1-Temores
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odo tuvo sentido, Jean al detallar nuevamente a la
semidemonia pudo ver el parecido. Ese cabello color cobre, ese tono de piel, la
forma de su rostro, la similitud era innegable. El rasgo que más los separaba
eran los ojos de Anastasia, azules como las profundidades marinas. Pero el que
todo tuviera sentido no significaba que la realidad dejara de ser impactante.
La hermana de Nolen era la matriarca. Jean, más allá de su
control, comenzó a sudar nerviosamente.
-es… no puede ser… ¡tú estás muerta!-bramó el hombre aun
boquiabierto.
-estoy demasiado viva. ¿Encontraste mi cadáver o algo así
para que estés tan seguro?-quiso saber levemente curiosa.
-¡sí! ¡Encontré tu cuerpo quemado junto con el de mi
padre!-dijo Nolen apretando los puños.
Anastasia alzó las cejas.
-esa no era yo, era Rosa, mi vecina. ¿Recuerdas? Ese día fue
a visitarme-explicó ella mientras se limpiaba el polvo de la ropa-papa intentó
defenderla cuando los acólitos llegaron-agregó antes de arrugar la nariz con desprecio-
lástima que no cuentes con el olfato de esas bestias a las que denominas hermanas, si fuera así, lo habrías
sabido al instante.
El entrecejo de Nolen temblaba, pero su voz no se debilitó.
-no es posible…. Tienes que ser una especie de truco.
-no lo soy. Soy perfectamente real, ella lo puede decir-hizo
un gesto hacia Jean quien aún no pronunciaba palabra, el chico confundido se
volteó a mirarla-sabe bien de lo que hablo.
-a que te refieres….-volvió a mirar a Anastasia.
-dejaré que Jean te lo explique, digamos que nos conocimos
de niñas.
Nolen estaba volviéndose un nudo por dentro, su hermana
menor, quien había creído muerta durante los últimos quince años, repentinamente
aparecía de la nada, como si hubiera resucitado de la muerte. Y para empeorarlo
todo, Jean estaba de alguna manera involucrada, tenía que ser algo grave, Nolen
no tardó en darse cuenta que la pobre pseudodemonia se encontraba al borde del
desmayo.
Aquella mujer definitivamente era Anastasia, por más que
quisiera negarlo, al verla al rostro se volvía imposible. Aunque los años
pasaran sus facciones seguían siendo reconocibles y aunque esos ojos azules una
vez rebosaran de inocencia infantil, ahora tuvieran un aire maligno, rastros de
lo que una vez fue, seguían vigentes.
-¡¿qué te ha pasado… donde estuviste todos estos
años?!-gimió el chico ahora realmente afectado, parecía desesperado-te busqué
por años, al igual que a nuestra madre… pero ni anónimo parecía saber algo.
Anastasia hizo un gesto triste, miro el suelo repentinamente
pensativa y luego cruzo una estridente mirada con su hermano. Algo en eso hacía
que Nolen no se sintiera seguro, la que una vez fue su linda hermana menor
había crecido y al igual que él no era una semidemonia cualquiera.
-anónimo… me ocupe de ellos hace algún tiempo-empezó, dando
mala espina a sus oyentes, antes de sonreír entretenida-igual, eran unos buenos
para nada.
Nolen recordó la última vez que intentó hablar con Anónimo y
la extraña manera en la que se cortó la comunicación. Ahora al menos sabía
quién había sido….
-así que tú los silenciaste….
Anastasia hizo un ademan orgulloso.
-Sí, fui yo-declaró ella-¿en dónde estuve todos estos años?
En un lugar infinitamente horrible, hasta que mi gran amo, Azazel, me
liberó-declaró la semidemonia con firmeza, tanto Jean como Nolen se tensaron, a
pesar de que la pelirroja ya sabía ese hecho de antemano- Lo que sucedió no
tiene importancia, lo importante es que una vez se me conoció como Anastasia
Zegers, pero ahora soy conocida como la matriarca.
Nolen abrió mucho los ojos y exclamo con enojo:
-¡¿Azazel?! ¿¡Eres la líder de su secta!?-incluso Jean se
estremeció por su repentino arrebato de rabia- ¡¿cómo pudiste?! ¡Fue una secta
quienes destrozaron a nuestra…!
