lunes, 27 de octubre de 2014

El edén del infierno: Acto 1-Capitulo 2

2-Vida familiar

J
ean Wholferd aceleró el paso, había dejado la casa para encargarse del exterminio de unos demonios idiotas en el hogar de un sujeto cuyo nombre había olvidado, no le hacía falta recordarlo, lo único que necesitaba recordar era como contar los billetes que aquel trabajo representaba.  Pero tras acabar decidió divertirse un poco más en la discoteca “Rosa nocturna” solo que no contaba con encontrar a una bestia como Jennifer Goldman en su camino. De momento solo podía esperar llegar y  desear no causar mucho revuelo en Félix por su desaparición y la de la camioneta.
-sabes que le dará un ataque-escucho la voz de su demonio adjunto a través de su alma cristalina.
-ni que eso importase Adon-respondió viendo el camino oscuro, a esas horas ya nadie surcaba la calle.
-de todas maneras es molesto-insistió.
-no habrá que soportarlo mucho más, una vez que consiga su maldito dinero podrá mudarse de una vez por todas.
-eso es algo desagradecido Jean-regaño. Ella solo pudo reírse por la voz levemente irritada del demonio.
-no quiero un sermón, más bien él es el que debería agradecer, le dimos hogar por todos estos años-expreso y cruzo en la esquina-¿crees que a alguien más le hubiera interesado el destino penoso de Félix Wholferd?
-a mí sí.
-ni siquiera estabas ahí, joder.
Jean recordaba que para poder ponerle las manos a la herencia de sus padres, necesitaba que un adulto la supervisara a ella y a su joven hermana. En aquel momento Félix era ideal, no tendría una opción mejor, no luego de su transgresión contra los pseudodemonios y especialmente contra la familia Wholferd. Realmente esa fue la única razón por la que Jean lo dejó quedar en su casa, ello, un poco de lastima y algo más….
Los detalles habían sido algo confusos pero por lo que sabía, Félix había sido un idiota, estaba enamorado de una demonia y esta lo cegó al punto de ayudarla a abrir un portal a la dimensión demoniaca (para quien sabe qué), una horda de bestias salió y causaron caos por toda la zona. Los demonios y pseudodemonios repelieron el ataque, pero había sido demasiada masacre de todas maneras. Félix fue juzgado por traición, pero consiguió la clemencia milagrosamente por razones que Jean ignoraba, de ahí en adelante la deshora cayó sobre su nombre y ningún alma bondadosa estaba dispuesta ayudarle.
Claro, a acepción de ella.
-pero me cae bien.
-a ti te cae bien todo el mundo-le espeto Jean-hasta un podrida y arrastrada rata inmunda te despertaría simpatía.

Cuando llego aparcó el vehículo en el garaje, su casa se veía como las demás de la zona, de madera, dos pisos, jardines decorativos y un farol justo en frente. Jean se precipitó a la puerta, la abrió audaz y entró a la casa sombría, las paredes a pesar de ser blancas no escapaban de la oscuridad, vio la luz de la cocina y se apresuró por el pasillo hasta la escalera en la sala. Subió a largas zancadas hasta llegar al otro piso, de ahí caminó a hurtadillas, en el momento que alcanzo su habitación la abrió con cuidado.
Y estuvo a punto de proferir un chillido, había una figura parada de brazos cruzados junto a la ventana, entonces la reconoció. Jean cerró la puerta y encendió la luz.
Trixi Wholferd.
-¿es algo tarde sabes?-dijo ella con voz neutra.
Jean no hizo gran caso a su hermana, fastidiada se movió hacia su armario y busco la pijama.
-seguramente-respondió tirando una bata color crema en la cama al empezar a desvestirse.
-las cuatro de la mañana-precisó Trixi-no ha sido divertido esperarte.
 -no todo en la vida lo es.
Trixi arrugo la nariz, Jean divertida reparo en que se parecía a ella: ojos amarillos aunque más grandes, contextura veloz, piel pálida y cabello rojo, pero el suyo era corto hasta los hombros, mas liso y peinado de lado.
-maldición Jean, me asustaste, sabes que las cosas no están muy bien por aquí últimamente-reprendió.
