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Perderse
a sí mismo
E
|
lla
suspiró internamente, no recordaba la última vez en su vida que sintió
seguridad en las caricias de alguien. Estaba acostumbrada a luchar por sí
misma, a valerse sola, no por nada la sensación le vino tan bien. Nadie aprecia
más el sol que quien vivió en la oscuridad, nadie disfruta más del afecto que
quien fue privado de él y nadie valora más la libertad que quien en algún
momento la perdió. Jean siempre era el soporte de los demás, usar a alguien más
como pilar le era muy ajeno. Pensó que Nolen debía estar orgulloso, por su aura
imponente, ya que solo alguien de gran majestuosidad era capaz de hacer sentir
a salvo a Jean.
-¿sinceridad
sobre qué?-preguntó, su hablar era sólido, aunque por dentro se sintiera un
poco cohibida por la reacción que había tenido hacia Nolen-¿Anastasia? ¿Mi
relación con la secta?
Asintió
sin perderse de los leves gestos que ella hacía.
-Sobre
todo lo que haga falta, sé que eres el tipo de gente que prefiere ahogarse en
sus propios tormentos antes de hablar-señaló él-pero eso tendrá que cambiar si
queremos sobrevivir, negándote a cooperar por hacerte la fuerte no habrá
diferencia en el desastroso rumbo que llevan las cosas.
Ella
hizo una mueca, cerró los ojos y apretó el ceño. Evidentemente lo que iba a
decir no le saldría fácilmente.
-antes
que nada-comenzó apartándose un poco de Nolen-fui idiota, tuve miedo y por vergonzoso
que sea, admito que estaba aterrorizada.
Nolen
no podía evitar estar estupefacto. Incluso si sinceridad era lo que quería,
oírla de ese modo era impactante. Jean aunque avergonzada, al admitir sus
problemas sentía que le quitaban un peso de encima con cada verdad que salía de
su boca.
-Te
agradezco haber insistido en ayudarme, a pesar de lo que dije-continuó y
resopló-¿qué es exactamente lo que quieres que responda?
Nolen
se detuvo a pensarlo.
-¿Cómo
conociste a Anastasia?-fue su pregunta.
-Tendré
que contarlo desde el comienzo-explicó ella sin mirarlo-de lo contrario no
tendría sentido.
-si es
largo, tengo el tiempo que haga falta-le aseguró el semidemonio.
La
mujer organizó las ideas en su mente, intentando ordenarlas de manera
entendible, cuestión complicada, cuando muchas de sus memorias parecían una
ensalada o un rompecabezas revuelto.
-¿qué
sabes del holocausto?-inquirió Jean.
Nolen
entrecerró los ojos.
-tenía
ocho años. Ocurrió justo después de que la secta de Asmodeo descuartizara a mi
familia y perdiera contacto con Anastasia-explicó el hombre suavemente- para cuando
la hecatombe comenzó, yo vagaba por las calles.
-entonces
lo viste en primera fila-observó Jean mirándolo finalmente.
Él
asintió.
-Ese
día solo quedamos con vida los Wholferd que ahora conoces y mi madre-contó
ella-mi madre fue tras la secta de Azazel por venganza, eso descubrí al
menos-agregó amargamente-ella jamás volvió.
Nolen
dobló hacia abajo las comisuras de sus labios. Ella se cruzó de brazos y miró
hacia algún lugar no especifico, sencillamente no miraba a su oyente.
-Trixi,
Nicola y yo nos mudamos a un orfanato, lejos de mi tío. Ahí transcurrieron
algunos años, cuando tenía casi doce años, algo raro comenzó a
pasar-prosiguió-veía sombras, oía voces atormentadas y la sensación de ser
vigilada me acompañaba todo el tiempo. Mi primo, mi hermana y yo lo sentíamos,
pero éramos los únicos que lo hacíamos…. –Jean apretó la mandíbula-eso me
volvía loca, no pasó mucho tiempo antes de que quisiera arrancharme la cabeza
por la desesperación. Mi armé de todo el valor que una preadolescente puede
tener y seguí la energía demoniaca hasta su origen.
Nolen
de pronto pareció disgustado.
-¿Nicola
no te acompañó?
-no-sentenció
la pseudodemonia, sin hacer mucho caso a lo que evidentemente Nolen estaba
conjeturando-Nicola jamás volvió a ser el mismo después del holocausto, tenía
pesadillas a menudo y los demonios que nos perseguían lo dejaban tan mal que se
congelaba, no era capaz siquiera de pensar. Llegó a orinarse un par de veces
por culpa del miedo….
Nolen
casi sintió gracia por la declaración, el vikingo que conoció en la casa Wholferd….
Orinándose de miedo, una imagen mental sumamente inverosímil. Pero se reprendía
a sí mismo por tales pensamientos, solo podía imaginar el terror que Nicola
vivió para verse tan afectado.
-lo
cierto es que Nicola no estaba en condiciones para hacer nada-declaró ella-así
que yo tuve que dar la cara por los tres. Seguí el rastro de la energía
demoniaca y encontré una edificio abandonado luego del holocausto, ahí encontré
a Anastasia.
-¿en
una casa abandonada? Pensé que la secuestró una secta-dijo Nolen sorprendido.
Jean se
encogió de hombros.
-No me
preguntes como terminó ahí-pidió la cazadora-sencillamente estaba.
