domingo, 15 de marzo de 2015

El edén del infierno: Acto 2-Capitulo 4



4-Caminos oscuros
 
J
ean no consiguió conciliar el sueño de nuevo, no después de que Adon le jugara una broma tan pesada mientras dormía. Lo maldecía por ser la causa de su insomnio, especialmente ahora que necesitaba descansar tanto como pudiera, ya que pronto, le gustase o no,  saldría al mundo para darle la cara a Anastasia. La pseudodemonia dejó el baño completamente vestida y durante un par de minutos permaneció de pie en el oscuro pasillo, pensando que hacer con su falta de sueño.
Antes de darse cuenta, estuvo caminando hacia un lugar al que no había ingresado en mucho tiempo.
La oficina que una vez perteneció a Jilliam.
Jean abrió la puerta y encontró sombras. Caminó hasta el escritorio modular que se encontraba en el medio de la habitación y encendió la bella lámpara de una de sus esquinas. El sitio estaba cubierto de una hermosa alfombra negra y bibliotecas en todas partes, llenas de libros, a pesar de que aún quedaba espacio, había algunas pilas de ellos en el suelo.
La cazadora recorrió con la vista el escritorio modular, era muy grande y estaba polvoriento, lleno de papeles y libros, algunos nunca fueron movidos desde la última vez que Jilliam pisó aquel lugar. Jean con frecuencia se sentaba en la silla de su madre y pasaba horas leyendo o escribiendo alguna cosa, solo por entretenimiento, últimamente no había tenido ocasión de hacerlo, había demasiadas responsabilidades cayéndole en los hombros. Lamentó que quedaran tan pocos Wholferd, si tuvieran más, no estaría tan ocupada, los Drovlight podían ocuparse de su territorio, pero no del de los Wholferd y Jean tenía demasiado orgullo para pedirles ayuda, todavía no estaba tan desesperada.
Jean caminó rodeando el escritorio y se sentó donde generalmente lo hacía, vio aburridamente los papeles y se dignó a intentar poner algo de orden. Quizá hubiera algo interesante, fue en uno de esos cajones donde Trixi encontró a FFyrning.
 Buscó en los cajones, pero en principio no descubrió nada inusual…. Hasta que organizaba movió la laptop que Jilliam solía usar y encontró un sobre viejo, descolorido por el tiempo. El corazón de la mujer dio un tumbo. Le tomó instantes reaccionar y revisar la carta, en el reverso decía escrito en perfecta caligrafía “Para: Jean Wholferd”
Sin dudarlo ella abrió el sobre y desplegó la hoja. Ciertamente tenía la letra de su madre y en una esquina pudo identificar la fecha, databa de unos quince años atrás. Fue escrita días luego de la masacre de los Wholferd.
Las manos de Jean temblaban al mirar el mensaje. Después de leerlo se cubrió la boca con una mano, como si fuera a vomitar, se encorvó un poco en su silla y sostuvo la carta con su mano, cuyo brazo yació apoyado en una rodilla. La mujer mantuvo la mirada baja, asimilando la información.
Decía:
Querida hija:
 No sé cuánto tiempo habrá pasado desde que dejé esta carta, la oculté precisamente para que no la encontraras hasta tiempo más tarde, así que bien, podría haber pasado un día o veinte años desde mi salida. Sabía que si la veías antes de que pasaran días tras mi partida, probablemente harías una locura y eso no podía permitirlo.
Escribo esto para pedirte perdón, si, perdón. Perdón por dejarte sola tan pronto, siendo tan joven, perdón por no decirte la verdad inmediatamente y perdón por cualquier otra cosa que lo amerite. Sin embargo, no me arrepiento, en su momento hice lo que debí hacer.
Lo único que me siente de esto, es no poder quedarme con ustedes, contigo, pero especialmente, con Trixi. Me duele pensar en ella, nadie debería quedarse sin sus padres tan joven y sufro sabiendo que al crecer, de no ser por los cuadros, no podría siquiera recordar mi rostro o el de su padre. Sé que no eres su madre y quizás en el futuro próximo sería impensable que lo fueras…. Pero por favor, cuida de Trixi, como yo no pude.
Ahora, solo me queda decir exactamente qué fue lo que ocurrió.
Después del holocausto estaba destrozada, lo habíamos perdido todo, o casi todo, lo único que me quedaba eran mis hijas, mi sobrino y un montón de casas vacías. En poco menos de un día, desapareció una familia completa, conformada por cientos de personas, es difícil de creer, pero así fue, ellos, los sectarios lo habían planeado desde el principio. Atacaron las villas Wholferd y las ciudadelas, nadie estaba preparado.
Apenas soporté ver como enterraron en el patio de casa los cuerpos de Leonel, Vladimir y Sonya. Juré vengarme y con ayuda de algunos colaboradores Drovlight descubrimos exactamente qué había ocurrido: la secta de Azazel había hecho una especie de ritual para acercar el mundo terrenal y el demoniaco, de las grietas aparecieron miles de demonios, que atacaron todo a su paso.
