3-Calle
fría
A
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ngélica era el tipo
de persona que nunca podía estar demasiado quieta, así que por algunos días en
la semana estaba ocupada trabajando en puestos de venta callejera, Jean muchas
veces pasaba por ellos y comía con ella, la compañía de Angélica hacia que las
cosas se vieran mucho más amenas siempre, sin importar lo horribles que sean en
verdad. Jean recordaba cuando la conoció, recibiendo un gran susto, pero uno
que sería motivo de risa en el futuro, dormía con las ventanas abiertas, solo
era su primera semana de estancia luego de mudarse.
No estaba acostumbrada
a dormir lejos de Trixi, sin embargo las runas que estaban colocadas en los
marcos de las ventanas permitían repeler a los demonios con intenciones
nocivas, para Jean ellos nunca fueron otra cosa que los principales motivos de
sus pesadillas, jamás se preguntó cómo sería tratar con uno en buenos términos
ni tampoco le interesaba en ese entonces.
Se acurrucaba
tranquilamente, un ventarrón entro por la ventana hondeando las cortinas, Jean
sintió un escalofrío, pero no se movió. Algo helado le toco la mejilla y
aquello, esta vez si la hizo saltar y casi estrellarse contra la pared, al
darse la vuelta, encontró algo que jamás hubiera imaginado.
Un demonio.
El cuello de una
especie de caballo entraba por la ventana y su cabeza le había olfateado el
rostro. Jean jadeo asombrada, sus ojos eran color avellana-dorado, la piel se
diferenciaba de la de los caballos, la de esta creatura estaba cubierta por
escamas color plateado, entre sus ojos un cuerno similar a una rama crecía y
destilaba un tono azul claro, le recordaba al color de los rayos. El demonio se
sacudió y se quitó la cril rubia que le impedía ver bien.
Jean mascullo kirin. Su corazón aun latía a una
velocidad frenética, pero cuando menos ese demonio no le resultaba poco
agradable a la vista, aun pensaba en cómo se había metido a pesar de las
protecciones, iba a preguntárselo pero el kirin saco la cabeza y desapareció. Jean
salto de la cama y se asomó por la ventana. El kirin resplandeciente bajo la
luna aterrizo en su patio y la miro, tenía patas de dos pesuñas y una cola
larga tan rubia como su cril.
-¿qué carajo…?
El kirin la miro y
entonces como una masa de luz poco brillante volvió a su forma humana. Una
adolescente delgada, unos doce años edad muy próxima a Jean. La joven vestía de
pijama y ondeaba una exagerada cantidad de cabello amarillo. Los ojos de Jean
se abrieron de par en par, la chica se volteó a verla con ademan curioso.
-¿cómo
entraste?-pregunto Jean confusa.
-las runas que
colocaron en el marco solo repelen a los demonios con intenciones
agresivas-respondió ella naturalmente quitándose el cabello del rostro, Jean
alzo las cejas.
-¿así que, qué
querías aquí?-pregunto.
-¿joder el sueño de
alguien más?
-créeme, nunca
podrás joder mi sueño, nada puede ser peor que lo que ya he visto-alego Jean
recostada al marco, Angélica parecía sorprendida.
-¿con quién carajo
has soñado? ¿Con Agramon aplastándote la garganta?-inquirió, Jean se rio entre
dientes.
-Agramon es una
pendejada en comparación ¿Nadie notará que no estás en la cama?
La rubia entorno los
ojos divertidos.
-nadie se da cuenta
nunca-Jean bostezó.
-mejor vete, no
quiero que nadie vea a un kirin volando por mi patio.
-la gente de aquí está
acostumbrada-se encogió de hombros y sonrió ampliamente-creen que soy una
aparición celestial.
-pobres ilusos.
La tipa se dio
vuelta y camino para alejarse, pero Jean la interrumpió precipitada.
-¡hey! ¡Kirin!-llamo,
la rubia volteo-¿cómo te llamas?
La chica le sonrió
más.
-Angélica
Maita-respondió y su mirada se volvió malévola-¡y te aterrare todas las noches Jean
Wholferd!
En un segundo la
demonia estaba en su forma de kirin y volaba perdiéndose en la negrura y aun
así resaltando, Jean se rio de su forma de amenazar, no se había dado cuenta
hasta más tarde de lo bien que le caería esa chica.
-¿por qué tengo que
ayudarte?-espeto Jean a Adirael.