Nolen
apretó los labios en una línea.
Jean
percibía como un escalofrió le recorrió la espalda, al recordar cómo se había
sentido al ingresar en aquella casa. La pobre chica había pasado por
experiencias que ninguna niña tan joven debería vivir.
-llévame
a ese sitio-soltó el hombre, Jean por su cara podría haber sido abofeteada-si
estuvo ahí, puede haber una pista de qué coño le ocurrió-Nolen con ademan
atormentado, miró al vacío-Anastasia no era así, ella no lo era…. Algo tuvo que
salir muy mal.
Jean
tomó aire con paciencia.
-eso, o
ella simplemente creció y cambió, como todos-propuso-con el tiempo muchas cosas
cambian. Hay experiencias que pueden afectar de por vida a la gente.
-no, la
imagen que tengo de Anastasia como la matriarca, no me cabe en la cabeza-Nolen
apretó los puños, recordar el monstruo que ahora era su hermana casi le
provocaba nauseas, puede que fuera el estrés de la impotencia. Intentado calmar
la horrible sensación de su agitado interior, se agarró la camisa en el área de
su torso, la apretó hasta arrugarla-Sé de primera mano cómo los acontecimientos
cambian a las personas, pero lo de Anastasia, estoy seguro, va más allá de eso.
Jean se
tranquilizó y lo miro calmadamente.
-puedes
asumir lo que quieras; pero al menos ahora, no podemos saber si tienes razón.
Él
chico se mordió el labio y entonces recuperó el enfoque de sus ojos,
dirigiéndolos hacia Jean, con poderosa decisión. Tal intensidad se pudo ver en
sus ojos color naranja que Jean se tornó nerviosa, sin embargo, darse cuenta de
ello habría sido muy difícil, reprimió cualquier gesto que la delatara.
-quiero
ir ahí, llévame a donde la viste-casi exigió.
-ese
lugar es un infierno-espetó Jean frunciendo el entrecejo y soltando sus brazos,
los cuales hasta entonces, había estado firmemente cruzados contra su pecho-en
mi vida, nunca iría voluntariamente ahí de nuevo.
Nolen
se controló, si seguía descargando la tensión en su ropa, quedaría desnudo. Posicionó
ambos brazos dentro de sus bolsillos, luchó por mantenerlos ahí y procuró ser
tan suave como siempre lo era, no podía dejar que su capacidad de razonar con
los demás, fallara cuando más le hacía falta.
-por
favor… cualquier cosa que pueda saber de Anastasia, me hará sentir mejor-dijo,
tratando que su voz no fuera demasiado apresurada ni desesperada-si hay
esperanza para ella, la quiero de vuelta.
Jean
quería callarse simplemente, meter la cabeza en algún lado y no responder…. No
quería machacar las esperanzas del dulce hombre que tenía en frente, pero la
realidad era la realidad y no podía ser evadida. Intentó no sonar grosera o
cruel:
-No
estoy muy deseosa de volver a mi pesadilla por una posibilidad tan
lejana-declaró con firmeza y una mueca de desaprobación-tengo una cordura que
proteger.
Nolen
abrió muy grandes sus ojos, ahora parecían los ojos de un perrito herido. Jean
maldijo por lo bajo, maldijo el efecto que él tenía sobre su persona.
-te lo
ruego, solo tú puedes ayudarme-Jean deseaba ignorar que Nolen parecía a punto
de llorar-Sabes lo que tendrá que pasar si no hay esperanza para mi hermana…
Tendrá que morir, supo ella inmediatamente.
-dije
que no-gruñó evitando hacer contacto visual con Nolen.
-necesito
agotar hasta la última posibilidad para tener mi conciencia limpia-hizo saber el
semidemonio con voz rota-no podré vivir con esto si no lo hago, sentiré que la
abandoné... otra vez.
-cállate
maldita sea-pidió ella retrocediendo varios pasos.
-Jean-llamó
él, con ruego en su voz.
-déjame-quiso
ella luchando contra sí misma-por el amor a los dioses demoniacos.
Eran
deseos contradictorios. Tenía necesidad de ayudar a Nolen, pero como contrapeso,
estaba su instinto de auto conservación, gritándole que evitara a toda costa
aquel sitio.
Nadie se imaginaria, que tras tu cara de
póker, aparentemente indiferente, habría semejante batalla épica- Le dijo Adon en su interior.
Jean se
estremeció al sentir algo cálido y duro contra su cuerpo…. Nolen había cerrado
el espacio que los separaba, para envolverla en un apretado abrazo. Los ojos de
la mujer pseudodemonia por poco se salían de sus cuencas. Luchó por mantener la
sangre lejos de sus mejillas, al captar el aliento tibio del chico penetrar
entre sus cabellos escarlata.
-tienes
mucho miedo, ¿verdad?-masculló él. El cuerpo de la pelirroja estaba rígido.
Renunciar
a su orgullo era un comportamiento sumamente distante al actuar normal de Jean.
No obstante, ella se lo tragó y se mordió el labio antes de confesar:
-si…
-entonces
te prometo defenderte de lo que sea que haya ahí-le aseguró intentando
calmarla, pasando una mano por los cabellos en su espalda-no dejaré que te
lastimen, pero por favor, llévame… -la mente de Jean se volvió un
revoltijo-juro que te protegeré.
