miércoles, 24 de junio de 2015

El edén del infierno: Acto 2-Capitulo 5

5
Perderse a sí mismo
E
lla suspiró internamente, no recordaba la última vez en su vida que sintió seguridad en las caricias de alguien. Estaba acostumbrada a luchar por sí misma, a valerse sola, no por nada la sensación le vino tan bien. Nadie aprecia más el sol que quien vivió en la oscuridad, nadie disfruta más del afecto que quien fue privado de él y nadie valora más la libertad que quien en algún momento la perdió. Jean siempre era el soporte de los demás, usar a alguien más como pilar le era muy ajeno. Pensó que Nolen debía estar orgulloso, por su aura imponente, ya que solo alguien de gran majestuosidad era capaz de hacer sentir a salvo a Jean.
-¿sinceridad sobre qué?-preguntó, su hablar era sólido, aunque por dentro se sintiera un poco cohibida por la reacción que había tenido hacia Nolen-¿Anastasia? ¿Mi relación con la secta?
Asintió sin perderse de los leves gestos que ella hacía.
-Sobre todo lo que haga falta, sé que eres el tipo de gente que prefiere ahogarse en sus propios tormentos antes de hablar-señaló él-pero eso tendrá que cambiar si queremos sobrevivir, negándote a cooperar por hacerte la fuerte no habrá diferencia en el desastroso rumbo que llevan las cosas.
Ella hizo una mueca, cerró los ojos y apretó el ceño. Evidentemente lo que iba a decir no le saldría fácilmente.
-antes que nada-comenzó apartándose un poco de Nolen-fui idiota, tuve miedo y por vergonzoso que sea, admito que estaba aterrorizada.
Nolen no podía evitar estar estupefacto. Incluso si sinceridad era lo que quería, oírla de ese modo era impactante. Jean aunque avergonzada, al admitir sus problemas sentía que le quitaban un peso de encima con cada verdad que salía de su boca.
-Te agradezco haber insistido en ayudarme, a pesar de lo que dije-continuó y resopló-¿qué es exactamente lo que quieres que responda?
Nolen se detuvo a pensarlo.
-¿Cómo conociste a Anastasia?-fue su pregunta.
-Tendré que contarlo desde el comienzo-explicó ella sin mirarlo-de lo contrario no tendría sentido.
-si es largo, tengo el tiempo que haga falta-le aseguró el semidemonio.
La mujer organizó las ideas en su mente, intentando ordenarlas de manera entendible, cuestión complicada, cuando muchas de sus memorias parecían una ensalada o un rompecabezas revuelto.
-¿qué sabes del holocausto?-inquirió Jean.
Nolen entrecerró los ojos.
-tenía ocho años. Ocurrió justo después de que la secta de Asmodeo descuartizara a mi familia y perdiera contacto con Anastasia-explicó el hombre suavemente- para cuando la hecatombe comenzó, yo vagaba por las calles.
-entonces lo viste en primera fila-observó Jean mirándolo finalmente.
Él asintió.
-Ese día solo quedamos con vida los Wholferd que ahora conoces y mi madre-contó ella-mi madre fue tras la secta de Azazel por venganza, eso descubrí al menos-agregó amargamente-ella jamás volvió.
Nolen dobló hacia abajo las comisuras de sus labios. Ella se cruzó de brazos y miró hacia algún lugar no especifico, sencillamente no miraba a su oyente.
-Trixi, Nicola y yo nos mudamos a un orfanato, lejos de mi tío. Ahí transcurrieron algunos años, cuando tenía casi doce años, algo raro comenzó a pasar-prosiguió-veía sombras, oía voces atormentadas y la sensación de ser vigilada me acompañaba todo el tiempo. Mi primo, mi hermana y yo lo sentíamos, pero éramos los únicos que lo hacíamos…. –Jean apretó la mandíbula-eso me volvía loca, no pasó mucho tiempo antes de que quisiera arrancharme la cabeza por la desesperación. Mi armé de todo el valor que una preadolescente puede tener y seguí la energía demoniaca hasta su origen.
Nolen de pronto pareció disgustado.
-¿Nicola no te acompañó?
-no-sentenció la pseudodemonia, sin hacer mucho caso a lo que evidentemente Nolen estaba conjeturando-Nicola jamás volvió a ser el mismo después del holocausto, tenía pesadillas a menudo y los demonios que nos perseguían lo dejaban tan mal que se congelaba, no era capaz siquiera de pensar. Llegó a orinarse un par de veces por culpa del miedo….
Nolen casi sintió gracia por la declaración, el vikingo que conoció en la casa Wholferd…. Orinándose de miedo, una imagen mental sumamente inverosímil. Pero se reprendía a sí mismo por tales pensamientos, solo podía imaginar el terror que Nicola vivió para verse tan afectado.
-lo cierto es que Nicola no estaba en condiciones para hacer nada-declaró ella-así que yo tuve que dar la cara por los tres. Seguí el rastro de la energía demoniaca y encontré una edificio abandonado luego del holocausto, ahí encontré a Anastasia.
-¿en una casa abandonada? Pensé que la secuestró una secta-dijo Nolen sorprendido.
Jean se encogió de hombros.