La parte más terrible, fue cuando supimos cuál era el motivo… acercaron los planos, no solo para traer a los demonios aquí, sino porque era el único modo de hacer posible la invocación de demonios mayores como Azazel en este mundo. Afortunadamente los pseudodemonios impidieron que completaran la conexión entre ambos lados, pero estuvo muy cerca. Me sentía estúpida por no haberme dado cuenta de que todos los asesinatos extraños y las desapariciones podrían llegar a ser debido a fines tan maquiavélicos.
Fracasaron, pero temíamos que pudieran volver a intentarlo, así que mis compañeros y yo buscamos hasta debajo de las piedras y dimos con el escondite de la secta. Su líder es un demonio muy fuerte, pero si él cae, la secta de la sangre será historia.  Careciendo de un poderoso líder, serían incapaces de controlar a los demonios necesarios para poder traer a Azazel de vuelta.
Yo misma me encargaré de matarlo. No permitiré que destruya el mundo y le haré pagar. Salvo por ustedes, ellos destruyeron todo cuanto amé.
Cueste lo que me cueste, no los dejaré escapar esta vez.
Esta es mi despedida final, sé de antemano que mi misión es básicamente un suicidio, las posibilidades de que pueda regresar están casi descartadas. Especialmente sin refuerzos, no me fio de la estabilidad que tengan los Drovlight en este momento, así que prefiero intentarlo con lo seguro: los únicos amigos que me quedan entre ellos.
Quizás sea una mala madre por esto, pero espero que sepas que lo hice por ustedes y mi hermano, principalmente.
Confío que serás fuerte, tienes madera de cazadora, nunca lo he dudado.
Espero que no me odies.
Te ama, tu madre, Jilliam Wholferd.
Una gota salada cayó sobre la hoja vieja profiriéndole un manchón de humedad. Jean no había advertido su involuntario llanto hasta ese instante, se irguió una vez más y dobló delicadamente la carta, para a continuación, colocarla en el escritorio.
Dejó ir un suspiro quitando la mano de su boca.
Por un minuto estuvo concentrada en recuperar la compostura y meditar el mensaje de Jilliam. Jean sabía que su madre se había ido, pero nunca tuvo la seguridad de a dónde, ahora era claro: fue tras la secta de Azazel y murió luchando contra ellos, aparentemente teniendo éxito, ya que hasta la aparición de la matriarca, jamás se había vuelto a tener noticias de esos locos. Aun así, no podía evitar pensar que de cierto modo Jilliam había muerto en vano, si su objetivo era acabar para siempre con la secta, la difunta cazadora solo aplazó el desastre.
Sin embargo, ganó tiempo, tiempo para que cuando la secta volviera, hubiera quienes fueran capaces de hacerle frente. Lo que Jilliam vivió, era sospechosamente similar a la situación que Jean afrontaba, la historia se repetía…. Entonces podía ser que el fin de todo lo que pasaba, a la larga fuera traer de vuelta a Azazel, pero a corto plazo, fuera hacer sacrificios para poder realizar el ritual de conectar los planos, el terrenal y el demoniaco, iniciando el cataclismo.
Fuera de todo el asunto de Azazel, Jean no paraba de pensar en el destino de su madre, en cómo había terminado tan brutalmente y le había sido arrebatada. Rememoró los últimos días antes de que Jilliam la dejara para siempre. El llanto se había suavizado, pero ni la tenacidad que poseía le hacía ser invulnerable a todo dolor, exteriorizarlo fue inevitable.
Todo era culpa de ellos, todo. El hecho de que estuviera condenada a ver el vecindario de su familia otrora alegre, ser como un pueblo fantasma. Tener que ir al patio y encontrarse las malditas lozas fúnebres de su padre y tíos, sin contar que en todas las demás casas también había tumbas. Crecer teniendo que ser un intento de madre para Trixi, cuando ella misma necesitaba una. Pasar casi toda su vida sin un padre, porque aunque Félix fuera ese tipo de figura para Trixi, Jean jamás lo vería así, lo detestaba y ese viejo jamás remplazaría a Leonel Wholferd como padre en su memoria. Dejar a Nicola tan perturbado por la matanza que se encontrara, hasta la actualidad, incapaz de habitar la residencia sin tener pesadillas por las noches. Lidiar con la pubertad casi por su cuenta y más tarde con la de Trixi teniendo como extra también su preferencia sexual. Podría pasar toda la madrugada pensando en la larga lista de cuestiones por las que los bastardos de Azazel eran responsables….
Jean rechinó los dientes. Su dolor estaba pasando a convertirse en rabia.
Finalmente, esto resultó ser más personal de lo esperado- comentó Adon.
Era un eufemismo al sentir de Jean. Claramente mataron a Jilliam…. Luego estaba todo lo demás que esos malditos hicieron….
Los recuerdos la golpearon.
El día del holocausto, había llegado casi cuando se ponía el sol. Hubo una llamada alarmante anunciando que miles de demonios habían aparecido en diversos puntos, naturalmente todos los pseudodemonios disponibles salieron a ocuparse. Jean y Trixi permanecieron dentro de la casa. En el residencial solo quedaban los mayores, quienes se habían retirado de la caza y los menores que aún no estaban listos para ella.