-¡fui libre!-lo interrumpió igual de enojada Anastasia-A
diferencia de ti, ¡Azazel me hizo libre! ¡No fue su secta quien me forzó a
vivir de comer ratas! ¡Esos fueron otros bastardos!-tomó aire antes de
proseguir, Nolen retrocedió ante la ira de la matriarca-¡no tienes nada que
reprocharme! ¡No sabes lo que viví! ¡Por tu negligencia más bien es mucho que
haya venido a lo que vine!
Jean entonces reunió valor e intervino.
-¿A qué viniste? Si se puede saber… Matriarca… -su voz se
arrastró y casi se apaga antes de culminar la oración.
La matriarca no miro a Jean, estaba muy enfocada en
permanecer enojada con Nolen.
-Vine a dar un aviso a mi hermano. Siendo uno de los
semidemonios más poderosos del área, seguramente no se quedaría quieto ante las
fechorías de la secta… ¿verdad?-ella estiró su labio hasta esbozar una
despreciable sonrisa. Nolen no la contradijo-quería que supieras, que tenemos
planes y no pensamos tolerar la oposición, ni siquiera si es de parte tuya,
Nolen. Nadie detendrá el ascenso de
mi amo.
Nolen frunció pronunciadamente el ceño.
-¿me amenazas?
-oh, eres un genio por notarlo-se burló ella-la idea era
advertirte, pero casualmente me encontré con esta…. mujer-indicó gesticulando
hacia Jean-fue una interesante sorpresa… ¿es tu novia?
Nolen inquietamente miro a la pelirroja y luego a Anastasia,
pensando que responder. Jean estaba en un estado de estrés tal que apenas podía
pensar en otra cosa que no fuera estar pendiente de como escapar en caso de que
otra pelea ocurriera, mirar a la hermana de Nolen le hacía tener recuerdos
fugases pero dolorosos de sus días menos agraciados.
-Sí, lo es-dijo rápidamente el hombre-…y espero que te
mantengas alejada de ella…. Matriarca-incluyó
lo último, a pesar que le dejaba un mal sabor en la boca.
Anastasia alzo las cejas. Jean repentinamente lo miro como
si estuviera loco.
¡¿Acababa de declararla su novia?! ¡Y sin permiso!
-oh, que chico tan viril y protector-se mofó ella
divertidamente y cruzando los brazos bajo sus pechos-lástima, porque tenía
pensado jugar con Jean un rato. Mi
idea era hablarte, pero ella apareció convenientemente contigo, justo la otra
persona quien quería ver: la cazadora de demonios más solicitada de esta área y
una de las personas que peor le cae a mi señor.
-¿qué tiene conmigo Azazel?-exigió Jean vacilante y con los
dientes apretados. Ya después lidiaría con la declaración de Nolen.
La matriarca rápidamente cambio su semblante, de divertido a
desdeñoso.
-eres Wholferd, tan simple como eso-escupió ella-la hija de
Jilliam Wholferd, una de las piedras en los zapatos de mi amo.
-mi madre… ¿qué tiene que ver ella?-Jean entonces recapacitó
y agito un poco la cabeza antes de corregir- olvídalo, explícame mejor… ¡¿qué
fue de ella?!
-no es de mi jurisdicción responder eso-devolvió la
matriarca antes de dirigirse a Nolen-si aprecias tu vida aléjate de nosotros,
aunque no sé si pueda asegurar el bienestar de esas perras con las que vives.
Nolen le regresó una mirada salvaje.
-déjalas fuera de esto Anastasia, sea lo que sea que quieras
de mí, es solo conmigo.
-ojala fuera tan simple-indicó la mencionada y a
continuación se volvió a Jean. Las siguientes palabras las dijo con toda la
intención de golpear donde más le dolía a su enemiga cazademonios pelirroja-y
tu… esperaba más de ti, pensé que tendrías las agallas de tu madre, veo que me
equivoqué. Debería darte vergüenza.
Ni el peor golpe en el estómago o fractura de hueso le
habría solido más que esas palabras. Especialmente porque para variar, no era
un ser inferior quien la insultaba, era la propia Matriarca, sierva de Azazel y
madre de las peores pesadillas que Jean alguna vez tuvo. Nolen se sintió
desconcertado por el hecho de que la cazadora no dijera nada en su defensa,
algo estaba terriblemente mal.
Ignórala, Jean, ¡no la
escuches! Intentó Adon, buscando que su ama recuperara el sentido.