-No me preguntes como terminó ahí-pidió la cazadora-sencillamente estaba.
Nolen apretó los labios en una línea.
Jean percibía como un escalofrió le recorrió la espalda, al recordar cómo se había sentido al ingresar en aquella casa. La pobre chica había pasado por experiencias que ninguna niña tan joven debería vivir.
-llévame a ese sitio-soltó el hombre, Jean por su cara podría haber sido abofeteada-si estuvo ahí, puede haber una pista de qué coño le ocurrió-Nolen con ademan atormentado, miró al vacío-Anastasia no era así, ella no lo era…. Algo tuvo que salir muy mal.
Jean tomó aire con paciencia.
-eso, o ella simplemente creció y cambió, como todos-propuso-con el tiempo muchas cosas cambian. Hay experiencias que pueden afectar de por vida a la gente.
-no, la imagen que tengo de Anastasia como la matriarca, no me cabe en la cabeza-Nolen apretó los puños, recordar el monstruo que ahora era su hermana casi le provocaba nauseas, puede que fuera el estrés de la impotencia. Intentado calmar la horrible sensación de su agitado interior, se agarró la camisa en el área de su torso, la apretó hasta arrugarla-Sé de primera mano cómo los acontecimientos cambian a las personas, pero lo de Anastasia, estoy seguro, va más allá de eso.
Jean se tranquilizó y lo miro calmadamente.
-puedes asumir lo que quieras; pero al menos ahora, no podemos saber si tienes razón.
Él chico se mordió el labio y entonces recuperó el enfoque de sus ojos, dirigiéndolos hacia Jean, con poderosa decisión. Tal intensidad se pudo ver en sus ojos color naranja que Jean se tornó nerviosa, sin embargo, darse cuenta de ello habría sido muy difícil, reprimió cualquier gesto que la delatara.
-quiero ir ahí, llévame a donde la viste-casi exigió.
-ese lugar es un infierno-espetó Jean frunciendo el entrecejo y soltando sus brazos, los cuales hasta entonces, había estado firmemente cruzados contra su pecho-en mi vida, nunca iría voluntariamente ahí de nuevo.
Nolen se controló, si seguía descargando la tensión en su ropa, quedaría desnudo. Posicionó ambos brazos dentro de sus bolsillos, luchó por mantenerlos ahí y procuró ser tan suave como siempre lo era, no podía dejar que su capacidad de razonar con los demás, fallara cuando más le hacía falta.
-por favor… cualquier cosa que pueda saber de Anastasia, me hará sentir mejor-dijo, tratando que su voz no fuera demasiado apresurada ni desesperada-si hay esperanza para ella, la quiero de vuelta.
Jean quería callarse simplemente, meter la cabeza en algún lado y no responder…. No quería machacar las esperanzas del dulce hombre que tenía en frente, pero la realidad era la realidad y no podía ser evadida. Intentó no sonar grosera o cruel:
-No estoy muy deseosa de volver a mi pesadilla por una posibilidad tan lejana-declaró con firmeza y una mueca de desaprobación-tengo una cordura que proteger.
Nolen abrió muy grandes sus ojos, ahora parecían los ojos de un perrito herido. Jean maldijo por lo bajo, maldijo el efecto que él tenía sobre su persona.
-te lo ruego, solo tú puedes ayudarme-Jean deseaba ignorar que Nolen parecía a punto de llorar-Sabes lo que tendrá que pasar si no hay esperanza para mi hermana…
Tendrá que morir, supo ella inmediatamente.
-dije que no-gruñó evitando hacer contacto visual con Nolen.
-necesito agotar hasta la última posibilidad para tener mi conciencia limpia-hizo saber el semidemonio con voz rota-no podré vivir con esto si no lo hago, sentiré que la abandoné... otra vez.
-cállate maldita sea-pidió ella retrocediendo varios pasos.
-Jean-llamó él, con ruego en su voz.
-déjame-quiso ella luchando contra sí misma-por el amor a los dioses demoniacos.
Eran deseos contradictorios. Tenía necesidad de ayudar a Nolen, pero como contrapeso, estaba su instinto de auto conservación, gritándole que evitara a toda costa aquel sitio.
Nadie se imaginaria, que tras tu cara de póker, aparentemente indiferente, habría semejante batalla épica- Le dijo Adon en su interior.
Jean se estremeció al sentir algo cálido y duro contra su cuerpo…. Nolen había cerrado el espacio que los separaba, para envolverla en un apretado abrazo. Los ojos de la mujer pseudodemonia por poco se salían de sus cuencas. Luchó por mantener la sangre lejos de sus mejillas, al captar el aliento tibio del chico penetrar entre sus cabellos escarlata.
-tienes mucho miedo, ¿verdad?-masculló él. El cuerpo de la pelirroja estaba rígido.
Renunciar a su orgullo era un comportamiento sumamente distante al actuar normal de Jean. No obstante, ella se lo tragó y se mordió el labio antes de confesar:
-si…
-entonces te prometo defenderte de lo que sea que haya ahí-le aseguró intentando calmarla, pasando una mano por los cabellos en su espalda-no dejaré que te lastimen, pero por favor, llévame… -la mente de Jean se volvió un revoltijo-juro que te protegeré.