Los mayores estaban fuera en las calles, hablando inquietamente.
Jean miraba por la puerta entreabierta, cuando vio que las personas se agitaban y corrían hasta la entrada del sitio. Se escucharon rugidos y graznidos de demonios no demasiado lejos. Le heló la sangre a la niña. Había sonidos de impacto como si un ariete empujara la puerta… sabia de que se trataba, los demonios embestían la capa invisible que los repelía alrededor de la residencia y se escuchaba como si lentamente se resquebrajara. Tenían que ser demasiados.
Jean sudando de terror, corrió dentro de su casa y buscó a Trixi, quien jugaba en la sala, ajena al peligro. La hermana mayor agarro rápidamente a la pequeña, la cual se encontraba muy confundida y enojada por ser separada de sus juguetes. A pesar del llanto de Trixi Jean corrió al sótano, su padre le dijo una vez que si había peligro, ahí estaría segura. Arribó a las escaleras del complejo subterráneo y bajó a ritmo medio, temiendo caerse al sostener a Trixi, la bebe no dejaba de patalear muy furiosa, dificultando a Jean el descenso.
Los gritos de Wholferd llegaban hasta sus oídos, el corazón le bombeaba como si los demonios en la superficie ya la estuvieran persiguiendo. Una vez en el fondo, Jean empujó la puerta, estaba hecha de todo tipo de metales pesados, tan blindada como un tanque. La niña pseudodemonia cerró la puerta empujándola con su cuerpo y a continuación escribió un código en el panel de control junto a esta, activando el cierre de emergencia, se escuchó un clic y eso fue todo. Jean y Trixi se adentraron más al interior, era un complejo muy elaborado, con provisiones necesarias tales como comida, aseo, artículos de defensa, e incluso cosas innecesarias que se agregaron por diversión como gimnasio, habitaciones de huéspedes y otras cosas más útiles en general, como caminos de escape. Vladimir una vez le había dicho a Leonel que era una tontería poner tanto esfuerzo para un bunker de emergencia, dado que según él, jamás sería necesario… ahora pensaría diferente.
Jean fue a una de las habitaciones, dejó a Trixi en una cuna con juguetes que su padre había colocado “por si acaso” y luego se dirigió hasta la sala de armas. Colmada de pistolas, rifles, escopetas, armas blancas y “paquetes de estimulación” el arsenal no le debía envidia al de una estación de policía. Jean vio todo preguntándose cual tomar, hasta que una llamó su atención, sobre la mesa de reparaciones, estaba Gwyrdd, pulida y lista para usar, seguramente Leonel la olvidó ahí. La chica agarró sin pensar el arma de su padre y recordó un detalle crucial… sin un adjunto no podía usarla, estudió el revólver y dijo una palabrota demasiado grande para su edad o apariencia.
No pensó que tendría que hacer aquello tan temprano en su vida. Se volvió a un cofre en la misma mesa y lo abrió, dentro vio varias prendas con almas cristalinas colocadas en fila sobre un cojín mullido: collares, pulseras, anillos entre otros, todas de diversos colores. Jean tocó una y en su mente apareció la imagen de una enorme bestia rectiliana rojiza de cuatro patas, cuerpo largo y cuya boca emanaba un aliento amarillento, como el color de un horno hirviente, una especie de salamander. La niña no se sintió cómoda y se separó, reviso la siguiente en el cofre, vio un Rakshasa rojo también, gruñendo y agitando sus espadas como con impaciencia. No le gustó tampoco.
Finalmente luego de varios intentos, tocó un alma cristalina donde vio un lagarto humanoide. El demonio no hizo gran cosa cuando ella vio su imagen, él solo la miró e hizo una especie de gruñido, el cual no se oía amenazante, más bien como un saludo. Jean lo supo en ese instante, ese era perfecto, ella no necesitaba el ímpetu de un adjunto, necesitaba a alguien que le ayudara a sentirse estable, en ese momento no tuvo un razonamiento tan complejo, pero era eso lo que ella inconscientemente quería. Agarró la prenda, un collar y al ponérselo la unión fue sellada, sintió el alma del adjunto fusionarse a la suya, pudiendo identificar su nombre: Adon.
Gwyrdd el cual seguía en una mano de la niña dio un respingo extraño, Jean levantó su arma y notó que los surcos decorativos ahora eran de un color ligeramente verdoso, como el alma cristalina de Adon.
Gracias-ella se sobresaltó al oír la voz de un chico en su cabeza. Cuando se dio cuenta de qué había pasado, sonrió.
-te necesitaré ahora-dijo la niña sujetando el cristal que la unía a Adon.
Existo para eso-respondió él.
Jean salió de la sala de armas y los gritos en la superficie parecían haber acabado. Se sentía insegura de subir, pero tenía que contactar con sus padres, desgraciadamente el teléfono estaba en la oficina de Jilliam…
La niña sentía como sus piernas temblaban a la expectativa de salir. Pero aun sin saber de dónde había sacado valor, se dirigió a la salida del bunker y lo abrió desconfiadamente. No muy segura de lo que podría encontrar, subió los escalones tras cerrar la pesada puerta y vio que ya había anochecido, de modo que todo estaba sumido en oscuridad. Se forzó a caminar por los oscuros pasillos y fue hacia las escaleras que le llevarían a su destino.
