martes, 20 de octubre de 2015

El edén del infierno: Acto 2-Capitulo 6.

6
Sueño de dominio
E
l regreso a casa fue rápido, a altas horas de la madrugada no había mucha gente en las calles ni cosas por las que detenerse a mirar, no es que Jean quisiera que hubiera algo que ver, en realidad esperaba que cualquier cosa que escapara a la normalidad se quedara fuera de su radar por esa noche. Había tenido bastante con la guarida abandonada, encontrarse a Anastasia de nuevo podría ser demasiado para ella.
Nolen no dijo palabra durante el camino, lo único notable fue que durante el viaje, el semidemonio se aferró mas al cuerpo de Jean, comparado con el trayecto anterior. Ella fingió no notarlo.
No mucho después arribaron a la casa solariega de Jean, entraron por el mismo lugar del que habían salido en un parque cercano. Ambos abandonaron el bunker, Nolen se limitó a seguir a Jean, quien se dirigió a la cocina y con un gesto le indicó tomar asiento en la mesa, él no objetó.
Por lo que el chico notaba, parecía que Angélica ya se había marchado y Trixi probablemente dormía… sinceramente esperaba que así fuera y Úrsula no estuviera en los alrededores. Lo que él menos quería era encontrar alguna escena incomoda, debería estar acostumbrado, dado que vivía con Jessica y ella no era muy discreta en sus actividades con Ion, pero eso ya era algo a lo que se había acostumbrado y tampoco era como si se los encontrara siempre de frente, no así con encontrar a una total extraña teniendo sexo lésbico con un demonio…
Alejó de inmediato esos pensamientos de su cabeza y trató de concentrarse en el presente. Sorprendentemente se sentía cómodo en la casa Wholferd.
Nolen siguió a la pseudodemonia con la mirada, ella con total naturalidad; buscó dentro de su nevera, sacó dos vasos y una botella de plástico. Puso uno de los vasos  frente a su invitado y otro para sí misma en la mesa, luego sirvió jugo de naranja de la botella.
-Gracias, creo-dijo él sorprendido por la atención, sostuvo su vaso con ambas manos y miró su contenido homogéneo.
Jean se servía a sí misma y luego colocó la botella en la mesa, antes de tomar asiento junto a Nolen.
-pensé que te agradaría, luego de semejante… noche-explicó y dio un largo trago a su propio vaso.
Nolen dio un sorbo a su bebida, era muy dulce, con el agradable sabor cítrico que un jugo de naranja debería tener.
-es amable de tu parte, es raro, a simple vista no pareces alguien así-señaló al terminar.
-puedo ser amable-declaró ella poniéndose cómoda en la silla, era como si los acontecimientos ocurridos en las últimas horas nunca hubieran ocurrido. Se peino su erizado cabello hacia atrás con una mano luciendo relajada, especialmente cuando cerró los ojos-solo debo desear serlo, cosa que no pasa a menudo.
-en verdad que esa cosa no te consumió por completo-comentó Nolen mirando su jugo, examinó los detalles del lustroso vaso de cristal.
-¿el Amanojaku?-el hombre demonio aceptó con la cabeza, Jean hizo un mohín por reflejo-no lo hizo, solo me hizo más egoísta, quizá alguna vez tuve un espíritu heroico, pero ahora está muerto.
-yo no lo definiría así-contradijo Nolen sonriendo amablemente, ella abrió sus parpados y lo miró de reojo-me pareces mas bien, una anti heroína, puedes realizar actos de ese tipo, pero no cumples con las características que se esperarían de un héroe.
Jean miro hacia delante, sin fijarse en un punto especifico.
-nunca quise ser una heroína, al menos no como una decisión concreta, de todos modos-hizo saber la mujer y terminó su bebida con un último trago largo-Solo sabía que quería ser como mi madre y mi padre, quería salir y perseguir demonios, ser una cazadora, eso es todo.
-¿y salvar personas? Se supone que ustedes existen para preservar el orden-preguntó Nolen curioso.
Ella negó con la cabeza.
-en esos días no pensaba mucho en mis motivos, solo quería hacerlo, fuera porque me parecía genial lo que mis padres hacían o porque el impulso de demostrar mi fuerza estuviera en la sangre que corre por mis venas-Nolen terminó su propia bebida mientras ella hablaba-se dice que el fervor y la bravura son parte intrínseca de nuestro linaje, así que no me sorprende.
-Trixi no parece muy feroz-discutió Nolen cruzando los brazos sobre la mesa.
Jean miró su vaso, ahora vacio.
-nunca dije que todos naciéramos queriendo matar demonios. Solo dije que el valor y la pasión son cosas que todo Wholferd ideal debe tener, se dedique a la caza o no-explicó ella y dejó su vaso en la mesa-Trixi no es apasionada de la caza, pero llegado el momento de hacerlo, si realmente merece llamarse Wholferd, peleará como la cazadora que por naturaleza es.
-es interesante ¿y qué hay de tu tío?
Nolen percibió que la mujer se puso tensa, fue como si hubiera pisado un terreno delicado o hubiera dicho algo asqueroso.
-él…. es una oveja negra-dijo Jean casi con repugnancia-de hecho, no es realmente uno de nosotros-Nolen alzó las cejas con interés-Félix… fue un error de mi abuelo, no sé como mi abuela permitió tal cosa, pero de algún modo escondieron el hecho de que Félix no fue dado a luz por una mujer de nuestra familia, si se hubiera sabido, nunca lo habrían dejado quedarse entre nosotros-Jean se puso de pie y recogió los vasos junto con la botella y se dirigió a guardarlos en la nevera mientras proseguía-por fortuna Félix, al menos por fuera, parecía un Wholferd, más o menos, pero realmente nunca podría ser uno.
 -¿a qué te refieres?-inquirió Nolen viendo a Jean regresar a la mesa- media metro ochenta, era pelirrojo y tenía ojos amarillos ¿no?
-sí, pero nunca tuvo dotes para la caza y se lo consideraba un Wholferd imperfecto, no solo porque su aspecto se desviaba del patrón familiar…-explicó ella poniendo mala cara mientras se sentaba-hablé con muchas personas que lo conocieron, pero todas me decían lo mismo: Félix era de hecho, muy miedoso para el estándar del linaje y nunca pudo vincularse con un demonio, nunca pudo tener un adjunto.
-parece que su madre no aportó mucho a la genética-opinó Nolen sintiendo lastima por el sujeto, cosa que Jean no parecía sentir.
Ella le dio la razón con un gesto de la cabeza.
-Fue un fracasado como Wholferd-dijo la pelirroja-supongo que es el resultado de acoger mestizos de dudosa procedencia dentro de la familia. Félix fue un caso aun más extremo, porque mas allá de no lograr lo que se esperaba de él… cometió un crimen imperdonable.
Jean frunció los labios. Nolen esperaba impaciente a que continuara el relato, a él le encantaban los dramas televisados y esto se parecía mucho a uno, solo que en vivo.
-Se enamoró de una demonia-dijo ella. Nolen abrió mucho los ojos y se sintió un poco herido ante tal rechazo en la voz de la cazadora. Él aunque fuera en parte era un demonio y Jean pronunció esa palabra con profundo asco. Intentó no demostrar lo que sintió ante ella-pero eso no fue exactamente el problema. El asunto fue cuando él nos traicionó y todo salió horriblemente mal. Félix le ayudó a traer demonios a este mundo, no sé por qué, quizá algún plan similar a la secta de Azazel, lo cierto es que hubieron muchas víctimas, entre ellas mi abuelo, quien fue asesinado en la masacre, cosa bastante irónica. Cuando todo pasó, Félix fue desterrado, debió morir, pero tuvieron compasión de él y lo dejaron ir.
Jean no sonaba nada satisfecha con el desenlace, parecía como si ella misma hubiera querido tomar a Félix y ahorcarlo en algún árbol.
-es un ser bastante desgraciado-comentó Nolen compadecido.
-no merece respirar-gruñó Jean y cerró los ojos de nuevo con ademan desdeñoso-La muerte de mi abuelo afectó profundamente a mi abuela, ella se deprimió y no sobrevivió mucho tiempo. Félix básicamente la condujo a la tumba.
Hubo silencio por un rato, Nolen nunca tuvo realmente un hogar tan volátil, hasta donde recordaba, nadie mató ni traicionó a nadie…. Al menos hasta el día en que los sectarios de Asmodeo lo arruinaron todo. Le molestaba que todos en su círculo social tuvieran infancias trastornadas y él fuera el único medianamente normal.
-sabes mucho, considerando tu edad entonces-fue lo único que pudo decir.
Ella se encogió de hombros.
-supe detalles recientemente, pero admito haber espiado de niña más de una vez-ella profirió una pequeña sonrisa traviesa de pronto y a continuación miró hacia el techo. En ese instante su efímera sonrisa murió-ese fue el preludio del fin.
-¿qué?-dijo Nolen inquietado.
Jean frunció el ceño y pareció nostálgica.