-No soy una princesa, ni tú un caballero para decir esas cosas-le reprochó ella con voz casi inexpresiva. Nolen se apartó y le tomó ambas manos a ella.
-es lo menos que puedo hacer, si vas a luchar contra tus pesadillas para ayudarme-explicó encontrando su mirada con la de ella.
-yo…-ella dudó.
-incluso si no te necesitara-interrumpió con fervor-deseo sacarte de tu infierno personal y esté sería un comienzo, porque quiero ser tu caballero L’Enfer.
Jean por unos momentos se quedó muda y solo fue consciente de que su corazón se agitó. Esas sensaciones eran casi desconocidas para Jean, de hecho las veía como embarazosas, por considerarlas más propias de muchachas enamoradas y empalagosas que de mujeres adultas. Irónico que estuviera experimentando cosas dignas de adolescentes, cuando ella misma había pasado por esa etapa hace ya un tiempo, se supone que a tales alturas estuviera ya familiarizada con esas cuestiones, no volviéndose un manojo de pensamientos discordantes.
No, esto tiene que ser una broma. Se dijo a sí misma. Sostuvo la mirada de Nolen tanto como le fue posible. Odiaba no tener control sobre sí misma, al menos en su interior, ante el mundo ella podría tomarse como el ser más estoico y hasta indiferente de la existencia, pero por dentro seguía sin tener poder sobre lo que sentía.
Era frustrante.
-el amor es una perra-murmuró ella con la cabeza baja, impidiendo que Nolen viera sus ojos.
-¿qué?
-lo haré-las comisuras de sus labios vacilaron, pero no se detuvieron al hablar-decidí que pelearía, a pesar de todo temor. Me hice la idea de enfrentar a Anastasia, pero no a esto…. Siéntete orgulloso, porque lo haré por ti, aunque lo odie con todas mis fuerzas.
Nolen no podía creer lo que estaba oyendo, estuvo mirándola fijamente por un tiempo. Ella… ella enfrentaría su temor, por él, eso significaba que aunque fuera un poco… solo un poco, Jean lo consideraba especial.
-gracias-dijo estrujándola nuevamente en un abrazo. Jean se erizó, sorprendida.
El tacto del semidemonio le gustaba, pero aún no se acostumbraba a ello. Lentamente correspondió al abrazo. Quizá valiera la pena, ir a ese sitio podría significar un punto final para ese capítulo de su vida e hiciera camino para superar de una vez por todas lo ocurrido en el holocausto.
Ella encajó su barbilla en el hombro de Nolen intentando no pensar en lo que le esperaba. Cerró los ojos y dejó que la calma la invadiera.

-¿A dónde vamos?-inquirió Nolen.
Descendían por unas oscuras y angostas escaleras.
-Al bunker-dijo ella sin darle gran importancia.
-¿Tienen un bunker?-masculló el hombre sorprendido.
Ella simplemente asintió cuando terminaban de bajar las escaleras y se encontraron con la robusta puerta blindada. Nolen se imaginaba que las casas de los Wholferd no eran como las demás, pero no pensaba que fuera para tanto. Jean tecleó un código en el panel de control de la entrada, a continuación la cerradura de la puerta se abrió, Nolen iba a avanzar y abrirla él mismo como un “caballero”, pero la chica se le adelantó y empujó la pesada puerta como si no fuera al menos cinco veces más pesada que ella.
El semidemonio silenció su asombro, aunque no debería sorprenderle tanto, dado que Jean sostuvo una pelea, aunque torpe, con Anastasia, y Nolen sabía de antemano, que su hermana era más fuerte de lo que aparentaba.
Jean lo guio dentro del bunker, el hombre miraba sorprendido lo complejo que era, hasta habitación de invitados tenia aquel lugar. Finalmente ella lo escoltó hasta una especie de garaje, algo sucio y lleno de herramientas amontonadas, eso no despertó interés en Nolen, lo que si atrajo su interés, fue el hermoso objeto que reposaba en medio de la habitación.
Una motocicleta.
Era moderna, a diferencia de todo lo demás, parecía limpia, todos sus detalles decorativos en negro y plateado permanecían impecables. Frente al vehículo había un túnel que se perdía en la oscuridad.
-Espera aquí-pidió la pelirroja, su voz trajo a Nolen de regreso a la realidad.
-Claro-aceptó él asintiendo y mirando de reojo a la chica, aun sin dejar de mostrarse admirado por la moto.
 Jean salió sin más del garaje. Pasaron pocos minutos cuando regresó, estaba vestida diferente. Su ropa era de cuero negro: botas, guantes y el accesorio más llamativo: una bufanda verde oscuro, la cual se enroscaba en su cuello, pero más que abrigo, dicha bufanda servía para cubrir su cara hasta los ojos, como si de una máscara se tratase. A parte de la ropa llevaba un cinturón donde yacía su pistola y otras cosas que el semidemonio no reconocía, más no hizo preguntas acerca de ello. Nolen se la quedó mirando, entre tanto Jean se trenzaba el cabello y caminaba hacia la moto, absorta en la tarea de recogerse su melena escarlata.
-¿No podríamos ir en tu camioneta? La vi afuera-sugirió el chico.