-tiene razón-dijo Adon.
-cállate-lo silenció Jean terminando de vestirse, miro a su hermana-bien, lo siento, sucedieron cosas imprevistas hoy…
-pasan muy a menudo en realidad-contradijo Trixi dejando de cruzar los brazos-asumo que sabrás que mañana tienes una riña pendiente con Félix.
-estoy segura, se manejarlo-declaro y se tiró en la cama, un dolor le recorrió la espina dorsal, maldijo al demonio que la había golpeado esa noche-Félix es un inconveniente menor, Trixi.
-¿al menos hiciste lo que debías?-reclamo acercándose a la cama.
-aquí está-dijo Jean y se sacó un fajo de billetes que le arrojo a su hermanita, Trixi sin esfuerzo losa atajo y examino-cumplo con mi obligación, no veo razón para estas reprimendas estúpidas.
-¿esperas que te alague y traiga fuegos artificiales cada vez que regreses a las cuatro de la mañana?
-simplemente espero que no me jodas-negó Jean pacientemente.
La menor de las Wholferd suspiro largamente, se inclinó sobre Jean sostenida con los brazos y la beso en la mejilla, luego la miro a los ojos. Jean casi se sintió mal de preocuparla tanto.
-solo quiero que tengas cuidado, no quedamos muchos aquí-expreso ahora calmada, de hecho sonaba dulce-buenas noches.
-buenas noches-mascullo Jean y le regreso el beso en la mejilla. A continuación Trixi se levantó y salió de la habitación.
Si… “no quedamos muchos aquí” Jean habría querido agregar “gracias a Félix”

Jessica Goldman abrió los ojos siendo segada por la luz matutina, se cubrió la cara molesta consigo misma por no haber visto la inevitable resaca venir mientras estaba borracha. La cabeza le daba vueltas como una lavadora y tenía recuerdos algo vagos sobre cómo había llegado a la cama.
Enfoco finalmente los ojos y logro ver a Jennifer aun dormida en la otra cama, su habitación era pequeña color blanco, con dos armarios y dos camas. Jessica se puso de pie en la alfombra cuidando sus reflejos para no caer, ante ella, además, estaba Ion dormido plácidamente en una colchoneta, revolviéndose de un lado al otro. Jessica se asomó por la ventana abierta con cortinas ondeantes y vio la cerca de ladrillo que finalizaba el patio de la casa, desde el segundo piso se divisaba el callejón que dividía las paredes traseras de las viviendas y las copas de los arboles verde vibrante que se erguían en algunos patios.
Al acostumbrarse a la luz se paró junto a su gemela y la sacudió por un hombro.
-Jennifer, reacciona-exigió, la mujer entre abrió los ojos y estos enfocaron a Jessica con enorme dificultad.
-que maldito día es….-quiso saber ella sentándose mientras sostenía su cabeza.
-sábado…. Creo-respondió.
-¿qué diablos hice Jessie? Siento que un auto me paso por encima-declaro levantándose con ayuda de su hermana.
Jessica tomo el reloj y aliviada noto que eran las once de la mañana, no era tan tarde como temía.
-seguramente dormiste doblada o peleaste con alguien-le respondió a su hermana poniendo el reloj de nuevo en el suelo.
-bueno, despierta a Teddy, tengo un hambre atroz-dijo Jennifer haciendo ejercicio con el cuello.
-claro, ve por el desayuno-sugirió estirando los brazos.
Jennifer salió enseguida y Jessica se inclinó sobre su novio, lo contemplo primero, lucia adorable al dormir tan profundo, ella pensó que sin duda Jane tenía sus razones para apodarlo “Teddy” por ser un nombre común en ositos de peluche, aunque a Ion le resultaba un apodo humillante.
-¡Ion! Despierta-pidió dándole palmadas en el rostro, el hombre despertó de golpe y asustado retrocedió golpeándose la cabeza con la cama.
Jessica no pudo evitar reír, Ion maldijo y se masajeo la cabeza con una expresión deformada por el dolor.
-¡Jessie! ¡Perra!-su gemido se ahogó.
