miércoles, 5 de noviembre de 2014

El edén del infierno: Acto 1-Capitulo 3



3-Calle fría 

A
ngélica era el tipo de persona que nunca podía estar demasiado quieta, así que por algunos días en la semana estaba ocupada trabajando en puestos de venta callejera, Jean muchas veces pasaba por ellos y comía con ella, la compañía de Angélica hacia que las cosas se vieran mucho más amenas siempre, sin importar lo horribles que sean en verdad. Jean recordaba cuando la conoció, recibiendo un gran susto, pero uno que sería motivo de risa en el futuro, dormía con las ventanas abiertas, solo era su primera semana de estancia luego de mudarse.
No estaba acostumbrada a dormir lejos de Trixi, sin embargo las runas que estaban colocadas en los marcos de las ventanas permitían repeler a los demonios con intenciones nocivas, para Jean ellos nunca fueron otra cosa que los principales motivos de sus pesadillas, jamás se preguntó cómo sería tratar con uno en buenos términos ni tampoco le interesaba en ese entonces.
Se acurrucaba tranquilamente, un ventarrón entro por la ventana hondeando las cortinas, Jean sintió un escalofrío, pero no se movió. Algo helado le toco la mejilla y aquello, esta vez si la hizo saltar y casi estrellarse contra la pared, al darse la vuelta, encontró algo que jamás hubiera imaginado.
Un demonio.
El cuello de una especie de caballo entraba por la ventana y su cabeza le había olfateado el rostro. Jean jadeo asombrada, sus ojos eran color avellana-dorado, la piel se diferenciaba de la de los caballos, la de esta creatura estaba cubierta por escamas color plateado, entre sus ojos un cuerno similar a una rama crecía y destilaba un tono azul claro, le recordaba al color de los rayos. El demonio se sacudió y se quitó la cril rubia que le impedía ver bien.
Jean mascullo kirin. Su corazón aun latía a una velocidad frenética, pero cuando menos ese demonio no le resultaba poco agradable a la vista, aun pensaba en cómo se había metido a pesar de las protecciones, iba a preguntárselo pero el kirin saco la cabeza y desapareció. Jean salto de la cama y se asomó por la ventana. El kirin resplandeciente bajo la luna aterrizo en su patio y la miro, tenía patas de dos pesuñas y una cola larga tan rubia como su cril. 
-¿qué carajo…?
El kirin la miro y entonces como una masa de luz poco brillante volvió a su forma humana. Una adolescente delgada, unos doce años edad muy próxima a Jean. La joven vestía de pijama y ondeaba una exagerada cantidad de cabello amarillo. Los ojos de Jean se abrieron de par en par, la chica se volteó a verla con ademan curioso.
-¿cómo entraste?-pregunto Jean confusa.
-las runas que colocaron en el marco solo repelen a los demonios con intenciones agresivas-respondió ella naturalmente quitándose el cabello del rostro, Jean alzo las cejas.
-¿así que, qué querías aquí?-pregunto.
-¿joder el sueño de alguien más?
-créeme, nunca podrás joder mi sueño, nada puede ser peor que lo que ya he visto-alego Jean recostada al marco, Angélica parecía sorprendida.
-¿con quién carajo has soñado? ¿Con Agramon aplastándote la garganta?-inquirió, Jean se rio entre dientes.
-Agramon es una pendejada en comparación ¿Nadie notará que no estás en la cama?
La rubia entorno los ojos divertidos.
-nadie se da cuenta nunca-Jean bostezó.
-mejor vete, no quiero que nadie vea a un kirin volando por mi patio.
-la gente de aquí está acostumbrada-se encogió de hombros y sonrió ampliamente-creen que soy una aparición celestial.
-pobres ilusos.
La tipa se dio vuelta y camino para alejarse, pero Jean la interrumpió precipitada.
-¡hey! ¡Kirin!-llamo, la rubia volteo-¿cómo te llamas?
La chica le sonrió más.
-Angélica Maita-respondió y su mirada se volvió malévola-¡y te aterrare todas las noches Jean Wholferd! 
En un segundo la demonia estaba en su forma de kirin y volaba perdiéndose en la negrura y aun así resaltando, Jean se rio de su forma de amenazar, no se había dado cuenta hasta más tarde de lo bien que le caería esa chica.