Un extraño rugido llamo la atención de Nolen y Jean, en la
oscura noche una silueta de gran tamaño apareció: era un reptil, o eso parecía,
como una combinación entre murciélago y dinosaurio, algo así como un dragón. La
criatura demoniaca aterrizó junto a Anastasia, doblo sus patas delanteras, las
cuales estaban unidas a sus alas, cual murciélago y bajó la cabeza hacia la
matriarca.
-Volverán a saber de mi pronto-se despidió y de un salto
subió a la espalda del oscuro demonio, a continuación levantó vuelo.
-¡Anastasia! ¡Vuelve aquí!-gritó su hermano, el dragón
demoniaco color negro de la matriarca ya estaba bastante alto, pero aun así,
Nolen, dando un salto humanamente imposible consiguió alcanzarlo y aferrarse a
su cola. El demonio rezongó enojado y la matriarca miro por encima del hombro a
su hermano.
-Jugaremos después, Nolen-le aseguró ella y enseguida, el
dragón demonio se impulsó hacia arriba sacudiéndose al semidemonio tan fuerte
que este no pudo seguir aferrándose.
Afortunadamente, Nolen era perfectamente capaz de adoptar
deprisa una posición de aterrizaje, bajo la aun inquieta mirada de Jean. Cayó
impactando la carretera, como un rayo, dejando una grieta debajo de sí.
La semidemonia hermana de Nolen desapareció en la noche tan
rápido como llegó.
Y todo fue silencio sepulcral, sin la matriarca en escena el
sonido del viento era lo único que se percibía. Luego de tal shock, ninguno de
los dos, ni Nolen, ni Jean sabían que
decir. Tras casi un minuto algo rompió el silencio…
Jean se desplomo sobre sus rodillas y dejo escapar un gemido
profundo, empapado de miedo. Nolen no podía creer lo que veía, Jean Wholferd,
la mujer que conocía por tener el poder de una estoica cara de póker y una voz
fría como hielo…. No podía ocultar su temor. El hombre se acercó sigilosamente
a ella, teniendo cuidado de no alterarla más… pero de nada sirvió.
Tan pronto como Nolen intentó ayudarla a levantar, Jean lo
empujó con una fuerza asombrosa, haciéndolo caer sentado a unos dos metros de
ella, quien apenas empezaba a ponerse de pie, ignorando totalmente a Nolen.
-¿Estás… bien?-dijo él, cautelosamente.
Jean resopló quitándose el cabello del rostro.
-No creo ser tan difícil de interpretar como para que no se
note-señaló áspera como lija. Tragó hondo al estar de pie y cerró los ojos.
Jean, yo podría
haberte ayudado, solo tenías que llamarme para que apareciera con mi forma de
demonio…-Le hizo recordar Adon.
La pelirroja rechinó los dientes, estaba tan inquietada por
Anastasia que no fue capaz de organizar correctamente su defensa, ¡incluso
olvidó los movimientos que por instinto usaba al ser atacada!
Esto es peor de lo que
pensé. Dijo ella en su mente.
-Tu bolso-susurró Nolen con cuidado, muy preocupado por la
mujer, quien solo entonces lo miró.
Ella apenas lo percibió al moverse, lentamente sujetó lo que
el chico le ofrecía y se lo volvió a poner. Hizo una pequeña mueca, algo de
pronto le dolió en la espalda, fue una punzada. Ahora que la adrenalina había
comenzado a estabilizarse, Jean volvía a ser capaz de sentir dolor.
-Gracias… así que…. Anastasia Zegers-masculló suavemente sin
mirar a Nolen-… ¿tú hermana eh?
El Goldman apretó los labios y asintió, pero no dijo otra
cosa. Jean sonrió sin humor.
-No pensé que conocer a tu familia fuera tan doloroso-dijo
ella.
-No lo fue con Jessie y Jane-se apresuró a declarar.
-Me refiero a tu familia original.
-oh…-el hombre hizo ademan cabizbajo.
El silencio incomodo volvió y se prolongó por más tiempo,
Nolen se hallaba cada vez más nervioso, buscando algo inteligente que decir
para romper la tensión y calmar a la extenuada chica, él incluso comenzaba a
sudar. Hasta que Jean le dio la espalda al hombre y suspiró.
-Me voy a casa-le hizo saber. Nolen abrió los ojos
horrorizado.
-se supone que comerías conmigo.
-no estoy de humor.
