2-Vida
familiar
J
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ean Wholferd aceleró
el paso, había dejado la casa para encargarse del exterminio de unos demonios
idiotas en el hogar de un sujeto cuyo nombre había olvidado, no le hacía falta
recordarlo, lo único que necesitaba recordar era como contar los billetes que
aquel trabajo representaba. Pero tras
acabar decidió divertirse un poco más en la discoteca “Rosa nocturna” solo que
no contaba con encontrar a una bestia como Jennifer Goldman en su camino. De
momento solo podía esperar llegar y
desear no causar mucho revuelo en Félix por su desaparición y la de la
camioneta.
-sabes que le dará
un ataque-escucho la voz de su demonio adjunto a través de su alma cristalina.
-ni que eso
importase Adon-respondió viendo el camino oscuro, a esas horas ya nadie surcaba
la calle.
-de todas maneras es
molesto-insistió.
-no habrá que
soportarlo mucho más, una vez que consiga su maldito dinero podrá mudarse de
una vez por todas.
-eso es algo
desagradecido Jean-regaño. Ella solo pudo reírse por la voz levemente irritada
del demonio.
-no quiero un
sermón, más bien él es el que debería agradecer, le dimos hogar por todos estos
años-expreso y cruzo en la esquina-¿crees que a alguien más le hubiera
interesado el destino penoso de Félix Wholferd?
-a mí sí.
-ni siquiera estabas
ahí, joder.
Jean recordaba que
para poder ponerle las manos a la herencia de sus padres, necesitaba que un
adulto la supervisara a ella y a su joven hermana. En aquel momento Félix era
ideal, no tendría una opción mejor, no luego de su transgresión contra los
pseudodemonios y especialmente contra la familia Wholferd. Realmente esa fue la
única razón por la que Jean lo dejó quedar en su casa, ello, un poco de lastima
y algo más….
Los detalles habían
sido algo confusos pero por lo que sabía, Félix había sido un idiota, estaba
enamorado de una demonia y esta lo cegó al punto de ayudarla a abrir un portal
a la dimensión demoniaca (para quien sabe qué), una horda de bestias salió y
causaron caos por toda la zona. Los demonios y pseudodemonios repelieron el
ataque, pero había sido demasiada masacre de todas maneras. Félix fue juzgado
por traición, pero consiguió la clemencia milagrosamente por razones que Jean
ignoraba, de ahí en adelante la deshora cayó sobre su nombre y ningún alma
bondadosa estaba dispuesta ayudarle.
Claro, a acepción de
ella.
-pero me cae bien.
-a ti te cae bien
todo el mundo-le espeto Jean-hasta un podrida y arrastrada rata inmunda te
despertaría simpatía.
Cuando llego aparcó
el vehículo en el garaje, su casa se veía como las demás de la zona, de madera,
dos pisos, jardines decorativos y un farol justo en frente. Jean se precipitó a
la puerta, la abrió audaz y entró a la casa sombría, las paredes a pesar de ser
blancas no escapaban de la oscuridad, vio la luz de la cocina y se apresuró por
el pasillo hasta la escalera en la sala. Subió a largas zancadas hasta llegar
al otro piso, de ahí caminó a hurtadillas, en el momento que alcanzo su
habitación la abrió con cuidado.
Y estuvo a punto de
proferir un chillido, había una figura parada de brazos cruzados junto a la
ventana, entonces la reconoció. Jean cerró la puerta y encendió la luz.
Trixi Wholferd.
-¿es algo tarde
sabes?-dijo ella con voz neutra.
Jean no hizo gran
caso a su hermana, fastidiada se movió hacia su armario y busco la pijama.
-seguramente-respondió
tirando una bata color crema en la cama al empezar a desvestirse.
-las cuatro de la
mañana-precisó Trixi-no ha sido divertido esperarte.
-no todo en la vida lo es.
Trixi arrugo la
nariz, Jean divertida reparo en que se parecía a ella: ojos amarillos aunque
más grandes, contextura veloz, piel pálida y cabello rojo, pero el suyo era
corto hasta los hombros, mas liso y peinado de lado.
-maldición Jean, me
asustaste, sabes que las cosas no están muy bien por aquí últimamente-reprendió.
-tiene razón-dijo
Adon.