El hombre se cruzó
de brazos contra su silla muy irritado.
-¿no eres una pseudodemonia?
Para eso existes.
-¿quién dice que
tengo que estar obligada?-señalo ella dejando de estar apoyada a la pared.
-¡yo Adirael! El
poderoso hijo de….
-no necesito que me
restriegues tu título-interrumpió Jean alzando una mano y negando-además, por
más largo que sea tu puto nombre, ahora eres solo un remedo de ángel demoniaco.
Los ojos de Adirael
se volvieron terribles.
-nunca subestimes a
un ángel demoniaco, aun cuando está desplumado-amenazo.
Adirael era un sujeto
alto y broceado, con ojos amarillos como el oro y cabello rojo, sus facciones
sin duda eran demasiado agresivas para parecer un ángel, al menos eso pensó Jean,
no podía imaginarlo en una de esas pinturas de artistas medievales. Pero en el
fondo deseo poder hacerlo solo por el detalle de que siempre se los dibujaba
total o parcialmente desnudos. El tipo gruño y Jean vio como sus ojos pasaban a
volverse amarillos en su totalidad y sus dientes como clavos aparecían.
-ok, pero ya que
eres tan inmensamente poderoso señor ángel, ¿por qué no simplemente te haces
crecer otras alas?
-lo haría, ¡pero
esos malditos demonios!-se veía deseoso de venganza-uno de ellos parece que
busco el veneno de algún señor abismal o algo así, porque desde que me
mordieron, mira.
Adirael se mordió en
el brazo con sus dientes punzantes, Jean sintió un cosquilleo en las piernas al
verlo, pero no parecía afectada. La sangre del chico se derramo y para asombro
de la pseudodemonia, en vez de roja, era verde pasto.
-bueno, más que
ángel, ahora pareces un árbol-Adirael la mato con la mirada.
-desde entonces no he
podido transformarme ni usar mis poderes, nada, y sin mis poderes no puedo
asesinar más demonios para usar sus almas en hacerme unas alas nuevas.
Jean alzo las cejas,
en una zona oscura y oculta de la ciudad, no había un alma, a parte de los
sujetos que estaban chismoseando en torno a una fogata junto a la entrada de un
edificio penumbroso y abandonado.
-bien, te ayudare,
¿pero que me darás a cambio?-acepto con voz baja.
Adirael lo pensó.
-no estoy muy bien
económicamente ahora-admitió algo enojado-pero puedo invitarte a una
hamburguesa cada sábado.
Jean considero, no
era dinero, pero una hamburguesa era una hamburguesa.
-con refresco
incluido y es un trato.
Adirael extendió la
mano y Jean la tomo sin dudarlo. El hombre olía a perfume de pino, eso le gusto
a Jean lo suficiente como para estrechar su mano de buena gana.
-¿qué debemos
hacer?-agrego la mujer.
-el bastardo que me
hizo esto, se dónde está y tiene a uno de mis amigos-expreso sombríamente
soltando a Jean-y él tiene mi medicina, solo hay que salvarlo.
-bien, una vez que
te cures, ¿usaras tus poderes disqueangel para matar tú mismo al “bastardo” o
tendré que hacerlo yo?
-soy el todo
poderoso Adirael, mujer, cuando estoy curado, casi no tengo que temer a nada.
-¡me desharé de la
basura!-exclamo Jennifer saliendo mientras cargaba una gran bolsa negra.
-¡rápido que se
incendia la cena!-grito Jessica.
Jennifer se apresuró
a la entrada del callejón, arrojo la bolsa en el cumulo de basura y se estiro
con los brazos hacia el cielo, una tarde aburrida con un final aburrido se
dijo. Miro hacia el otro lado de la calle totalmente solitario, a esa hora no
había nadie, era inquietante que solo se sintiera el sonido de las aves e
insectos, añoraba que el lugar fuera un tanto más animado. Casi se parecía a un
cementerio.
Sin darse cuenta
recordó lo divertido que fue el día donde Jessica conoció a Teddy. Era una
tarde soleada y habían terminado la jornada del mediodía, estaban sentadas en
la entrada del local cuando un auto oscuro se estaciono al frente, ellas
devoraban arroz frito como locas, el desayuno las había dejado cortas y no
parecían dispuestas a prestar atención a otra cosa que a sus estómagos…. Claro
hasta que ese sujeto esbelto y de cabello negro bajo del vehículo, Jessica
subió la mirada un segundo y no pudo volver a tomar un bocado, Jane al darse
cuenta que no continuaba comiendo miro también.