El semidemonio se mordió el labio, Jean estaba por comenzar
a alejarse cuando la detuvo tomándola por un hombro. Ella se puso rígida, pero
sin embargo, Nolen no la soltó.
-Déjame llevarte a casa…-pidió el casi en ruego.
-¿por qué?-respondió ella ácidamente y sin volverse.
-es lo menos que puedo hacer, luego de…. Tu pequeño problema con mi hermana.
Jean no podía negarse, tardaría un rato en encontrar
transporte y había otro motivo, pero su parte más orgullosa, lo negaba…. Con la
matriarca ahí fuera, la presencia de Nolen la hacía sentir mejor.
-Bien, llévame.
-Ese era mi nombre-rompió el silencio. Jean lo vio de
soslayo-Nolen Zegers, antes de que las cosas salieran mal….
-¿Lo de tu madre no?-deseó saber Jean a la vez que
comprobaba sus costillas con una mano, averiguando cuánto daño le hizo la
matriarca realmente.
-Si-respondió sin quitar la mirada del camino, no quería
parecer afectado delante de ella-vivía con mi madre, una L´Enfer, mi padre, un
humano y mi hermana Anastasia, una semidemonia como yo, pero entonces, una
secta de Asmodeo, lo arruinó todo. El hermano de mi padre era parte de ellos y
nos traicionó, querían a mi madre, antes del holocausto nos atacaron y quemaron
el lugar-prosiguió y endureció la mandíbula-Mi madre me dijo que me fuera y los
retuvo, yo escapé por la puerta trasera esperando que Anastasia también
saliera, pero no lo hizo…
-Se la llevaron-finalizó Jean por él.
-Creí que estaba muerta y nunca supe de mi madre otra vez.
-Entiendo-Jean aspiró hondo-no tenías que contarme esto,
debe afectarte mucho.
-pensé que te interesaría saberlo-comentó Nolen, las luces
del área más activa por la que pasaban lo hacía sentir más tranquilo-y tu…
-no estoy en condiciones de contar nada-interrumpió ella en
tono cortante, tragando saliva.
Nolen no protestó.
Jean sin más preámbulo salió del auto y se dirigió en
silencio hacia su hogar. Nolen algo decepcionado la dejó marchar a pesar que
realmente, deseaba compensarla de algún modo por todo lo ocurrido.
La mujer entró sin siquiera voltear y Trixi se encontraba
viendo televisión, al ver llegar a su hermana le sonrió ampliamente, esperando
alguna buena noticia, pero todo lo que recibió fue una mirada baja y levemente
malhumorada. Trixi quedó en blanco viendo aquello, Jean por su parte siguió de largo y fue
escaleras arriba, acto seguido, se encerró en su habitación, poso su espalda en
la puerta y puso el seguro.
-Jean, ¿estás bien?-preguntó la menor Wholferd al otro lado
de la puerta.
Odiaba esa pregunta.
-No-fue franca.
-¿Nolen hizo algo malo?-inquirió preocupada.
-No, es algo mucho peor que cualquier cosa que Nolen pueda
hacer-explicó y se masajeó las sienes con dos dedos de cada mano-déjame sola,
por ahora, es lo único en lo que me puedes ayudar.
-pero…
-¡DÉJAME SOLA MALDITA SEA!-gritó Jean extremadamente
sulfurada.
Trixi fue tan impactada por el arrebato repentino de su
hermana, que retrocedió varios pasos lejos de la puerta, como si pronto Jean la
rompiera para intentar matarle. La mayor Wholferd tomo aire intentando calmar
su agitada respiración, tampoco podía creer su comportamiento, ella nunca le
gritaba a Trixi.
-solo…. Vete, no me siento bien, ni sé que cosas sea capaz
de hacer-pidió con voz lastimosa, la boca le temblaba sin parar, impotente para
evitarlo-ve y busca a Úrsula, haz lo que sea, solo ve a hacer algo por tu
cuenta…
Trixi percibió desesperación en el tono de su hermana mayor,
nunca antes había pasado, nunca había sentido debilidad en Jean, así que, Trixi
ni siquiera se imaginaba de qué modo debería reaccionar. Lo que era seguro, es
que algo en su pecho comenzaba a desarrollarse, algo desagradable, la sensación
de desamparo… Aunque Jean estaba al otro lado de la puerta, no poder sentir la
seguridad que normalmente emanaba la presencia de la susodicha, causaba que
Trixi se sintiera débil, desprotegida, como una niña abandonada en una tormenta
de nieve durante la noche.