-cállate-lo silenció
Jean terminando de vestirse, miro a su hermana-bien, lo siento, sucedieron
cosas imprevistas hoy…
-pasan muy a menudo
en realidad-contradijo Trixi dejando de cruzar los brazos-asumo que sabrás que
mañana tienes una riña pendiente con Félix.
-estoy segura, se
manejarlo-declaro y se tiró en la cama, un dolor le recorrió la espina dorsal,
maldijo al demonio que la había golpeado esa noche-Félix es un inconveniente
menor, Trixi.
-¿al menos hiciste
lo que debías?-reclamo acercándose a la cama.
-aquí está-dijo Jean
y se sacó un fajo de billetes que le arrojo a su hermanita, Trixi sin esfuerzo
losa atajo y examino-cumplo con mi obligación, no veo razón para estas
reprimendas estúpidas.
-¿esperas que te
alague y traiga fuegos artificiales cada vez que regreses a las cuatro de la
mañana?
-simplemente espero
que no me jodas-negó Jean pacientemente.
La menor de las
Wholferd suspiro largamente, se inclinó sobre Jean sostenida con los brazos y
la beso en la mejilla, luego la miro a los ojos. Jean casi se sintió mal de
preocuparla tanto.
-solo quiero que
tengas cuidado, no quedamos muchos aquí-expreso ahora calmada, de hecho sonaba
dulce-buenas noches.
-buenas noches-mascullo
Jean y le regreso el beso en la mejilla. A continuación Trixi se levantó y
salió de la habitación.
Si… “no quedamos
muchos aquí” Jean habría querido agregar “gracias a Félix”
Jessica Goldman
abrió los ojos siendo segada por la luz matutina, se cubrió la cara molesta
consigo misma por no haber visto la inevitable resaca venir mientras estaba
borracha. La cabeza le daba vueltas como una lavadora y tenía recuerdos algo
vagos sobre cómo había llegado a la cama.
Enfoco finalmente
los ojos y logro ver a Jennifer aun dormida en la otra cama, su habitación era
pequeña color blanco, con dos armarios y dos camas. Jessica se puso de pie en
la alfombra cuidando sus reflejos para no caer, ante ella, además, estaba Ion
dormido plácidamente en una colchoneta, revolviéndose de un lado al otro. Jessica
se asomó por la ventana abierta con cortinas ondeantes y vio la cerca de
ladrillo que finalizaba el patio de la casa, desde el segundo piso se divisaba
el callejón que dividía las paredes traseras de las viviendas y las copas de
los arboles verde vibrante que se erguían en algunos patios.
Al acostumbrarse a
la luz se paró junto a su gemela y la sacudió por un hombro.
-Jennifer,
reacciona-exigió, la mujer entre abrió los ojos y estos enfocaron a Jessica con
enorme dificultad.
-que maldito día
es….-quiso saber ella sentándose mientras sostenía su cabeza.
-sábado….
Creo-respondió.
-¿qué diablos hice
Jessie? Siento que un auto me paso por encima-declaro levantándose con ayuda de
su hermana.
Jessica tomo el
reloj y aliviada noto que eran las once de la mañana, no era tan tarde como
temía.
-seguramente
dormiste doblada o peleaste con alguien-le respondió a su hermana poniendo el
reloj de nuevo en el suelo.
-bueno, despierta a
Teddy, tengo un hambre atroz-dijo Jennifer haciendo ejercicio con el cuello.
-claro, ve por el
desayuno-sugirió estirando los brazos.
Jennifer salió
enseguida y Jessica se inclinó sobre su novio, lo contemplo primero, lucia
adorable al dormir tan profundo, ella pensó que sin duda Jane tenía sus razones
para apodarlo “Teddy” por ser un nombre común en ositos de peluche, aunque a
Ion le resultaba un apodo humillante.
-¡Ion!
Despierta-pidió dándole palmadas en el rostro, el hombre despertó de golpe y
asustado retrocedió golpeándose la cabeza con la cama.
Jessica no pudo
evitar reír, Ion maldijo y se masajeo la cabeza con una expresión deformada por
el dolor.
-¡Jessie! ¡Perra!-su
gemido se ahogó.
