domingo, 18 de enero de 2015

El edén del infierno: Acto 1-Capitulo 14



14-Nadie lo sabrá…
 
N
olen no mucho después se marchó, no sin contar a Jean la anormal situación que había sucedido en la casa de los Goldman. La incomunicación con Anónimo y un televisor desconectado con pantalla roja…. Según Nolen, las gemelas se perturbaron tanto que decidieron arrojar la tv a la basura. Jean no podía imaginar explicación para algo tan raro. Por otro lado se alegraba de que no le hubiese sucedido a ella, comprar una nueva tv tras destruir la anterior implicaría una cachetada a su aptitud de ahorradora compulsiva. Sobre el teléfono y Anónimo, ella no era fan de esa red de soplones, sin embargo, su repentino silencio no podía ser algo normal.
Ese mismo día por la noche, Jean hacia el favor a Angélica de dejarla en casa, luego de ir de “velada” con Kent. La kirin al terminar su matanza en línea con Trixi, salió con el incubo hacia algún sitio que Jean no quería saber, la pseudodemonia dejó a la otra mujer guardar los detalles.
Mientras surcaban la carretera camino a la casa de Angélica, ella y su no novio se despelucaban un poco en los asientos traseros…. Jean intentaba no verlos y fijar la vista solo en el trecho que seguía, pero no era nada sencillo. Angélica se besaba con el incubo como si su vida dependiera de ello. Jean tenía que olvidar mediante todo su esfuerzo, el hecho de que Angélica fuera una especie extraña de yegua demoniaca y que Kent fuera un puto gigoló que vivía a costillas de mujeres ilusas.
-Angélica, Kent, compórtense, si quisiera ver porno iría a internet o compraría una película-les recriminó la pseudodemonia sin voltear, ambos sujetos se detuvieron de inmediato.
-oh, cielos, no sabia que te molestaba-dijo Kent sonriéndole lascivamente por el espejo. Sus oscuros ojos malditos fueran.
-no me molesta mientras no hagan eso en mi auto, y menos frente a mi-Jean no vio mientras ellos se acomodaban en los asientos, hasta casi lucir decentes.
-es difícil saber que algo te moleste, eres del tipo que no suele alterarse con nada-indicó Angélica riéndose entre dientes, sudaba y estaba sonrojada-o al menos que se note mucho.
-llegamos-anunció Jean.
Angélica hizo un mohín, se miró con Kent quien le dio una linda sonrisa de despedida, la kirin se acercó a él lo besó levemente y luego bajo del vehículo.
-te veré después-le aseguró al incubo, el asintió.
-te espero.
Luego la joven se dirigió a Jean.
-gracias por el paseo, espero que llevar a Kent no sea mucho problema-sonaba libre de preocupaciones. Aunque Jean no tuviera miedo, llevar a un ser como Kent, sola en una camioneta en la noche… era poco alentador, sin embargo ella se encogió de hombros y se dirigió a su amiga por el espejo.
-en absoluto, buenas noches-dijo. Angélica asintió y cerró la puerta.
Jean siguió su marcha, arrancó viendo como Angélica caminaba en la acera hacia su casa. La pseudodemonia no sabia si sorprenderse cuando Kent metiéndose entre los asientos delanteros, se arrojara hacia el lugar del copiloto.
-y….¿estas libre esta noche?-masculló él en tono seductor.
-para ti, no.
Kent alzó las cejas, nada enojado a pesar del tono directo de Jean.
-la gente no se equivoca cuando habla de ti, aunque ya sabia que eras poco sutil.
-y yo ya sabia que eras puto-devolvió ella.
Kent se rio muy alto.
-lo soy, pero prefiero llamarme “benefactor de damas”.
-te definiría mejor como gigoló.
Kent se estaba divirtiendo ante las bofetadas verbales de Jean. Se acercó mucho mas en el auto, quedando separados solo por la palanca de cambios.
-vamos, no seas cruel-casi rogó.
-no eres necesitado para que sea linda contigo….
El incubo bufó, Jean había logrado que se esfumaran sus ilusiones de sexo. La idea sola de abrirle las piernas a un profanador profesional de féminas como él no le gustaba, era sensual y todo eso, pero los del tipo de Kent buscaban mas que satisfacción en sus “victimas”, se alimentaban de la energía de ellas y seguramente Kent se fortalecería enormemente si Jean….
-oye….-empezó de pronto, cambiaba el tema-¿es cierto eso de que Úrsula es novia de tu hermana?
Jean trató de no verse afectada.
-si, ¿pasa algo?
Kent se trasformó totalmente, el hombre sensual y pretensioso se esfumó, dejando a alguien muy irritado y hasta resentido.
-que quiero a esa zorra-susurró, Jean lo miró de reojo, muy extrañada.
-¿Úrsula?
-¡si! ¡Se me muere el pito cada vez que recuerdo que prefiere a una mujer que a mi!-dijo él alteradamente.
Jean le frunció el entrecejo.
-esa mujer es mi hermana, ten mas cuidado con tu tono-bufó ella.
-oh, lo siento, casi lo olvidaba-se disculpó sinceramente, pasó su mano por aquel cabello negro azulado que tenia-pero una cosa es segura, no me puedo creer que tu estés contenta con esa jodida relación lésbica.
-no lo estoy del todo-confesó Jean viendo hacia el camino otra vez.
Kent iluminó su rostro otra vez.
-eso quería oír, dime… ¿puedo ofrecerte un trató?-la maldita voz socarrona del bastardo rebotaba en el cerebro de Jean. Era una suerte que ella pudiera resistir manifestarlo, nada podía estar mas claro, que las acciones del incubo si descubría que Jean también se afectaba por sus encantos.
-depende del trato-Jean tenia tono de negociador.
-puedo ayudarte a liberar a Trixi de Úrsula, si nos aliamos será fácil.
Jean en su parte mas profunda lo consideró seriamente, aun así, lo que salió de su boca era contrario.
-no.
-¿que?-gimió conmocionado.
-que no.
-dime por qué, dijiste que no eras feliz.
-pero Trixi lo es. Desearía que ella tuviera un gusto diferente y que hubiera elegido a alguien malditamente diferente, pero no todo lo que se quiere en la vida es posible-respondió encarando al incubo quien iba a replicar-así que quitarle a Trixi lo que quiere, solo la lastimaría.
Kent refunfuñó cruzando los brazos.
-creía que podría conseguir un cómplice.
Ni cómplice ni sexo, puto dijo Adon en la mente de Jean, lo cual casi le saca una sonrisa a esta.
-acostúmbrate a la decepción-declaró Jean.
De la nada algo apareció en el camino, un bulto negro, que al verlo mejor, eran sombras las cuales rodeaban alguna cosa.
-mira-dijo Kent sorprendido, Jean frenó inmediatamente y estudió la escena.
-es… la guarda cadena-indicó la mujer.
Kent casi unió sus cejas y se arrojó contra el asiento mostrando ademan de fastidio.
-seguro es lo típico, algún cadáver y…. ¿que coño haces?-inquirió viendo a Jean en tanto ella bajaba apresuradamente de auto.
-hablarles-dijo ella secamente.
-pero ellos son unos inut….-no pudo acabar, Jean ya  había cerrado la puerta.