Ahora le daban risa
las caras que tenían, en especial su gemela, era como si hubieran visto pasar a
una estrella porno. Ion volteo cuando el auto se marchó y las miro, solo
entonces Jennifer avergonzada codeo a Jessie para que volviera en sí, esta lo
hizo sacudiéndose con un estremecimiento, se vieron a los ojos y luego a Ion,
quien parecía intrigado. Las mejillas de Jessica se volvieron rojo vivo cosa
que no importaba cuanto quisiera no podía evitar, Jennifer sonrió apenas al
extraño.
El saludo con la
cabeza, se fijó en Jessica aun medio injuriada y continúo su camino por la
acera con total naturalidad, aunque no sin que sus ojos viraran algunas veces
hacia ellas. Jane nunca había visto a Jessica quedar con esa cara atontada por
ningún chico, así que para ella, fue extremadamente fácil darse cuenta de que
le había gustado.
Jennifer lo miro más
atentamente y por como las veía de soslayo, lo supo, el volvería.
El sonido de algo en
la oscuridad la hizo entrar en su modo defensivo, volteo y dio un salto hacia
atrás gruñendo a las sombras del callejón. Sus dientes canidos y ojos rojos ya
habían aparecido, demasiado pronto, pues al sentir el aroma del aire, noto con
horror que el ser en la oscuridad era un humano ordinario y este estaba
aterrado.
-que….-gimió él.
-maldición-se quejó
Jennifer tratando de retraer su aspecto demoniaco.
Se preguntó qué
hacer, abalanzarse sobre la garganta del sujeto ahora que lo tenía en frente o
tratar de explicarle, no pudo decidir, los pasos y olores de Jessica y Titus
obligaron a la chica a reconsiderar las opciones.
-oh….-oyó decir a su
hermana, Jane la miro y luego al gato negro.
Reino el silencio
por un rato hasta que Titus se erizo y bufo contra el invasor, Jane encaro al
tipo, espantado, nuevamente, como si pensara que el gato era un león. Jessica
apretó los labios preocupadamente, Jennifer aun paralizada no sabía qué hacer,
si alguien se enteraba de lo que eran, podría terminar ejecutados o encerrados
de por vida. Jennifer trago hondo y por alguna razón miro a su hermana, ella
hizo un gesto tan leve con la mandíbula que casi era ininteligible, pero
suficiente para que darse a entender, al menos con Jane. Obedeció sin dudarlo y
camino ligera hacia Titus y Jessie, ninguno hablo o hizo ruido, solo se
limitaron a entrar otra vez a la tienda no haciendo caso al hombre en el
callejón.
Cuando la puerta se
cerró, Jessica suspiro y miro seriamente a Jennifer, las miradas sombrías eran
algo a lo que ella estaba acostumbrada, luego ambas sin necesidad de hablar se
entendieron y encararon a Titus. Jennifer tomo aire y ojeo un breve instante a
su hermana confirmando que estaban de acuerdo antes de decir al gato:
-ve tras él y
mátalo-ordeno con voz glacial.
-Jean, al menos me
darás la mitad de la hamburguesa-pidió Adon.
-mierda, era mi
cena-respondió ella mientras conducía hacia un edificio más adelante, con
aspecto de haber sido abandonado a medio construir por muchos años, Jean
entrecerró los ojos-bien, eres mi demonio adjunto, sería algo cruel dejarte
retorcer de hambre.
-por cierto, ¿ese
tipo Adirael es bastante solitario no?
Jean no dejaba de
mirar a los lados, no estaba segura de que pudiera morar por esas zonas de paria.
-¿por qué lo dices?
-es algo obvio, si
tuviera amigos no tendría que estarte pagando, podría pedirle a ellos que le
dieran una mano con este asunto.
Jean pensó en la
mirada agresiva del demonio, parecía desesperado y esos ojos ella estaba segura
que espantaría a cualquiera al acercarse antes de siquiera intercambiar una
palabra con él. Lo más seguro era que Adon acertara.
-es lo más probable,
pero no me gustaría comentar esto con Adirael, no se ve como alguien que
soporte ser criticado y menos sobre su falta de amigos.