-sabes que en mi
caso es literal-le recordó ella y le dio una caricia donde se había golpeado,
esto lo calmó y milagrosamente casi borró su enojo-vamos a desayunar.
Jessica lo beso
levemente y se puso de pie.
Jennifer al darse
cuenta de que tanto ella como Jessica no habían amanecido con la misma ropa, se
enrojeció violentamente, sabía que alguno de los chicos las había cambiado,
esperaba que fuera Nolen… la idea de Teddy mirándola desnuda estando ebria
resultaba incomoda, agradeció estar sola en el pasillo para que nadie pudiera
ver su sonrojo. Titus subió las escaleras corriendo y se revolcó en sus
piernas, ella sonriendo lo correspondió con los pies, acariciando su cabeza,
antes de continuar el camino.
Titus era un gato
“aparentemente”, en realidad era un ser demoniaco, su especie no tenía un nombre
formal, algunas creaturas demoniacas de nacimiento “aleatorio”, nunca lo
tenían. Solo sabían que al transformarse parecía una gran bestia bípeda, que se
podría describir como un felino hombre araña.
La gemelas Goldman
lo habían salvado de una horrenda muerte aplastado por un camión cuando era
bebe, Jessica corrió cuando lo vio tirado en la carretera, lo protegió
recibiendo ella el choque con valentía admirable. El conductor bajo aterrado
pensando que encontraría un cadáver, pero lo único que vio fue a Jessica algo
desorientada y con una herida en la cabeza. El sujeto estaba boquiabierto y
aterrado cuando ella se levantó como si nada hubiera pasado y miro al gatito
negro en sus manos.
Jennifer se había
preparado para hacer pedazos al conductor, alguien que hubiera presenciado tal
cosa no podía seguir viviendo, no después de ver los dotes demoniacos de
Jessica. Los ojos del hombre se habían encontrado con los de Jane, ella espero
que el tipo gritara para atacar, pero en vez de eso, el tipo miro conmovido a
Jessica abrazando al gatito entre los brazos y luego volvió al vehículo.
Jennifer al ver los
ojos de aquel hombre, supo con certeza que él no hablaría. Solo por eso, lo
dejo vivir.
Jennifer se apresuró
a servir el desayuno y sentarse a saciar el hambre que la hostigaba desde la
madrugada. Poco después los demás bajaron también, cuando todos estaban en la
mesa Jessica dijo:
-¿qué demonios
hicimos anoche? Porque me siento extraña.
Ion hizo una mueca probando
el cereal, Nolen se rio entre dientes, eso a Jennifer le sonaba a que las cosas
no habían sido buenas.
-Jane bailo desnuda
y luego tuvo sexo con Tristán Graham-expuso Ion tomando algo de jugo.
Los ojos de las
chicas se salieron de sus orbitas, en especial Jennifer cuya cara
repentinamente pareció enferma, y no solo por la resaca….
-¡no! ¡Tristán Graham
no!-exclamo con voz aguda y cara pálida como la muerte.
Ion exploto en risa,
tornándose rojo debido a esta, Nolen apretó los labios para no unirse, Jessica
dejo caer los hombros mirándolo con desaprobación. En tanto Jennifer tenía
semblante de potencial asesina.
-era broma, esos
tipos ni siquiera fueron-expuso Ion.
-eso fue bastante
cruel-le recordó Jessie.
-bastardo Teddy,
juega otra de esas y me asegurare que no puedas volver a acostarte con Jessica.
-agradézcanle a “esa
chica” que sus resacas hubiera sido peores de no ser por ella, ¿y quién sabe
que hubieran hecho?-las calmo Nolen. Pero solo logro que Jennifer le dedicara
un gruñido.
Jean despertó cerca
del mediodía, estaba agotada aun, pero tenía la gratificación de haber
terminado el trabajo, todas sus necesidades dependían de ello. Se vistió
tomándose su tiempo, peino su cabello rojo y bajo usando pantalones de tela y
una camisa manga corta, llego a la cocina donde Trixi cocinaba tortitas y Félix
leía el periódico en la mesa de vidrio.
Jean no lo miro y se
sentó en la mesa, poso la cabeza en el hueco de su mano y miro hacia la ventana
sobre el lavaplatos. Trixi sirvió la comida algo incomoda por como miraba a
Félix. Jean comió como si nada hubiera pasado y luego cuando termino de comer y
lavar su plato, estaba a punto de marcharse, pero Félix la detuvo.