Ella negó con la cabeza y abordó el vehículo de un movimiento elegante. Nolen se movía a su encuentro mientras ella explicaba:
-Anastasia seguro sabe dónde vivo, podrían haber esbirros suyos esperando a que yo salga por la puerta principal para arrojárseme encima-Encendió la moto y comprobó que funcionara a la perfección-Sube a bordo.
-seguro-contestó y se sentó detrás de ella.
Jean sacó unos lentes color ámbar de su larga bufanda y se los colocó con maestría usando una sola mano, ya que la otra sostenía uno de los manubrios del vehículo.
-¿Es necesario que parezcas una mafiosa en moto?-preguntó Nolen, mirando a la mujer, dado que si la hubiera visto de lejos con esa apariencia, no la habría reconocido y si no fuera un semidemonio L’Enfer se habría preocupado de su seguridad.
-Si no me reconocen, mejor-explicó-Sujétate.
Él lo hizo y Jean arrancó a toda velocidad por el túnel, el cual aunque se viera más iluminado por las luces de la motocicleta, no dejaba de ser sombrío. El cabello de Nolen se revolvió con el viento y se encontró obligado a entrecerrar los ojos. Jean sacó un minúsculo control de un bolsillo y oprimió un botón, pronto Nolen vio la salida del túnel abriéndose ante ellos.
Una vez fuera, Nolen reparó rápidamente que estaban relativamente lejos de la residencia Wholferd… de hecho el no recordaba haber ido al lugar donde estaban. Era un bosque y a lo lejos se veían luces de faroles.
-¿Dónde salimos?-preguntó aturdido por el cambio de escenario tan radical. Jean no había dejado de moverse desde que salieron, ahora en suelo más abrupto, la moto se sacudía casi violentamente en medio de su carrera.
-Es un parque cercano al residencial, nadie se imaginará que podemos salir por aquí-dijo ella confiadamente.
-igual que nadie se imagina que hay un bunker en tu casa-concordó el chico aferrándose más a ella.
-Exacto-apremió-por eso, mi padre era un genio.
Justo después salieron del bosque y cayeron violentamente de un salto en la acera del parque. Jean dejó una marca en el suelo al hacer una curva cerrada para mantener el curso hacia donde quería, el ruido que profirió la moto le causó un escalofrió en la espalda a Nolen.
-ponte cómodo-pidió la mujer con voz seca-el sitio es lejos y no está en un área muy agraciada de la ciudad.
-ver cosas horribles es común en mi vida, no me acostumbro, pero he aprendido a manejarlo.
Celebró que su voz se oyera convincente… A pesar que la expectativa de afrontar de nuevo los “horrores” del mundo, no le despertara ánimo.

La noche era fría, Jean se alegró de que su bufanda no solo sirviera para cubrir su rostro, sino que verdaderamente la mantuviera cálida. Por otra parte, los brazos de Nolen también eran bastante reconfortantes, pero ella no lo hizo notar.
El viaje duró casi media hora, el sitio donde se situaba el residencial Wholferd estaba casi a las afueras, pero era un sitio bastante acomodado, no como donde se dirigían. Era un área lúgubre, más que pobre, abandonada, con edificios en ruinas y locales deshabitados, todo ello secuela del holocausto. Aquel sitio fue uno de los que sufrió peor daño y hasta quince años después, seguía sin recuperarse, la gente temía volver ahí.
Jean se detuvo en un edificio algo descuidado, pero no tenía el aspecto horrible como otras edificaciones vecinas, simplemente no había gente ahí y le faltaba pintura. Nolen le dedicó una mirada incrédula a aquella imagen ante sus ojos.
-¿pasaste años en esta… pocilga?-dijo él-viendo lo acomodados que eran los Wholferd, ¿cómo terminaste aquí?
 Jean estacionó la moto en la acera y apagó el motor.
-No era tan feo cuando vivía aquí-comentó ella sin ánimo-recién había ocurrido el desastre, habían muchos niños huérfanos que vinieron buscando donde quedarse…. En esos días este orfanato era más agradable, así que técnicamente no me dejaron en una pocilga.
Ambos bajaron mientras ella contaba.
-y….
-después de lo ocurrido nadie quiso mudarse a estos lados-prosiguió mirando el edificio tranquilamente-la catástrofe fue tan horrible que era como si este lugar quedara maldito…. Los niños conforme crecieron o fueron adoptados se marcharon, ninguno quería permanecer aquí, traía muchos malos recuerdos… yo soy una de esos niños, de hecho, si no fuera por ti, nunca habría vuelto.
Jean se encaminó hacia la puerta del orfanato, la cual permanecía cerrada por dentro. La pseudodemonia sin delicadeza ni contemplación acometió contra la puerta, derribándola de una patada devastadora. A Nolen casi se le salen los ojos ante tan violenta acción.
-¿Era necesario?-quiso saber él.
Jean resopló por el polvo y se sacudió la ropa.
-Quiero comprobar algo dentro, no se me ocurre un modo menos violento de entrar-rezongó ella mientras se internaba al orfanato, seguida de Nolen-la otra opción era romper una ventana.