Una silla se movió.
Jean frenó en seco, imaginando que cosa horrible podría haber movido un objeto, cuando supuestamente, salvo por su persona y Trixi… la casa estaba sola. La niña silenciosamente siguió su camino con cautela, pero apresurada.
Casi tiró la puerta que daba paso a la oficina, no lo pensó mucho, arrojó varios objetos en el escritorio modular buscando desesperadamente el teléfono en la penumbra.
Y entonces alguien gruñó.
Jean quedó paralizada instantáneamente.
Voltéate y pelea, ¡rápido!-La insto Adon.
La niña se dio vuelta y lo que vio casi la dejaría estática una vez más. Un demonio parado en la puerta, la cosa tenía cuatro patas, un ojo y dos colas…. No se veía en perfecto estado precisamente, su rostro estaba desfigurado por cortes y abolladuras aun sangrando. El demonio se encontraba de malísimo humor, se veía en su mirada cuanto quería desahogarse sobre Jean…
La bestia corrió hacia ella, buscando arremeter.
Jean reaccionó al último segundo echándose a un lado y cayendo al suelo, para rodar sobre sí misma. El monstruo derribó el gran escritorio, enviando a volar todo sobre este, cuando se volvió a su presa, lo último que su magullado ojo vio, fue un destello verde y entonces había acabado. El disparo de la chica le hizo añicos la cabeza al demonio y este se derrumbó en un charco de sangre. No pasó mucho tiempo antes que el ser se desintegrara.
Jean soltó un suspiro aliviado.
Fallar no solo sería vergonzoso desde tan cerca, sino que habría resultado fatal para Jean, por fortuna sus padres le habían enseñado a disparar con armas normales hacia un tiempo, salvo por la energía empleada para el ataque y el mayor retroceso del disparo, era esencialmente lo mismo. Se felicitó a si misma por matar a su primer demonio.
Buscó entre todos los objetos en el suelo, que se habían desparramado por la caída del escritorio y encontró el teléfono. Para su horror, estaba sin señal. Se mordió el labio inferior, quería volver corriendo al bunker con Trixi, pero a su vez tenía un mal presentimiento y quería encontrar a sus padres.
 Insensato o no, Jean salió de la oficina e intentó abandonar la casa. Llegó a la puerta principal y aun con el miedo comiéndosela viva, abrió, solo para encontrar un cadáver casi irreconocible en el porche…. Sonya, la madre de Nicola. Jean contuvo un grito cubriéndose con una mano la boca, lo que no pudo contener fueron las minúsculas lagrimas que se formaban en el rabillo de sus ojos, intentaba no pensar en cómo estaría Nicola.
Jean se recuperó del shock y fue más consciente de su alrededor, Sonya no era la única víctima. Había cadáveres Wholferd por todos lados, algunos ya no eran más que simples pedazos de carne sanguinolentos y desfigurados, los animales de una carnicería estarían en mejores condiciones. La tía de Jean estaba abierta en el medio de su pecho y uno de sus brazos le faltaba, su reconocimiento fue posible, debido a que su rostro de expresión vacía, bañado en rojo y recostado a un lado, casi no sufrió daños en comparación con todo lo demás.
La pequeña pelirroja tiritó dando pasos muy dudosos por la acera, cuando un rugido exterminó la calma mortal del lugar, en la penumbra de la noche eso no fue alentador. Jean se volvió al origen del ruido y encontró a otro demonio como el anterior corriendo hacia ella, desde menos de cincuenta metros. Naturalmente Jean rompió en carrera, como nunca en su corta vida.
No lo pensó, en lugar de ir a refugiarse en su hogar, estaba yendo hacia el otro lado de la calle oscura. Desafortunadamente casi en la acera opuesta, la sangre en el paso la hizo resbalar y caer de manera bastante dolorosa e incluso vergonzosa para una futura cazadora de demonios. Su manga estaba desecha por la talladura echa al caer en la carretera, ignoró la sangre y el ardor para volverse a su perseguidor.
El demonio estaba casi sobre ella, Jean creía que todo había terminado. Cerró los ojos y esperó, pero la muerte no le alcanzó. Un disparo resonó en el vació residencial y la niña miró inconscientemente.
Su enemigo explotaba, literalmente, en una lluvia de sangre, la mitad de su cuerpo fue destrozada y la cosa murió al instante, desapareciendo.
La niña aun aturdida buscó a su salvador….
Jilliam.
La madre de Jean estaba a unos diez metros y por su aspecto, la batalla por la supervivencia había sido muy difícil. La ropa de la Wholferd mayor tenía raspaduras y cortes en todas partes, la tela de sus rodillas fue arrancada y ahora estaban a carne viva, naturalmente todo ensangrentado. Su cabello no había estado tan desordenado, ni siquiera al despertar por la mañana. La mano con la que sostenía a FFyrnig goteaba sangre, su piel se veía quemada como si se hubiera sumergido en ácido y finalmente, su brazo libre, recogido en un improvisado cabestrillo manchado de escarlata.