-todo fue cuesta abajo desde entonces, la gente comenzó a desaparecer y básicamente todo lo que ahora ocurre, sucedió en esos días. Hasta que todo culminó con el holocausto-se mordió el labio con desagrado-la propia existencia de ese inepto es como una ironía, casi un chiste, Félix logró salvarse solo porque fue exiliado y no se le permitió volver a ningún dominio de los Wholferd, de haber estado ahí, no habría tenido oportunidad.
-supongo que fue el único gran golpe de suerte que tuvo en su vida-sugirió Nolen-no importa lo que haya hecho, realmente era un miserable y quizá merecía tener su momento de fortuna…
-deja de hablar en su favor o desearé golpearte-amenazó Jean con voz venenosa, Nolen se silenció enseguida, ella hablaba enserio.
De pronto Jean resopló exasperada y pareció mirar en otra dirección antes de agregar con ademan casi rabioso:
-¡Y el infierno, tu cállate!
Nolen inclinó la cabeza a un costado hallándose confundido por tal arrebato. Jean pronto se dio cuenta de lo que había dicho y se volvió a él otra vez. La pelirroja parecía reorganizar las ideas en su mente, era como un lapsus mental.
-lo siento, Adon a veces me molesta y no me doy cuenta de que hablo en voz alta-confesó ella casi avergonzada, no había rastro de su repentina hostilidad anterior.
-es… está bien-le hizo saber él.
Definitivamente no había nadie normal en su vida.
-de cualquier modo, siento que no pudiéramos averiguar mucho sobre Anastasia…-le recordó Jean intentando cambiar de tema.
Nolen entonces recordó una idea que estuvo bailando por su cabeza durante el viaje de vuelta.
-estaba pensando que probablemente fueran los Amanojaku que te atacaron, ellos pudieron afectar a Anastasia…-dijo dudosamente, Jean se relamió los labios y se tornó pensativa. Se delineó la mandíbula con una mano.
-no creo-sentencio firmemente.
-¿por qué no?
-Los Amanojaku solo se alimentan de nuestra bondad intrínseca-explicó la cazadora cansadamente-te hacen malvados, simplemente.
-Anastasia parece encajar en eso-dijo Nolen aunque lamentando el hecho.
-estoy de acuerdo-aceptó Jean-pero no es como si por ser malvado un día simplemente despertaras y dijeras “hoy ayudaré a Azazel a invadir este mundo” tu hermana tendría que habérsela fumado bien grande para que así fuera-Nolen no pudo luchar contra tal argumento, intentó pensar en que responder cuando Jean volvió a hablar esta vez con voz plana-Anastasia además dijo que fue liberada por Azazel, los Amanojakus no son siervos de ese demonio, Azazel es bastante temido, pero no significa que todos los demonios necesariamente se inclinen ante él.
-maldita sea, estoy sin nada, supongo-se lamentó el semidemonio con profunda aflicción, mirando a un punto indefinido en la mesa.
-mira el lado positivo-le sugirió Jean a modo de consuelo-si hubieran sido los Amanojaku, Anastasia no tendría remedio, así como yo no lo tengo-ella suspiró con desgana y entrelazando apretadamente sus dedos en su regazo-sea cual sea el nivel de daño que me hayan hecho, tendré que vivir con ello hasta que muera.
Nolen le dedicó una mirada lamentable, como lamentar la pérdida de alguien importante para un amigo.
-ojala pudiera hacer algo.
Jean bajó la cabeza, dejando el erizado flequillo escarlata sobre su rostro, a continuación una sonrisa casi imperceptible se asomó en sus labios, agradeciéndole su empatía de forma tacita.
-estoy bien, puedo vivir con esto.
Incluso en sombras, el ardor de su cabello rojo parecía trascender la oscuridad, como el fuego. A Nolen eso le pareció hermoso, algo sublime y grandioso, lleno de poder.

Nolen estaba un poco inquieto, nunca había pasado la noche en un lugar ajeno a su “familia”. Naturalmente no tenía razones para estar preocupado, Jean no era una amenaza, pero era extraño para él. Y luego estaba eso de dormir en la casa de una chica, Nolen tenía muchas experiencias en la vida, pero realmente el trato con el género femenino, más allá de sus hermanas, era casi nulo.
Solo había tenido sexo una vez…. Y las cosas habían salido…. No como esperaba.
  El semidemonio se puso cómodo en el sofá, sus ropas nuevas se sentían muy bien. Esperaba que las prendas de Nicola le quedaran grandes, pero sorprendentemente encajaban bien, puede que fuera ropa vieja y el pelirrojo no las pudiera usar sin quedar apretado en la actualidad.
Jean insistió a Nolen que permaneciera en la residencia, era muy tarde y decía que salir solo a esa hora era mala idea con Anastasia ahí fuera, Nolen no tuvo modo de hacerla cambiar de opinión. No se quejaba tampoco, Jean le ofreció ducharse y hasta le prestó ropas de su primo, claramente el semidemonio era un invitado apreciado.
Jean se encargó de avisar a las gemelas de que su hermano no regresaría durante la noche, dejó a Nolen en el baño para que se duchara y luego fue a hablar con Trixi, él no estaba claro para qué, pero así fue. Nolen se miró en el televisor de los Wholferd, su reflejo estaba relajado en la oscura sala, pero había tensión oculta detrás de sus ojos.
Esperaba a que la pelirroja terminara de ducharse y viniera por él. Luego no estaba seguro de que pasaría…. Esperaba no ser el pervertido que tergiversara la situación y malinterpretara la hospitalidad de su “novia”. Por llamarle de algún modo.
Poco rato transcurrió, hasta que ella finalmente emergió de la oscuridad.
-acompáñame-pidió ella suavemente. Nolen la vislumbró a escasos pasos del sofá, sorprendentemente el L’Enfer no la sintió llegar.
-ah…-iba a decir cuando por instinto su atención se centro en ella, en toda ella.
Su cabello despelucado y húmedo yacía desparramado sin restricción sobre su cara, sus hombros y su espalda. No usaba calzado, la única prenda que portaba era un pijama, que consistía en un vestido de tela fina hasta la mitad de los muslos. No era lo que esperaba, no sabía por qué, pero no lo era. Simplemente no podía asimilar encontrarse a Jean dejando ver tanta piel…. Tanta pálida y tersa piel…
Si Jean advirtió o se incomodó por su mirada, no lo hizo notar. Sencillamente se dio la vuelta y camino hacia las escaleras, esperando ser seguida.
Nolen recobró el manejo de su propio cuerpo y se apresuro detrás de la pelirroja.
Lo siguiente que él supo, era estar en el cuarto de Jean. La ventana estaba totalmente abierta y había poco donde ir en el pequeño recinto. No supo qué hacer, así que optó por sentarse en la cama y así dejar más espacio para la mujer, quien permanecía de pie cerca de la ventana, mirando hacia afuera, como si fuera cosa interesante.
La brisa nocturna movía ligeramente su melena, eso era algo que Nolen, indudablemente, encontraba interesante. Entrelazó los dedos entre sus piernas abiertas, el semidemonio se sentía extraño, era un ser por poco divino entre los de su tipo, capaz de estar cerca de la altura que ostentaban los grandes demonios, y aun así, ahí estaba….  Como un idiota colegial en su primer día de escuela: nervioso y dudoso de que hacer.
Era estúpido. Absurdo. Hasta vergonzoso, de hecho.
Entonces, Jean se movió.
Sus movimientos eran elegantes y certeros. Fue al umbral del cuarto, cerró la puerta y puso seguro. Nolen entonces lo comprobó, sabía lo que iba a pasar, lo imaginaba antes, pero ahora estaba ocurriendo ante él.
El vello de su cuerpo se erizó con anticipación.
Jean se dio vuelta y camino la poca distancia hacia Nolen, antes de posicionarse delante de él. El hombre lentamente alzó la mirada y se encontró con los ojos amarillos de la cazadora, profundos, llenos de intensidad y de la firmeza que Nolen no estaba mostrando.
Casi se quedo perdido en ella, cuando sintió las manos de la mujer colocarse sobre sus mejillas. Nolen experimentó una sorpresa inusitada, las manos que lo tocaban, eran tibias y su toque era…. Lo que se describiría como tierno. Lucifer, él no estaba acostumbrado a recibir ese trato de quienes no fueran sus hermanas y menos si era alguien como Jean, con quien apenas tuvo cualquier contacto.
Un estremecimiento agradable lo recorrió.
-Yo….
-Silencio-interrumpió ella, sin filo en su voz.
Los pulgares de la mujer lo acariciaron. Antes de que él respirara de nuevo, Jean se inclino y junto sus labios.
El calor lo recorrió hasta la punta de sus pies, dejó de pensar, solo sintió. Jean lo beso con afecto, en su comienzo era casto el beso, lo picoteaba de modo casi juguetón con sus suaves labios. Nolen le respondió, pero poco después, ella le mordió con cuidado en el labio inferior… él lo supo, abrió la boca por reflejo y sus lenguas se encontraron.