Jean pronto llamó la atención de una parte considerable de los demonios en la carretera. La vieron llegar con calma a pesar de la desgraciada creatura descuartizada en el pavimento, Jean hizo una pequeña mueca por el olor y la nauseabunda vista.
-¿Hace cuanto que vieron esto?-preguntó Jean parándose junto a los sujetos. La mayoría no se dejaban ver la cara, pero uno de ellos al contrario, se aproximó y bajó la capucha.
-hace como media hora-afirmó y luego sonrió-soy Bakom, lidero a la guardia cadena.
-eres terrible en tu trabajo-le dijo Jean secamente.
Bakom dejó de sonreír, el hombre parecía cuarentón, algunas líneas remarcaban ligeramente sus facciones, tenía cabello rubio como amanecer y ojos azules como las profundidades del mar. Bakom se encogió de hombros.
-pseudodemonia, si hubiera modo de saber como mierda se llevan a las victimas, esto no estaría pasando-se defendió con voz plana.
-si-estuvo de acuerdo ella y frunció el ceño viendo atentamente al cadáver destrozado, los demás encapuchados estaban revisándolo-pero te falta astucia, ¿eres nuevo?
Bakom hizo un mohín desagradado.
-si, el anterior líder murió antes de que todo esto empezara-afirmó el demonio.
Jean comenzaba a preguntarse que tan planificado estaba todo, muertes extrañas, el nombre de Azazel por todas partes, demonios repitiendo tonterías sobre que alguien iba a gobernar, una tal Matriarca y el silencio de anónimo….
Jean endureció la quijada.
-es muy trágico. Un consejo, si no pueden saber como se llevan a las victimas, deberían tratar de averiguar quien está haciéndolo y por qué.
-se supone que los mayores deberían dar consejo-bromeó Bakom suspicaz.
-en este caso no-contrarió Jean y miro al demonio cuyos ojos parecían atravesarla-vivo matando demonios y hay varias cosas raras que he visto. Seguro les interesará saberlas.
Jean resumió para la abrumada audiencia, toda la información que tenia. Ellos no hablaron en ningún instante, por miedo a que todo fuera verdad o simplemente porque no deseaban perder una pizca del informe.
Justo al terminar uno de los encapuchados estudiaba al cadáver, olvidado debido a la conversación. El sujeto exclamó un chillido, seguidamente todos voltearon y el silencio prevaleció por casi un minuto. Jean mantuvo su compostura igual que Bakom, pero no se podía decir igual del resto.
-esto es nuevo-dijo uno de los encapuchados.
En la espalda apenas reconocible del humano había un símbolo como de pentagrama, gravado sobre la piel, para asegurar que no se borraría. Jean lo encontraba desagradable, mas que el olor y la sangre, si el hombre muerto había tenido suerte, esa grabadura en piel se la habrían hecho tras morir.
-malditos…. Sectarios-fue lo único que pudo decir Jean.