El color volvió un poco a la sudorosa e inquietada expresión de la mujer, tras poder comprobar que su hija estaba bien. Jean luchaba por procesar todo lo que estaba pasando y pasó.
-madre….-dijo Jean poniéndose de pie. No se contuvo, corrió hasta Jilliam y la abrazo por la cintura, antes de romper a llorar como la niña asustada que era.
Tan de cerca oía la respiración superficial de su madre, quien bajó su arma y aun sin soltarla, correspondió su acercamiento.
-¿Trixi está bien…?-preguntó la mujer, su voz salió dificultosamente.
-en el bunker…-la niña lo dijo aun llorando-la escondí ahí.
Jilliam trago hondo.
-buena niña-felicitó, Jean supo que estaba sonriendo, aun sin verla.  Se preocupó cuando percibió un ligero temblor en las piernas de su madre, como si se esforzara por seguir de pie.

Odiaba cuando esos recuerdos volvían… no eran como los sueños que tuvo anteriormente y la hicieron gritar, eso era una versión distorsionada y alucinada de los hechos. Esto era verídico, tal cual como su mente infantil pudo registrar que había pasado.
Si lo que pretendían era intentar de nuevo su plan de hace década y media, Jean no los dejaría. Su obligación era terminar lo que su madre dejó inconcluso, por el bien del mundo y por su propia satisfacción personal. ¡Ellos tenían que sufrir! Tenían que pagar por lo que ella había vivido, pagar por destruir lo que los Wholferd construyeron durante siglos. Era la guerra… y esto era una venganza.

-Así que Andreik quiere tomar el lugar de anónimo como divulgador-sentenció Nolen mientras veía la pantalla de la mini laptod de Ion.
En dicha pantalla estaba una red social: Demonlordes, Andreik acababa de publicar fotos sobre unos capullos de demonios que presuntamente habían sido destruidos ya.  Últimamente rodaban muchas más noticias y rumores en la página. Demonlordes era una red creada por informáticos demonios para el uso exclusivo de sus pares o los híbridos, ya que era mala idea publicar cualquier cosa sobre temas ilícitos/demoniacos en redes sociales terrenales, a menos que se deseara llamar la atención… para acabar en el Fear.
-Alguien tiene que informar, en tiempos modernos el de boca en boca no es lo bastante rápido-argumentó Ion. Nolen entonces abrió los ojos de par en par, había visto algo muy impactante, aunque no era inverosímil.
-si… especialmente cuando compites con un enemigo que comienza a usar medios más avanzados-señaló un poco hacia arriba en la página, Ion subió la barra de deslizamiento y vio, con horror, a que se refería Nolen-Como ella.
Un corto comentario compartido de un usuario llamado “La_matriarca <3” La boca de Ion casi toca el suelo. El comentario decía.
Después de un día de trabajo mis queridos acólitos tuvieron una noche de diversión. Todos aquellos que quieran anotarse para la próxima fiesta opónganse a mí y con gusto los agregaré a la lista invitadosJ” a continuación agregaba una foto de un tipo, aparentemente demonio, empalado con varias espigas de metal, lo atravesaban de maneras muy incomodas…. Su cuerpo se encontraba flagelado hasta el hartazgo y sus alas emplumadas, rotas hasta el sanguinolento hueso, el cual de hecho era visible por la incómoda forma en que estaba doblada su estructura. Un ángel como Adirael, solo que mucho más desafortunado. Alrededor del pobre desgraciado había un montón de encapuchados posando como si fueran un grupo cualquiera de amigos en una reunión.
-Tu hermana tiene un brutal sentido del humor-apuntó Ion quien casi pierde el aliento.
-Es difícil asimilar que se trata de la misma niña que era mi hermanita…. ¿Azazel que mierda le ha hecho…?
Las gemelas habían despertado poco antes de la llegada de Ion a la casa de los Goldman. Para variar había sido una mañana tranquila luego de toda la conmoción, Jessica y Nolen querían que todo fuera tan normal como pudiera ser, Jennifer necesitaba paz mental precisamente para no pensar en cosas dañinas. Y que todo fuera “normal” era muy difícil cuando más allá de la puerta el mundo estaba agitado como un panal de avispas enojado.
Jessica no se separó de Jennifer en ningún momento, intentaba distraerla con cualquier cosa, para empezar, en preparar juntas el desayuno mientras Ion iba en camino y Nolen limpiaba su hogar. Jennifer por su parte parecía estable, le seguía la corriente a su hermana y no hablaba de lo sucedido o cualquier tema inquietante, como Anastasia Zegers.
Pero la aparente tranquilidad de Jane no bastaba para quitar la paranoia de su gemela. Jessie sabia mejor que nadie con quien trataba, la otra chica podría parecer en perfectas condiciones a veces, pero eso no cambiaba el hecho de que por dentro, todo podría ser completamente diferente. Tras la fachada tranquila aun dormían las inseguridades, los tormentos y la bestia, quienes esperaban su señal para aparecer nuevamente.  Incluso si Jessica no hubiera tenido experiencias anteriores con aquellos comportamientos, habría notado la anormalidad en su hermana, por su vínculo, Jessica no sabía cómo, pero podía sentir las emociones de Jennifer volverse un revoltijo enloquecedor y hasta potencialmente peligroso.