-sabes que en mi caso es literal-le recordó ella y le dio una caricia donde se había golpeado, esto lo calmó y milagrosamente casi borró su enojo-vamos a desayunar.
Jessica lo beso levemente y se puso de pie.

Jennifer al darse cuenta de que tanto ella como Jessica no habían amanecido con la misma ropa, se enrojeció violentamente, sabía que alguno de los chicos las había cambiado, esperaba que fuera Nolen… la idea de Teddy mirándola desnuda estando ebria resultaba incomoda, agradeció estar sola en el pasillo para que nadie pudiera ver su sonrojo. Titus subió las escaleras corriendo y se revolcó en sus piernas, ella sonriendo lo correspondió con los pies, acariciando su cabeza, antes de continuar el camino.
Titus era un gato “aparentemente”, en realidad era un ser demoniaco, su especie no tenía un nombre formal, algunas creaturas demoniacas de nacimiento “aleatorio”, nunca lo tenían. Solo sabían que al transformarse parecía una gran bestia bípeda, que se podría describir como un felino hombre araña.
La gemelas Goldman lo habían salvado de una horrenda muerte aplastado por un camión cuando era bebe, Jessica corrió cuando lo vio tirado en la carretera, lo protegió recibiendo ella el choque con valentía admirable. El conductor bajo aterrado pensando que encontraría un cadáver, pero lo único que vio fue a Jessica algo desorientada y con una herida en la cabeza. El sujeto estaba boquiabierto y aterrado cuando ella se levantó como si nada hubiera pasado y miro al gatito negro en sus manos.
Jennifer se había preparado para hacer pedazos al conductor, alguien que hubiera presenciado tal cosa no podía seguir viviendo, no después de ver los dotes demoniacos de Jessica. Los ojos del hombre se habían encontrado con los de Jane, ella espero que el tipo gritara para atacar, pero en vez de eso, el tipo miro conmovido a Jessica abrazando al gatito entre los brazos y luego volvió al vehículo.
Jennifer al ver los ojos de aquel hombre, supo con certeza que él no hablaría. Solo por eso, lo dejo vivir.
Jennifer se apresuró a servir el desayuno y sentarse a saciar el hambre que la hostigaba desde la madrugada. Poco después los demás bajaron también, cuando todos estaban en la mesa Jessica dijo:
-¿qué demonios hicimos anoche? Porque me siento extraña.
Ion hizo una mueca probando el cereal, Nolen se rio entre dientes, eso a Jennifer le sonaba a que las cosas no habían sido buenas.
-Jane bailo desnuda y luego tuvo sexo con Tristán Graham-expuso Ion tomando algo de jugo.
Los ojos de las chicas se salieron de sus orbitas, en especial Jennifer cuya cara repentinamente pareció enferma, y no solo por la resaca….
-¡no! ¡Tristán Graham no!-exclamo con voz aguda y cara pálida como la muerte.
Ion exploto en risa, tornándose rojo debido a esta, Nolen apretó los labios para no unirse, Jessica dejo caer los hombros mirándolo con desaprobación. En tanto Jennifer tenía semblante de potencial asesina.
-era broma, esos tipos ni siquiera fueron-expuso Ion.
-eso fue bastante cruel-le recordó Jessie.
-bastardo Teddy, juega otra de esas y me asegurare que no puedas volver a acostarte con Jessica.
-agradézcanle a “esa chica” que sus resacas hubiera sido peores de no ser por ella, ¿y quién sabe que hubieran hecho?-las calmo Nolen. Pero solo logro que Jennifer le dedicara un gruñido.

Jean despertó cerca del mediodía, estaba agotada aun, pero tenía la gratificación de haber terminado el trabajo, todas sus necesidades dependían de ello. Se vistió tomándose su tiempo, peino su cabello rojo y bajo usando pantalones de tela y una camisa manga corta, llego a la cocina donde Trixi cocinaba tortitas y Félix leía el periódico en la mesa de vidrio.
Jean no lo miro y se sentó en la mesa, poso la cabeza en el hueco de su mano y miro hacia la ventana sobre el lavaplatos. Trixi sirvió la comida algo incomoda por como miraba a Félix. Jean comió como si nada hubiera pasado y luego cuando termino de comer y lavar su plato, estaba a punto de marcharse, pero Félix la detuvo.
