14-Nadie
lo sabrá…
N
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olen no
mucho después se marchó, no sin contar a Jean la anormal situación que había
sucedido en la casa de los Goldman. La incomunicación con Anónimo y un
televisor desconectado con pantalla roja…. Según Nolen, las gemelas se
perturbaron tanto que decidieron arrojar la tv a la basura. Jean no podía
imaginar explicación para algo tan raro. Por otro lado se alegraba de que no le
hubiese sucedido a ella, comprar una nueva tv tras destruir la anterior
implicaría una cachetada a su aptitud de ahorradora compulsiva. Sobre el
teléfono y Anónimo, ella no era fan de esa red de soplones, sin embargo, su
repentino silencio no podía ser algo normal.
Ese
mismo día por la noche, Jean hacia el favor a Angélica de dejarla en casa,
luego de ir de “velada” con Kent. La kirin al terminar su matanza en línea con
Trixi, salió con el incubo hacia algún sitio que Jean no quería saber, la
pseudodemonia dejó a la otra mujer guardar los detalles.
Mientras
surcaban la carretera camino a la casa de Angélica, ella y su no novio se despelucaban un poco en los
asientos traseros…. Jean intentaba no verlos y fijar la vista solo en el trecho
que seguía, pero no era nada sencillo. Angélica se besaba con el incubo como si
su vida dependiera de ello. Jean tenía que olvidar mediante todo su esfuerzo,
el hecho de que Angélica fuera una especie extraña de yegua demoniaca y que
Kent fuera un puto gigoló que vivía a costillas de mujeres ilusas.
-Angélica,
Kent, compórtense, si quisiera ver porno iría a internet o compraría una
película-les recriminó la pseudodemonia sin voltear, ambos sujetos se detuvieron
de inmediato.
-oh,
cielos, no sabia que te molestaba-dijo Kent sonriéndole lascivamente por el
espejo. Sus oscuros ojos malditos fueran.
-no me
molesta mientras no hagan eso en mi auto, y menos frente a mi-Jean no vio
mientras ellos se acomodaban en los asientos, hasta casi lucir decentes.
-es
difícil saber que algo te moleste, eres del tipo que no suele alterarse con
nada-indicó Angélica riéndose entre dientes, sudaba y estaba sonrojada-o al menos
que se note mucho.
-llegamos-anunció
Jean.
Angélica
hizo un mohín, se miró con Kent quien le dio una linda sonrisa de despedida, la
kirin se acercó a él lo besó levemente y luego bajo del vehículo.
-te
veré después-le aseguró al incubo, el asintió.
-te
espero.
Luego
la joven se dirigió a Jean.
-gracias
por el paseo, espero que llevar a Kent no sea mucho problema-sonaba libre de
preocupaciones. Aunque Jean no tuviera miedo, llevar a un ser como Kent, sola
en una camioneta en la noche… era poco alentador, sin embargo ella se encogió
de hombros y se dirigió a su amiga por el espejo.
-en
absoluto, buenas noches-dijo. Angélica asintió y cerró la puerta.
Jean
siguió su marcha, arrancó viendo como Angélica caminaba en la acera hacia su
casa. La pseudodemonia no sabia si sorprenderse cuando Kent metiéndose entre los
asientos delanteros, se arrojara hacia el lugar del copiloto.
-y….¿estas
libre esta noche?-masculló él en tono seductor.
-para
ti, no.
Kent
alzó las cejas, nada enojado a pesar del tono directo de Jean.
-la
gente no se equivoca cuando habla de ti, aunque ya sabia que eras poco sutil.
-y yo
ya sabia que eras puto-devolvió ella.
Kent se
rio muy alto.
-lo
soy, pero prefiero llamarme “benefactor de damas”.
-te
definiría mejor como gigoló.
Kent se
estaba divirtiendo ante las bofetadas verbales de Jean. Se acercó mucho mas en
el auto, quedando separados solo por la palanca de cambios.
-vamos,
no seas cruel-casi rogó.
-no
eres necesitado para que sea linda contigo….
El
incubo bufó, Jean había logrado que se esfumaran sus ilusiones de sexo. La idea
sola de abrirle las piernas a un profanador profesional de féminas como él no
le gustaba, era sensual y todo eso, pero los del tipo de Kent buscaban mas que
satisfacción en sus “victimas”, se alimentaban de la energía de ellas y
seguramente Kent se fortalecería enormemente si Jean….
-oye….-empezó
de pronto, cambiaba el tema-¿es cierto eso de que Úrsula es novia de tu
hermana?
Jean
trató de no verse afectada.
-si,
¿pasa algo?
Kent se
trasformó totalmente, el hombre sensual y pretensioso se esfumó, dejando a
alguien muy irritado y hasta resentido.