Entonces llegaron, Jean
estaciono en un callejón cercano y bajo a hurtadillas, se dirigió al frente del
edificio, como pensó, estaba ocupado, luces amarillas brillaban a través de
algunas ventanas en el piso siete. Odiaba tener que ir tan lejos del suelo
mientras perseguía enemigos, podría ser casi tan resistente como un demonio
pero eso no significaba que disfrutara cayendo.
Adon guardo silencio
mientras Jean empezaba a entrar, las paredes descoloridas no daban al sitio un
aspecto ameno y tampoco la tensión, no se encontraban seguros de que creaturas
pulularan entre los cuartos. Jean mantuvo la guardia alta al subir las escaleras.
Estaba acostumbrada
a ser atacada por la espalda, sin embargo algunas veces deseaba que su hermana
fuera algo menos perezosa, al menos los suficiente para que viniera a cubrirle
la espalda en esas situaciones. Generalmente iba sola o en compañía de Angélica,
pero nunca Trixi, ella solo atendía los trabajos de sellar agujeros
invocadores, las rupturas dimensionales accidentales que permitían entrar a
cualquier cosa desde el mundo demoniaco, jamás de enfrentar demonios.
Al entrar al piso
siete, vio varias puertas de apartamentos, Jean se preguntó cuántos demonios
podrían haber en el piso, ella sabía que llegar y atacar a lo bestia podría
causar que todos fueran al encuentro al mismo tiempo dispuestos a matarla,
estaba consciente que si eso pasaba tendría que lanzarse por una ventana o
arriesgarse a ser asesinada. Decidió tomar medidas, saco una pequeña carta de
papel en su bolsillo, con un símbolo demoniaco tachado, al entrar no podía
permitir que la siguieran.
Se encamino por el
pasillo y vio en medio de la negrura una puerta entreabierta, su interior
estaba iluminado, era la luz que ella vio desde el suelo. Invoco su arma, era
casi un reflejo pues no se podía decir como lo hacía, solo lo hacía, igual que
no se podía explicar cómo se controlaban las extremidades del cuerpo, era algo
instintivo. El alma cristalina dio un chasquido con un brillo leve y en la mano
de Jean un centelleo apareció, tomando la forma de un guante metálico, con
zarpas largas y curveadas como ganchos en cada dedo, estas destilaban un color
verde como las hojas de un árbol. El arma espiritual.
El color de sus
armas estaban ligadas al color del demonio adjunto, en este caso, las armas de Jean
eran color verde por asemejarse a Adon.
Ella se asomó a estudiar la situación, dentro no habían muebles solo un par de
sillas, en una de ellas un humano estaba sentado, a su alrededor habían
familiares, creaturas pequeñas, ojos rojos, colores variados entre negro, rojo,
rojo carmesí y violeta, colas delgadas, cuernos y dientes afilados. Jean sabía
que algunos humanos se hacían con el control de demonios menores e idiotas como
estos, pero se preguntaba qué era lo que tenía en mente ese sujeto.
A su lado había un
pentagrama brillando en color sangre, dentro había un demonio en su forma
humana, parecía cansado, aparentaba unos quince años y vestía con ropas sucias.
-no puedo creer que
tarden tanto, ¡pensé que necesitaban un kirin!-chillo el humano fastidiado,
hablando a los demonios-sabía que no podía ser verdad, matar dos pájaros de un
tiro, lograr el favor de la orden y joder a Adirael.
El demonio atrapado
en el pentagrama no se movía, se limitaba a permanecer en el suelo, era lamentable.
Jean se ajustó el guante y la bracera metálica del mismo, luego saco su revólver
“Gwyrdd” con la mano izquierda y entró sin pensarlo nuevamente. Tan pronto se
puso a la vista, todos se alarmaron, los familiares voltearon a la vez y
gruñeron, el humano se quedó atónito y el demonio atrapado apenas la miró.
-el que salga de
aquí, será sobre mi cadáver-bufo Jean irritada, ver al sujeto en el pentagrama
hacia el asesinar a estos tipos, una idea mucho más amena, entonces cerro de un
portazo detrás de ella, acto seguido, con la misma mano pego el papel con el
símbolo anti demonios en la puerta, este se adhirió con un chispeo. Y todos los
familiares se alarmaron.
-¡¡¡qué significa
esto!!!-grito el humano levantándose de la silla, la ira no subía a la parte
superior de su rostro, pues su mirada parecía más asustada que otra cosa.
-que los voy a
matar, siento si no es lo bastante obvio-señalo Jean alzando el revólver.