-¿Se siente bien verdad?-quiso saber Jessie mientras restregaba el cabello de su gemela, haciendo espuma por el shapoo.
-Muy relajante-dijo con voz calmada, como su postura.
Aprovecharon que tenían tiempo libre para lavarse el cabello, Jessica propuso bañarse juntas y Jennifer como normalmente, no objetó. Aquello no ocurría todo el tiempo, pero de vez en cuando compartían la ducha a pesar de ser ya bastante mayores. Jane estaba sentada en un banco y su hermana de pie ocupándose de asearle su cabello oscuro.
-normalmente diría que terminemos pronto, porque si tardamos demasiado Ion podría insinuar algún comentario pervertido sobre lo que hacemos aquí-comentó Jessie divertidamente-pero que se joda esta vez.
-Teddy es un loquillo, no importa si tratas de que no lo sea-le recordó la otra Goldman.
 Jennifer no pudo evitar pensar en si su madre aprobaría que incluso a esa edad, ella y su gemela fueran tan apegadas entre si…. La amargura la invadió, o casi lo hizo, ella al darse cuenta de que dirección tomaban sus pensamientos, borró la pregunta de su cabeza. Si no lo hacía arruinaría el momento y Jessica rápidamente notaria que algo estaba mal. La semidemonia bloqueo todo pensamiento complejo y se dedicó a sentir el agua tibia deslizarse en su piel y las manos de Jessica masajearle el cuero cabelludo con delicadeza.
 Mientras tanto Jessica hacia hasta lo imposible por no mirar la espalda de su hermana en esos momentos. Cada vez que miraba sentía un nudo en la garganta y rápidas imágenes desagradables corrían en su cabeza.
En su espalda había marcas, cicatrices que llevaban años en su lugar. Cicatrices tan contundentes que ni su capacidad de regeneración había bastado para borrarlas…. Tenían la forma de tres zarpazos los cuales comenzaban en el omoplato derecho, luego se abrían como un abanico por casi todo el dorso y en el omoplato opuesto había un número “123”. Ambas mujeres tenían esas marcas, de hecho, quienes las marcaron las tomaron como un solo paquete, ya que hasta la misma jaula y el mismo número les habían asignado, sin importarles demasiado quien era cual.
En circunstancias corrientes las cicatrices no le habrían causado problemas, eran recordatorio de tiempos difíciles, pero Jessica había llegado a aceptarlo, eran parte de ella y su gemela…. Sin embargo, viendo el estado de ánimo que mostraba Jennifer, le recordaba los eventos que convirtieron a ambas en seres tan difíciles. Deseaba que esas marcas solo representaran una limitación para el tipo de ropa que podían vestir sin que alguien pudiera ver las cicatrices y hacer conjeturas. Pero no se puede tener todo lo que se desea.
-listo-dijo ella sonando satisfecha por su trabajo.
-Es tu turno entonces, siéntate-le animó Jennifer sonriéndole de forma cariñosa.

-¿crees que esté bien?-inquirió Ion mirando hacia las escaleras.
-Sí, mientras piense en dinero, no pensara en Mauro o la matriarca-aseguró Nolen encogiéndose de hombros mientras miraba un estado financiero en una tabled.
Ambos hombres y Jessica se encontraban en la mesa de la cocina. Jessica había dejado a su hermana y Titus en la habitación con la mini ladtop de Ion, esperando que se entretuviera viendo estadísticas de la bolsa de valores.
-a la chica le gusta el dinero-observó Ion con una ceja alzada.
-Nos gusta. Si no, ¿por qué crees que compramos este juego?-quiso saber Jessica mientras veía a su novio tirar los dados en la mesa.
-por el mismo motivo que compraron Monopoly y Rise, creo yo-dijo Ion.
Ion movió su avatar hasta la posición y obtuvo una tarjeta correspondiente a la casilla. Acto seguido la leyó:
-aquí dice que me compré una isla-el hombre sonrió. Jessica entrecerró los ojos no complacida.
-Ion, estamos jugando Cashflow, comprarte cosas caras nunca es bueno….
-¿qué? –se mostró confundido. Jessica se reclinó en su silla y suspiro con paciencia, ante la ignorancia de su novio.
-Rellena tu estado financiero y mira como quedan tus cuentas-propuso Nolen.
El novio de Jessica procedió a hacerlo. Nolen entre tanto sacó su teléfono y vio la hora, estaba por anochecer. Lo pensó un poco y luego marcó el contacto de Jean, cruzando mentalmente los dedos, porque finalmente ocurriera un milagro.
No fue así, ella no contestó. Nolen dobló un lado de sus labios, decepcionado, se preguntaba porque esperaba algo distinto aquella vez.
-¡Joder! ¡Maldito juego!-Exclamó Ion golpeando con un puño la mesa, estremeciendo todo lo que había sobre esta. Jessica soltó una carcajada.