-¿a dónde crees que vas Jean?-pregunto, ella ya le había dado la espalda, no se molestó en voltear.
Félix era un hombre al que ya se le pasaban los años, debía tener cincuenta o más, el cabello lo tenía casi totalmente canoso aunque una vez fue rojizo, similar al de Jean y Trixi. El hombre mayor tenía ojos color avellana y piel morena para los estándares, era una cosa rara en los Wholferd. Las arrugas comenzaban a vérsele marcadas como pequeños surcos, dándole a su ceño aspecto fruncido casi siempre.
-¿a llamar a Angélica?-respondió ella.
-¿sabes dónde estuvo mi auto ayer en la noche?-pregunto.
-dando una vuelta.
-¿¿Jean Wholferd piensas matarme?? ¡Volviste casi al amanecer! Desapareciste mi auto y ya temíamos que….-su voz subió de tono.
-deja la ridiculez, sabes que siempre vuelvo así sea al amanecer-reclamo Jean volviéndose-en mi trabajo hasta hoy no me han enviado demonio que no pueda manejar.
-no seas tan egocéntrica.
-no es mi culpa que tú seas una vergüenza para los Wholferd.
Félix atónito quedo mudo. Trixi trago nerviosa.
-eso fue un golpe bajo.
-siempre golpeo bajo-le recordó Jean-Félix, siempre he odiado a los que se venden a sí mismos…. No me importa lo que digas, no veo la hora en la que te paguen, tomes tus cacharos y dejes mi casa.
-¡Jean! ¿Qué carajo te pasa?-intervino Trixi consternada, la cara de Félix se hundía en el dolor, Jean casi se sintió como si tuviera hielo en las venas, pues no le importaba en lo absoluto lo que sintiera el viejo.
-digo la verdad, si ya terminaste de reprenderme, iré a llamar a Angélica-dijo ella y salió seguida de su hermana.
-a veces me pregunto porque soy tu demonio adjunto-oyó murmurar a Adon en su alma cristalina, Jean entorno los ojos cerrando su mano sobre el colgante donde estaba el dije, que poseía al demonio en su interior.
-yo también me lo pregunto a veces-mascullo.
-¡¿en qué piensas?!-exclamo Trixi airadamente cruzándose en el camino de Jean. No respondió-¡gracias a Félix nosotras estamos aquí! ¡Es como nuestro padre!
-tú no conociste a nuestro padre-espeto Jean frunciendo el entrecejo-¡pues olvidaste el detalle que gracias a nosotras él tiene donde vivir! No voy a perder mi tiempo sintiendo lastima por alguien tan deshonroso que fue rechazado por su familia.
-Jean….
-a un lado-pidió y siguió su camino, rodeando del paso a su hermana.
Volvió a su habitación y se sentó en la cama, saco el celular y marco a Angélica. El sonido del repique la molestaba así que lo puso en altavoz y se dedicó a observar el celular sonando.
-¿Jean?
-¿Angélica, tienes algo que hacer?
-¿además de jugar videojuegos? No.
-entonces ven a mi casa, estoy aburrida.
-pasare por ahí, espera.
Jean bajo rápidamente las escaleras para esperar a su amiga, pero repentinamente vio a una figura inesperada y un tanto indeseada, al menos para ella.
Úrsula Valentine.
-¿por dónde entrantes?-pregunto Jean a la defensiva, la mujer le bloqueaba el final de las escaleras.
-¿te suenan las ventanas? Escabullirme en tu casa resulta atrayentemente fácil cuando Trixi me deja las puertas abiertas-dijo ella sonriendo de modo tan encantador, que a Jean la hizo sentirse enferma.
Úrsula era de su altura y delgada, cabello negro liso con mechas rojas, sus ojos relucían color jade y su piel parecía mármol. Usaba un vestido negro con una falda corta acompañadas de botas. Esa creatura que aparentemente era bella, resultaba que para Jean era uno de los seres más molestos sobre la faz del planeta, y para su desgracia…. También era la novia de Trixi.