Los familiares se
lanzaron contra ella justo después, Jean conto unos doce o quince de ellos. No
pudieron tocarla, la mujer de un salto
se apoyó en la puerta cerrada y con ella se impulsó en un fuerte salto lejos de
la estampida de familiares, disparo un par de veces antes de caer con gracia
magistral. Uno de los demonios fue alcanzado en la cabeza y cayo enseguida
desintegrándose.
Sin esperar nada los
familiares volvieron a correr tras ella, esta vez tenía más movilidad, por ello
Jean decidió enfrentarlos, el primero salto con los dientes de par en par, la
chica lo pateo y mando a volar, el siguiente no había abandonado el suelo
cuando fue alcanzado por una bala de Jean, acto seguido codeo a uno de los familiares
que iba a atacarla por un flanco. Otro de ellos salto del suelo por el otro
flanco y Jean con su guante afilado lo hizo trisas desatando un mar de sangre.
El humano gritaba
ante el caos. Jean volvió a abandonar el suelo de un salto, pero unos familiares
la siguieron, antes de que trataran de morderle las piernas, la chica pateo
entre los ojos tan fuerte a uno de ellos que se impulsó a si misma más aun y el
familiar volvió estrepitosamente al suelo llevándose con él a todos los que lo
seguían. Jean les disparo acabando con varios de ellos.
Jean volvió al
suelo, quedando de espalda a la puerta, respiraba un poco agitada, pero aun
podía seguir un poco más, conto que quedaban ocho familiares, los monstruos
idiotas gruñeron y corrieron al encuentro, antes de alcanzarla saltaron y
pretendían caer sobre Jean como una lluvia asesina. Solo que ella no era
estúpida, cuando estuvieron en el aire, la pseudodemonia salto irrumpiendo
entre ellos y matando a dos de ellos usando sus zarpas para sacarlos del paso y
aterrizar al otro lado.
Sintió que su
pistola ya estaba destilando un brillo suave, indicando que ya estaba cargada, la
confianza corrió por sus venas de inmediato, lo suficiente para darse la vuelta
a los familiares sobrantes e invitarlos a venir con un desafiante y burlo gesto
de la mano. Bufaron en unísono indignados.
A continuación la
obedecieron y volvieron a correr hacia ella con los dientes de par en par, Jean
los apunto con su arma y antes de disparar grito:
-¡Kirin, cúbrete!-a
casi un metro de ella algunos familiares saltaron casi sobre su cabeza.
Jean disparo y un
brillo cegador color verde salió de su revólver, tan cegador que cuando
aparecía, la propia Jean quedaba temporalmente ciega. Cuando acabó vio las
estatuas petrificadas de los familiares caer del suelo haciéndose añicos como
las piedras que ahora eran. El sudor corría por la cara de Jean y su pecho
bajaba y subía un tanto frenético, ella se volvió al humano quien ahora
temblaba.
-tú que….-iba a
decir ella.
Pero el humano lanzo
un grito que le hizo zumbar los oídos, antes que lo mandara a callar, el hombre
corrió y se lanzó por una ventana rompiendo el cristal y empañando la
silenciosa noche con sus gritos al caer. Jean quedo atónita, su rostro era casi
de shock.
-eso fue
raro-declaro Adon dentro de ella.
Jean estuvo de
acuerdo, se dirigió al pentagrama ignorando cuando los gritos del hombre fueron
silenciados por el suelo. Al pararse junto al pentagrama el kirin levanto la
mirada cansada.
La pseudodemonia se inclinó
y con las garras de su guante rasgo el pentagrama hasta borrar una pequeña
parte, pero fue suficiente para dañarlo y que dejara de funcionar,
inmediatamente dejó de brillar como un bombillo al que le desconectan la
energía.
-gracias-dijo el
demonio.
-¿qué orden quería
algo contigo?-pregunto ella ayudándole a levantar.
-no lo sé, solo los
oí decir algo de “su señor Azazel”
Un frio corrió por
la espina dorsal de Jean, sus ojos se quedaron estáticos por un momento.
-¿Azazel
dijiste?-quiso saber, el kirin asintió.
Antes de que Jean pudiera
decir otra cosa, el sonido de algo azotándose contra la puerta la silencio,
recordándole que no estaban solos, maldijo por la bajo mirando la entrada.
-tenemos que irnos,
busca la supuesta medicina de Adirael, el sello anti demonios no resistirá mucho
más-ordeno ella.
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