Nolen no comentó y se dedicó a analizar aquel lugar, en verdad había sido descuidado desde hacía años. Se alivió al ver que ningún indigente había irrumpido y hecho de ese edificio su hogar. Jean subió unas escaleras rechinantes y se dirigió a las habitaciones del segundo piso, su acompañante se apresuró a seguirle el paso y no quedarse solo en la oscuridad casi total.
Jean al mirar todo a su alrededor recordó su infancia ahí, casi podía oír y ver a los niños que en otra época recorrían y reían en esos pasillos. Hasta cierto punto fueron buenos recuerdos, ella se enfocó en su objetivo tratando de alejar su mente del pasado y cuidar que Nolen no se alejara demasiado, aún estaba algo paranoica; sobre que pudieran haberlos seguido.
Continuó hasta una habitación, en ella había una hilera de camas viejas y muchas telarañas. Jean ingresó y se detuvo en medio del recinto.
-¿por qué vinimos aquí?-quiso saber Nolen desde la puerta. Sus ojos se habían tornado un poco más brillantes de lo usual debido a la negrura.
-Esta era mi habitación…. Y aquí era donde ocurría-respondió ella cerrando los ojos y tomando aire. Nolen miraba el añejo recinto desde el umbral oscuro, sus ojos brillantes podrían haber espantado a muchas personas con solo mirarlo. Aunque el hombre aguardaba en la oscuridad, la habitación estaba lejos de ser tan sombría como el resto del edificio, la poca luz lunar que emanaba del exterior penetraba por varios ventanales largos situados en fila, intercalados entre la hilera de camas.
-¿ocurría?-preguntó Nolen mirando alrededor, como si buscara alguna otra presencia en esa habitación, sin embargo, no podía percibir nada.
Jean dejó escapar algo de aire, su cuerpo estaba en un fuerte estado de tensión.
-Aquí intentaba dormir con Trixi, pero un día oímos criaturas demoniacas sufriendo, nosotras obviamente nos asustamos mucho-explicó ella y concibió una mueca mostrando desagrado-pero no pensábamos que fuera algo importante, lo que no sabíamos es que esos sonidos se repetirían noche tras noche…. Durante meses…
Nolen se acercó lentamente a la mujer, quien mantenía sus sentidos desplegados el máximo nivel de percepción.
-estoy intentado sentir algo y determinar si aún quedan demonios cerca-explicó ella seguidamente sin mirarlo-pero no siento nada, creo que los alrededores están limpios.
Nolen dirigió su atención hacia fuera del orfanato, estudiando la infinita oscuridad de la noche.
-yo tampoco puedo sentirlo-estuvo de acuerdo, finalmente Jean se volvió y dirigió su mirada amarilla hacia él.
-¿eres capaz de sentirlo? ¿La energía que despiden los demonios?-preguntó con interés.
El asintió.
-todos los demonios e híbridos pueden sentirlo, solo que la mayoría no son muy sensibles a menos que se trate de cosas llamativas-le hizo saber con simpleza-casi siempre se basan en sus sentidos convencionales para percibir anomalías del mundo demoniaco, pero conmigo es distinto. Los L’Enfer manejamos energía demoniaca constantemente, nos servimos de ella, así que somos mejores para sentirla.
Jean recordó con incomodidad cuando Anastasia estaba absorbiendo su energía, durante el ataque. Los pseudodemonios eran los únicos seres de origen terrenal con ese tipo de energía y se había vuelto intrínseco de sus cuerpos, como la sangre, perderlo era fatal.
-comprendo-dijo ella y se dirigió hacia la salida a paso tranquilo-vamos, tenemos que ir al sitio donde vi a tu hermana, parece ser seguro por ahora.

-mierda…-se quejó la cazadora, mirándose confusa-¿cómo coño…?
Ante ella había una edificación vieja y pequeña, que pertenecía a un edificio de apartamentos abandonado. El problema era que la entrada del descolorido lugar… estaba siendo bloqueada por un automóvil colocado de manera vertical, confiriéndole a la escena un aspecto que rayaba en lo ridículo e inverosímil. Una especie de broma.
-alguien no quería que entráramos-supuso Nolen con ademan sorprendido, a continuación se dirigió a la pelirroja-permíteme.
Él sin esperar respuesta se aproximó al auto, se inclinó y lo levantó sobre su cabeza, sin emplear casi esfuerzo alguno en ello, luego lo arrojó no muy lejos, causando un ruido por poco ensordecedor que sacudió el ambiente. Menos mal que en el área era poco probable que alguien oyera.
Jean entrecerró los ojos por el fastidioso sonido, y a su vez, el impacto provocó que sus cabellos rojos se movieran levemente. Ella no estaba acostumbrada a la caballerosidad y menos a tal escala, sin embargo, tal demostración de poder le pareció atractiva.
-gracias, acabemos con esto, mientras más rápido salgamos, más pronto podré dormir tranquila-dijo la mujer, dando ligeros pasos para estudiar el interior oscurecido del recinto. Solo encontró unas escaleras de aspecto perturbador, sus escalones se perdían en la lúgubre oscuridad, era tan negro, que engullía cualquier cosa a pocos metros de la puerta, cortando la visión de la mayor parte del descenso.
-¿no quieres que yo entre primero?-se ofreció él un poco preocupado.