-que
quiero a esa zorra-susurró, Jean lo miró de reojo, muy extrañada.
-¿Úrsula?
-¡si!
¡Se me muere el pito cada vez que recuerdo que prefiere a una mujer que a
mi!-dijo él alteradamente.
Jean le
frunció el entrecejo.
-esa mujer es mi hermana, ten mas cuidado con
tu tono-bufó ella.
-oh, lo
siento, casi lo olvidaba-se disculpó sinceramente, pasó su mano por aquel
cabello negro azulado que tenia-pero una cosa es segura, no me puedo creer que
tu estés contenta con esa jodida relación lésbica.
-no lo
estoy del todo-confesó Jean viendo hacia el camino otra vez.
Kent
iluminó su rostro otra vez.
-eso
quería oír, dime… ¿puedo ofrecerte un trató?-la maldita voz socarrona del
bastardo rebotaba en el cerebro de Jean. Era una suerte que ella pudiera
resistir manifestarlo, nada podía estar mas claro, que las acciones del incubo
si descubría que Jean también se afectaba por sus encantos.
-depende
del trato-Jean tenia tono de negociador.
-puedo
ayudarte a liberar a Trixi de Úrsula, si nos aliamos será fácil.
Jean en
su parte mas profunda lo consideró seriamente, aun así, lo que salió de su boca
era contrario.
-no.
-¿que?-gimió
conmocionado.
-que
no.
-dime
por qué, dijiste que no eras feliz.
-pero
Trixi lo es. Desearía que ella tuviera un gusto diferente y que hubiera elegido a alguien malditamente diferente, pero no todo lo que se quiere
en la vida es posible-respondió encarando al incubo quien iba a replicar-así
que quitarle a Trixi lo que quiere, solo la lastimaría.
Kent
refunfuñó cruzando los brazos.
-creía
que podría conseguir un cómplice.
Ni cómplice ni sexo, puto dijo Adon en la mente de Jean,
lo cual casi le saca una sonrisa a esta.
-acostúmbrate
a la decepción-declaró Jean.
De la
nada algo apareció en el camino, un bulto negro, que al verlo mejor, eran
sombras las cuales rodeaban alguna cosa.
-mira-dijo
Kent sorprendido, Jean frenó inmediatamente y estudió la escena.
-es… la
guarda cadena-indicó la mujer.
Kent
casi unió sus cejas y se arrojó contra el asiento mostrando ademan de fastidio.
-seguro
es lo típico, algún cadáver y…. ¿que coño haces?-inquirió viendo a Jean en
tanto ella bajaba apresuradamente de auto.
-hablarles-dijo
ella secamente.
-pero
ellos son unos inut….-no pudo acabar, Jean ya
había cerrado la puerta.
Jean
pronto llamó la atención de una parte considerable de los demonios en la
carretera. La vieron llegar con calma a pesar de la desgraciada creatura
descuartizada en el pavimento, Jean hizo una pequeña mueca por el olor y la
nauseabunda vista.
-¿Hace
cuanto que vieron esto?-preguntó Jean parándose junto a los sujetos. La mayoría
no se dejaban ver la cara, pero uno de ellos al contrario, se aproximó y bajó
la capucha.
-hace
como media hora-afirmó y luego sonrió-soy Bakom, lidero a la guardia cadena.
-eres
terrible en tu trabajo-le dijo Jean secamente.
Bakom
dejó de sonreír, el hombre parecía cuarentón, algunas líneas remarcaban
ligeramente sus facciones, tenía cabello rubio como amanecer y ojos azules como
las profundidades del mar. Bakom se encogió de hombros.
-pseudodemonia,
si hubiera modo de saber como mierda se llevan a las victimas, esto no estaría
pasando-se defendió con voz plana.
-si-estuvo
de acuerdo ella y frunció el ceño viendo atentamente al cadáver destrozado, los
demás encapuchados estaban revisándolo-pero te falta astucia, ¿eres nuevo?
Bakom hizo
un mohín desagradado.
-si, el
anterior líder murió antes de que todo esto empezara-afirmó el demonio.
Jean
comenzaba a preguntarse que tan planificado estaba todo, muertes extrañas, el
nombre de Azazel por todas partes, demonios repitiendo tonterías sobre que
alguien iba a gobernar, una tal Matriarca y el silencio de anónimo….
Jean
endureció la quijada.
-es muy
trágico. Un consejo, si no pueden saber como se llevan a las victimas, deberían
tratar de averiguar quien está haciéndolo y por qué.
-se
supone que los mayores deberían dar consejo-bromeó Bakom suspicaz.