-Jean… deja de actuar así, me asusta…-confesó Trixi con las
manos temblorosas.
-no soy tu madre, Trixi-le recordó su hermana tratando de
sonar normal-eres bastante grande para no necesitarme, ahora vete.
-yo…
-no me hagas repetirlo.
Trixi, derrotada, empezó a alejarse. Nunca en su vida pensó
que alguna vez Jean actuaria así, dejándola solo consigo misma, no cuando aquella
mujer había pasado toda su vida atendiéndola, siendo la única figura maternal
que alguna vez Trixi Wholferd conoció.
Aun me tienes a mí y a
Úrsula. Dijo Nanib.
Pero Jean… no puede
dejarme así… no puedo dejarla…
Debe estar pasando por
un mal momento, lo superará, estoy seguro-intento calmarla el adjunto.
Mientras tanto, en la habitación Jean yacía recostada en su
cama mirando el techo, procurando pensar en algo feliz, arcoíris, unicornios,
gatitos adorables, Úrsula aterrorizando hombres en lugar de putear con Trixi….
Pero no funcionaba.
Cálmate, piensa en el
jardín de niños donde pasaste la infancia, o en Garret cuando entrenaba contigo
y Nicola, pero haz algo, ¡tu cabeza me está mareando!-Le exigió Adon con
angustia.
Si, Garret Drovlight, el hombre que se encargó
de enseñarle todos los movimientos que sabía… de acompañarla en sus primeras
cazas con Nicola, de presentarle a los adjuntos acumulados por las familias de
cazadores y por ende, de presentarle a Nanib y Alary, los adjuntos de Trixi y Nicola, Jean misma había conseguido a Adon tiempo antes de eso. El Drovlight era
un buen tipo, si alguien alguna vez estuvo por tomar el lugar del padre de
Jean, fue Garret. Lástima que literalmente, Garret haya abandonado el mundo
terrenal, durante su última misión; por accidente en medio de una pelea, se vio
arrastrado junto con un demonio a una ruptura y cayeron ambos dentro, hacia el
mundo de los demonios.
Fuera como fuese, Garret era buen amigo de los padres de
Jean y los de su primo, no por nada ocupó el lugar de ambos en el
adiestramiento de Jean y Nicola, lo realmente triste, es que Trixi jamás
pudiera entrenar con él, ella era demasiado joven en ese momento, así que a
falta de Garret, Jean tuvo que encargarse de su hermanita. Los Drovlight eran
otra familia de pseudodemonios, pero ellos tendían a mantenerse cazando solo en
su lado de la ciudad, sin entrar a los territorios de otros grupos como los
Wholferd, pero de vez en cuando hacían una fiesta y Jean, si estaba de humor
iba.
Jean se cambió de ropa y esperaba poder dormir esa noche.
-¿por qué esa cara larga?-preguntó Jessica cuando vio a su
hermano cruzar a la sala, donde alguna vez estuvo la tv. Nolen suspiró
posicionándose ante las semidemonias, frente al sofá.
-No me digas que Wholferd es responsable, porque si
ella…-iba a intervenir Jennifer con evidente hostilidad.
-no es ella, bueno, sí, un poco-murmuró cabizbajo apenas
haciendo contacto visual con las gemelas-tuvimos una intromisión muy inesperada
e indeseada…
Ambas aguardaron esperando a que el semidemonio finalizara.
-hemos encontrado a la matriarca-se atrevió a revelar, ambas
mujeres primeramente se quedaron en silencio, sorprendidas, Nolen se apresuró a
culminar con la peor parte-y es mi hermana menor…
-¿¡Que!?-dijeron al unísono ellas.
-Exactamente eso, la matriarca es Anastasia Zegers y
seguidora de Azazel-reiteró el hombre amargamente-apareció para amenazarnos.
-pero ella se supone que estaba muerta, eso dijiste ¿o
no?-quiso saber Jessie apresuradamente, a la vez que se levantaba del mueble
con ademan alarmado.
-¡Eso creía!-Exclamó el Goldman cerrando fuertemente los
parpados, aun atormentado-pero todo fue un error, Anastasia está viva,
perfectamente viva y aunque suene mal decirlo, eso no es algo bueno.
