sus oídos.
Jennifer lo
identificó como los chillidos de un ave, probablemente un cuervo. La mujer lo
ignoró por harto rato. Aquellos ruidos eran constantes; siguiendo un patrón de
graznido y luego un prolongado silencio, hasta que se tornaron insoportables
para Jane. No soportando más la contaminación sonora, ella se puso de pie
dejando a un confundido Titus en la cama y se dirigió a la ventana entre ambas
camas individuales, dispuesta a arrojar un zapato o cualquier cosa para que el
animal se callara.
Nada mas
estuvo ahí, una brisa le hizo llegar un aroma alarmante.
Eso no era
un cuervo.
Era un
demonio, un Garuda.
Los
cabellos de Jennifer se erizaron y los músculos se le tensaron listos para la
acción. Ante ella en la cerca trasera había un hombre ave, sus rasgos se
asemejaban a los de un agila y sus aterciopeladas plumas naranjas se movían al
son del viento nocturno. El demonio observó a la semidemonia largamente, hasta
que alzó uno de sus brazos llamando la atención de Jennifer hacia el mismo. Grande
eran las garras de aquella mano similar a las patas de un ave de rapiña, pero
no era eso lo que importaba.
Era su
contenido.
El demonio
traía una botella de plástico blanco.
Jennifer si
hubiera tenido cabeza para pensar bien, habría estado muy confundida, pero en
ese instante su mente estaba centrada en medir los movimientos del Garuda y de
cada uno de sus puntos débiles.
Ignorando
la falta de hospitalidad de Jane, el demonio arrojó la botella en dirección a
la chica y esta, por puro reflejo, la atrapó entre sus manos. Luego, en solo un
parpadeo, el Garuda levantó vuelo con sus alas de descomunal envergadura y se
elevó a los cielos, alejándose de la casa Goldman sin mirar atrás.
Jennifer no
dejó de mirar al demonio hasta que se perdió de vista.
Las visitas
nocturnas nunca eran bienvenidas en esa casa, pero para variar, aquella vez al
menos Jane estaba despierta para recibirlas como era necesario. A continuación,
lentamente y con gran atención examinó la botella, no tenía ninguna etiqueta o
ningún olor especial, solo el del Garuda que había hecho de mensajero, pero
ninguna otra cosa destacable.
Jennifer
les dio una mirada a las otras dos personas en la habitación, para asegurarse
si seguían durmiendo, luego desvió la mirada a Titus. Ion y Jessica continuaban
sin despertar y el gato negro seguía inmutable observándola con sus
fosforescentes ojos rojos. La chica Goldman se encogió de hombros y se dispuso
a abrir la botella.
Dentro
había una nota en papel fino.
Jennifer la
leyó con su visión nocturna, una cualidad que agradecía mucho de sus poderes
demoniacos.
Lo que no
agradeció fue lo que sus ojos captaron. La presión sanguínea de la hibrida
alcanzó alturas indecibles, su corazón martilló como un Gong y de la nada, comenzó
a faltarle el aire. Un escalofrío atravesó su cuerpo de tal forma que a
Jennifer le fue difícil mantener firme su agarre en la nota de la botella.
A la luz de
la luna decía en el mensaje:
Sé quiénes son, sé donde nacieron y sé el
nombre de su madre.
Si no desean recibir en la próxima entrega el
cadáver esta persona, las espero en Hindoo Mahal, antes de las cinco de la
mañana.
Atte: Una persona a la que odia a los perros.
-Ahora que
por fin estamos solas-dijo Jean sentada en la silla de su oficina-quisiera
hablarte de algo importante.
Trixi
resistía el impulso de doblarse sobre sí misma, como si eso la hiciera
desaparecer. Al otro lado de la mesa y frente a su hermana mayor,
repentinamente se encontró incomoda y nerviosa.
Ante la
falta de respuesta Jean continuó, poniendo ambas codos en el escritorio y
entrelazando los dedos.
-¿Que
sucedió cuando viste a Úrsula?-soltó ella.
Los hombros
de Trixi se tensaron y cuadraron como pocas veces Jean había visto.
-Te dije
que no había nada indispensable que…
-Fingí
aceptar tu respuesta en Daggry Poxirr para evitarnos complicaciones-interrumpió
Jean con voz queda-Pero no te creí una palabra, debes saber de sobra que no soy
estúpida. Pese a que tampoco es necesario ser un genio para leerte, tu lenguaje
corporal es dolorosamente claro.
Trixi
prefirió mirar sus pies en vez de los ojos agudos de la otra pelirroja. Jean
notó que su hermana menor se estremeció, sin dejar claro el motivo, fuera algo
relacionado a Úrsula o el interrogatorio de Jean.
-Ahora.
Dime. La verdad-pidió lentamente.
La menor de
los Wholferd cerró con fuerza los puños, como en una pelea contra ella misma,
como si no supiera a que parte de sí misma escuchar.
-Este… no
es tu asunto-masculló mirando a Jean finalmente, con un semblante desafiante.