-no, soy yo quien sabe el camino y los lugares que deberíamos tener vigilados-explicó ingresando y viendo con recelo su alrededor, especialmente las impenetrables tinieblas más adelante. La oscuridad le envolvía y podía oler el polvo picándole la nariz-puede que tenga miedo, pero eso no quiere decir que me vaya a esconder detrás de alguien.
Nolen no le replicó.
Ella se agarró fuertemente de su temple y comenzó a bajar escaleras con Nolen siguiéndola de cerca. La oscuridad empeoraba, Jean a diferencia de Nolen no era tan buena para ver en la oscuridad, así que debió valerse de sus demás sentidos. Sus ojos por si solos no ayudarían demasiado, podía ver las formas difusas de lo que la rodeaba, pero nada más, era la máxima ventaja que su condición de pseudodemonia le brindaba, estar un tanto por encima de lo humano.
¿Por qué no pudiste ser un demonio con visión nocturna…? -se quejó mentalmente ella, dirigiéndose a Adon.
 No seas pretenciosa, ya convierto en piedra a tus enemigos… ¿y ahora quieres que vea en la oscuridad? Respondió él.
Tampoco es una habilidad tan rara, más bien tu eres raro por no poder hacerlo. –contraatacó.
Próximamente me pedirás que vomite arcoíris.
Ella resopló frustrada.
Nolen la vio preguntándose qué pensaba, él a diferencia de Jean, si podía ver perfectamente. Lograrlo era tan simple como dirigir energía a sus ojos para hacerlos más sensibles, una autentica ventaja de ser un hibrido L’Enfer.
Cuando estuvieron en el interior Nolen amplificó todo lo que pudo su vista, era un pasillo largo con diversas puertas y corredores, todo tan descuidado como el orfanato, pero, a diferencia de aquel lugar, este corredor parecía más que abandonado…
Lucía maldito.
Había sangre salpicada por doquier, mesclada con el polvo y la mugre. Ella sin decir nada continuó su camino, Nolen por instinto la siguió, pero no pudo omitir los horribles grafitis hechos con sangre en las paredes. Puede que la cazadora no los pudiera ver… o puede que los ignorara, pero él no era tan bueno en pasar por algo su alrededor.
Había mensajes desesperados escritos con sangre.
“¡¡Sáquennos de aquí!! ¡Por favor!”
“En los reflejos… los veo, están en todas partes”
“¡Están malditos por los demonios mayores!”
“¡Asmodeo te maldigo! ¡TODO es tu culpa!”
Nolen sentía escalofríos, realmente ahí ocurrió algo espantoso. Sentía una ligera energía demoniaca alrededor, pero nada fuerte, parecía que en algún momento, ese oscuro lugar estuvo repleto de demonios, especialmente demonios invocados o sellados.
Los demonios invocados siempre dejaban gran rastro detrás de sí y los demonios esclavizados o capturados por humanos usualmente se hacían sentir, quedaba evidencia de los lugares donde fueron encerrados.
Jean casi con paranoia se aseguraba de nunca bajar la guardia ante una puerta abierta, incluso las cerradas eran objeto de sus sospechas. Las gotas de sudor no dejaban de caer por su rostro y su respiración agitada la hacía parecer febril, una reacción natural, ya que rememoraba a cada paso todo el terror que vivió ahí dentro, haciendo que la sensación de amenaza se agudizara.
Encontrarse prácticamente ciega tampoco ayudaba.
El único sonido audible eran los pasos de ella y Nolen. Pero para la pseudodemonia su corazón era más escandaloso, centrar su mente era difícil cuando debía controlar sus reacciones corporales al mismo tiempo.
-No pensaba que esto fuera tan profundo-comentó el semidemonio para romper el silencio.
-es más grande de lo que parece-agregó ella, su voz no hacia juego con su aspecto inquieto.
Finalmente Nolen vio algo que parecía marcar el fin del camino laberintico que habían recorrido: una gran puerta abierta, cuyo interior desde su criterio lucia entre gris y negro, no estaba seguro si sus ojos eran confiables, nunca los había probado en tal negrura. Supuso que era una especie de habitación común, no podía asegurarlo, Jean había dado tantas vueltas en diversas direcciones que ni siquiera estaba seguro de donde se encontraban o si de hacer falta, podría encontrar el camino de regreso.
Se detuvieron, por un momento Nolen prestó más atención al panorama que a la chica que le acompañaba. Cuando volvió a fijarse en ella, percibió algo inesperado… Jean lo reprimía, pero él lo pudo notar: aunque ligeramente, ella estaba temblando.
Algo en el interior del chico se retorció y estrujó, sentía el impulso de reconfortarla, pero algo lo frenaba, aunque ella respondiera bien a sus anteriores acercamientos…. Jean seguía pareciendo una persona altiva y difícil de alcanzar, esa aura lo mantenía un poco refrenado, aunque supiera que ella no lo rechazaría o luciera extrañamente vulnerable en ese momento, Nolen la sentía como algo que no pudiera tocar, intangible de hecho, para alguien como él.
Pero él se decidió a demostrar lo contrario.
Así que lo hizo.