-tu hermana está con los sectarios enfermos de la otra
vez…-razonó Jennifer sin apartar la vista del chico.
-Anastasia escapó de las llamas, la muerte y el encierro,
ahora no está nada feliz, quiere venganza. Por lo que sé, pretende arrastrarnos
a todos a las llamas con ella si hace falta para lograr sus ambiciones-las
facciones de Nolen se contrajeron duramente y miró a sus hermanas, mostrándose
más fuerte-vino amenazándonos para sacarnos de su camino.
Por unos minutos perduró el silencio, nadie hablaba, cada
uno pensaba en cómo usar las palabras correctamente, en especial las gemelas,
no querían poner a su hermano más inquieto. Jessica buscaba como tranquilizar a
Nolen y pensar en algún tipo de solución, aunque fuera a corto plazo, pero eso
iba más allá de su capacidad. Jennifer sencillamente estaba en blanco, no dijo
nada, si no tenía algo útil para decir, prefería callar. Nolen solo recordaba
una y otra vez las palabras de Anastasia, su voz, su semblante terrorífico, lo
reproducía en su cabeza sin césar, tanto como las expresiones aterradas de Jean
y las memorias de cuando vio por última vez a Anastasia, antes de que perdieran
contacto hasta ahora, cuando se la encontró convertida en la Matriarca.
-Hay que decirle a la guardia cadena, tienen que saber cuán
grande es el problema que tenemos-fue lo único que se le ocurrió a Jessica-Una
semidemonia L’Enfer es muy peligrosa, especialmente si está acompañada por
seguidores fanáticos y amparada por Azazel. Deben saber a lo que se enfrentan.
Nolen asintió y se dio vuelta para ir a su habitación, sin
embargo, fue detenido.
-Nolen-llamó Jessica con voz decidida-¿Qué hay de Wholferd?
El chico se mordió el labio sin mirarla.
-Anastasia quería matarla, por alguna razón está ensañada
con los Wholferd… Jean estaba tan afectada por verla que no pudo defenderse.
Luego de que mi hermana se fue, Jean no quería tener nada que ver conmigo, solo
quiso volver a su casa lo más rápido posible-explicó él sin realmente querer
hablar del tema, tampoco es que quisiera hablar de nada-no me dio
explicaciones.
-¿ella tuvo miedo?-dijo Jennifer sorprendida.
-si… eso parece. Ellas se conocían de antes, es todo lo que
sé-señaló él y miro de lado a las morenas-en cuanto a ustedes, tengan más
cuidado, los locos de la secta pueden provocar más problemas, ya se deshicieron
de Anónimo, podríamos seguir nosotros.
Nolen a continuación se marchó, Jennifer y Jessica solo lo
miraron irse. Hacía años que no veían a Nolen tan inquieto. Ambas se
preocuparon profundamente, si la matriarca era Anastasia, eso la volvía su
enemiga, por ende, alguien a quien debían combatir y asesinar si podían….
asesinar a la hermana de Nolen, las gemelas se preguntaban si el sería capaz de
ello. Por otra parte, si realmente Jean estaba tan afectada como decía el
hombre, tenían un problema serio, si Anastasia pudo causar tal efecto en la
pelirroja quien vivía bajo la presión de emociones fuertes, no se imaginaban
que tanta influencia sería capaz de ejercer en otros no tan férreos.
Fuera cual fuera el plan de Anastasia, para conseguirlo debía
que eliminar a los opositores. Ya había sacado del aire a los demonios de
Anónimo, seguro los próximos serian aquellos que pudieran suponer amenaza para
sus planes, seres como Nolen, Jean y todos los que tuvieran el valor y la
fuerza para poner resistencia.
Era una lamentable ironía. Gente como Nolen que añoraban
recuperar la familia que una vez tuvieron, ahora se hallara maldiciendo haber encontrado
a una de las personas que formaron parte de esta.
La villa que Jean
habitaba y había habitado desde que nació, fue una de las comunidades
exclusivas de los Wholferd, donde vivían muchas parejas de dicho linaje con sus
hijos. Cada casa albergaba al menos tres pares de Wholferds y a los hijos de
estos, eran tiempos donde la familia seguía siendo numerosa, la conformaban
cientos de miembros.