-te dije que eran inútiles-le recordó Kent cuando Jean subía al auto.
-su líder ha muerto, así que no es extraño-señaló ella encendiendo el vehículo para continuar el viaje.
-me enteré poco después, fue un suceso raro. Una mañana simplemente lo encontraron muerto en la puerta de su propia casa-comentó Kent sacado de su bolsillo un coch y poniéndoselo en la boca-dicen que lo atacaron durante las horas oscuras antes del alba, venia de una fiesta.
¡Eso no fue azar, fue planeado! Dijo Adon en la mente de Jean.
-ciertamente fue raro-coincidió Jean y miró con mala cara al íncubo-ahora no se te ocurra fumar en mi auto.
Kent tenía el encendedor casi en la punta del coch, pero se detuvo en seco viendo de reojo a Jean.
-es mi liberador de estrés, es cruel negármelo-se quejó guardando el porro.
Jean volvió la vista al camino acelerando, quería liberarse de Kent y volver a casa pronto.
-no quiero que hagas apestar mi auto, ni tampoco lidiar tus arranques lascivos sobre mi-le echó en cara la mujer duramente.
-¡hay vamos!-pidió él arrimándose hacia la pelirroja de nuevo, el bastardo no aprendía. Puso su mano sobre la mejilla de Jean y la acarició, las caras de ambos no podían acercarse más sin besarse.
Jean intentaba no chocar, ya que su instinto la obligaba a prestar atención a Kent. Maldito fuera su olor y su aura sexual. Jean detuvo la camioneta en medio de la calle y dijo:
-apártate de mi, o me obligaras a dispararte en ese bello rostro-la voz de la chica era áspera como una lija, Kent tomado por sorpresa alzó las cejas.
-no lo harías, mi rostro es muy hermoso para eso-señaló el íncubo sonriéndole con confianza.
-solo por eso te lo advierto.
Kent se desinfló entonces, resopló y volvió a su sitio. Jean arrancó otra vez.
-me pregunto por qué Angélica anda contigo-refunfuñó Kent.
-no sé. Casi llegamos a tu puta casa, solo estoy pendiente de ello-Jean luchó por ignorar al hombre. Kent se recostó en su silla.
-¿me acompañarás dentro? –inquirió.
Suficiente pensó ella. Jean pisó el freno de golpe y Kent casi se estrella contra el parabrisas.

Kent lo siguiente que supo fue que cayó violentamente boca arriba en la carretera. Sorprendido se levantó y vio a la pseudodemonia mirándolo desde su asiento de conductor, no lucia feliz.
-¡hey! ¡No puedes dejarme aquí!-se quejó el íncubo.
-Angélica me disculpará por esto-dijo la mujer-hasta luego.
Jean oprimió un botón en el auto y la puerta delante de Kent se cerró. A continuación la camioneta salió disparada por la noche dejando un as de humo, hasta que no fue visible. El íncubo tenía la mandíbula dislocada y no podía creer lo que acababa de pasar:
Una mujer lo había echado de su auto. Jean era mas difícil de lo que se imaginaba, la próxima vez debía tomar otras tácticas….