Aunque estaba muy enfocado en besarse con Jean, Nolen era dolorosamente consciente de que había un “problema” creciendo entre sus piernas.
Con un jadeo, parecido a una maldición, él se liberó de los labios de Jean para respirar.
Las manos de Jean bajaron de su cara y se posaron en los hombros del semidemonio, se aferro a ellos arrugando la ropa intentado sentir toda la forma debajo. Nolen sabía que estaba totalmente sonrojado ahora, cuando buscó de nuevo los ojos de su compañera para ver cómo le iba a ella, se sintió aunque orgulloso, algo cohibido… Jean no lo miraba a la cara, ella veía todo lo que se encontraba debajo de esta, Nolen descubrió mucho deseo escondido detrás de su poco variable semblante.
Era un hecho, Jean era una persona de sutilezas, al menos en estos temas, no podía esperar que ella solo llegara y dijera todo como si fuera cualquier trivialidad, no era tan simple. Pero prestando suficiente atención, era evidente que tenía sus maneras de demostrar cómo se sentía por los demás.
-quítatela-pidió ella, con voz arrastrada, como si no le quedara aire.
-que…-iba a decir, pero Jean tiro de la tela en los hombros del chico, haciendo evidente a que se refería.
Obedeció, Jean le dio espacio y Nolen simplemente se saco la camisa por la cabeza, en un sagaz movimiento, antes de dejarla al pie de la cama.
Inmediatamente libre de la parte superior de su ropa, fue asaltado por la boca de Jean de nuevo, no esperaba que ella fuera tan agresiva. Le dio un profundo beso en la boca y luego uno más suave en la mejilla mientras lo empujaba hacia la cama.
Sin ánimo de resistirse, se dejó caer.
Jean se monto en su regazo, Nolen soltó un gemido, estaba muy sensible dentro de sus pantalones. La pelirroja se reclino sobre su compañero examinándolo con la vista y las manos, ahora tocando las formas de su pecho con ímpetu, mientras que la parte baja de la fémina comprobaba el “armamento” del hombre sobre el que montaba.
La cazadora hizo un leve gruñido mientras se frotaba contra la entrepierna dura de Nolen. A su vez, el semidemonio ya no pensaba nada, por instinto posiciono ambas manos en las piernas descubiertas de la mujer y pudo sentir lo fuerte que era su musculatura, eso lo excito a sobremanera.
-Tú también-dijo Nolen de forma estrangulada-La ropa… mierda.
Jean lo se detuvo un momento para verlo, él por un instante esperaba que ella se negara o algo así, pero ese pensamiento se esfumó cuando Jean retiro las manos de él y acto seguido, se despojó de la pijama en un instante fugaz.
Nolen se permitió un momento para mirarla, estaba oscuro y él no estaba usando su visión nocturna, pero no importaba, la luz que entraba por la ventana le bastaba.
Estaba ella en toda su gloria.
Lo único que llevaba bajo la pijama, era una braga color rojo y negro, el resto; estaba a la vista. Jean no era nada como la última mujer con la que se acostó, esa otra chica era suave y blanda, de talla estándar…. La cazadora encima de él, era casi de su tamaño y su figura curveada era firme, con músculos sólidos evidentes, pero suave al tacto sin embargo. Sus caderas eran anchas y su pecho de talla media.
Nolen se sentía muy atraído por todo lo que se viera fuerte y poderoso. Esto era la cosa más hermosa que había encontrado hasta ahora.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por Jean, quien comenzó a frotarse de nuevo, ahora con mas afán, al grado que Nolen podía escuchar sus bajos gemidos. Ella entrecerró los ojos mirándolo mientras fruncía el ceño y jadeaba ligeramente. Corrientes eléctricas recorrían la espina de Nolen, le dolía lo dura que estaba su erección, pero aun así se sentía increíble.
Él se echó hacia delante, consiguiendo sentarse, para sorpresa de Jean quien se lo encontró ahora frente a frente, casi tocándose las narices. Nolen la tomo con ambas manos de la cintura, encontrando bajo su tacto los abdominales de ella, levemente dibujados bajo su piel, pero duro en las grandes manos del hombre. Jean reaccionó poniendo sus brazos sobre los de Nolen y entonces, este la besó.
A pesar de haber estado actuando con sorprendente dominancia, Jean  no dio queja, le permitió a Nolen meterse en su boca y acosar su lengua.
Jean rompió el contacto cuando Nolen molió sus caderas contras las de ella, era muy fuerte, ella chilló y su amante podía sentir como ella sudaba, a la vez que se mojaba donde sus cuerpos se frotaban, eso le constató  a Nolen que hacia un buen trabajo.  Sobre todo porque los iníciales jadeos  de la pseudodemonia ahora eran verdaderos gemidos.
Él apretó los dientes y miro como Jean contorsionaba su cara, mostrando que sus “actividades” la estaban afectando. Esa expresión de placer fue todo lo que necesitó para acabar con la paciencia de Nolen.
En un arrebato, el semidemonio dio la vuelta a las cosas y colocó a Jean sobre la cama, con él sobre ella.  Nolen amó como su pecho se pego a los de ella, el olor a sudor y jabón que desprendía el cuerpo de la mujer debajo suyo lo estaba intoxicando, tanto como el tacto que compartían.
Jean respiraba pesadamente mientras se aferraba a Nolen, cuya cara mantenía oculta en los alborotados cabellos rojos de ella.
El hombre dio un respingo bajo al sentir los labios de Jean en su cuello y las manos de la ya mencionada, le hacía suave presión empleando los dedos y las uñas, en un área sensible de su espalda. Nolen maldijo, una cosa era segura, Jean estaba acostumbrada a esto, sabia en que sitio poner las manos.
No tuvo tiempo de ponerse celoso, pensando en los hombres que ella había tenido antes que él. En ese momento, todo lo que quería era liberar la pulsante y desesperada erección que llevaba.
Se levanto un poco, casi liberándose de las manos de Jean, quien simplemente lo miraba. A pesar de la expresión tranquila  y ligeramente deseosa en su rostro, estaba sudada, muy roja y su pecho subía y bajaba a ritmo acelerado. Su cabello, usualmente peinado hacia atrás, ahora estaba libre en todas direcciones sobre la almohada. Él se enorgulleció de poder ponerla en ese estado.
-yo…-comenzó mientras se llevaba las manos al botón de sus pantalones de pijama. Su erección era escandalosamente evidente y la mancha de humedad que había conseguido con ayuda de Jean no ayudaba. Ella comprendió sin pensarlo mucho, asintió-¿estará bien?
-no te preocupes por mi-pidió Jean con voz ronca, antes de sonreírle-tu solo… haz lo que tienes…
Nolen no espero más permiso. Saco su virilidad de los incómodos pantalones, Jean reclino la cabeza con interés, Nolen no se avergonzaba aunque tampoco estaba demasiado orgulloso… era lo bastante dotado, sin llegar a ser demasiado impactante.
Miro la bonita ropa interior de Jean y algo en él se rompió. Con una mano, sin reparo, arranco la prenda húmeda como si fuera algo que despreciara a más no poder. Jean tuvo poco tiempo para demostrar sorpresa, cuando Nolen ya estaba encima suyo y enfundado en su interior.
Ella gimoteo, sin dejar muy claro como se sentía al respecto. Bien o mal, no objetó.
Era caliente, ajustada, malditamente bueno.
Nolen se aferro a ella y comenzó a empujar, dentro y fuera. Jean lo envolvió en sus brazos y saco sus piernas debajo de él para más comodidad. El hombre apretó fuerte y el placer lo estaba invadiendo, se enfoco en profanar tan fuerte y profundo como pudiera en el cuerpo de Jean. Percibir la suavidad firme de su piel y la calidez de su interior lo estaba haciendo perder la cabeza.
Quería perderse en sí mismo y gozar el momento, cuando para bien o para mal, se fijó en el rostro de Jean.
Hacia una mueca pronunciada de dolor, cuando los oídos de Nolen escucharon algo aun peor que la cara que estaba mirando: una especie de crujido.
Maldijo su vida.
Jean cerró los ojos sin cambiar mucho la expresión de su cara. No, no de nuevo, él quería ir a un agujero y morir. Nolen se detuvo al instante, su cuerpo entero tembló, se ancló firmemente en la cama, con las rodillas y los pies, como una maquina súbitamente apagada. Jean bajo la escrutadora mirada de Nolen, lentamente suavizaba sus rasgos, ella lo observó con ojos vidriosos.
Él no sabía lo que significaba esa cara.
Pero si sabía que debía detenerse inmediatamente. No quería salir de su interior, pero tampoco quería triturar a Jean. Nolen estaba desesperándose, la expresión en su cara estaba vacilando, sus malditas cejas no permanecían quietas, ni tampoco lo hacían las comisuras de sus labios, se negaban a responder sus ordenes cuando pedía que dejaran de tiritar.