Al igual que los
Drovlight, los Wholferd hacia siglos se separaron de la población general y
vivían en grupos mono étnicos para preservar su linaje, protegiéndolo lo más
posible de sangre inadecuada para la familia, de ese modo siempre los pocos ajenos
que se unieran, pronto serian absorbidos por la dominancia de los genes
Wholferd. Tenían que hacerlo, perder su “raza” habría sido catastrófico, los
pseudodemonios eran necesarios para mantener el orden entre los demonios y
terrenales, si se diluía la pureza de los cazadores, serian menos eficaces lo
que conduciría al caos. Viéndolo en retrospectiva, eran casi tan estrictos como
lo eran los criadores de perros con pedigree, los miembros no solo procuraban
no procrear con personas que no fueran Wholferds, sino que tampoco estaba bien
visto que Wholferds “defectuosos” tuvieran hijos, así reducían al mínimo las
posibilidades de que malos genes portadores de cualquier clase de enfermedad se
propagaran en la familia, del modo que pasó con las familias endogámicas
terrenales durante tiempos antiguos.
Jean recordaba una
tarde, hacia 16 años aproximadamente, cuando era una niña. Jugaba en su
bicicleta rondando por las calles de la villa, que en ese tiempo rebosaba de
gente, personas pelirrojas y de ojos amarillos que cortaban el césped de
sus casas, parloteaban en las aceras, lavaban los vehículos, vigilaban a sus
hijos jugando o sacaban a pasear al perro.
Jean se reía socarronamente mientras se detenía a hablar con Nicola,
quien también iba en su bicicleta, la pelirroja no podía recordar de qué
hablaban, solo recordaba que terminaron en una carrera por toda el área.
En ese tiempo Jean no
se encontraba en su apogeo físico, su coordinación no estaba cerca de ser lo
que sería en un futuro, así que más de una vez cayó de su bicicleta y se raspó
profundamente, en los brazos, las piernas, las rodillas e incluso en una
mejilla. Pero aun así no dejaba de correr con Nicola, quien no estaba mucho
mejor, su rojo cabello se encontraba desordenado y el sudor lo cubría de pies a
cabeza. La adrenalina les impedía sentir dolor, estaban muy divertidos y las raspaduras
eran lo de menos.
-¡Jean!-le llamó su
madre. La mencionada enseguida se volvió-vamos dentro, ¡se hará de noche!
Nicola resopló. Jean
lo miró y se encogió de hombros.
-¡ya voy mama!-gritó
ella y luego se dirigió a su primo-mañana continuamos.
Él asintió sonriendo.
Jean se bajó de su
bicicleta y se dirigió hacia su progenitora sin soltar el artefacto de dos
ruedas. La joven Jilliam Wholferd esperaba pacientemente a su hija, mientras
sostenía en brazos a Trixi, de solo un año. Cuando la hermana mayor llegó
Jilliam suspiró cansadamente aunque resignada, se inclinó un poco y tocó las
raspaduras en el rostro de Jean.
-¿cuantas veces debo
decirte que no corras? Mira como quedaste…-la regañó estudiando la sangre en
las heridas que portaba su hija.
-pero es divertido
madre-se opuso la niña, aun levemente agitada por el esfuerzo físico.
Jilliam puso los ojos
en blanco, era lo mismo todas las semanas.
-como sea, entremos a
limpiarte y curarte eso-dijo tranquilamente a la vez que caminaban dentro-una
infancia sin raspones no es infancia. Lamentablemente.
-Tío Vladimir le dijo
a Nicola que los raspones forman el carácter-comentó Jean, sonriendo inocente y
ampliamente a su madre, Jilliam no pudo evitar soltar una carcajada, la
sacudida de su pecho despertó a la durmiente Trixi, esta miró curiosamente a
quien la llevaba.
Una vez dentro, el
teléfono de la casa sonó, Jilliam puso a Trixi en la alfombra de la sala y se
dirigió a Jean quien acomodaba la bicicleta en una esquina.
-cuida a tu hermana,
enseguida regresó para curarte-le hizo saber la Wholferd adulta.
-si mama-dijo Jean.
Con su madre lejos,
Jean se sentó en la alfombra viendo a Trixi, quien tomaba uno de los
innumerables juguetes en la alfombra para roerlo con sus casi inexistentes
dientes de bebe. El juguete era un cubo, Jean se lo arrebató con cierta
protesta de su hermanita, la pequeña estaba a punto de llorar cuando la niña
mayor le entregó un muñeco de plástico, mucho más adecuado para morder. Trixi
se contentó con eso.