-en
este caso no-contrarió Jean y miro al demonio cuyos ojos parecían
atravesarla-vivo matando demonios y hay varias cosas raras que he visto. Seguro
les interesará saberlas.
Jean
resumió para la abrumada audiencia, toda la información que tenia. Ellos no
hablaron en ningún instante, por miedo a que todo fuera verdad o simplemente
porque no deseaban perder una pizca del informe.
Justo
al terminar uno de los encapuchados estudiaba al cadáver, olvidado debido a la
conversación. El sujeto exclamó un chillido, seguidamente todos voltearon y el
silencio prevaleció por casi un minuto. Jean mantuvo su compostura igual que
Bakom, pero no se podía decir igual del resto.
-esto
es nuevo-dijo uno de los encapuchados.
En la
espalda apenas reconocible del humano había un símbolo como de pentagrama,
gravado sobre la piel, para asegurar que no se borraría. Jean lo encontraba
desagradable, mas que el olor y la sangre, si el hombre muerto había tenido
suerte, esa grabadura en piel se la habrían hecho tras morir.
-malditos….
Sectarios-fue lo único que pudo decir Jean.
-te
dije que eran inútiles-le recordó Kent cuando Jean subía al auto.
-su
líder ha muerto, así que no es extraño-señaló ella encendiendo el vehículo para
continuar el viaje.
-me
enteré poco después, fue un suceso raro. Una mañana simplemente lo encontraron
muerto en la puerta de su propia casa-comentó Kent sacado de su bolsillo un
coch y poniéndoselo en la boca-dicen que lo atacaron durante las horas oscuras
antes del alba, venia de una fiesta.
¡Eso no fue azar, fue planeado! Dijo Adon en la mente de Jean.
-ciertamente
fue raro-coincidió Jean y miró con mala cara al íncubo-ahora no se te ocurra
fumar en mi auto.
Kent
tenía el encendedor casi en la punta del coch, pero se detuvo en seco viendo de
reojo a Jean.
-es mi
liberador de estrés, es cruel negármelo-se quejó guardando el porro.
Jean
volvió la vista al camino acelerando, quería liberarse de Kent y volver a casa
pronto.
-no
quiero que hagas apestar mi auto, ni tampoco lidiar tus arranques lascivos
sobre mi-le echó en cara la mujer duramente.
-¡hay
vamos!-pidió él arrimándose hacia la pelirroja de nuevo, el bastardo no
aprendía. Puso su mano sobre la mejilla de Jean y la acarició, las caras de
ambos no podían acercarse más sin besarse.
Jean
intentaba no chocar, ya que su instinto la obligaba a prestar atención a Kent.
Maldito fuera su olor y su aura sexual. Jean detuvo la camioneta en medio de la
calle y dijo:
-apártate
de mi, o me obligaras a dispararte en ese bello rostro-la voz de la chica era
áspera como una lija, Kent tomado por sorpresa alzó las cejas.
-no lo
harías, mi rostro es muy hermoso para eso-señaló el íncubo sonriéndole con
confianza.
-solo
por eso te lo advierto.
Kent se
desinfló entonces, resopló y volvió a su sitio. Jean arrancó otra vez.
-me
pregunto por qué Angélica anda contigo-refunfuñó Kent.
-no sé.
Casi llegamos a tu puta casa, solo estoy pendiente de ello-Jean luchó por
ignorar al hombre. Kent se recostó en su silla.
-¿me
acompañarás dentro? –inquirió.
Suficiente
pensó ella. Jean pisó el freno de golpe y Kent casi se estrella contra el
parabrisas.
Kent lo
siguiente que supo fue que cayó violentamente boca arriba en la carretera. Sorprendido
se levantó y vio a la pseudodemonia mirándolo desde su asiento de conductor, no
lucia feliz.
-¡hey!
¡No puedes dejarme aquí!-se quejó el íncubo.
-Angélica
me disculpará por esto-dijo la mujer-hasta luego.
Jean
oprimió un botón en el auto y la puerta delante de Kent se cerró. A
continuación la camioneta salió disparada por la noche dejando un as de humo,
hasta que no fue visible. El íncubo tenía la mandíbula dislocada y no podía
creer lo que acababa de pasar:
Una mujer lo había echado de su auto. Jean era mas difícil de lo que
se imaginaba, la próxima vez debía tomar otras tácticas….
Dastán
Graham depositó la mescla en el molde y la colocó en el horno, cerró y graduó
la temperatura. Por raro que pareciera, uno de sus pasatiempos favoritos era la
repostería, esa noche le tocaba hacer la cena, estaba agradecido que no los hubieran
llamado para trabajar. La principal razón por la que ni él, ni Tristán se
perdían de grandes fiestas, era que trabajaban para los anfitriones. Tristán
era bueno con los equipos musicales y Dastán un gran DJ, magnifica combinación.