Así estuvo un tiempo, mirando a Jean y deseando poder controlar mejor su cara, como ella lo hacía.
Hasta que la cazadora se movió para tomar el rostro de Nolen entre sus manos y acercarlo a sí misma. Estupefacto, Nolen la siguió, y pronto se encontró besándose con ella una vez más. Esta vez fue diferente, no era un beso puramente pasional el anterior, se sentía como si Jean intentara tranquilizarlo y convencerlo de que todo estaba bien.
Se relajó inevitablemente.
No se esperaba eso de la chica a la que acababa de hacer pasar semejante mal rato. Pero le gustaba, se sentía muy bien en su pecho, esa sensación de comprensión.
Jean ajusto sus piernas en torno a Nolen y lo insto a moverse de nuevo. Nolen se libero ligeramente de los labios de la pelirroja y suspiro antes volver a penetrarla, esperando no hacer más daño. El placer que nació en su cadera se rego por todo su cuerpo, pero esta vez, intento controlarse desde el principio, la idea era que ambos salieran bien parados de eso, no que Jean abandonara la habitación en silla de ruedas.
Ella comenzó a dar muestra de que estaba gustándole, hacia la misma expresión de disfrute cuando se frotaba a si misma contra Nolen, su respiración era pesada y una sonrisa extraña se asomaba en sus labios, junto con los gemidos.
Nolen agudizó la velocidad, no supo cuanto tiempo tardo, pero pronto sintió que Jean se ajustaba mas entorno a su virilidad, más y más, hasta que de pronto ella no pudo resistir.
Jean soltó un bramido bajo, apretó los dientes y cerró con fuerza los ojos. Nolen se tensó mientras se aguantaba a si mismo dentro de Jean, a la vez que ella tenía su orgasmo. Ella lo apretaba con suma fuerza entre sus brazos, pero para él era perfecto, podía responderle del mismo modo y no preocuparse de romperla, Jean era resistente, por encima que cualquier humano normal.
Nolen alcanzó su límite, pero se resistía, temía descargarse y ver las consecuencias por venir. Intentó salir de ella para hacerlo en otro lado, pero Jean lo mantenía preso.
-Jean, ¡¿¿qué haces….??!-se quejó, pareciendo casi asustado cuando no pudo desencajar sus caderas de ella.
Todavía aguantando su orgasmo, Jean le dio un rápido beso en la boca impidiéndole continuar su protesta.
-¡hazlo maldita sea!-exigió ella escondiéndose en el cuello de Nolen.
Eso fue todo.
Nolen gruño con fuerza y dejó ir todo lo que reprimía en el interior de Jean, mientras la apretujaba contra la cama. Se sentía glorioso, uno de los mejores momentos de su vida.
Al menos hasta que se detuvo a notar lo que había pasado.
Infiernos- pensó.
Intentó regular su respiración frenética, entonces se dio cuenta que Jean estaba acariciando su espalda y ya se había calmado. Hizo un poco de espacio entre ellos y le dedico una mirada preocupada, la mujer se la devolvió, mostrándose sin inquietud. Aunque la expresión de Jean no era exactamente eufórica, había un raro brillo en sus ojos.
Nolen supo que al menos, no lo había arruinado totalmente.
Ella habló:

-¿qué sucedió? Parecías alterado. Por un momento pensé que te desmayarías-le susurró Jean como cosa no importante.
Nolen de pronto se mostró escandalizado.
-¡claro que estoy alterado! ¡Te crujieron los huesos!-exclamó.
-¿eh?-farfulló la mujer un poco desorientada.
-pensé que te había roto algo o peor…-dejó salir sus temores, su mirada aterrada hizo mella en Jean, tal como lo hizo durante el acto. En ese momento él parecía al borde de una crisis nerviosa.
-estoy bien, mi cuerpo soporta fácilmente esas cosas-intentó calmarlo.
-no debiste haberte quedado callada, tendrías que haberme dicho que te estaba dañando.
-está bien.
La paz se rompió totalmente. Esto no era un “momento feliz” de esos que las parejas tienen luego del sexo, Jean lo notó rápido.
-¡Claro que no!-replicó Nolen-odio lastimar a la gente, especialmente a las mujeres…. Luego de… de ciertos accidentes...
Jean no preguntó inmediatamente por lo que el silencio se adueñó del lugar. Ella pudo discernir en los ojos de Nolen que estaba recordando algo que con toda seguridad, deseaba olvidar. La mujer pelirroja no necesitaba esforzarse mucho para imaginar que pudo ser ese “accidente” del que hablaba mostrándose tan angustiado.
-¿aplastaste a alguna chica o algo así?-le preguntó ella sorpresivamente, Nolen se puso pálido como mármol, se le notó casi enfermo.
-solo he estado con otra chica aparte de ti-admitió y se mordió el labio inferior-solo puedo decir que luego de nuestro “encuentro” ella necesitó un hospital y a mí no me quedaron ganas de tener sexo hasta nuevo aviso….
Jean hizo una mueca de dolor ajeno, conocía la sensación de ser “pisada” por Nolen y solo imaginar a otra mujer, una mujer sin la resistencia de un pseudodemonio, en esa situación, le hizo sentir inquietud, de hecho casi podía oír sus huesos romperse. Cuando menos esa pobre desgraciada debió quebrarse alguna costilla.
Nolen entonces se digno a retroceder y salir de su interior, ella hizo un pequeño mohín. Por un momento dejó de ser consciente del cuerpo del semidemonio contra el suyo, solo cuando se apartó recordó lo cerca que estaban. Su propio cuerpo aun cosquilleaba y estaba caliente, incluso después de las replicas del orgasmo, aun así, se sentía muy relajada. Hacia un tiempo desde que había tenido intimidad con alguien.
El semidemonio se derrumbó a un lado de ella, un poco muy cerca, dado que se encontraban en una cama individual.
-lo siento-dijo él metiendo su rostro en la almohada.
-te dije que no te preocupes.
-al menos dime que tienes precaución –Jean percibió ansiedad en él- me vine dentro de ti.
Ella se encogió de hombros, no preocupada si él la veía o no. Se revolvió hasta quedar acurrucada cerca de Nolen.
-me ocuparé de eso-aseguró la pelirroja viendo como la respiración de Nolen se hacía cada vez más regular-pastillas del día después.
Jean más que de un embarazo, se preocupaba de un embarazo en las circunstancias que acontecían, luchar con un bebe a cuestas no era una opción.
Comenzaba a dormirse cuando Nolen habló.
-oye-llamó el chico.
-¿qué?-respondió Jean mientras bostezaba.
-¿Me amas?
-…
El silencio comenzó a volverse incomodo luego de varios segundos. Era ese tipo de preguntas por las que usualmente Jean se marchaba luego de tener “diversión”
Nolen sacó un poco su cabeza de la almohada, la estudio detenidamente a la expectativa. Ella tenía que responder, no le gustaba hacer esperar a la gente, precisamente por eso, no le gustaba que esperasen nada de ella.
-yo…-ella intentó decir, Nolen adoptó un semblante algo afligido, por la duda que ella mostraba,  él esperaba ser rechazado. Jean estiró una mano y le acaricio el cabello color cobre, tomándolo gratamente por sorpresa -no sé que responder. Pero puedo decir, que eres importante para mí, al menos.


Esa misma noche, Tristán Graham estaba viviendo uno de los peores momentos de su vida. Todo estaba rodeado de llamas, bañado en sangre y asfixiado por el humo. Él solo podía describirlo como un infierno de pesadilla.
-Es una gran noche para ser la Matriarca-se regodeo ella, mientras se estiraba en una cómoda silla plegable.
Tristán estaba obligado a ayudarla desde que tanto él como su gemelo fueron “reclutados” a la fuerza por la mencionada mujer demonio. Esa noche, el primer ataque verdaderamente frontal había empezado, los acólitos trajeron un gran camino parecido a una perrera, escoltado por varios vehículos más pequeños. Se detuvieron en una parte bulliciosa de la ciudad y ahí comenzó el desastre.
De los vehículos acompañantes emergieron acólitos y colaboradores demoniacos, de la “perrera” surgieron violentamente una manada de demonios familiares invocados para asistir a la Matriarca, dichos demonios eran los seres cuadrúpedos de un solo ojo que habían estado generando pánico recientemente.
La compañía entonces atacó sin aviso a las personas, matándolas sin piedad y arrasando todo a su paso, saqueando negocios, destruyendo la propiedad pública e incluso alimentándose de las víctimas. En ocasiones algunos pobres desafortunados eran capturados vivos y arrastrados dentro de la perrera en la que se les colocaba en jaulas diminutas, como atracciones de circo.
La matriarca en su larga túnica negra balanceaba una de sus piernas cruzadas con entretención ante la macabra vista, al pie de su silla habían montones de objetos valiosos, obtenidos del saqueo, eran un botín prodigioso: joyas, ropa cara, artículos electrónicos, antigüedades bonitas e incluso un par de pinturas de galería.