-¿a dónde crees que
vas Jean?-pregunto, ella ya le había dado la espalda, no se molestó en voltear.
Félix era un hombre
al que ya se le pasaban los años, debía tener cincuenta o más, el cabello lo
tenía casi totalmente canoso aunque una vez fue rojizo, similar al de Jean y
Trixi. El hombre mayor tenía ojos color avellana y piel morena para los estándares,
era una cosa rara en los Wholferd. Las arrugas comenzaban a vérsele marcadas
como pequeños surcos, dándole a su ceño aspecto fruncido casi siempre.
-¿a llamar a
Angélica?-respondió ella.
-¿sabes dónde estuvo
mi auto ayer en la noche?-pregunto.
-dando una vuelta.
-¿¿Jean Wholferd
piensas matarme?? ¡Volviste casi al amanecer! Desapareciste mi auto y ya
temíamos que….-su voz subió de tono.
-deja la ridiculez,
sabes que siempre vuelvo así sea al amanecer-reclamo Jean volviéndose-en mi
trabajo hasta hoy no me han enviado demonio que no pueda manejar.
-no seas tan
egocéntrica.
-no es mi culpa que
tú seas una vergüenza para los Wholferd.
Félix atónito quedo
mudo. Trixi trago nerviosa.
-eso fue un golpe
bajo.
-siempre golpeo
bajo-le recordó Jean-Félix, siempre he odiado a los que se venden a sí mismos….
No me importa lo que digas, no veo la hora en la que te paguen, tomes tus
cacharos y dejes mi casa.
-¡Jean! ¿Qué carajo
te pasa?-intervino Trixi consternada, la cara de Félix se hundía en el dolor, Jean
casi se sintió como si tuviera hielo en las venas, pues no le importaba en lo
absoluto lo que sintiera el viejo.
-digo la verdad, si
ya terminaste de reprenderme, iré a llamar a Angélica-dijo ella y salió seguida
de su hermana.
-a veces me pregunto
porque soy tu demonio adjunto-oyó murmurar a Adon en su alma cristalina, Jean
entorno los ojos cerrando su mano sobre el colgante donde estaba el dije, que
poseía al demonio en su interior.
-yo también me lo
pregunto a veces-mascullo.
-¡¿en qué
piensas?!-exclamo Trixi airadamente cruzándose en el camino de Jean. No
respondió-¡gracias a Félix nosotras estamos aquí! ¡Es como nuestro padre!
-tú no conociste a
nuestro padre-espeto Jean frunciendo el entrecejo-¡pues olvidaste el detalle
que gracias a nosotras él tiene donde vivir! No voy a perder mi tiempo
sintiendo lastima por alguien tan deshonroso que fue rechazado por su familia.
-Jean….
-a un lado-pidió y
siguió su camino, rodeando del paso a su hermana.
Volvió a su
habitación y se sentó en la cama, saco el celular y marco a Angélica. El sonido
del repique la molestaba así que lo puso en altavoz y se dedicó a observar el
celular sonando.
-¿Jean?
-¿Angélica, tienes
algo que hacer?
-¿además de jugar
videojuegos? No.
-entonces ven a mi
casa, estoy aburrida.
-pasare por ahí,
espera.
Jean bajo
rápidamente las escaleras para esperar a su amiga, pero repentinamente vio a
una figura inesperada y un tanto indeseada, al menos para ella.
Úrsula Valentine.
-¿por dónde
entrantes?-pregunto Jean a la defensiva, la mujer le bloqueaba el final de las
escaleras.
-¿te suenan las
ventanas? Escabullirme en tu casa resulta atrayentemente fácil cuando Trixi me
deja las puertas abiertas-dijo ella sonriendo de modo tan encantador, que a Jean
la hizo sentirse enferma.
Úrsula era de su
altura y delgada, cabello negro liso con mechas rojas, sus ojos relucían color
jade y su piel parecía mármol. Usaba un vestido negro con una falda corta
acompañadas de botas. Esa creatura que aparentemente era bella, resultaba que
para Jean era uno de los seres más molestos sobre la faz del planeta, y para su
desgracia…. También era la novia de Trixi.