Disimuladamente estiró un brazo y sostuvo una de las temblorosas manos de la pelirroja, ella se estremeció por un momento. Nolen casi creyó que Jean lo ignoraba, cuando de pronto ella lo miró de soslayo, con el cabello pegado en su sudorosa cara. Sus ojos no mostraban hostilidad, algo había cambiado, su mirada era seria, no había duda expresada y muy en el fondo de sus amarillos ojos, parecía pronunciar agradecimiento…. Incluso cariño.
Tuvo poco tiempo para saborear aquella expresión en el rostro de Jean.
Como desesperada por poner fin a la situación, ella tiró del brazo de Nolen, aunque sin mucha fuerza, para indicarle que avanzara. Sin poner objeción se dejó llevar hasta el interior de la siguiente habitación.
Ya en el umbral, Nolen simplemente perdió el aliento, el interior de ese lugar era más de lo que se veía por fuera. Cuatro puentes desde cada pared llegaban desde sus respectivas entradas hasta el centro de la habitación, lugar en el cual había una enorme jaula oxidada con barrotes doblados y su puerta derribada.
El hombre analizó detalladamente todo lo que pudo, en realidad la jaula fue lo que menos lo impactó. Más dramático era el ser consciente de que toda la habitación se encontrara suspendida y que al mirar por uno de los bordes de cualquiera de los puentes, el fondo se perdiera de vista, pero no se perdía en la negrura, se perdía en un abismo de color entre rojizo y amarillo, como si del interior de un volcán se tratase.
-Creo que llegaré al centro de la tierra si me arrojo de aquí-dijo él con ambos ojos bien abiertos.
El brillo al fondo era la única luz que había visto desde que entraron al complejo, pero estaba tan profundo, que era imposible ver a menos que se asomara desde la propia habitación donde estaban.
-en realidad, por toda la energía demoniaca allá abajo, creo que llegarías al plano de los demonios-comentó Jean mirando de reojo el abismo, aún estaba agitada, pero no por la vertiginosa vista.
Luego siguió caminando y Nolen se vio forzado a continuar detrás de ella. Pronto estuvieron ante la jaula, tan vieja que parecía a punto de caerse a pedazos, muchas goteras caían del techo y algunas ratas correteaban por los ductos de ventilación en el techo. Parecía una jaula rota de un zoológico terriblemente mal cuidado, de hecho, la sanidad los habría clausurado. Nolen intentó no pensar que Anastasia había dicho que en su desesperación recurrió a comer ratas….
Los dientes de Jean rechinaron.
-es aquí, vine a este lugar y encontré a Anastasia, pero estaba tan asustada que ni siquiera le hablé. Asumí que debía haber un buen motivo para que estuviera encerrada y yo no quería descubrirlo-explicó planamente-yo tenía doce años, pero había visto el rostro de la muerte suficientes veces; para aprender a mantenerme lejos del peligro.
Nolen estiró un brazo y tocó el barrote que tenía en frente, áspero y añejo. Imaginó a Anastasia dando vueltas en esa jaula durante años, sin poder hablar con nadie, durmiendo en el suelo, bebiendo de goteras y comiéndose a las desafortunadas ratas que conseguía atrapar. Hizo una mueca de dolor, frustrado por no haber podido hacer algo para ayudarla. Él tampoco la tuvo fácil durante muchos años, pero nunca llegó a vivir en semejante miseria.
Jean apretó su mano, el semidemonio no estaba seguro si era un gesto de apoyo o simplemente era ella quien quería sentirse más a salvo. No importaba, a él le agradaba que ella hiciera eso, significaba que le estaba dando su atención.
-no hay nada que hacer aquí-masculló Jean frunciendo las cejas-solo confirmar que Anastasia estaba diciendo la verdad, estos eran seguidores de Asmodeo, nada tenían que ver con Azazel.
-si… pero aun quiero mirar un poco los alrededores, quizá encuentre pistas sobre que le ocurrió a Anastasia, que la convirtió en…. Eso-insistió decididamente sin apartar la vista de la jaula. Jean no replicó, sabía que estaba determinado y sería inútil tratar de disuadirlo.

Nolen recorrió pasillo tras pasillo, Jean permanecía detrás de él esta vez, sin alejarse demasiado. No sabe que tanto recorrió, pero se detenía cada tanto en las habitaciones que habían abiertas, dentro usualmente habían dormitorios o chatarra amontonada de la secta, pero de vez en cuando encontraba algo interesante…. Si por interesante se refería a cadáveres, sangre o alguna señal de que ese lugar se usó para rituales demoniacos. Jean no era muy afectada por lo que encontraban, usualmente arrugaba un poco su entrecejo y nariz, o hacia un gesto suspicaz, pero no dijo palabra al respecto.
-está abierto-dijo Nolen ingresando a un cuarto, Jean se quedó fuera.
-Nolen, no sé qué tanto te gustan los cadáveres sacrificados o las casas abandonadas…. Pero yo que tu no entraría así nada mas-sugirió la mujer desde fuera-aunque los acólitos se fueron hace mucho, no sabemos qué pudieron haber dejado atrás antes de marcharse, hay cosas que pueden ser peligrosas.