La semidemonia a cargo podría ser muchas cosas, pero una persona de mal gusto no era, sabía apreciar los objetos hermosos y le encantaba rodearse de ellos, sus manos llenas de joyas producto del saqueo eran prueba de esto.
-así que….-empezó ella mirando a Tristán, quien estaba acongojado a solo un par de metros de su ama- preguntare de nuevo: ¿Donde está Mikoto?
Dastán Graham, a escasos centímetros de su hermano intento mantener una postura neutral, pero el ligero temblor de sus rodillas lo delataban.
-¿cómo vamos a saberlo?-inquirió haciendo énfasis con las manos.
-¡no te atrevas a mentirme!-exclamó exasperada la Matriarca, causando un encogimiento en los Graham y en un par de colaboradores a su alrededor-Esa chica era muy cercana a ustedes, no puedo creer que no sepan dónde está.
-ella solo escapó, nos dejó cuando supo de…. Esto-respondió Tristán indicando con un gesto de las manos hacia los alrededores caóticos.
La matriarca no se veía muy satisfecha, cerró los ojos meditando unos escasos momentos. Todos alrededor temían lo que podría hacer, su líder era una mujer de estados emocionales muy volátiles, podía cambiar radicalmente de un instante al siguiente.
-acércate Tristán-pidió ella suavemente, incluso así Tristán quería mojar sus pantalones.
Obedeció con exagerada sumisión, mirando sus pies mientras avanzaba. Una vez junto a la matriarca, ella estiro una de sus manos y lo agarro de la quijada sin delicadeza, para repentinamente levantarse y elevar al demonio del suelo, quedando suspendido en el aire, solo soportado por la mano de la mujer con cabellos cobre.
-muy bien, perro malo-escupió ella con voz asesina mientras miraba a Tristán con los ojos abiertos de par en par, ostentando una expresión sádica – detesto cuando mis perros no obedecen mis órdenes… ¿¡Mikoto, DONDE ESTÁ!?
Tristán era la viva imagen del terror, Dastán hacia lo posible para no dejar ver su pánico, pero contemplando como su hermano se encontraba en manos de la matriarca, estaba al punto de quiebre.
-Respóndeme o te convertirás en otro más de mis especímenes de colección-amenazó ella sacudiendo violentamente el cuerpo de Tristán, mientras este se retorcía de terror.
-Mi señora por favor….-intento decir Dastán, el nunca era exactamente amable con la gente… pero había una primera vez para todo, especialmente en tales circunstancias.
-¡LO JURO! ¡¡Yo no sé nada!!-gritó Tristán deformando su cara con la expresión tan dramática que tenia-Mikoto se fue, ¡Mikoto se fue!
La Matriarca gruñó fastidiada y sorpresivamente, lanzó al Tristán como si fuera un trapo viejo. El chico tuvo suerte y fue capturado en el aire por su gemelo, mas ambos cayeron al suelo polvoriento y rodaron sobre este.
Los presentes se estremecieron, todo el revuelo les permitió ignorar el desastre que se desarrollaba alrededor. La matriarca miró inquisitivamente a los Graham, preguntándose que hacer a continuación… Mikoto Taiga se suponía que formaría parte de sus subordinados, pero aparentemente tendría que arreglársela sin un Raiju que le proporcionara energía eléctrica gratuita. Lamentablemente Hikaru Taiga también estaba desaparecido, algo le decía a la Matriarca que ambos sabían para que fin los buscaba con tanto ahincó.
-muy bien, los dejare ir-dijo ella y antes de que alguien pudiera celebrar, ella sonrió diabólicamente a los gemelos en el suelo-pero antes, quiero que me entretenga.
La matriarca se sacó un látigo de una manga y lo estrelló contra el piso, este acto heló la sangre de los Graham.
-Matriarca….-gimoteo Dastán.
-ahora, par de perros, ¡diviértanme!-la matriarca agitó el látigo hacia ellos forzándolos a levantarse de un salto-¡vamos! ¡Sentados!
Totalmente humillados ambos chicos obedecieron arrojándose al suelo, sentándose en cuclillas y poniendo ambas manos al frente en el suelo, como…. Perros.
-mierda-se quejó Tristán viendo avergonzado a los espectadores, quienes estaban preocupados en parte, pero también entretenidos con el “show” que la matriarca otorgaba.
-buenos chicos, parece que mis perros no son tan inútiles después de todo-dijo ella casi con ternura y sonriéndoles, los gemelos jamás pensaron que alguien sonriéndoles les llegaría a resultar tan aterrador-ahora, ¡rueden!
Ellos lo hicieron al unísono, maldecían infinitas veces lo que tenían que hacer para sobrevivir. En algún lugar del público se escucho una risita, nadie los volvería a ver de la misma manera.
La matriarca aplaudió divertida, casi como si de una niña se tratase.
-¡excelente! Ahora arrástrense hasta mi-ordenó ella, mientras los hombres lo hacían, la matriarca no podía evitar reírse casi a carcajadas-podría hacer esto toda la noche…
Tristán quería llorar.

Trisher observaba todo desde un edificio cercano, tenía todo gravado en su celular con cámara de alta resolución. El espectáculo era hilarante, aunque perturbador…. No podía evitar reír por la vergüenza de los gemelos Graham, pero le era difícil seguir riendo luego de mirar los alrededores destrozados del lugar.
El demonio guardó la documentación y se preparo para subirla a internet. Los demonios de la sociedad no tardarían en llegar, o eso esperaba, tenían que aparecer al menos a hurgar el desastre en algún momento de la noche.
Trisher se hizo incorpóreo y regresó a su hogar.


miércoles, 24 de junio de 2015

El edén del infierno: Acto 2-Capitulo 5

5
Perderse a sí mismo
E
lla suspiró internamente, no recordaba la última vez en su vida que sintió seguridad en las caricias de alguien. Estaba acostumbrada a luchar por sí misma, a valerse sola, no por nada la sensación le vino tan bien. Nadie aprecia más el sol que quien vivió en la oscuridad, nadie disfruta más del afecto que quien fue privado de él y nadie valora más la libertad que quien en algún momento la perdió. Jean siempre era el soporte de los demás, usar a alguien más como pilar le era muy ajeno. Pensó que Nolen debía estar orgulloso, por su aura imponente, ya que solo alguien de gran majestuosidad era capaz de hacer sentir a salvo a Jean.
-¿sinceridad sobre qué?-preguntó, su hablar era sólido, aunque por dentro se sintiera un poco cohibida por la reacción que había tenido hacia Nolen-¿Anastasia? ¿Mi relación con la secta?
Asintió sin perderse de los leves gestos que ella hacía.
-Sobre todo lo que haga falta, sé que eres el tipo de gente que prefiere ahogarse en sus propios tormentos antes de hablar-señaló él-pero eso tendrá que cambiar si queremos sobrevivir, negándote a cooperar por hacerte la fuerte no habrá diferencia en el desastroso rumbo que llevan las cosas.
Ella hizo una mueca, cerró los ojos y apretó el ceño. Evidentemente lo que iba a decir no le saldría fácilmente.
-antes que nada-comenzó apartándose un poco de Nolen-fui idiota, tuve miedo y por vergonzoso que sea, admito que estaba aterrorizada.
Nolen no podía evitar estar estupefacto. Incluso si sinceridad era lo que quería, oírla de ese modo era impactante. Jean aunque avergonzada, al admitir sus problemas sentía que le quitaban un peso de encima con cada verdad que salía de su boca.
-Te agradezco haber insistido en ayudarme, a pesar de lo que dije-continuó y resopló-¿qué es exactamente lo que quieres que responda?
Nolen se detuvo a pensarlo.
-¿Cómo conociste a Anastasia?-fue su pregunta.
-Tendré que contarlo desde el comienzo-explicó ella sin mirarlo-de lo contrario no tendría sentido.
-si es largo, tengo el tiempo que haga falta-le aseguró el semidemonio.
La mujer organizó las ideas en su mente, intentando ordenarlas de manera entendible, cuestión complicada, cuando muchas de sus memorias parecían una ensalada o un rompecabezas revuelto.
-¿qué sabes del holocausto?-inquirió Jean.
Nolen entrecerró los ojos.
-tenía ocho años. Ocurrió justo después de que la secta de Asmodeo descuartizara a mi familia y perdiera contacto con Anastasia-explicó el hombre suavemente- para cuando la hecatombe comenzó, yo vagaba por las calles.
-entonces lo viste en primera fila-observó Jean mirándolo finalmente.
Él asintió.
-Ese día solo quedamos con vida los Wholferd que ahora conoces y mi madre-contó ella-mi madre fue tras la secta de Azazel por venganza, eso descubrí al menos-agregó amargamente-ella jamás volvió.
Nolen dobló hacia abajo las comisuras de sus labios. Ella se cruzó de brazos y miró hacia algún lugar no especifico, sencillamente no miraba a su oyente.