-debo recordarle a
Trixi que otra cosa que no seas tú podría entrar, es más, Félix podría verte y
sufrir un infarto-recrimino ella.
-¿quién dice que me
verá?-contradijo ella con un gesto de la mano, indicando indiferencia-por si
fuera poco, si muriera quizás fuera un favor para ti.
-solo lo quiero
fuera de aquí, no muerto, súcubo-espeto ella irritada, Úrsula viro los ojos-¿y
repíteme porque te dejo entrar a mi casa?
Úrsula se rio entre
dientes y dio unos pasos en dirección a Jean, ella percibió un horrendo
escalofrió recorrerle la espalda cuando Úrsula le acarició la mejilla, eso le
recordaba porque no gustaba de estar cerca, las súcubos no son los seres más
sexualmente reprimidos. Jean no se movió, pero su mirada amenazaba a Úrsula.
-porque Trixi me
adora ¿recuerdas? no puedes echarme sin que te odie-le recordó con voz bella-yo
la amo y aunque quisieras impedirme entrar, créeme que encontraría la forma e
incluso-los ojos de Úrsula de pronto se tornaron rojos y sus pupilas humanas se
volvieron delgadas como las de un lagarto-te mataría si te interpusieras….
-seguro-dijo Jean
mordaz y apartando la mano de la chica con una suya-si lo intentaras…
-Jean-la reprendió
Adon. Le dijo que se callara mentalmente.
-¡Úrsula!-oyó
exclamar a Trixi, al salir del pasillo y ver a la mujer.
La hermana de Jean
corrió y en un segundo envolvió en sus brazos a Úrsula, ella la correspondió
con una ternura que hacía que Jean se reprendiera por apenas tolerar la
relación. Siempre se notaba muy feliz a Trixi en estos encuentros, cosa que le
recordaba a Jean no arruinar el momento.
-Trixi, que bueno
verte, pensaba venir ayer… pero estaba algo ocupada-aseguro Úrsula.
-no importa, estaba
esperando-celebro Trixi, se separó y Jean se forzó a cubrirse entonces-¿que
estaban hablado?
Le causaba estrés
ver cuando se besaran, solo duro un momento, así que pudo calmarse. Úrsula
mantenía la nariz en el cabello de la chica mientras que una de sus manos
acariciaba uno de sus brazos delgados.
-nada importante,
solo cosas de cómo les va aquí-aseguro Úrsula mirando a Jean-¿verdad?
Jean recordó los
ojos de súcubo que le había mostrado en amenaza, entonces les dedico una sonrisa
medio fingida a las dos.
-sí, eso
mismo-aceptó-nos veremos después.
-oh por….. ¡No sé
cómo lo soportas Jean! Esa demonia me pone enferma-le dijo Angélica.
Tras comprar un
helado se habían sentado en unas bancas de un parque cercano, comían helado y
disfrutaban de la vista a la sombra de los árboles.
-ella pone enferma a
mucha gente cuando putea e invade el espacio personal como una perfecta golfa-le
recordó Jean y lamió la barquilla-aunque no es tan mala, no se la puede culpar,
¿qué más esperarías de un súcubo?
-¿que se comportara
mejor? Si es bisexual al menos debería intentar no asustarnos-espeto
Angélica-además, no necesariamente tendría que joder todo el tiempo, Kent es un
incubo y no es tan necio.
-pero Kent es tu
gigoló personal.
-no es lo mismo.
Angélica era una
semidemonia que Jean había conocido al mudarse a la casa de sus padres, era la
única creatura demoniaca a la que podía llamar su amiga. Era algo más baja, con
cabello largo rubio y cortado casi a la cadera, ojos marrón claro y piel medio bronceada,
siempre vestía jeans ajustados y sudaderas, esta vez la llevaba abierta con una
camisa negra y un gorro de igual color.
-no puedo creer que
le pagues-le hizo saber Jean.
-los íncubos no son
lo mismo que los hombres ordinarios, además, es mejor tener un “amigo con
derechos” que a una basura que no sirve para nada, como muchos chicos son por
aquí-mascullo mordiendo la barquilla.
-por como lo dices,
no debería sorprendernos el que Trixi sea lesbiana.