-¿por qué tengo que ayudarte?-espeto Jean a Adirael.
El hombre se cruzó de brazos contra su silla muy irritado.
-¿no eres una pseudodemonia? Para eso existes.
-¿quién dice que tengo que estar obligada?-señalo ella dejando de estar apoyada a la pared.
-¡yo Adirael! El poderoso hijo de….
-no necesito que me restriegues tu título-interrumpió Jean alzando una mano y negando-además, por más largo que sea tu puto nombre, ahora eres solo un remedo de ángel demoniaco.
Los ojos de Adirael se volvieron terribles.
-nunca subestimes a un ángel demoniaco, aun cuando está desplumado-amenazo.
Adirael era un sujeto alto y broceado, con ojos amarillos como el oro y cabello rojo, sus facciones sin duda eran demasiado agresivas para parecer un ángel, al menos eso pensó Jean, no podía imaginarlo en una de esas pinturas de artistas medievales. Pero en el fondo deseo poder hacerlo solo por el detalle de que siempre se los dibujaba total o parcialmente desnudos. El tipo gruño y Jean vio como sus ojos pasaban a volverse amarillos en su totalidad y sus dientes como clavos aparecían.
-ok, pero ya que eres tan inmensamente poderoso señor ángel, ¿por qué no simplemente te haces crecer otras alas?
-lo haría, ¡pero esos malditos demonios!-se veía deseoso de venganza-uno de ellos parece que busco el veneno de algún señor abismal o algo así, porque desde que me mordieron, mira.
Adirael se mordió en el brazo con sus dientes punzantes, Jean sintió un cosquilleo en las piernas al verlo, pero no parecía afectada. La sangre del chico se derramo y para asombro de la pseudodemonia, en vez de roja, era verde pasto.
-bueno, más que ángel, ahora pareces un árbol-Adirael la mato con la mirada.
-desde entonces no he podido transformarme ni usar mis poderes, nada, y sin mis poderes no puedo asesinar más demonios para usar sus almas en hacerme unas alas nuevas.
Jean alzo las cejas, en una zona oscura y oculta de la ciudad, no había un alma, a parte de los sujetos que estaban chismoseando en torno a una fogata junto a la entrada de un edificio penumbroso y abandonado.
-bien, te ayudare, ¿pero que me darás a cambio?-acepto con voz baja.
Adirael lo pensó.
-no estoy muy bien económicamente ahora-admitió algo enojado-pero puedo invitarte a una hamburguesa cada sábado.
Jean considero, no era dinero, pero una hamburguesa era una hamburguesa.
-con refresco incluido y es un trato.
Adirael extendió la mano y Jean la tomo sin dudarlo. El hombre olía a perfume de pino, eso le gusto a Jean lo suficiente como para estrechar su mano de buena gana.
-¿qué debemos hacer?-agrego la mujer.
-el bastardo que me hizo esto, se dónde está y tiene a uno de mis amigos-expreso sombríamente soltando a Jean-y él tiene mi medicina, solo hay que salvarlo.
-bien, una vez que te cures, ¿usaras tus poderes disqueangel para matar tú mismo al “bastardo” o tendré que hacerlo yo?
-soy el todo poderoso Adirael, mujer, cuando estoy curado, casi no tengo que temer a nada.


-¡me desharé de la basura!-exclamo Jennifer saliendo mientras cargaba una gran bolsa negra.
-¡rápido que se incendia la cena!-grito Jessica.
Jennifer se apresuró a la entrada del callejón, arrojo la bolsa en el cumulo de basura y se estiro con los brazos hacia el cielo, una tarde aburrida con un final aburrido se dijo. Miro hacia el otro lado de la calle totalmente solitario, a esa hora no había nadie, era inquietante que solo se sintiera el sonido de las aves e insectos, añoraba que el lugar fuera un tanto más animado. Casi se parecía a un cementerio.
Sin darse cuenta recordó lo divertido que fue el día donde Jessica conoció a Teddy. Era una tarde soleada y habían terminado la jornada del mediodía, estaban sentadas en la entrada del local cuando un auto oscuro se estaciono al frente, ellas devoraban arroz frito como locas, el desayuno las había dejado cortas y no parecían dispuestas a prestar atención a otra cosa que a sus estómagos…. Claro hasta que ese sujeto esbelto y de cabello negro bajo del vehículo, Jessica subió la mirada un segundo y no pudo volver a tomar un bocado, Jane al darse cuenta que no continuaba comiendo miro también.