-Trixi, Nicola y yo nos mudamos a un orfanato, lejos de mi tío. Ahí transcurrieron algunos años, cuando tenía casi doce años, algo raro comenzó a pasar-prosiguió-veía sombras, oía voces atormentadas y la sensación de ser vigilada me acompañaba todo el tiempo. Mi primo, mi hermana y yo lo sentíamos, pero éramos los únicos que lo hacíamos…. –Jean apretó la mandíbula-eso me volvía loca, no pasó mucho tiempo antes de que quisiera arrancharme la cabeza por la desesperación. Mi armé de todo el valor que una preadolescente puede tener y seguí la energía demoniaca hasta su origen.
Nolen de pronto pareció disgustado.
-¿Nicola no te acompañó?
-no-sentenció la pseudodemonia, sin hacer mucho caso a lo que evidentemente Nolen estaba conjeturando-Nicola jamás volvió a ser el mismo después del holocausto, tenía pesadillas a menudo y los demonios que nos perseguían lo dejaban tan mal que se congelaba, no era capaz siquiera de pensar. Llegó a orinarse un par de veces por culpa del miedo….
Nolen casi sintió gracia por la declaración, el vikingo que conoció en la casa Wholferd…. Orinándose de miedo, una imagen mental sumamente inverosímil. Pero se reprendía a sí mismo por tales pensamientos, solo podía imaginar el terror que Nicola vivió para verse tan afectado.
-lo cierto es que Nicola no estaba en condiciones para hacer nada-declaró ella-así que yo tuve que dar la cara por los tres. Seguí el rastro de la energía demoniaca y encontré una edificio abandonado luego del holocausto, ahí encontré a Anastasia.
-¿en una casa abandonada? Pensé que la secuestró una secta-dijo Nolen sorprendido.
Jean se encogió de hombros.
-No me preguntes como terminó ahí-pidió la cazadora-sencillamente estaba.
Nolen apretó los labios en una línea.
Jean percibía como un escalofrió le recorrió la espalda, al recordar cómo se había sentido al ingresar en aquella casa. La pobre chica había pasado por experiencias que ninguna niña tan joven debería vivir.
-llévame a ese sitio-soltó el hombre, Jean por su cara podría haber sido abofeteada-si estuvo ahí, puede haber una pista de qué coño le ocurrió-Nolen con ademan atormentado, miró al vacío-Anastasia no era así, ella no lo era…. Algo tuvo que salir muy mal.
Jean tomó aire con paciencia.
-eso, o ella simplemente creció y cambió, como todos-propuso-con el tiempo muchas cosas cambian. Hay experiencias que pueden afectar de por vida a la gente.
-no, la imagen que tengo de Anastasia como la matriarca, no me cabe en la cabeza-Nolen apretó los puños, recordar el monstruo que ahora era su hermana casi le provocaba nauseas, puede que fuera el estrés de la impotencia. Intentado calmar la horrible sensación de su agitado interior, se agarró la camisa en el área de su torso, la apretó hasta arrugarla-Sé de primera mano cómo los acontecimientos cambian a las personas, pero lo de Anastasia, estoy seguro, va más allá de eso.
Jean se tranquilizó y lo miro calmadamente.
-puedes asumir lo que quieras; pero al menos ahora, no podemos saber si tienes razón.
Él chico se mordió el labio y entonces recuperó el enfoque de sus ojos, dirigiéndolos hacia Jean, con poderosa decisión. Tal intensidad se pudo ver en sus ojos color naranja que Jean se tornó nerviosa, sin embargo, darse cuenta de ello habría sido muy difícil, reprimió cualquier gesto que la delatara.
-quiero ir ahí, llévame a donde la viste-casi exigió.
-ese lugar es un infierno-espetó Jean frunciendo el entrecejo y soltando sus brazos, los cuales hasta entonces, había estado firmemente cruzados contra su pecho-en mi vida, nunca iría voluntariamente ahí de nuevo.
Nolen se controló, si seguía descargando la tensión en su ropa, quedaría desnudo. Posicionó ambos brazos dentro de sus bolsillos, luchó por mantenerlos ahí y procuró ser tan suave como siempre lo era, no podía dejar que su capacidad de razonar con los demás, fallara cuando más le hacía falta.
-por favor… cualquier cosa que pueda saber de Anastasia, me hará sentir mejor-dijo, tratando que su voz no fuera demasiado apresurada ni desesperada-si hay esperanza para ella, la quiero de vuelta.
Jean quería callarse simplemente, meter la cabeza en algún lado y no responder…. No quería machacar las esperanzas del dulce hombre que tenía en frente, pero la realidad era la realidad y no podía ser evadida. Intentó no sonar grosera o cruel:
-No estoy muy deseosa de volver a mi pesadilla por una posibilidad tan lejana-declaró con firmeza y una mueca de desaprobación-tengo una cordura que proteger.
Nolen abrió muy grandes sus ojos, ahora parecían los ojos de un perrito herido. Jean maldijo por lo bajo, maldijo el efecto que él tenía sobre su persona.
-te lo ruego, solo tú puedes ayudarme-Jean deseaba ignorar que Nolen parecía a punto de llorar-Sabes lo que tendrá que pasar si no hay esperanza para mi hermana…
Tendrá que morir, supo ella inmediatamente.
-dije que no-gruñó evitando hacer contacto visual con Nolen.
-necesito agotar hasta la última posibilidad para tener mi conciencia limpia-hizo saber el semidemonio con voz rota-no podré vivir con esto si no lo hago, sentiré que la abandoné... otra vez.
-cállate maldita sea-pidió ella retrocediendo varios pasos.
-Jean-llamó él, con ruego en su voz.
-déjame-quiso ella luchando contra sí misma-por el amor a los dioses demoniacos.
Eran deseos contradictorios. Tenía necesidad de ayudar a Nolen, pero como contrapeso, estaba su instinto de auto conservación, gritándole que evitara a toda costa aquel sitio.
Nadie se imaginaria, que tras tu cara de póker, aparentemente indiferente, habría semejante batalla épica- Le dijo Adon en su interior.
Jean se estremeció al sentir algo cálido y duro contra su cuerpo…. Nolen había cerrado el espacio que los separaba, para envolverla en un apretado abrazo. Los ojos de la mujer pseudodemonia por poco se salían de sus cuencas. Luchó por mantener la sangre lejos de sus mejillas, al captar el aliento tibio del chico penetrar entre sus cabellos escarlata.
-tienes mucho miedo, ¿verdad?-masculló él. El cuerpo de la pelirroja estaba rígido.
Renunciar a su orgullo era un comportamiento sumamente distante al actuar normal de Jean. No obstante, ella se lo tragó y se mordió el labio antes de confesar:
-si…
-entonces te prometo defenderte de lo que sea que haya ahí-le aseguró intentando calmarla, pasando una mano por los cabellos en su espalda-no dejaré que te lastimen, pero por favor, llévame… -la mente de Jean se volvió un revoltijo-juro que te protegeré.
-No soy una princesa, ni tú un caballero para decir esas cosas-le reprochó ella con voz casi inexpresiva. Nolen se apartó y le tomó ambas manos a ella.
-es lo menos que puedo hacer, si vas a luchar contra tus pesadillas para ayudarme-explicó encontrando su mirada con la de ella.
-yo…-ella dudó.
-incluso si no te necesitara-interrumpió con fervor-deseo sacarte de tu infierno personal y esté sería un comienzo, porque quiero ser tu caballero L’Enfer.
Jean por unos momentos se quedó muda y solo fue consciente de que su corazón se agitó. Esas sensaciones eran casi desconocidas para Jean, de hecho las veía como embarazosas, por considerarlas más propias de muchachas enamoradas y empalagosas que de mujeres adultas. Irónico que estuviera experimentando cosas dignas de adolescentes, cuando ella misma había pasado por esa etapa hace ya un tiempo, se supone que a tales alturas estuviera ya familiarizada con esas cuestiones, no volviéndose un manojo de pensamientos discordantes.
No, esto tiene que ser una broma. Se dijo a sí misma. Sostuvo la mirada de Nolen tanto como le fue posible. Odiaba no tener control sobre sí misma, al menos en su interior, ante el mundo ella podría tomarse como el ser más estoico y hasta indiferente de la existencia, pero por dentro seguía sin tener poder sobre lo que sentía.
Era frustrante.
-el amor es una perra-murmuró ella con la cabeza baja, impidiendo que Nolen viera sus ojos.
-¿qué?
-lo haré-las comisuras de sus labios vacilaron, pero no se detuvieron al hablar-decidí que pelearía, a pesar de todo temor. Me hice la idea de enfrentar a Anastasia, pero no a esto…. Siéntete orgulloso, porque lo haré por ti, aunque lo odie con todas mis fuerzas.
Nolen no podía creer lo que estaba oyendo, estuvo mirándola fijamente por un tiempo. Ella… ella enfrentaría su temor, por él, eso significaba que aunque fuera un poco… solo un poco, Jean lo consideraba especial.
-gracias-dijo estrujándola nuevamente en un abrazo. Jean se erizó, sorprendida.