Nolen encontró algo bastante raro en aquel recinto, todo estaba vacío, salvo por tres espejos dispuestos en torno a un círculo pintado con sangre. Fue como si no hubiera oído a la pseudodemonia, siguió adentrándose más en aquel lúgubre lugar, sin mostrar vacilación.
-¡ah vamos! Suenas paranoica, ¿qué es lo peor que podría pasar?-preguntó mirándose en uno de los espejos con ademan despreocupado.
Hacer esa pregunta fue su peor error.
Nolen tocó su reflejo con un dedo inocentemente, cuando de la nada su “yo” del otro lado estiró  su mano más allá del espejó y tomó la muñeca del semidemonio, él inmediatamente gritó una maldición. Acto seguido su reflejo le sonrió y tiró de él hacia el espejo, Nolen instintivamente se echó atrás y de ese modo, el reflejo abandonó el espejo, ahora convertido en una sombra negra que se quiso abalanzar sobre Nolen.
La cosa iba a alcanzar a Nolen, pero no lo conseguiría, antes de que pudiera hacer algo, el extraño ser le fue arrebatado de encima, y lo único que él supo, fue que un estruendoso sonido le siguió a dicho suceso.
-¡¿Qué?!-gimió Nolen dando un pasos hacia atrás.
El espejo cayó al suelo, pero el monstruo negro consiguió salir y materializarse. Nolen trató de entender que había pasado, lo hizo solo cuando vio a Jean delante de él con una de sus suelas sobre los pedazos del espejo ahora roto. Ella con el fin de liberarlo del ser, había apartado el espejo para arrojarlo al piso y aplastarlo con sus zapatos, sin embargo el ente consiguió salir antes y hacerse sólido.
La cosa le bufó a Jean y esta le respondió del modo más propio: a balazos.
Desenfundó y cuando el monstruo quiso ir tras ella, lo repelió disparando hasta matarlo. Cuando murió su cuerpo desapareció aún más rápido que los demonios regulares. Nolen estaba mudo mientras la cazadora hacia un gesto de desprecio al demonio, como si le diera asco o le odiara profundamente.
No hacía falta ser un genio para darse cuenta de que algo era distinto. Esa no era la mirada que Jean generalmente le daba a sus enemigos, era una mirada de odio puro. Ella generalmente mataba por dinero o defensa propia, no era nada personal, pero esto parecía serlo.
Nolen dio un paso al frente, dudoso de que decir.
-Yo…-intentó hablar.
-Trixi… tenía razón…-gimió Jean apenas relajándose, lo demostró guardando a Gwyrdd dudosamente.  Ella aun así, no lo miró, su compostura todavía no volvía por completo.
-que….
-realmente dejé parte de mi misma la primera vez que vine aquí.
-no entiendo nada.
-¿sabes lo que es este demonio?- se refirió al lugar donde una vez estuvo el referido. Nolen negó con la cabeza.
-tú eres la experta.
Jean endureció la quijada y se mordió el labio inferior.
-es un amanojaku, se alimenta de todas las partes benéficas del alma de sus víctimas, hasta dejar solo lo malo en ellas, convirtiéndolas en seres malvados….-Jean apretó más los dientes-me encontré con esto mientras volvía al orfanato. Tiempo después Trixi dijo que había algo diferente en mí, pensé que solo era su imaginación, pero estaba equivocada…. Una creatura como esta maldita cosa arrancó un pedazo de mi alma ese día, llevándose mucho de lo que era bueno en mí. La compasión, el desinterés, la justicia….
-No eres exactamente la persona más bondadosa del mundo…. Pero no eres malvada….
-la única razón por la que no soy malvada, es que conseguí escapar antes de que este asqueroso demonio se robara todo. Pero aun así, fui ensuciada. Toda la esencia de lo que yo era, casi desapareció-relató amargamente ella bajando un poco la cabeza.
Nolen se sintió mal por la cara que ella tenía en aquel momento.
-¿hay modo de recuperarlo?
-No. Mi alma es como la carne, al arrancarle un pedazo, cicatriza. Al perder pedazos de lo que yo era, otras partes de mí se desarrollaron más para ocupar el espacio y otras que habían sido arrancadas por este demonio, volvieron a aparecer aunque no con la misma fuerza.
Jean intentó imaginar que tanta seria la diferencia que hizo ese Amanojaku.
Luego de ese fatídico incidente, la psiquis de Jean se desarrolló de modo diferente a lo que habría sido si nunca la hubieran atacado. Eso solo hacia enojar más a la pseudodemonia, por culpa del maldito rumbo que tomó el destino, ella acabó convirtiéndose en otra mujer, una mujer que probablemente no tenía mucho en común con la que originalmente estaba destinada a convertirse.
El silencio gobernó en la oscuridad durante varios minutos. Al chico no se le ocurría nada que decir, no podía simplemente cambiar el tema.
-gracias por salvarme de esa cosa y lamento que esto... haya pasado, debí escucharte.
-no hay cuidado, lo que me pasó es algo que no me gustaría para ti. Sea como sea, te lo agradezco, por ti enfrenté mis miedos y descubrí la verdad de quien soy ahora-señaló levantando la cabeza y tomando aire largamente, a continuación le dirigió la mirada a Nolen-volvamos a mi casa.