Jean se dispuso a
jugar también, armando una torre con los cubos de Trixi, cuando algo raro
sucedió.
La luz repentinamente
hizo corto circuito, soltando chispas y se apagó.
Trixi chilló y rompió
en llanto. Jean dio un salto y comenzó a mirar en todas direcciones, pero solo
había una habitación hundida en la oscuridad. El único sonido que perturbaba el
silencio tétrico era el llanto del infante. Jean apresurada, tomo a su
hermanita y la acogió en sus brazos, sin dejar de mirar nerviosamente a todas
partes, el corazón de ella estaba tan alterado que Trixi debía escucharlo.
La hermana mayor hizo
todo lo posible para calmar a la bebe, la meció contra su pecho y le acarició
la cabeza. Trixi aunque dudosa, dejo de llorar a gritos y su llanto se redujo
paulatinamente a un gimoteo débil.
Jean viendo a la
oscuridad tragó hondo.
-Madre….-llamó ella,
casi sin levantar la voz.
Nadie atendió.
-Padre….-dijo
temblando. Jadeó al escuchar un jarrón golpear el suelo y romperse.
Jean apretó aún más a
Trixi.
-Nicola…-su voz se
quebró. El sudor estaba comenzando a hacer que sus raspaduras ardieran, pero no
lo hacían más que sus ojos, a punto de reducirse al llanto.
Oyó pasos y sin
dudarlo se dio vuelta, encontrando una criatura cuadrúpeda, con un solo ojo
color escarlata, cuello larguirucho, grandes dientes, garras curveadas en las
patas y dos tentáculos que le salían de la parte trasera de la cabeza y caían
hacia atrás, como colas.
Jean Gritó y dio un
salto hacia atrás cayendo de espalda contra el suelo. Inmediatamente el demonio
abrió descomunalmente la boca y se arrojó sobre ellas.
-¡ALÉJATE BASTARDO!-Gritó Jean dando un brinco en su cama. Pataleó
y se quitó la sábana del cuerpo, en un instante ya la cazadora estaba sentada
sobre sus aposentos, cubierta de sudor y con los ojos abiertos al punto que
parecían faroles-por el infierno… el maldito infierno….
Estaba en su habitación de nuevo, no en la maldita
pesadilla.
-¡Jean!-Gritó Trixi abriendo la puerta apresuradamente y
levantó a FFyrnig lista
para disparar a lo que fuera- ¡¿Qué?! ¡¿Quién?! ¡¿Dónde?!
No tardó en darse cuenta que no había peligro. Aun sin estar
segura, Trixi bajó su arma y contempló a Jean, quien solo estaba ahí, entre las
sabanas revueltas, con el cabello en el rostro, mirándola sin levantar el
mentón.
Menos mal que ninguna de las dos Wholferd por cuestiones de seguridad, dormía con el
seguro puesto en las puertas. Si hubiera sido así, Trixi habría tenido que
derribarla.
-No ocurre nada-aseguró Jean pasando una mano por su rostro,
delineando la forma del mismo-ve a dormir, siento haberte despertado.
-¿que fue eso?-exigió Trixi preocupada. Jean se recostó de lado
y se cubrió con la manta otra vez.
-malos sueños, no preguntes-declaró indolente.
Jean jamás había gritado así. Trixi estaba renuente a seguir
la indicación de su hermana, pero no quería recibir otra agresiva respuesta de
la otra pelirroja, como la que había tenido tras la partida de Nolen, por ello
se marchó de regreso a su habitación sin seguir insistiendo. Cerró la puerta y
caminó unos pasos en el corredor, no volvió a su habitación sin dar un último
vistazo a la puerta de Jean, preguntándose qué mierda hacer, su hermana no
estaba bien, obviamente. Trixi no sabía cómo ayudarla y la mayor Wholferd
tampoco le permitía indagar… temía que ambas estuvieran distanciándose.
Eso fue hasta peor que
tu última pesadilla-dijo Adon a Jean-creo
que deberías buscar a alguien y desahogarte, no puedes seguir así.
-me encargaré sola, no quiero preocupar a los demás… y sabes
cuánto me cuesta hablar sobre estas cosas-masculló ella, revolviéndose en su
almohada.
Lo hago perfectamente,
pero te volverás loca si guardas esto para siempre.
-Me las arreglaré, lo he hecho por años. No necesito a
Nolen, ni a cualquier otro.
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