Jessica contaba con
una lista en la mano, Jennifer aburridamente colocaba los CD que estaban en una
caja de cartón en el mostrador, todo debía estar impecable, por más que les
gustara pasar su tiempo divirtiéndose en la calle, no podían evadir sus
responsabilidades. Sin comida no hay vida y sin vida no hay fiesta, de modo que
trabajar era más obligatorio que opcional. Desde que se habían mudado las cosas
les iban bien, el dinero que trajeron les permitió abrir rápidamente una tienda
de música en el primer piso de su casa, afortunadamente consiguieron establecerse
en una buena zona comercial, siempre habían personas yendo de un lado al otro
por la acera del frente, al menos hasta las ocho de la noche cuando
repentinamente toda alma desaparecía sin dejar rastro.
-¿dónde se fue
Nolen?-pregunto Jessica haciendo inventario de todo lo que Jennifer colocaba en
venta.
-asumo que está
comprando algo necesario, hace falta un bombillo en el sótano-dijo su hermana
escribiendo en su lista.
-¿segura que no
quieres que Teddy se quede?-alego Jennifer tomando la caja y dirigiéndose a la
puerta junto a la caja registradora, que conducía fuera de la tienda y las
llevaba a la casa. Jessica la siguió.
-sabes que tiene su
propia casa, además que estando aquí no me concentraría en trabajar.
-que cachonda eres.
-lo tomare como un
alago-señalo sonriéndole con malicia, Jane se rio bajo tirando la caja en el
rincón de las cajas vacías.
-al menos tienes un
novio y no un centenar de amantes, odiaría que la tienda estuviera infestada de
ellos.
-soy cachonda no
puta Jane-dijo dirigiéndose a la cocina de bellas paredes blancas y se sentó en
la mesa marrón barniz.
-olvide que esa soy
yo-bromeo Jennifer sacando de la despensa galletas de chocolate, antes de
sentarse con su gemela y ofrecerle.
-¿tu? Tú eres más
pura que las paredes de un sanatorio metal en comparación que “esa chica”-replico
Jessica tomando galletas y llevándoselas a la boca.
Jennifer sintió que
le pisaban los intestinos al oír aquello, Jessica sonrió casi disculpándose al
ver su cara.
-siento si te
arruiné la comida-agrego encogiéndose de hombros.
-¿aún me pregunto
por qué no puedo conseguir a una persona algo así como Teddy? Odio las miradas
lascivas de los demonios como Graham o los putos vendedores de verduras en las
esquinas-se quejó comiendo nuevamente.
-¿te fijas en los
vendedores de verduras?-farfullo atónita.
-no, pero desde el
día que lo hice por casualidad, odio ir a comprar las malditas verduras-dijo
agriamente-pero el punto es que, no encuentro un ser viviente que me parezca
deseable.
-físicamente sí,
pero de tu tipo….
-que me guste
realmente no y además mis opciones son limitadas….
Jennifer se sintió
arrinconada al recordar que los demonios solo podían procrear con los de su
propia especie, especies muy próximas a ellos o humanos…. No había muchos de la
especie de Jennifer rondando las calles y los humanos nunca le parecieron una
opción.
Ella nunca se volvió
a sentir humana desde que su vida dio un giro radical años atrás, y nunca
podría volver a hacerlo porque no lo era y nunca lo fue, se sentía al principio
una aberración, algo maldito, pero al pasar el tiempo esa sensación decayó lentamente.
Desear ser lo que no
era no la ayudaría, en sus primeros años fue criada como una niña ordinaria,
pero no importa cuánto trataron de suprimir su naturaleza, fue imposible y eso
solo trajo problemas cuando sus dotes demoniacos comenzaron a aparecer por sí
mismos. Fue como amarrar las alas de una mariposa mientras esta intentase salir
del capullo. La tristeza de resultar ser un ser demoniaco era terrible, pero con
el tiempo, vio que no era tan malo, que no necesitaba ser un humano para ser
feliz.
Eligio pensar en lo
que resulto positivo de todo aquello, si los humanos hubieran seguido
insistiendo en educarla como uno de ellos, los efectos podrían haber sido catastróficos.
Los humanos eran felices siendo humanos y los demonios siendo demonios, así que
pronto, decidió ser un semidemonio, e intentar amarse así como era, por difícil
que resultase.