-Finalmente lo estás entendiendo-se alegró ella. El flujo de caja de Ion recibió un duro golpe, por culpa de la “compra” que había hecho los gastos aumentaban y carcomían sus ingresos. Esa maldita isla exigía mucho dinero para pagar los prestamos requeridos en su adquisición, lo cual lo alejaba de la “libertad financiera”, objetivo del juego.
Nolen sonrió divertido de ver a su cuñado tan frustrado. Ion era bueno en matemáticas, pero no exactamente en las matemáticas relacionadas a la contaduría. Mientras el semidemonio Armstrong maldecía por lo bajo, Nolen recibió un mensaje. Sorprendido, miro en su teléfono… ¡no lo podía creer!
Era Jean.
Puedes venir” decía.
Una sonrisa descomunal se extendió por el rostro de Nolen. Después de todo, los milagros quizá si existieran….
-Nolen… ¡Nolen!-llamó Jessica, entonces él volvió a la realidad y miró a sus amigos.
-ah, ¿perdón?-masculló intrigado y dejando esfumar su sonrisa.
Su hermana y el novio de esta lo miraron con interés. Nolen normalmente permanecía atento a ellos, incluso si estaba ocupado en otras cosas, que se ensimismara era poco común.
-estábamos hablando de Maur…-quiso decir Ion, pero al ver que la expresión de Jessica se ennegrecía con cada letra nombrada del nombre de aquel humano guardó silencio-…ese hombre-corrigió al final.
Se aclaró la garganta antes de seguir.
-proponía hacerle una visita…-agregó.
-y yo decía que no hace falta-intervino Jessica poniendo los ojos en blanco.
-¿por qué no?-preguntó su hermano adoptivo.
-porque ya me encargué de eso-ella se dio cuenta de la confusión en los rostros de sus oyentes, dejó de reclinarse en su silla y se estableció firmemente en la mesa-Le escribí en las redes sociales, básicamente, dije que si sabía lo que le convenía, vendría mañana a disculparse con Jane.
-no creo que voluntariamente lo haga-anunció Ion.
-pues no será voluntario-espetó ella sombríamente y miro una de las tarjetas del juego, con una expresión tan siniestra que parecía una mafiosa hablando de planes  maquiavélicos-si no aparece, yo iré por él.
-¿cómo lo harás? Ni sabes donde vive-indicó el Armstrong.
-le puede pagar a Trisher-le dejó saber Nolen con naturalidad-así lo hizo Jennifer cuando Tristán le jugó sucio.
-No hace falta, el idiota habló con Jennifer antes del ataque en el parque, le dijo donde vivía… sospecho que tenía planeado llevarla a su casa y…
-Correcto-la cortó Ion apresuradamente-ya entiendo.
Nolen estudió inquisitivamente a su hermana. No le parecían divertidas las cosas que a veces ellas hacían en momentos así, pero tampoco le pareció correcto meterse demasiado… él solo actuaba cuando veía que todo estaba saliéndose de control, antes de eso, si nadie le pedía ayuda, prefería que los demás intentasen resolver sus propios problemas.
-Bien-le hizo saber con voz seria y estoica, por más que deseara también el dolor de Mauro-procura no hacerle daño a menos que haga falta, recuerda que es un pobre humano, su intención no fue herir a Jennifer, estoy casi seguro. Aunque eso no lo justifique a tus ojos.
Jessica frunció el ceño y cruzó los brazos sobre la mesa. Ion miró a su novia muy preocupado.
-no me importa si es humano o una cucaracha alienígena. Nadie lastima a mi hermana….
Nolen suspiró pesadamente. Una Jessica enojada no era algo que viera todos los días y por buenos motivos, tampoco era algo que quisiese ver alguna vez.
-solo… no nos pongas en peligro.

Cerca de la hora de cenar, Nolen aguardó en la entrada de la casa Wholferd. Estaba nervioso, luego de los gritos y el comportamiento de Jean, sentía incertidumbre sobre lo que podría esperarle al verla.
Tenía las manos en los bolsillos y miraba sus zapatos como si fueran cosa interesante. Entonces la puerta se abrió. Cuando miró se encontró dos siluetas femeninas.
-¡Al fin! ¡Me preguntaba cuando llegarías!-exclamó Trixi aliviada al verlo.
-Pensé en la posibilidad de que tu hermana, la lunática, te hubiera secuestrado-admitió Angélica, quien se hallaba detrás de la pelirroja.
Nolen alzó una ceja, casi divertido, pero algo muy dentro de él procesó aquella declaración como una posibilidad muy real y perturbadora.
-No digas eso. Después de ver las fotos en Demonlordes esa idea me provoca un escalofrió en las piernas-comentó. Ellas se rieron y lo invitaron a pasar.
-Espero que no te moleste que le dijera la verdad sobre Anastasia a Angélica-dijo Trixi mientras ingresaban a la casa.
Nolen se encogió de hombros dejando una mano en su bolsillo y empleando la otra para peinar su alborotado cabello.
-en absoluto, Angélica puede ser un poco traicionera…
-¡oye!-se quejó ella con las cejas casi unidas.