-No soy
una princesa, ni tú un caballero para decir esas cosas-le reprochó ella con voz
casi inexpresiva. Nolen se apartó y le tomó ambas manos a ella.
-es lo
menos que puedo hacer, si vas a luchar contra tus pesadillas para
ayudarme-explicó encontrando su mirada con la de ella.
-yo…-ella
dudó.
-incluso
si no te necesitara-interrumpió con fervor-deseo sacarte de tu infierno
personal y esté sería un comienzo, porque quiero ser tu caballero L’Enfer.
Jean
por unos momentos se quedó muda y solo fue consciente de que su corazón se
agitó. Esas sensaciones eran casi desconocidas para Jean, de hecho las veía
como embarazosas, por considerarlas más propias de muchachas enamoradas y
empalagosas que de mujeres adultas. Irónico que estuviera experimentando cosas
dignas de adolescentes, cuando ella misma había pasado por esa etapa hace ya un
tiempo, se supone que a tales alturas estuviera ya familiarizada con esas
cuestiones, no volviéndose un manojo de pensamientos discordantes.
No, esto tiene que ser una broma. Se dijo a sí misma. Sostuvo la mirada de
Nolen tanto como le fue posible. Odiaba no tener control sobre sí misma, al
menos en su interior, ante el mundo ella podría tomarse como el ser más estoico
y hasta indiferente de la existencia, pero por dentro seguía sin tener poder
sobre lo que sentía.
Era
frustrante.
-el
amor es una perra-murmuró ella con la cabeza baja, impidiendo que Nolen viera
sus ojos.
-¿qué?
-lo
haré-las comisuras de sus labios vacilaron, pero no se detuvieron al
hablar-decidí que pelearía, a pesar de todo temor. Me hice la idea de enfrentar
a Anastasia, pero no a esto…. Siéntete orgulloso, porque lo haré por ti, aunque
lo odie con todas mis fuerzas.
Nolen
no podía creer lo que estaba oyendo, estuvo mirándola fijamente por un tiempo.
Ella… ella enfrentaría su temor, por él,
eso significaba que aunque fuera un poco… solo un poco, Jean lo consideraba
especial.
-gracias-dijo
estrujándola nuevamente en un abrazo. Jean se erizó, sorprendida.
El
tacto del semidemonio le gustaba, pero aún no se acostumbraba a ello.
Lentamente correspondió al abrazo. Quizá valiera la pena, ir a ese sitio podría significar un punto
final para ese capítulo de su vida e hiciera camino para superar de una vez por
todas lo ocurrido en el holocausto.
Ella encajó
su barbilla en el hombro de Nolen intentando no pensar en lo que le esperaba.
Cerró los ojos y dejó que la calma la invadiera.
-¿A
dónde vamos?-inquirió Nolen.
Descendían
por unas oscuras y angostas escaleras.
-Al
bunker-dijo ella sin darle gran importancia.
-¿Tienen
un bunker?-masculló el hombre sorprendido.
Ella
simplemente asintió cuando terminaban de bajar las escaleras y se encontraron
con la robusta puerta blindada. Nolen se imaginaba que las casas de los
Wholferd no eran como las demás, pero no pensaba que fuera para tanto. Jean
tecleó un código en el panel de control de la entrada, a continuación la
cerradura de la puerta se abrió, Nolen iba a avanzar y abrirla él mismo como un
“caballero”, pero la chica se le adelantó y empujó la pesada puerta como si no
fuera al menos cinco veces más pesada que ella.
El
semidemonio silenció su asombro, aunque no debería sorprenderle tanto, dado que
Jean sostuvo una pelea, aunque torpe, con Anastasia, y Nolen sabía de antemano,
que su hermana era más fuerte de lo que aparentaba.
Jean lo
guio dentro del bunker, el hombre miraba sorprendido lo complejo que era, hasta
habitación de invitados tenia aquel lugar. Finalmente ella lo escoltó hasta una
especie de garaje, algo sucio y lleno de herramientas amontonadas, eso no
despertó interés en Nolen, lo que si atrajo su interés, fue el hermoso objeto
que reposaba en medio de la habitación.
Una
motocicleta.
Era
moderna, a diferencia de todo lo demás, parecía limpia, todos sus detalles
decorativos en negro y plateado permanecían impecables. Frente al vehículo
había un túnel que se perdía en la oscuridad.
-Espera
aquí-pidió la pelirroja, su voz trajo a Nolen de regreso a la realidad.
-Claro-aceptó
él asintiendo y mirando de reojo a la chica, aun sin dejar de mostrarse
admirado por la moto.
Jean salió sin más del garaje. Pasaron pocos
minutos cuando regresó, estaba vestida diferente. Su ropa era de cuero negro:
botas, guantes y el accesorio más llamativo: una bufanda verde oscuro, la cual
se enroscaba en su cuello, pero más que abrigo, dicha bufanda servía para
cubrir su cara hasta los ojos, como si de una máscara se tratase. A parte de la
ropa llevaba un cinturón donde yacía su pistola y otras cosas que el
semidemonio no reconocía, más no hizo preguntas acerca de ello. Nolen se la
quedó mirando, entre tanto Jean se trenzaba el cabello y caminaba hacia la
moto, absorta en la tarea de recogerse su melena escarlata.
-¿No
podríamos ir en tu camioneta? La vi afuera-sugirió el chico.