Ahora le daban risa las caras que tenían, en especial su gemela, era como si hubieran visto pasar a una estrella porno. Ion volteo cuando el auto se marchó y las miro, solo entonces Jennifer avergonzada codeo a Jessie para que volviera en sí, esta lo hizo sacudiéndose con un estremecimiento, se vieron a los ojos y luego a Ion, quien parecía intrigado. Las mejillas de Jessica se volvieron rojo vivo cosa que no importaba cuanto quisiera no podía evitar, Jennifer sonrió apenas al extraño.
El saludo con la cabeza, se fijó en Jessica aun medio injuriada y continúo su camino por la acera con total naturalidad, aunque no sin que sus ojos viraran algunas veces hacia ellas. Jane nunca había visto a Jessica quedar con esa cara atontada por ningún chico, así que para ella, fue extremadamente fácil darse cuenta de que le había gustado.
Jennifer lo miro más atentamente y por como las veía de soslayo, lo supo, el volvería.
El sonido de algo en la oscuridad la hizo entrar en su modo defensivo, volteo y dio un salto hacia atrás gruñendo a las sombras del callejón. Sus dientes canidos y ojos rojos ya habían aparecido, demasiado pronto, pues al sentir el aroma del aire, noto con horror que el ser en la oscuridad era un humano ordinario y este estaba aterrado.
-que….-gimió él.
-maldición-se quejó Jennifer tratando de retraer su aspecto demoniaco.
Se preguntó qué hacer, abalanzarse sobre la garganta del sujeto ahora que lo tenía en frente o tratar de explicarle, no pudo decidir, los pasos y olores de Jessica y Titus obligaron a la chica a reconsiderar las opciones.
-oh….-oyó decir a su hermana, Jane la miro y luego al gato negro.
Reino el silencio por un rato hasta que Titus se erizo y bufo contra el invasor, Jane encaro al tipo, espantado, nuevamente, como si pensara que el gato era un león. Jessica apretó los labios preocupadamente, Jennifer aun paralizada no sabía qué hacer, si alguien se enteraba de lo que eran, podría terminar ejecutados o encerrados de por vida. Jennifer trago hondo y por alguna razón miro a su hermana, ella hizo un gesto tan leve con la mandíbula que casi era ininteligible, pero suficiente para que darse a entender, al menos con Jane. Obedeció sin dudarlo y camino ligera hacia Titus y Jessie, ninguno hablo o hizo ruido, solo se limitaron a entrar otra vez a la tienda no haciendo caso al hombre en el callejón.
Cuando la puerta se cerró, Jessica suspiro y miro seriamente a Jennifer, las miradas sombrías eran algo a lo que ella estaba acostumbrada, luego ambas sin necesidad de hablar se entendieron y encararon a Titus. Jennifer tomo aire y ojeo un breve instante a su hermana confirmando que estaban de acuerdo antes de decir al gato:
-ve tras él y mátalo-ordeno con voz glacial.

-Jean, al menos me darás la mitad de la hamburguesa-pidió Adon.
-mierda, era mi cena-respondió ella mientras conducía hacia un edificio más adelante, con aspecto de haber sido abandonado a medio construir por muchos años, Jean entrecerró los ojos-bien, eres mi demonio adjunto, sería algo cruel dejarte retorcer de hambre.
-por cierto, ¿ese tipo Adirael es bastante solitario no?
Jean no dejaba de mirar a los lados, no estaba segura de que pudiera morar  por esas zonas de paria.
-¿por qué lo dices?
-es algo obvio, si tuviera amigos no tendría que estarte pagando, podría pedirle a ellos que le dieran una mano con este asunto.
Jean pensó en la mirada agresiva del demonio, parecía desesperado y esos ojos ella estaba segura que espantaría a cualquiera al acercarse antes de siquiera intercambiar una palabra con él. Lo más seguro era que Adon acertara.
-es lo más probable, pero no me gustaría comentar esto con Adirael, no se ve como alguien que soporte ser criticado y menos sobre su falta de amigos.