-…pero sé que no saldría a divulgar secretos tan importantes.
Se detuvieron junto a las escaleras, cuando Trixi miró de soslayo a ambos semidemonios, sintiendo la intriga corroerle por dentro. Angélica claramente tenía más relación con los Goldman de lo que parecía. La pelirroja no lograba discernir si eso era bueno o malo.
-Sígueme, te llevare con Jean-pidió ella procediendo a subir las escaleras. Nolen automáticamente fue detrás.
Mientras subía oyó a Angélica decir:
-¡No se te ocurra bajar sin sacarla de su madriguera!
Nolen profirió una pequeña sonrisa.

Cuando estuvo frente a la puerta de la oficina, se sintió cohibido. No ayudaba el hecho de que Trixi lo hubiera abandonado tan pronto llego al umbral. Aunque Jean fuera quien le pidió ir a la residencia Wholferd, Nolen en su cabeza barajaba la desagradable posibilidad de que todo resultara igual o hasta peor que sus últimos encuentros.
Él se tragó la duda y empujó la adecentada puerta.
Nolen se adentró dudosamente en el caótico estudio, había tanto desorden que de no tener cuidado podría pisar algún libro o papel en el suelo. Aparentemente Jean intentó mejorar la apariencia del lugar, pero aún le faltaba mucho por organizar. Jean no se mostró afectada por la llegada del semidemonio, pero en el fondo sabía que era la hora de la conversación, las explicaciones y la sinceridad.
El hombre pronto estuvo lo bastante cerca para observar lo que la pelirroja hacia: escribía en un ornamentado libro negro, su encuadernado era duro, con detalles dorados y aspecto añejo, igual que algunos de los libros desperdigados o apilados en torres que rodeaban a Jean. Nolen miró un trio de títulos colocados junto a la joven escritora a modo de referencias: El mío Cid, La Ilíada y Beowolf.
Bajo la interesada mirada de Nolen ella escribió:
En la primavera reinaba el verdor, el amor y la unidad. En verano el mundo comenzó a cambiar hasta tornarse espinoso. En otoño todo rodó cuesta abajo…. En invierno el frio le penetró hasta los huesos, le carcomió la carne y le heló el espíritu. La esperanza apenas sobrevivió y puede que este año no regrese la primavera…
Él no osó hablar, todo era extrañamente tranquilo y no pensaba arruinar la frágil paz que imperaba. Resultó ser Jean quien optó por acabar con aquello, se puso de pie silenciosamente, sin mirar al semidemonio y caminó lejos del escritorio modular, quedando a algunos pasos del mismo, dando la espalda a Nolen.
El hombre pudo darse cuenta que la postura que la cazadora tenia era sumamente rígida, sus hombros eran más rectos de lo normal y el modo en que metía sus manos en los bolsillos de su pantalón, apretándolos entre sus dedos, denotaban estrés, incluso ansiedad. Ella exhaló pesadamente, bajando la cabeza y dejó que sus rojos cabellos le cubrieran el rostro.
Nolen se mordió el labio inferior, quería ir y tocarle su hermoso cabello ondulado…. Pero era Jean quien tenía delante, sabía que tal aproximación podría no gustarle. Aun así, debía moverse, romper esa coraza invisible que tenía la pseudodemonia era un trabajo pesado, tendría que comenzar pronto. Viéndola como estaba, hacía que Nolen se consumiera por dentro, deseaba tranquilizarla de algún modo, hacerla sentir a salvo, a salvo de Anastasia o quien quiera que fuera la causa de su ansiedad. Ignorando toda lógica, la cual le decía que mantuviera la distancia, Nolen siguió sus impulsos.
Se movió en dirección a Jean, caminó a su alrededor y se posicionó frente a ella. No lo miraba, pero tampoco mostraba rechazo.
Contuvo el aliento sin querer y acercó una mano al rostro de la chica, percibió mucha calidez  cuando sus dedos tocaron una de sus mejillas, oculta bajo sus mechones rojos. Reaccionó naturalmente, pero no como la lógica le decía a Nolen que lo haría.
Jean se tensó por un par de segundos, pero sorprendentemente terminó por relajarse y permitió que la tocara.
Nolen la acarició con ternura, de modo tranquilizador, igual que en ocasiones hizo con sus hermanas cuando lo requirieron. Él por momentos creyó que lo que ocurría era inaudito, Jean no solo lo dejó acariciarla, sino que reclinó el rostro contra su mano, buscando el tacto que Nolen le proporcionaba.
Así estuvieron por unos largos minutos. Hasta que la mujer tomo la mano que le acariciaba y la apartó, para acto seguido, levantar la mirada y afrontar a la de Nolen. El rostro de la pelirroja era serio, pero no era indiferente al afecto que le mostraban, había un claro sonrojo en su cara.
-Te llamé… porque lamento lo que pasó-dijo firme, como sus determinados ojos amarillos. Nolen parpadeó varias veces sorprendido-fui débil y eso no tiene escusa.
-No me importa que me hayas tratado a gritos o me hayas amenazado de muerte-respondió Nolen con voz profunda-solo quiero que seas sincera conmigo, por una jodida vez.