Ambas
mujeres sostuvieron la mirada por largo rato, hasta que Jean cerró ambos
parpados y dejó ir un suspiro laso.
-Cualquier
cosa que te afecte, es mi asunto y esto no se trata de que seas la menor de
nosotras-alegó la pseudodemonia mayor-Nicola y yo somos tu única familia, si no
nos preocupamos por ti, ¿quién mas lo hará?
Trixi
quería responder pero las palabras no le salían. La hermana mayor iba a hablar
otra vez, pero entonces, por fin, Trixi consiguió argumentar:
-No
necesitas intervenir en esto, se supone que debo ser fuerte y resolverlo…-dijo
amargamente dejando caer ambos hombros por primera vez en un rato-soy… Wholferd
y los Wholferd no somos débiles.
El silencio
gobernó otra vez…
Y ella rió.
Jean rompió
a reír de una forma que casi dio miedo a Trixi.
No entiendo el chiste, pero es muy gracioso-Comentó Adon en la mente de Jean.
-Nunca
imaginé oírte decir algo así-finalmente dijo la mujer pelirroja cuando logró
recobrar la compostura y retomó el contacto visual-nunca mostraste orgullo por
tu linaje o necesidad de probarte nada a ti misma, ahora vienes diciendo que
debes ser fuerte porque eres Wholferd… es demasiado para mí.
Trixi se cruzó de brazos con reproche y miró
en otra dirección, estando ofendida.
-De todas
las personas no creí que te burlarías.
-No me
burlo, es solo la ironía-aseguró Jean sonriendo levemente con algo de
nostalgia-pasé años tratando de hacerte actuar como una de nosotros y cuando no
lo estoy intentando, apareces proclamándote Wholferd.
-Ya…
entiendo-dijo Trixi como afligida.
-Y
enserio-retomó Jean después de mirar por escasos segundos a su interlocutora,
estudiando su postura y expresiones-Es cierto que somos fuertes, pero aprende
que no se soporta lo que no tiene que ser soportado, las cosas que se pueden
resolver abriendo la puta boca no deben nunca ser un recargo para ti, ni para
nadie.
Trixi dio
indicios de querer compartir lo sucedido, así que Jean siguió instándola.
-No te voy
a obligar, pero deberías decirlo, has estado rara desde que volviste y luego
del video de Trisher, peor aún-agregó haciendo una mueca de desagrado-eso nos
puede afectar a Nicola y a mí, tengo que saberlo aunque sea para entender que
no puedo hacer nada por ti.
-Tú nunca
quieres hablar de Úrsula… así que…
-Claro que
no quiero, pero si tengo que hacerlo lo haré-Jean torció los ojos hacia un
costado-Nadie más estaría dispuesto a ello, en todo caso. No Nicola, y
especialmente, no Angélica, sabes como es.
Trixi
asintió.
-Nosotras
terminamos-dijo sin más.
…
-¿Por qué
en el jodido mundo?-exigió Jean luego de unos segundos, con ambos ojos
amarillos penetrando en su hermana, tal mirada con la intensidad de un láser
rompería rocas- Todo estaba bien hasta la otra noche.
Trixi
sacudió la cabeza con ademan frustrado.
-No tengo
idea, ella solo dijo que no quería estar conmigo-explicó con dolor en el
tono-no me dio explicaciones, quiso alejarse inmediatamente, traté de detenerla
pero…
-pero…-repitió
Jean con voz grave y peligrosa.
Trixi se
mordió el labio y se tocó la manga de su camisa. Poco después de llegar ambas
se quitaron el traje blindado de los Drovlight y adoptaron ropas hogareñas,
nada fuera de lo común, hasta ese momento… que Jean notó por primera vez que su
hermana menor había usado solo ropa manga larga. Su ropa tras llegar, la que
usó para recibir a Trisher y la de dormir… Toda. Era. Manga. Larga.
Jean puso
sus amarillos ojos como dos faros de camión al tener la realización.
-Cuando
voló para alejarse de mí, la retuve por su cola, ella me pateó para liberarse y
a pesar del blindaje me dejó un gran moretón en el brazo.
Respira profundo, cuenta hasta diez o mejor
hasta cien-pidió
Adon con preocupación-No es momento de
ser la hermana protectora que desearía arrancarle las alas a Úrsula.
Si Jean
hubiera tenido algo en las manos, lo habría roto en pedazos. Por fortuna sus
manos estaban entrelazadas sobre el escritorio y no ejerciendo presión sobre
algún objeto desafortunado con la fuerza y violencia que desearía ejercer sobre
el cuello de Úrsula.
-¿Jean?-preguntó
Trixi con preocupación.
Entonces el
teléfono de Jean repicó.
La pseudodemonia
todavía sus ojos abiertos de par en par mirando al vacio, tomó su teléfono y
contestó.
-Que sea
importante-dijo sin siquiera saber a quién le hablaba.
-Lo
es-respondió la voz de Nicola-Pon la televisión, rápido.