Entonces llegaron, Jean estaciono en un callejón cercano y bajo a hurtadillas, se dirigió al frente del edificio, como pensó, estaba ocupado, luces amarillas brillaban a través de algunas ventanas en el piso siete. Odiaba tener que ir tan lejos del suelo mientras perseguía enemigos, podría ser casi tan resistente como un demonio pero eso no significaba que disfrutara cayendo.
Adon guardo silencio mientras Jean empezaba a entrar, las paredes descoloridas no daban al sitio un aspecto ameno y tampoco la tensión, no se encontraban seguros de que creaturas pulularan entre los cuartos. Jean mantuvo la guardia alta al subir las escaleras.
Estaba acostumbrada a ser atacada por la espalda, sin embargo algunas veces deseaba que su hermana fuera algo menos perezosa, al menos los suficiente para que viniera a cubrirle la espalda en esas situaciones. Generalmente iba sola o en compañía de Angélica, pero nunca Trixi, ella solo atendía los trabajos de sellar agujeros invocadores, las rupturas dimensionales accidentales que permitían entrar a cualquier cosa desde el mundo demoniaco, jamás de enfrentar demonios.
Al entrar al piso siete, vio varias puertas de apartamentos, Jean se preguntó cuántos demonios podrían haber en el piso, ella sabía que llegar y atacar a lo bestia podría causar que todos fueran al encuentro al mismo tiempo dispuestos a matarla, estaba consciente que si eso pasaba tendría que lanzarse por una ventana o arriesgarse a ser asesinada. Decidió tomar medidas, saco una pequeña carta de papel en su bolsillo, con un símbolo demoniaco tachado, al entrar no podía permitir que la siguieran.
Se encamino por el pasillo y vio en medio de la negrura una puerta entreabierta, su interior estaba iluminado, era la luz que ella vio desde el suelo. Invoco su arma, era casi un reflejo pues no se podía decir como lo hacía, solo lo hacía, igual que no se podía explicar cómo se controlaban las extremidades del cuerpo, era algo instintivo. El alma cristalina dio un chasquido con un brillo leve y en la mano de Jean un centelleo apareció, tomando la forma de un guante metálico, con zarpas largas y curveadas como ganchos en cada dedo, estas destilaban un color verde como las hojas de un árbol. El arma espiritual.
El color de sus armas estaban ligadas al color del demonio adjunto, en este caso, las armas de Jean eran color  verde por asemejarse a Adon. Ella se asomó a estudiar la situación, dentro no habían muebles solo un par de sillas, en una de ellas un humano estaba sentado, a su alrededor habían familiares, creaturas pequeñas, ojos rojos, colores variados entre negro, rojo, rojo carmesí y violeta, colas delgadas, cuernos y dientes afilados. Jean sabía que algunos humanos se hacían con el control de demonios menores e idiotas como estos, pero se preguntaba qué era lo que tenía en mente ese sujeto.
A su lado había un pentagrama brillando en color sangre, dentro había un demonio en su forma humana, parecía cansado, aparentaba unos quince años y vestía con ropas sucias.
-no puedo creer que tarden tanto, ¡pensé que necesitaban un kirin!-chillo el humano fastidiado, hablando a los demonios-sabía que no podía ser verdad, matar dos pájaros de un tiro, lograr el favor de la orden y joder a Adirael.
El demonio atrapado en el pentagrama no se movía, se limitaba a permanecer en el suelo, era lamentable. Jean se ajustó el guante y la bracera metálica del mismo, luego saco su revólver “Gwyrdd” con la mano izquierda y entró sin pensarlo nuevamente. Tan pronto se puso a la vista, todos se alarmaron, los familiares voltearon a la vez y gruñeron, el humano se quedó atónito y el demonio atrapado apenas la miró.
-el que salga de aquí, será sobre mi cadáver-bufo Jean irritada, ver al sujeto en el pentagrama hacia el asesinar a estos tipos, una idea mucho más amena, entonces cerro de un portazo detrás de ella, acto seguido, con la misma mano pego el papel con el símbolo anti demonios en la puerta, este se adhirió con un chispeo. Y todos los familiares se alarmaron.
-¡¡¡qué significa esto!!!-grito el humano levantándose de la silla, la ira no subía a la parte superior de su rostro, pues su mirada parecía más asustada que otra cosa.
-que los voy a matar, siento si no es lo bastante obvio-señalo Jean alzando el revólver.