Ella
negó con la cabeza y abordó el vehículo de un movimiento elegante. Nolen se
movía a su encuentro mientras ella explicaba:
-Anastasia
seguro sabe dónde vivo, podrían haber esbirros suyos esperando a que yo salga
por la puerta principal para arrojárseme encima-Encendió la moto y comprobó que
funcionara a la perfección-Sube a bordo.
-seguro-contestó
y se sentó detrás de ella.
Jean
sacó unos lentes color ámbar de su larga bufanda y se los colocó con maestría
usando una sola mano, ya que la otra sostenía uno de los manubrios del
vehículo.
-¿Es
necesario que parezcas una mafiosa en moto?-preguntó Nolen, mirando a la mujer,
dado que si la hubiera visto de lejos con esa apariencia, no la habría
reconocido y si no fuera un semidemonio L’Enfer se habría preocupado de su
seguridad.
-Si no
me reconocen, mejor-explicó-Sujétate.
Él lo
hizo y Jean arrancó a toda velocidad por el túnel, el cual aunque se viera más
iluminado por las luces de la motocicleta, no dejaba de ser sombrío. El cabello
de Nolen se revolvió con el viento y se encontró obligado a entrecerrar los
ojos. Jean sacó un minúsculo control de un bolsillo y oprimió un botón, pronto
Nolen vio la salida del túnel abriéndose ante ellos.
Una vez
fuera, Nolen reparó rápidamente que estaban relativamente lejos de la
residencia Wholferd… de hecho el no recordaba haber ido al lugar donde estaban.
Era un bosque y a lo lejos se veían luces de faroles.
-¿Dónde
salimos?-preguntó aturdido por el cambio de escenario tan radical. Jean no
había dejado de moverse desde que salieron, ahora en suelo más abrupto, la moto
se sacudía casi violentamente en medio de su carrera.
-Es un
parque cercano al residencial, nadie se imaginará que podemos salir por
aquí-dijo ella confiadamente.
-igual
que nadie se imagina que hay un bunker en tu casa-concordó el chico aferrándose
más a ella.
-Exacto-apremió-por
eso, mi padre era un genio.
Justo
después salieron del bosque y cayeron violentamente de un salto en la acera del
parque. Jean dejó una marca en el suelo al hacer una curva cerrada para mantener
el curso hacia donde quería, el ruido que profirió la moto le causó un
escalofrió en la espalda a Nolen.
-ponte
cómodo-pidió la mujer con voz seca-el sitio es lejos y no está en un área muy
agraciada de la ciudad.
-ver
cosas horribles es común en mi vida, no me acostumbro, pero he aprendido a
manejarlo.
Celebró
que su voz se oyera convincente… A pesar que la expectativa de afrontar de
nuevo los “horrores” del mundo, no le despertara ánimo.
La
noche era fría, Jean se alegró de que su bufanda no solo sirviera para cubrir
su rostro, sino que verdaderamente la mantuviera cálida. Por otra parte, los
brazos de Nolen también eran bastante reconfortantes, pero ella no lo hizo
notar.
El
viaje duró casi media hora, el sitio donde se situaba el residencial Wholferd
estaba casi a las afueras, pero era un sitio bastante acomodado, no como donde
se dirigían. Era un área lúgubre, más que pobre, abandonada, con edificios en
ruinas y locales deshabitados, todo ello secuela del holocausto. Aquel sitio
fue uno de los que sufrió peor daño y hasta quince años después, seguía sin
recuperarse, la gente temía volver ahí.
Jean se
detuvo en un edificio algo descuidado, pero no tenía el aspecto horrible como otras
edificaciones vecinas, simplemente no había gente ahí y le faltaba pintura.
Nolen le dedicó una mirada incrédula a aquella imagen ante sus ojos.
-¿pasaste
años en esta… pocilga?-dijo él-viendo lo acomodados que eran los Wholferd,
¿cómo terminaste aquí?
Jean estacionó la moto en la acera y apagó el
motor.
-No era
tan feo cuando vivía aquí-comentó ella sin ánimo-recién había ocurrido el
desastre, habían muchos niños huérfanos que vinieron buscando donde quedarse….
En esos días este orfanato era más agradable, así que técnicamente no me
dejaron en una pocilga.
Ambos
bajaron mientras ella contaba.
-y….
-después
de lo ocurrido nadie quiso mudarse a estos lados-prosiguió mirando el edificio
tranquilamente-la catástrofe fue tan horrible que era como si este lugar
quedara maldito…. Los niños conforme crecieron o fueron adoptados se marcharon,
ninguno quería permanecer aquí, traía muchos malos recuerdos… yo soy una de
esos niños, de hecho, si no fuera por ti, nunca habría vuelto.
Jean se
encaminó hacia la puerta del orfanato, la cual permanecía cerrada por dentro.
La pseudodemonia sin delicadeza ni contemplación acometió contra la puerta,
derribándola de una patada devastadora. A Nolen casi se le salen los ojos ante
tan violenta acción.
-¿Era
necesario?-quiso saber él.
Jean
resopló por el polvo y se sacudió la ropa.
-Quiero
comprobar algo dentro, no se me ocurre un modo menos violento de entrar-rezongó
ella mientras se internaba al orfanato, seguida de Nolen-la otra opción era
romper una ventana.