El tacto del semidemonio le gustaba, pero aún no se acostumbraba a ello. Lentamente correspondió al abrazo. Quizá valiera la pena, ir a ese sitio podría significar un punto final para ese capítulo de su vida e hiciera camino para superar de una vez por todas lo ocurrido en el holocausto.
Ella encajó su barbilla en el hombro de Nolen intentando no pensar en lo que le esperaba. Cerró los ojos y dejó que la calma la invadiera.

-¿A dónde vamos?-inquirió Nolen.
Descendían por unas oscuras y angostas escaleras.
-Al bunker-dijo ella sin darle gran importancia.
-¿Tienen un bunker?-masculló el hombre sorprendido.
Ella simplemente asintió cuando terminaban de bajar las escaleras y se encontraron con la robusta puerta blindada. Nolen se imaginaba que las casas de los Wholferd no eran como las demás, pero no pensaba que fuera para tanto. Jean tecleó un código en el panel de control de la entrada, a continuación la cerradura de la puerta se abrió, Nolen iba a avanzar y abrirla él mismo como un “caballero”, pero la chica se le adelantó y empujó la pesada puerta como si no fuera al menos cinco veces más pesada que ella.
El semidemonio silenció su asombro, aunque no debería sorprenderle tanto, dado que Jean sostuvo una pelea, aunque torpe, con Anastasia, y Nolen sabía de antemano, que su hermana era más fuerte de lo que aparentaba.
Jean lo guio dentro del bunker, el hombre miraba sorprendido lo complejo que era, hasta habitación de invitados tenia aquel lugar. Finalmente ella lo escoltó hasta una especie de garaje, algo sucio y lleno de herramientas amontonadas, eso no despertó interés en Nolen, lo que si atrajo su interés, fue el hermoso objeto que reposaba en medio de la habitación.
Una motocicleta.
Era moderna, a diferencia de todo lo demás, parecía limpia, todos sus detalles decorativos en negro y plateado permanecían impecables. Frente al vehículo había un túnel que se perdía en la oscuridad.
-Espera aquí-pidió la pelirroja, su voz trajo a Nolen de regreso a la realidad.
-Claro-aceptó él asintiendo y mirando de reojo a la chica, aun sin dejar de mostrarse admirado por la moto.
 Jean salió sin más del garaje. Pasaron pocos minutos cuando regresó, estaba vestida diferente. Su ropa era de cuero negro: botas, guantes y el accesorio más llamativo: una bufanda verde oscuro, la cual se enroscaba en su cuello, pero más que abrigo, dicha bufanda servía para cubrir su cara hasta los ojos, como si de una máscara se tratase. A parte de la ropa llevaba un cinturón donde yacía su pistola y otras cosas que el semidemonio no reconocía, más no hizo preguntas acerca de ello. Nolen se la quedó mirando, entre tanto Jean se trenzaba el cabello y caminaba hacia la moto, absorta en la tarea de recogerse su melena escarlata.
-¿No podríamos ir en tu camioneta? La vi afuera-sugirió el chico.
Ella negó con la cabeza y abordó el vehículo de un movimiento elegante. Nolen se movía a su encuentro mientras ella explicaba:
-Anastasia seguro sabe dónde vivo, podrían haber esbirros suyos esperando a que yo salga por la puerta principal para arrojárseme encima-Encendió la moto y comprobó que funcionara a la perfección-Sube a bordo.
-seguro-contestó y se sentó detrás de ella.
Jean sacó unos lentes color ámbar de su larga bufanda y se los colocó con maestría usando una sola mano, ya que la otra sostenía uno de los manubrios del vehículo.
-¿Es necesario que parezcas una mafiosa en moto?-preguntó Nolen, mirando a la mujer, dado que si la hubiera visto de lejos con esa apariencia, no la habría reconocido y si no fuera un semidemonio L’Enfer se habría preocupado de su seguridad.
-Si no me reconocen, mejor-explicó-Sujétate.
Él lo hizo y Jean arrancó a toda velocidad por el túnel, el cual aunque se viera más iluminado por las luces de la motocicleta, no dejaba de ser sombrío. El cabello de Nolen se revolvió con el viento y se encontró obligado a entrecerrar los ojos. Jean sacó un minúsculo control de un bolsillo y oprimió un botón, pronto Nolen vio la salida del túnel abriéndose ante ellos.
Una vez fuera, Nolen reparó rápidamente que estaban relativamente lejos de la residencia Wholferd… de hecho el no recordaba haber ido al lugar donde estaban. Era un bosque y a lo lejos se veían luces de faroles.
-¿Dónde salimos?-preguntó aturdido por el cambio de escenario tan radical. Jean no había dejado de moverse desde que salieron, ahora en suelo más abrupto, la moto se sacudía casi violentamente en medio de su carrera.
-Es un parque cercano al residencial, nadie se imaginará que podemos salir por aquí-dijo ella confiadamente.
-igual que nadie se imagina que hay un bunker en tu casa-concordó el chico aferrándose más a ella.
-Exacto-apremió-por eso, mi padre era un genio.
Justo después salieron del bosque y cayeron violentamente de un salto en la acera del parque. Jean dejó una marca en el suelo al hacer una curva cerrada para mantener el curso hacia donde quería, el ruido que profirió la moto le causó un escalofrió en la espalda a Nolen.
-ponte cómodo-pidió la mujer con voz seca-el sitio es lejos y no está en un área muy agraciada de la ciudad.
-ver cosas horribles es común en mi vida, no me acostumbro, pero he aprendido a manejarlo.
Celebró que su voz se oyera convincente… A pesar que la expectativa de afrontar de nuevo los “horrores” del mundo, no le despertara ánimo.

La noche era fría, Jean se alegró de que su bufanda no solo sirviera para cubrir su rostro, sino que verdaderamente la mantuviera cálida. Por otra parte, los brazos de Nolen también eran bastante reconfortantes, pero ella no lo hizo notar.
El viaje duró casi media hora, el sitio donde se situaba el residencial Wholferd estaba casi a las afueras, pero era un sitio bastante acomodado, no como donde se dirigían. Era un área lúgubre, más que pobre, abandonada, con edificios en ruinas y locales deshabitados, todo ello secuela del holocausto. Aquel sitio fue uno de los que sufrió peor daño y hasta quince años después, seguía sin recuperarse, la gente temía volver ahí.
Jean se detuvo en un edificio algo descuidado, pero no tenía el aspecto horrible como otras edificaciones vecinas, simplemente no había gente ahí y le faltaba pintura. Nolen le dedicó una mirada incrédula a aquella imagen ante sus ojos.
-¿pasaste años en esta… pocilga?-dijo él-viendo lo acomodados que eran los Wholferd, ¿cómo terminaste aquí?
 Jean estacionó la moto en la acera y apagó el motor.
-No era tan feo cuando vivía aquí-comentó ella sin ánimo-recién había ocurrido el desastre, habían muchos niños huérfanos que vinieron buscando donde quedarse…. En esos días este orfanato era más agradable, así que técnicamente no me dejaron en una pocilga.
Ambos bajaron mientras ella contaba.
-y….
-después de lo ocurrido nadie quiso mudarse a estos lados-prosiguió mirando el edificio tranquilamente-la catástrofe fue tan horrible que era como si este lugar quedara maldito…. Los niños conforme crecieron o fueron adoptados se marcharon, ninguno quería permanecer aquí, traía muchos malos recuerdos… yo soy una de esos niños, de hecho, si no fuera por ti, nunca habría vuelto.
Jean se encaminó hacia la puerta del orfanato, la cual permanecía cerrada por dentro. La pseudodemonia sin delicadeza ni contemplación acometió contra la puerta, derribándola de una patada devastadora. A Nolen casi se le salen los ojos ante tan violenta acción.
-¿Era necesario?-quiso saber él.
Jean resopló por el polvo y se sacudió la ropa.
-Quiero comprobar algo dentro, no se me ocurre un modo menos violento de entrar-rezongó ella mientras se internaba al orfanato, seguida de Nolen-la otra opción era romper una ventana.
Nolen no comentó y se dedicó a analizar aquel lugar, en verdad había sido descuidado desde hacía años. Se alivió al ver que ningún indigente había irrumpido y hecho de ese edificio su hogar. Jean subió unas escaleras rechinantes y se dirigió a las habitaciones del segundo piso, su acompañante se apresuró a seguirle el paso y no quedarse solo en la oscuridad casi total.
Jean al mirar todo a su alrededor recordó su infancia ahí, casi podía oír y ver a los niños que en otra época recorrían y reían en esos pasillos. Hasta cierto punto fueron buenos recuerdos, ella se enfocó en su objetivo tratando de alejar su mente del pasado y cuidar que Nolen no se alejara demasiado, aún estaba algo paranoica; sobre que pudieran haberlos seguido.
Continuó hasta una habitación, en ella había una hilera de camas viejas y muchas telarañas. Jean ingresó y se detuvo en medio del recinto.