-¡Apresúrate!
¡El documental va a comenzar!-gritó Tristán desde la sala.
-¡enseguida!-avisó
el demonio.
Rápidamente
alcanzó la sala, no era muy grande: televisor de modelo reciente justo en el
centro del lugar, sofá para tres personas, una bella alfombra y justo detrás de
la tv dos ventanales largos cubiertos por cortinas. Tristán disfrutaba el
espectáculo en el mueble, en tanto hablaba por mensajes de texto a sus amigos.
-¿como
va?-quiso saber Tristán sin voltear.
-ya
está montado-dijo el chico mientras de un salto se ponía en el sofá.
Ambos
se detuvieron a mirar la televisión, era un documental llamado “10 formas de
destruir el mundo”. Realmente los humanos eran bastante estúpidos para que
permitieran vivir a dementes capaces de usar tecnologías semejantes para
desatar el apocalipsis, Dastán se habría preocupado mucho si no fuera porque
tenía una segunda opción, si la catástrofe llegaba, siempre podría huir a la
dimensión demoniaca.
Los
demonios eran mucho menos ilusos, por una buena razón los locos peligrosos que
podrían poner en peligro el cosmos mismo, yacían encerrados en las
profundidades de la zona demoniaca. En especial desde que Lucifer fue
derrotado, no convenía dejar salir a ninguna amenaza ya que les quedaba poco
para combatirla.
-con el
bioterrorismo y las super inteligencias artificiales, es difícil ser
optimista-comentó Tristán estremecido.
-si,
dudo que los humanos perduren otro par de siglos-estuvo de acuerdo Dastán.
Entonces se puso de pie-voy a revisar la cena.
Así lo
hizo, volvió a la cocina, miró a través del vidrio del horno y vio que faltaba
muy poco para poder saborear su creación. El molde era amplio porque deseaba
guardar un poco para Melisa y Mikoto, en especial a Mikoto….
-¿¡como
PUTAS…!? –gritó su gemelo. Dastan sintió la adrenalina recorrerle el cuerpo
enseguida, no lo pensó ni un solo segundo. Corrió a la sala.
-que
pasa….-se interrumpió viendo que no había nadie en el lugar, salvo su hermano.
Tristán
estaba de pie en el sofá, estirado y con los codos muy levantados, mientras
miraba al suelo. En cierto modo parecía una chica aterrorizada por una
cucaracha, solo que Tristán no le temería a algo a menos que fuera
verdaderamente horrible. Dastán se aproximó y asomó por detrás del mueble
mostrándose enormemente cauteloso.
Ahí en
el suelo, estaba el celular de Tristán, encendido con una pantalla roja, como
los ojos de muchos demonios.
-me
habló….-dijo Tristán aterrorizado, Dastán le dirigió su mejor expresión
incrédula.
-¿no
sería una llamada?
-llamada
una mierda…
-Saludos,
les habla quien lidera la orden de la sangre-dijo el teléfono en altavoz de
pronto, naturalmente los gemelos le prestaron arrolladora atención, era una voz
robótica y aterradora-quizás nos conozcan, somos los que últimamente estamos
jugándoles muchas bromas a la guardia cadena, los humanos y la sociedad
demoniaca. Llamo para entregarles una invitación de carácter obligatorio a la próxima reunión, habrá
comida y sacrificios para nuestro amo. Más les vale asistir.
A ambos
muchachos se les iba a caer el rostro…
-pero
nosotros no…-iba a contestar Dastán.
-¡escúchenme
par de perros andrajosos¡ si no asisten a la reunión, yo misma iré a buscarlos,
créanme. Sé donde viven y no querrán que los encuentre.
-¿por
qué nos quieren a nosotros? –quiso saber Tristán sudando de miedo.
-tenemos
ciertas labores que se le dan mejor a los demonios que a los humanos… y
requerimos mas mano de obra, reunir tributos
y ocasionar problemas es un trabajo pesado.
-¿nos
pagarán?
Dastán
sospechaba que era mala idea que Tristán dijera eso.
-el
único pago que recibirán será que yo no les arranque la piel-avisó la voz
amenazante, los gemelos perdieron la capacidad de hablar con la conmoción-por
si creen que esto es una broma, hay uno de mis agentes esperando ahora mismo en
su puerta-el timbre de la casa sonó para terror de los hombres.
A
Tristán se le escapó un chillido como de perrito llorón, voltearon a mirar la
puerta. Así se sentirían los niños si el
Coco llegara a tocar la puerta de sus cuartos.
-él los
instruirá en que deben hacer.
La
pantalla roja desapareció.
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