Nolen
no comentó y se dedicó a analizar aquel lugar, en verdad había sido descuidado
desde hacía años. Se alivió al ver que ningún indigente había irrumpido y hecho
de ese edificio su hogar. Jean subió unas escaleras rechinantes y se dirigió a
las habitaciones del segundo piso, su acompañante se apresuró a seguirle el
paso y no quedarse solo en la oscuridad casi total.
Jean al
mirar todo a su alrededor recordó su infancia ahí, casi podía oír y ver a los
niños que en otra época recorrían y reían en esos pasillos. Hasta cierto punto
fueron buenos recuerdos, ella se enfocó en su objetivo tratando de alejar su
mente del pasado y cuidar que Nolen no se alejara demasiado, aún estaba algo
paranoica; sobre que pudieran haberlos seguido.
Continuó
hasta una habitación, en ella había una hilera de camas viejas y muchas
telarañas. Jean ingresó y se detuvo en medio del recinto.
-¿por
qué vinimos aquí?-quiso saber Nolen desde la puerta. Sus ojos se habían tornado
un poco más brillantes de lo usual debido a la negrura.
-Esta
era mi habitación…. Y aquí era donde ocurría-respondió
ella cerrando los ojos y tomando aire. Nolen miraba el añejo recinto desde el
umbral oscuro, sus ojos brillantes podrían haber espantado a muchas personas
con solo mirarlo. Aunque el hombre aguardaba en la oscuridad, la habitación
estaba lejos de ser tan sombría como el resto del edificio, la poca luz lunar
que emanaba del exterior penetraba por varios ventanales largos situados en
fila, intercalados entre la hilera de camas.
-¿ocurría?-preguntó
Nolen mirando alrededor, como si buscara alguna otra presencia en esa
habitación, sin embargo, no podía percibir nada.
Jean
dejó escapar algo de aire, su cuerpo estaba en un fuerte estado de tensión.
-Aquí
intentaba dormir con Trixi, pero un día oímos criaturas demoniacas sufriendo,
nosotras obviamente nos asustamos mucho-explicó ella y concibió una mueca
mostrando desagrado-pero no pensábamos que fuera algo importante, lo que no
sabíamos es que esos sonidos se repetirían noche tras noche…. Durante meses…
Nolen
se acercó lentamente a la mujer, quien mantenía sus sentidos desplegados el
máximo nivel de percepción.
-estoy
intentado sentir algo y determinar si aún quedan demonios cerca-explicó ella
seguidamente sin mirarlo-pero no siento nada, creo que los alrededores están
limpios.
Nolen
dirigió su atención hacia fuera del orfanato, estudiando la infinita oscuridad
de la noche.
-yo
tampoco puedo sentirlo-estuvo de acuerdo, finalmente Jean se volvió y dirigió
su mirada amarilla hacia él.
-¿eres
capaz de sentirlo? ¿La energía que despiden los demonios?-preguntó con interés.
El
asintió.
-todos
los demonios e híbridos pueden sentirlo, solo que la mayoría no son muy
sensibles a menos que se trate de cosas llamativas-le hizo saber con
simpleza-casi siempre se basan en sus sentidos convencionales para percibir
anomalías del mundo demoniaco, pero conmigo es distinto. Los L’Enfer manejamos
energía demoniaca constantemente, nos servimos de ella, así que somos mejores
para sentirla.
Jean
recordó con incomodidad cuando Anastasia estaba absorbiendo su energía, durante
el ataque. Los pseudodemonios eran los únicos seres de origen terrenal con ese
tipo de energía y se había vuelto intrínseco de sus cuerpos, como la sangre,
perderlo era fatal.
-comprendo-dijo
ella y se dirigió hacia la salida a paso tranquilo-vamos, tenemos que ir al
sitio donde vi a tu hermana, parece ser seguro por ahora.
-mierda…-se
quejó la cazadora, mirándose confusa-¿cómo coño…?
Ante
ella había una edificación vieja y pequeña, que pertenecía a un edificio de
apartamentos abandonado. El problema era que la entrada del descolorido lugar…
estaba siendo bloqueada por un automóvil colocado de manera vertical,
confiriéndole a la escena un aspecto que rayaba en lo ridículo e inverosímil.
Una especie de broma.
-alguien
no quería que entráramos-supuso Nolen con ademan sorprendido, a continuación se
dirigió a la pelirroja-permíteme.
Él sin
esperar respuesta se aproximó al auto, se inclinó y lo levantó sobre su cabeza,
sin emplear casi esfuerzo alguno en ello, luego lo arrojó no muy lejos,
causando un ruido por poco ensordecedor que sacudió el ambiente. Menos mal que
en el área era poco probable que alguien oyera.
Jean
entrecerró los ojos por el fastidioso sonido, y a su vez, el impacto provocó
que sus cabellos rojos se movieran levemente. Ella no estaba acostumbrada a la
caballerosidad y menos a tal escala, sin embargo, tal demostración de poder le
pareció atractiva.
-gracias,
acabemos con esto, mientras más rápido salgamos, más pronto podré dormir
tranquila-dijo la mujer, dando ligeros pasos para estudiar el interior
oscurecido del recinto. Solo encontró unas escaleras de aspecto perturbador,
sus escalones se perdían en la lúgubre oscuridad, era tan negro, que engullía
cualquier cosa a pocos metros de la puerta, cortando la visión de la mayor
parte del descenso.
-¿no
quieres que yo entre primero?-se ofreció él un poco preocupado.