-debo recordarle a Trixi que otra cosa que no seas tú podría entrar, es más, Félix podría verte y sufrir un infarto-recrimino ella.
-¿quién dice que me verá?-contradijo ella con un gesto de la mano, indicando indiferencia-por si fuera poco, si muriera quizás fuera un favor para ti.
-solo lo quiero fuera de aquí, no muerto, súcubo-espeto ella irritada, Úrsula viro los ojos-¿y repíteme porque te dejo entrar a mi casa?
Úrsula se rio entre dientes y dio unos pasos en dirección a Jean, ella percibió un horrendo escalofrió recorrerle la espalda cuando Úrsula le acarició la mejilla, eso le recordaba porque no gustaba de estar cerca, las súcubos no son los seres más sexualmente reprimidos. Jean no se movió, pero su mirada amenazaba a Úrsula.
-porque Trixi me adora ¿recuerdas? no puedes echarme sin que te odie-le recordó con voz bella-yo la amo y aunque quisieras impedirme entrar, créeme que encontraría la forma e incluso-los ojos de Úrsula de pronto se tornaron rojos y sus pupilas humanas se volvieron delgadas como las de un lagarto-te mataría si te interpusieras….
-seguro-dijo Jean mordaz y apartando la mano de la chica con una suya-si lo intentaras…
-Jean-la reprendió Adon. Le dijo que se callara mentalmente.
-¡Úrsula!-oyó exclamar a Trixi, al salir del pasillo y ver a la mujer.
La hermana de Jean corrió y en un segundo envolvió en sus brazos a Úrsula, ella la correspondió con una ternura que hacía que Jean se reprendiera por apenas tolerar la relación. Siempre se notaba muy feliz a Trixi en estos encuentros, cosa que le recordaba a Jean no arruinar el momento.
-Trixi, que bueno verte, pensaba venir ayer… pero estaba algo ocupada-aseguro Úrsula.
-no importa, estaba esperando-celebro Trixi, se separó y Jean se forzó a cubrirse entonces-¿que estaban hablado?
Le causaba estrés ver cuando se besaran, solo duro un momento, así que pudo calmarse. Úrsula mantenía la nariz en el cabello de la chica mientras que una de sus manos acariciaba uno de sus brazos delgados.
-nada importante, solo cosas de cómo les va aquí-aseguro Úrsula mirando a Jean-¿verdad?
Jean recordó los ojos de súcubo que le había mostrado en amenaza, entonces les dedico una sonrisa medio fingida a las dos.
-sí, eso mismo-aceptó-nos veremos después.

-oh por….. ¡No sé cómo lo soportas Jean! Esa demonia me pone enferma-le dijo Angélica.
Tras comprar un helado se habían sentado en unas bancas de un parque cercano, comían helado y disfrutaban de la vista a la sombra de los árboles.
-ella pone enferma a mucha gente cuando putea e invade el espacio personal como una perfecta golfa-le recordó Jean y lamió la barquilla-aunque no es tan mala, no se la puede culpar, ¿qué más esperarías de un súcubo?
-¿que se comportara mejor? Si es bisexual al menos debería intentar no asustarnos-espeto Angélica-además, no necesariamente tendría que joder todo el tiempo, Kent es un incubo y no es tan necio.
-pero Kent es tu gigoló personal.
-no es lo mismo.
Angélica era una semidemonia que Jean había conocido al mudarse a la casa de sus padres, era la única creatura demoniaca a la que podía llamar su amiga. Era algo más baja, con cabello largo rubio y cortado casi a la cadera, ojos marrón claro y piel medio bronceada, siempre vestía jeans ajustados y sudaderas, esta vez la llevaba abierta con una camisa negra y un gorro de igual color.
-no puedo creer que le pagues-le hizo saber Jean.
-los íncubos no son lo mismo que los hombres ordinarios, además, es mejor tener un “amigo con derechos” que a una basura que no sirve para nada, como muchos chicos son por aquí-mascullo mordiendo la barquilla.
-por como lo dices, no debería sorprendernos el que Trixi sea lesbiana.