Los familiares se lanzaron contra ella justo después, Jean conto unos doce o quince de ellos. No pudieron tocarla,  la mujer de un salto se apoyó en la puerta cerrada y con ella se impulsó en un fuerte salto lejos de la estampida de familiares, disparo un par de veces antes de caer con gracia magistral. Uno de los demonios fue alcanzado en la cabeza y cayo enseguida desintegrándose.
Sin esperar nada los familiares volvieron a correr tras ella, esta vez tenía más movilidad, por ello Jean decidió enfrentarlos, el primero salto con los dientes de par en par, la chica lo pateo y mando a volar, el siguiente no había abandonado el suelo cuando fue alcanzado por una bala de Jean, acto seguido codeo a uno de los familiares que iba a atacarla por un flanco. Otro de ellos salto del suelo por el otro flanco y Jean con su guante afilado lo hizo trisas desatando un mar de sangre.
El humano gritaba ante el caos. Jean volvió a abandonar el suelo de un salto, pero unos familiares la siguieron, antes de que trataran de morderle las piernas, la chica pateo entre los ojos tan fuerte a uno de ellos que se impulsó a si misma más aun y el familiar volvió estrepitosamente al suelo llevándose con él a todos los que lo seguían. Jean les disparo acabando con varios de ellos.
Jean volvió al suelo, quedando de espalda a la puerta, respiraba un poco agitada, pero aun podía seguir un poco más, conto que quedaban ocho familiares, los monstruos idiotas gruñeron y corrieron al encuentro, antes de alcanzarla saltaron y pretendían caer sobre Jean como una lluvia asesina. Solo que ella no era estúpida, cuando estuvieron en el aire, la pseudodemonia salto irrumpiendo entre ellos y matando a dos de ellos usando sus zarpas para sacarlos del paso y aterrizar al otro lado.
Sintió que su pistola ya estaba destilando un brillo suave, indicando que ya estaba cargada, la confianza corrió por sus venas de inmediato, lo suficiente para darse la vuelta a los familiares sobrantes e invitarlos a venir con un desafiante y burlo gesto de la mano. Bufaron en unísono indignados.
A continuación la obedecieron y volvieron a correr hacia ella con los dientes de par en par, Jean los apunto con su arma y antes de disparar grito:
-¡Kirin, cúbrete!-a casi un metro de ella algunos familiares saltaron casi sobre su cabeza.
Jean disparo y un brillo cegador color verde salió de su revólver, tan cegador que cuando aparecía, la propia Jean quedaba temporalmente ciega. Cuando acabó vio las estatuas petrificadas de los familiares caer del suelo haciéndose añicos como las piedras que ahora eran. El sudor corría por la cara de Jean y su pecho bajaba y subía un tanto frenético, ella se volvió al humano quien ahora temblaba.
-tú que….-iba a decir ella.
Pero el humano lanzo un grito que le hizo zumbar los oídos, antes que lo mandara a callar, el hombre corrió y se lanzó por una ventana rompiendo el cristal y empañando la silenciosa noche con sus gritos al caer. Jean quedo atónita, su rostro era casi de shock.
-eso fue raro-declaro Adon dentro de ella.
Jean estuvo de acuerdo, se dirigió al pentagrama ignorando cuando los gritos del hombre fueron silenciados por el suelo. Al pararse junto al pentagrama el kirin levanto la mirada cansada.
La pseudodemonia se inclinó y con las garras de su guante rasgo el pentagrama hasta borrar una pequeña parte, pero fue suficiente para dañarlo y que dejara de funcionar, inmediatamente dejó de brillar como un bombillo al que le desconectan la energía.
-gracias-dijo el demonio.
-¿qué orden quería algo contigo?-pregunto ella ayudándole a levantar.
-no lo sé, solo los oí decir algo de “su señor Azazel”
Un frio corrió por la espina dorsal de Jean, sus ojos se quedaron estáticos por un momento.
-¿Azazel dijiste?-quiso saber, el kirin asintió.
Antes de que Jean pudiera decir otra cosa, el sonido de algo azotándose contra la puerta la silencio, recordándole que no estaban solos, maldijo por la bajo mirando la entrada.
-tenemos que irnos, busca la supuesta medicina de Adirael, el sello anti demonios no resistirá mucho más-ordeno ella.

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