-no,
soy yo quien sabe el camino y los lugares que deberíamos tener
vigilados-explicó ingresando y viendo con recelo su alrededor, especialmente
las impenetrables tinieblas más adelante. La oscuridad le envolvía y podía oler
el polvo picándole la nariz-puede que tenga miedo, pero eso no quiere decir que
me vaya a esconder detrás de alguien.
Nolen
no le replicó.
Ella se
agarró fuertemente de su temple y comenzó a bajar escaleras con Nolen
siguiéndola de cerca. La oscuridad empeoraba, Jean a diferencia de Nolen no era
tan buena para ver en la oscuridad, así que debió valerse de sus demás
sentidos. Sus ojos por si solos no ayudarían demasiado, podía ver las formas
difusas de lo que la rodeaba, pero nada más, era la máxima ventaja que su condición
de pseudodemonia le brindaba, estar un tanto por encima de lo humano.
¿Por qué no pudiste ser un demonio con visión
nocturna…? -se
quejó mentalmente ella, dirigiéndose a Adon.
No
seas pretenciosa, ya convierto en piedra a tus enemigos… ¿y ahora quieres que
vea en la oscuridad? Respondió él.
Tampoco es una habilidad tan rara, más bien
tu eres raro por no poder hacerlo. –contraatacó.
Próximamente me pedirás que vomite arcoíris.
Ella
resopló frustrada.
Nolen
la vio preguntándose qué pensaba, él a diferencia de Jean, si podía ver
perfectamente. Lograrlo era tan simple como dirigir energía a sus ojos para
hacerlos más sensibles, una autentica ventaja de ser un hibrido L’Enfer.
Cuando
estuvieron en el interior Nolen amplificó todo lo que pudo su vista, era un
pasillo largo con diversas puertas y corredores, todo tan descuidado como el
orfanato, pero, a diferencia de aquel lugar, este corredor parecía más que
abandonado…
Lucía
maldito.
Había
sangre salpicada por doquier, mesclada con el polvo y la mugre. Ella sin decir
nada continuó su camino, Nolen por instinto la siguió, pero no pudo omitir los
horribles grafitis hechos con sangre en las paredes. Puede que la cazadora no
los pudiera ver… o puede que los ignorara, pero él no era tan bueno en pasar
por algo su alrededor.
Había
mensajes desesperados escritos con sangre.
“¡¡Sáquennos de aquí!! ¡Por favor!”
“En los reflejos… los veo, están en todas
partes”
“¡Están malditos por los demonios mayores!”
“¡Asmodeo te maldigo! ¡TODO es tu culpa!”
Nolen
sentía escalofríos, realmente ahí ocurrió algo espantoso. Sentía una ligera
energía demoniaca alrededor, pero nada fuerte, parecía que en algún momento,
ese oscuro lugar estuvo repleto de demonios, especialmente demonios invocados o
sellados.
Los
demonios invocados siempre dejaban gran rastro detrás de sí y los demonios
esclavizados o capturados por humanos usualmente se hacían sentir, quedaba
evidencia de los lugares donde fueron encerrados.
Jean
casi con paranoia se aseguraba de nunca bajar la guardia ante una puerta abierta,
incluso las cerradas eran objeto de sus sospechas. Las gotas de sudor no
dejaban de caer por su rostro y su respiración agitada la hacía parecer febril,
una reacción natural, ya que rememoraba a cada paso todo el terror que vivió
ahí dentro, haciendo que la sensación de amenaza se agudizara.
Encontrarse
prácticamente ciega tampoco ayudaba.
El
único sonido audible eran los pasos de ella y Nolen. Pero para la pseudodemonia
su corazón era más escandaloso, centrar su mente era difícil cuando debía controlar
sus reacciones corporales al mismo tiempo.
-No
pensaba que esto fuera tan profundo-comentó el semidemonio para romper el
silencio.
-es más
grande de lo que parece-agregó ella, su voz no hacia juego con su aspecto
inquieto.
Finalmente
Nolen vio algo que parecía marcar el fin del camino laberintico que habían recorrido:
una gran puerta abierta, cuyo interior desde su criterio lucia entre gris y
negro, no estaba seguro si sus ojos eran confiables, nunca los había probado en
tal negrura. Supuso que era una especie de habitación común, no podía
asegurarlo, Jean había dado tantas vueltas en diversas direcciones que ni
siquiera estaba seguro de donde se encontraban o si de hacer falta, podría
encontrar el camino de regreso.
Se
detuvieron, por un momento Nolen prestó más atención al panorama que a la chica
que le acompañaba. Cuando volvió a fijarse en ella, percibió algo inesperado…
Jean lo reprimía, pero él lo pudo notar: aunque ligeramente, ella estaba
temblando.
Algo en
el interior del chico se retorció y estrujó, sentía el impulso de
reconfortarla, pero algo lo frenaba, aunque ella respondiera bien a sus
anteriores acercamientos…. Jean seguía pareciendo una persona altiva y difícil
de alcanzar, esa aura lo mantenía un poco refrenado, aunque supiera que ella no
lo rechazaría o luciera extrañamente vulnerable en ese momento, Nolen la sentía
como algo que no pudiera tocar, intangible de hecho, para alguien como él.
Pero él
se decidió a demostrar lo contrario.
Así que
lo hizo.