Dastán Graham depositó la mescla en el molde y la colocó en el horno, cerró y graduó la temperatura. Por raro que pareciera, uno de sus pasatiempos favoritos era la repostería, esa noche le tocaba hacer la cena, estaba agradecido que no los hubieran llamado para trabajar. La principal razón por la que ni él, ni Tristán se perdían de grandes fiestas, era que trabajaban para los anfitriones. Tristán era bueno con los equipos musicales y Dastán un gran DJ, magnifica combinación.
-¡Apresúrate! ¡El documental va a comenzar!-gritó Tristán desde la sala.
-¡enseguida!-avisó el demonio.
Rápidamente alcanzó la sala, no era muy grande: televisor de modelo reciente justo en el centro del lugar, sofá para tres personas, una bella alfombra y justo detrás de la tv dos ventanales largos cubiertos por cortinas. Tristán disfrutaba el espectáculo en el mueble, en tanto hablaba por mensajes de texto a sus amigos.
-¿como va?-quiso saber Tristán sin voltear.
-ya está montado-dijo el chico mientras de un salto se ponía en el sofá.
Ambos se detuvieron a mirar la televisión, era un documental llamado “10 formas de destruir el mundo”. Realmente los humanos eran bastante estúpidos para que permitieran vivir a dementes capaces de usar tecnologías semejantes para desatar el apocalipsis, Dastán se habría preocupado mucho si no fuera porque tenía una segunda opción, si la catástrofe llegaba, siempre podría huir a la dimensión demoniaca.
Los demonios eran mucho menos ilusos, por una buena razón los locos peligrosos que podrían poner en peligro el cosmos mismo, yacían encerrados en las profundidades de la zona demoniaca. En especial desde que Lucifer fue derrotado, no convenía dejar salir a ninguna amenaza ya que les quedaba poco para combatirla.
-con el bioterrorismo y las super inteligencias artificiales, es difícil ser optimista-comentó Tristán estremecido.
-si, dudo que los humanos perduren otro par de siglos-estuvo de acuerdo Dastán. Entonces se puso de pie-voy a revisar la cena.
Así lo hizo, volvió a la cocina, miró a través del vidrio del horno y vio que faltaba muy poco para poder saborear su creación. El molde era amplio porque deseaba guardar un poco para Melisa y Mikoto, en especial a Mikoto….
-¿¡como PUTAS…!? –gritó su gemelo. Dastan sintió la adrenalina recorrerle el cuerpo enseguida, no lo pensó ni un solo segundo. Corrió a la sala.
-que pasa….-se interrumpió viendo que no había nadie en el lugar, salvo su hermano.
Tristán estaba de pie en el sofá, estirado y con los codos muy levantados, mientras miraba al suelo. En cierto modo parecía una chica aterrorizada por una cucaracha, solo que Tristán no le temería a algo a menos que fuera verdaderamente horrible. Dastán se aproximó y asomó por detrás del mueble mostrándose enormemente cauteloso.
Ahí en el suelo, estaba el celular de Tristán, encendido con una pantalla roja, como los ojos de muchos demonios.
-me habló….-dijo Tristán aterrorizado, Dastán le dirigió su mejor expresión incrédula.
-¿no sería una llamada?
-llamada una mierda…
-Saludos, les habla quien lidera la orden de la sangre-dijo el teléfono en altavoz de pronto, naturalmente los gemelos le prestaron arrolladora atención, era una voz robótica y aterradora-quizás nos conozcan, somos los que últimamente estamos jugándoles muchas bromas a la guardia cadena, los humanos y la sociedad demoniaca. Llamo para entregarles una invitación de carácter obligatorio a la próxima reunión, habrá comida y sacrificios para nuestro amo. Más les vale asistir.
A ambos muchachos se les iba a caer el rostro…
-pero nosotros no…-iba a contestar Dastán.
-¡escúchenme par de perros andrajosos¡ si no asisten a la reunión, yo misma iré a buscarlos, créanme. Sé donde viven y no querrán que los encuentre.
-¿por qué nos quieren a nosotros? –quiso saber Tristán sudando de miedo.
-tenemos ciertas labores que se le dan mejor a los demonios que a los humanos… y requerimos mas mano de obra, reunir tributos y ocasionar problemas es un trabajo pesado.
-¿nos pagarán?
Dastán sospechaba que era mala idea que Tristán dijera eso.
-el único pago que recibirán será que yo no les arranque la piel-avisó la voz amenazante, los gemelos perdieron la capacidad de hablar con la conmoción-por si creen que esto es una broma, hay uno de mis agentes esperando ahora mismo en su puerta-el timbre de la casa sonó para terror de los hombres.
A Tristán se le escapó un chillido como de perrito llorón, voltearon a mirar la puerta. Así se sentirían los niños si el Coco llegara a tocar la puerta de sus cuartos.
-él los instruirá en que deben hacer.
La pantalla roja desapareció.

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