Jessica contaba con una lista en la mano, Jennifer aburridamente colocaba los CD que estaban en una caja de cartón en el mostrador, todo debía estar impecable, por más que les gustara pasar su tiempo divirtiéndose en la calle, no podían evadir sus responsabilidades. Sin comida no hay vida y sin vida no hay fiesta, de modo que trabajar era más obligatorio que opcional. Desde que se habían mudado las cosas les iban bien, el dinero que trajeron les permitió abrir rápidamente una tienda de música en el primer piso de su casa, afortunadamente consiguieron establecerse en una buena zona comercial, siempre habían personas yendo de un lado al otro por la acera del frente, al menos hasta las ocho de la noche cuando repentinamente toda alma desaparecía sin dejar rastro.
-¿dónde se fue Nolen?-pregunto Jessica haciendo inventario de todo lo que Jennifer colocaba en venta.
-asumo que está comprando algo necesario, hace falta un bombillo en el sótano-dijo su hermana escribiendo en su lista.
-¿segura que no quieres que Teddy se quede?-alego Jennifer tomando la caja y dirigiéndose a la puerta junto a la caja registradora, que conducía fuera de la tienda y las llevaba a la casa. Jessica la siguió.
-sabes que tiene su propia casa, además que estando aquí no me concentraría en trabajar.
-que cachonda eres.
-lo tomare como un alago-señalo sonriéndole con malicia, Jane se rio bajo tirando la caja en el rincón de las cajas vacías.
-al menos tienes un novio y no un centenar de amantes, odiaría que la tienda estuviera infestada de ellos.
-soy cachonda no puta Jane-dijo dirigiéndose a la cocina de bellas paredes blancas y se sentó en la mesa marrón barniz.
-olvide que esa soy yo-bromeo Jennifer sacando de la despensa galletas de chocolate, antes de sentarse con su gemela y ofrecerle.
-¿tu? Tú eres más pura que las paredes de un sanatorio metal en comparación que “esa chica”-replico Jessica tomando galletas y llevándoselas a la boca.
Jennifer sintió que le pisaban los intestinos al oír aquello, Jessica sonrió casi disculpándose al ver su cara.
-siento si te arruiné la comida-agrego encogiéndose de hombros.
-¿aún me pregunto por qué no puedo conseguir a una persona algo así como Teddy? Odio las miradas lascivas de los demonios como Graham o los putos vendedores de verduras en las esquinas-se quejó comiendo nuevamente.
-¿te fijas en los vendedores de verduras?-farfullo atónita.
-no, pero desde el día que lo hice por casualidad, odio ir a comprar las malditas verduras-dijo agriamente-pero el punto es que, no encuentro un ser viviente que me parezca deseable.
-físicamente sí, pero de tu tipo….
-que me guste realmente no y además mis opciones son limitadas….
Jennifer se sintió arrinconada al recordar que los demonios solo podían procrear con los de su propia especie, especies muy próximas a ellos o humanos…. No había muchos de la especie de Jennifer rondando las calles y los humanos nunca le parecieron una opción.
Ella nunca se volvió a sentir humana desde que su vida dio un giro radical años atrás, y nunca podría volver a hacerlo porque no lo era y nunca lo fue, se sentía al principio una aberración, algo maldito, pero al pasar el tiempo esa sensación decayó lentamente.
Desear ser lo que no era no la ayudaría, en sus primeros años fue criada como una niña ordinaria, pero no importa cuánto trataron de suprimir su naturaleza, fue imposible y eso solo trajo problemas cuando sus dotes demoniacos comenzaron a aparecer por sí mismos. Fue como amarrar las alas de una mariposa mientras esta intentase salir del capullo. La tristeza de resultar ser un ser demoniaco era terrible, pero con el tiempo, vio que no era tan malo, que no necesitaba ser un humano para ser feliz.
Eligio pensar en lo que resulto positivo de todo aquello, si los humanos hubieran seguido insistiendo en educarla como uno de ellos, los efectos podrían haber sido catastróficos. Los humanos eran felices siendo humanos y los demonios siendo demonios, así que pronto, decidió ser un semidemonio, e intentar amarse así como era, por difícil que resultase.

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