Disimuladamente
estiró un brazo y sostuvo una de las temblorosas manos de la pelirroja, ella se
estremeció por un momento. Nolen casi creyó que Jean lo ignoraba, cuando de
pronto ella lo miró de soslayo, con el cabello pegado en su sudorosa cara. Sus
ojos no mostraban hostilidad, algo había cambiado, su mirada era seria, no
había duda expresada y muy en el fondo de sus amarillos ojos, parecía
pronunciar agradecimiento…. Incluso cariño.
Tuvo
poco tiempo para saborear aquella expresión en el rostro de Jean.
Como
desesperada por poner fin a la situación, ella tiró del brazo de Nolen, aunque
sin mucha fuerza, para indicarle que avanzara. Sin poner objeción se dejó
llevar hasta el interior de la siguiente habitación.
Ya en
el umbral, Nolen simplemente perdió el aliento, el interior de ese lugar era
más de lo que se veía por fuera. Cuatro puentes desde cada pared llegaban desde
sus respectivas entradas hasta el centro de la habitación, lugar en el cual
había una enorme jaula oxidada con barrotes doblados y su puerta derribada.
El
hombre analizó detalladamente todo lo que pudo, en realidad la jaula fue lo que
menos lo impactó. Más dramático era el ser consciente de que toda la habitación
se encontrara suspendida y que al mirar por uno de los bordes de cualquiera de
los puentes, el fondo se perdiera de vista, pero no se perdía en la negrura, se
perdía en un abismo de color entre rojizo y amarillo, como si del interior de
un volcán se tratase.
-Creo
que llegaré al centro de la tierra si me arrojo de aquí-dijo él con ambos ojos
bien abiertos.
El
brillo al fondo era la única luz que había visto desde que entraron al
complejo, pero estaba tan profundo, que era imposible ver a menos que se
asomara desde la propia habitación donde estaban.
-en
realidad, por toda la energía demoniaca allá abajo, creo que llegarías al plano
de los demonios-comentó Jean mirando de reojo el abismo, aún estaba agitada,
pero no por la vertiginosa vista.
Luego
siguió caminando y Nolen se vio forzado a continuar detrás de ella. Pronto
estuvieron ante la jaula, tan vieja que parecía a punto de caerse a pedazos,
muchas goteras caían del techo y algunas ratas correteaban por los ductos de
ventilación en el techo. Parecía una jaula rota de un zoológico terriblemente
mal cuidado, de hecho, la sanidad los habría clausurado. Nolen intentó no pensar
que Anastasia había dicho que en su desesperación recurrió a comer ratas….
Los dientes
de Jean rechinaron.
-es
aquí, vine a este lugar y encontré a Anastasia, pero estaba tan asustada que ni
siquiera le hablé. Asumí que debía haber un buen motivo para que estuviera
encerrada y yo no quería descubrirlo-explicó planamente-yo tenía doce años,
pero había visto el rostro de la muerte suficientes veces; para aprender a
mantenerme lejos del peligro.
Nolen
estiró un brazo y tocó el barrote que tenía en frente, áspero y añejo. Imaginó
a Anastasia dando vueltas en esa jaula durante años, sin poder hablar con
nadie, durmiendo en el suelo, bebiendo de goteras y comiéndose a las
desafortunadas ratas que conseguía atrapar. Hizo una mueca de dolor, frustrado
por no haber podido hacer algo para ayudarla. Él tampoco la tuvo fácil durante
muchos años, pero nunca llegó a vivir en semejante miseria.
Jean
apretó su mano, el semidemonio no estaba seguro si era un gesto de apoyo o
simplemente era ella quien quería sentirse más a salvo. No importaba, a él le
agradaba que ella hiciera eso, significaba que le estaba dando su atención.
-no hay
nada que hacer aquí-masculló Jean frunciendo las cejas-solo confirmar que
Anastasia estaba diciendo la verdad, estos eran seguidores de Asmodeo, nada
tenían que ver con Azazel.
-si…
pero aun quiero mirar un poco los alrededores, quizá encuentre pistas sobre que
le ocurrió a Anastasia, que la convirtió en…. Eso-insistió decididamente sin
apartar la vista de la jaula. Jean no replicó, sabía que estaba determinado y
sería inútil tratar de disuadirlo.
Nolen recorrió
pasillo tras pasillo, Jean permanecía detrás de él esta vez, sin alejarse
demasiado. No sabe que tanto recorrió, pero se detenía cada tanto en las
habitaciones que habían abiertas, dentro usualmente habían dormitorios o
chatarra amontonada de la secta, pero de vez en cuando encontraba algo
interesante…. Si por interesante se refería a cadáveres, sangre o alguna señal
de que ese lugar se usó para rituales demoniacos. Jean no era muy afectada por
lo que encontraban, usualmente arrugaba un poco su entrecejo y nariz, o hacia
un gesto suspicaz, pero no dijo palabra al respecto.
-está
abierto-dijo Nolen ingresando a un cuarto, Jean se quedó fuera.
-Nolen,
no sé qué tanto te gustan los cadáveres sacrificados o las casas abandonadas….
Pero yo que tu no entraría así nada mas-sugirió la mujer desde fuera-aunque los
acólitos se fueron hace mucho, no sabemos qué pudieron haber dejado atrás antes
de marcharse, hay cosas que pueden ser peligrosas.
Nolen
encontró algo bastante raro en aquel recinto, todo estaba vacío, salvo por tres
espejos dispuestos en torno a un círculo pintado con sangre. Fue como si no
hubiera oído a la pseudodemonia, siguió adentrándose más en aquel lúgubre lugar,
sin mostrar vacilación.
-¡ah
vamos! Suenas paranoica, ¿qué es lo peor que podría pasar?-preguntó mirándose
en uno de los espejos con ademan despreocupado.
Hacer
esa pregunta fue su peor error.
Nolen
tocó su reflejo con un dedo inocentemente, cuando de la nada su “yo” del otro
lado estiró su mano más allá del espejó
y tomó la muñeca del semidemonio, él inmediatamente gritó una maldición. Acto
seguido su reflejo le sonrió y tiró de él hacia el espejo, Nolen
instintivamente se echó atrás y de ese modo, el reflejo abandonó el espejo,
ahora convertido en una sombra negra que se quiso abalanzar sobre Nolen.
La cosa
iba a alcanzar a Nolen, pero no lo conseguiría, antes de que pudiera hacer
algo, el extraño ser le fue arrebatado de encima, y lo único que él supo, fue
que un estruendoso sonido le siguió a dicho suceso.
-¡¿Qué?!-gimió
Nolen dando un pasos hacia atrás.
El
espejo cayó al suelo, pero el monstruo negro consiguió salir y materializarse.
Nolen trató de entender que había pasado, lo hizo solo cuando vio a Jean
delante de él con una de sus suelas sobre los pedazos del espejo ahora roto.
Ella con el fin de liberarlo del ser, había apartado el espejo para arrojarlo
al piso y aplastarlo con sus zapatos, sin embargo el ente consiguió salir antes
y hacerse sólido.
La cosa
le bufó a Jean y esta le respondió del modo más propio: a balazos.
Desenfundó
y cuando el monstruo quiso ir tras ella, lo repelió disparando hasta matarlo.
Cuando murió su cuerpo desapareció aún más rápido que los demonios regulares.
Nolen estaba mudo mientras la cazadora hacia un gesto de desprecio al demonio,
como si le diera asco o le odiara profundamente.
No
hacía falta ser un genio para darse cuenta de que algo era distinto. Esa no era
la mirada que Jean generalmente le daba a sus enemigos, era una mirada de odio
puro. Ella generalmente mataba por dinero o defensa propia, no era nada
personal, pero esto parecía serlo.
Nolen
dio un paso al frente, dudoso de que decir.
-Yo…-intentó
hablar.
-Trixi… tenía razón…-gimió Jean apenas
relajándose, lo demostró guardando a Gwyrdd dudosamente. Ella aun así, no lo miró, su compostura
todavía no volvía por completo.
-que….
-realmente dejé parte de mi misma la primera
vez que vine aquí.
-no entiendo nada.
-¿sabes lo que es este demonio?- se refirió al
lugar donde una vez estuvo el referido. Nolen negó con la cabeza.
-tú eres la experta.
Jean endureció la quijada y se mordió el labio
inferior.
-es un amanojaku, se alimenta de todas las
partes benéficas del alma de sus víctimas, hasta dejar solo lo malo en ellas,
convirtiéndolas en seres malvados….-Jean apretó más los dientes-me encontré con
esto mientras volvía al orfanato. Tiempo después Trixi dijo que había algo
diferente en mí, pensé que solo era su imaginación, pero estaba equivocada…. Una
creatura como esta maldita cosa arrancó un pedazo de mi alma ese día,
llevándose mucho de lo que era bueno en mí. La compasión, el desinterés, la
justicia….
-No eres exactamente la persona más bondadosa
del mundo…. Pero no eres malvada….
-la única razón por la que no soy malvada, es
que conseguí escapar antes de que este asqueroso demonio se robara todo. Pero
aun así, fui ensuciada. Toda la esencia de lo que yo era, casi
desapareció-relató amargamente ella bajando un poco la cabeza.
Nolen se sintió mal por la cara que ella tenía
en aquel momento.
-¿hay modo de recuperarlo?
-No. Mi alma es como la carne, al arrancarle
un pedazo, cicatriza. Al perder pedazos de lo que yo era, otras partes de mí se
desarrollaron más para ocupar el espacio y otras que habían sido arrancadas por
este demonio, volvieron a aparecer aunque no con la misma fuerza.
Jean intentó imaginar que tanta seria la
diferencia que hizo ese Amanojaku.
Luego de ese fatídico incidente, la psiquis de
Jean se desarrolló de modo diferente a lo que habría sido si nunca la hubieran
atacado. Eso solo hacia enojar más a la pseudodemonia, por culpa del maldito
rumbo que tomó el destino, ella acabó convirtiéndose en otra mujer, una mujer
que probablemente no tenía mucho en común con la que originalmente estaba
destinada a convertirse.
El silencio gobernó en la oscuridad durante
varios minutos. Al chico no se le ocurría nada que decir, no podía simplemente
cambiar el tema.
-gracias por salvarme de esa cosa y lamento
que esto... haya pasado, debí escucharte.
-no hay cuidado, lo que me pasó es algo que no
me gustaría para ti. Sea como sea, te lo agradezco, por ti enfrenté mis miedos
y descubrí la verdad de quien soy ahora-señaló levantando la cabeza y tomando
aire largamente, a continuación le dirigió la mirada a Nolen-volvamos a mi
casa.