-¿por qué vinimos aquí?-quiso saber Nolen desde la puerta. Sus ojos se habían tornado un poco más brillantes de lo usual debido a la negrura.
-Esta era mi habitación…. Y aquí era donde ocurría-respondió ella cerrando los ojos y tomando aire. Nolen miraba el añejo recinto desde el umbral oscuro, sus ojos brillantes podrían haber espantado a muchas personas con solo mirarlo. Aunque el hombre aguardaba en la oscuridad, la habitación estaba lejos de ser tan sombría como el resto del edificio, la poca luz lunar que emanaba del exterior penetraba por varios ventanales largos situados en fila, intercalados entre la hilera de camas.
-¿ocurría?-preguntó Nolen mirando alrededor, como si buscara alguna otra presencia en esa habitación, sin embargo, no podía percibir nada.
Jean dejó escapar algo de aire, su cuerpo estaba en un fuerte estado de tensión.
-Aquí intentaba dormir con Trixi, pero un día oímos criaturas demoniacas sufriendo, nosotras obviamente nos asustamos mucho-explicó ella y concibió una mueca mostrando desagrado-pero no pensábamos que fuera algo importante, lo que no sabíamos es que esos sonidos se repetirían noche tras noche…. Durante meses…
Nolen se acercó lentamente a la mujer, quien mantenía sus sentidos desplegados el máximo nivel de percepción.
-estoy intentado sentir algo y determinar si aún quedan demonios cerca-explicó ella seguidamente sin mirarlo-pero no siento nada, creo que los alrededores están limpios.
Nolen dirigió su atención hacia fuera del orfanato, estudiando la infinita oscuridad de la noche.
-yo tampoco puedo sentirlo-estuvo de acuerdo, finalmente Jean se volvió y dirigió su mirada amarilla hacia él.
-¿eres capaz de sentirlo? ¿La energía que despiden los demonios?-preguntó con interés.
El asintió.
-todos los demonios e híbridos pueden sentirlo, solo que la mayoría no son muy sensibles a menos que se trate de cosas llamativas-le hizo saber con simpleza-casi siempre se basan en sus sentidos convencionales para percibir anomalías del mundo demoniaco, pero conmigo es distinto. Los L’Enfer manejamos energía demoniaca constantemente, nos servimos de ella, así que somos mejores para sentirla.
Jean recordó con incomodidad cuando Anastasia estaba absorbiendo su energía, durante el ataque. Los pseudodemonios eran los únicos seres de origen terrenal con ese tipo de energía y se había vuelto intrínseco de sus cuerpos, como la sangre, perderlo era fatal.
-comprendo-dijo ella y se dirigió hacia la salida a paso tranquilo-vamos, tenemos que ir al sitio donde vi a tu hermana, parece ser seguro por ahora.

-mierda…-se quejó la cazadora, mirándose confusa-¿cómo coño…?
Ante ella había una edificación vieja y pequeña, que pertenecía a un edificio de apartamentos abandonado. El problema era que la entrada del descolorido lugar… estaba siendo bloqueada por un automóvil colocado de manera vertical, confiriéndole a la escena un aspecto que rayaba en lo ridículo e inverosímil. Una especie de broma.
-alguien no quería que entráramos-supuso Nolen con ademan sorprendido, a continuación se dirigió a la pelirroja-permíteme.
Él sin esperar respuesta se aproximó al auto, se inclinó y lo levantó sobre su cabeza, sin emplear casi esfuerzo alguno en ello, luego lo arrojó no muy lejos, causando un ruido por poco ensordecedor que sacudió el ambiente. Menos mal que en el área era poco probable que alguien oyera.
Jean entrecerró los ojos por el fastidioso sonido, y a su vez, el impacto provocó que sus cabellos rojos se movieran levemente. Ella no estaba acostumbrada a la caballerosidad y menos a tal escala, sin embargo, tal demostración de poder le pareció atractiva.
-gracias, acabemos con esto, mientras más rápido salgamos, más pronto podré dormir tranquila-dijo la mujer, dando ligeros pasos para estudiar el interior oscurecido del recinto. Solo encontró unas escaleras de aspecto perturbador, sus escalones se perdían en la lúgubre oscuridad, era tan negro, que engullía cualquier cosa a pocos metros de la puerta, cortando la visión de la mayor parte del descenso.
-¿no quieres que yo entre primero?-se ofreció él un poco preocupado.
-no, soy yo quien sabe el camino y los lugares que deberíamos tener vigilados-explicó ingresando y viendo con recelo su alrededor, especialmente las impenetrables tinieblas más adelante. La oscuridad le envolvía y podía oler el polvo picándole la nariz-puede que tenga miedo, pero eso no quiere decir que me vaya a esconder detrás de alguien.
Nolen no le replicó.
Ella se agarró fuertemente de su temple y comenzó a bajar escaleras con Nolen siguiéndola de cerca. La oscuridad empeoraba, Jean a diferencia de Nolen no era tan buena para ver en la oscuridad, así que debió valerse de sus demás sentidos. Sus ojos por si solos no ayudarían demasiado, podía ver las formas difusas de lo que la rodeaba, pero nada más, era la máxima ventaja que su condición de pseudodemonia le brindaba, estar un tanto por encima de lo humano.
¿Por qué no pudiste ser un demonio con visión nocturna…? -se quejó mentalmente ella, dirigiéndose a Adon.
 No seas pretenciosa, ya convierto en piedra a tus enemigos… ¿y ahora quieres que vea en la oscuridad? Respondió él.
Tampoco es una habilidad tan rara, más bien tu eres raro por no poder hacerlo. –contraatacó.
Próximamente me pedirás que vomite arcoíris.
Ella resopló frustrada.
Nolen la vio preguntándose qué pensaba, él a diferencia de Jean, si podía ver perfectamente. Lograrlo era tan simple como dirigir energía a sus ojos para hacerlos más sensibles, una autentica ventaja de ser un hibrido L’Enfer.
Cuando estuvieron en el interior Nolen amplificó todo lo que pudo su vista, era un pasillo largo con diversas puertas y corredores, todo tan descuidado como el orfanato, pero, a diferencia de aquel lugar, este corredor parecía más que abandonado…
Lucía maldito.
Había sangre salpicada por doquier, mesclada con el polvo y la mugre. Ella sin decir nada continuó su camino, Nolen por instinto la siguió, pero no pudo omitir los horribles grafitis hechos con sangre en las paredes. Puede que la cazadora no los pudiera ver… o puede que los ignorara, pero él no era tan bueno en pasar por algo su alrededor.
Había mensajes desesperados escritos con sangre.
“¡¡Sáquennos de aquí!! ¡Por favor!”
“En los reflejos… los veo, están en todas partes”
“¡Están malditos por los demonios mayores!”
“¡Asmodeo te maldigo! ¡TODO es tu culpa!”
Nolen sentía escalofríos, realmente ahí ocurrió algo espantoso. Sentía una ligera energía demoniaca alrededor, pero nada fuerte, parecía que en algún momento, ese oscuro lugar estuvo repleto de demonios, especialmente demonios invocados o sellados.
Los demonios invocados siempre dejaban gran rastro detrás de sí y los demonios esclavizados o capturados por humanos usualmente se hacían sentir, quedaba evidencia de los lugares donde fueron encerrados.
Jean casi con paranoia se aseguraba de nunca bajar la guardia ante una puerta abierta, incluso las cerradas eran objeto de sus sospechas. Las gotas de sudor no dejaban de caer por su rostro y su respiración agitada la hacía parecer febril, una reacción natural, ya que rememoraba a cada paso todo el terror que vivió ahí dentro, haciendo que la sensación de amenaza se agudizara.
Encontrarse prácticamente ciega tampoco ayudaba.
El único sonido audible eran los pasos de ella y Nolen. Pero para la pseudodemonia su corazón era más escandaloso, centrar su mente era difícil cuando debía controlar sus reacciones corporales al mismo tiempo.
-No pensaba que esto fuera tan profundo-comentó el semidemonio para romper el silencio.
-es más grande de lo que parece-agregó ella, su voz no hacia juego con su aspecto inquieto.
Finalmente Nolen vio algo que parecía marcar el fin del camino laberintico que habían recorrido: una gran puerta abierta, cuyo interior desde su criterio lucia entre gris y negro, no estaba seguro si sus ojos eran confiables, nunca los había probado en tal negrura. Supuso que era una especie de habitación común, no podía asegurarlo, Jean había dado tantas vueltas en diversas direcciones que ni siquiera estaba seguro de donde se encontraban o si de hacer falta, podría encontrar el camino de regreso.
Se detuvieron, por un momento Nolen prestó más atención al panorama que a la chica que le acompañaba. Cuando volvió a fijarse en ella, percibió algo inesperado… Jean lo reprimía, pero él lo pudo notar: aunque ligeramente, ella estaba temblando.
Algo en el interior del chico se retorció y estrujó, sentía el impulso de reconfortarla, pero algo lo frenaba, aunque ella respondiera bien a sus anteriores acercamientos…. Jean seguía pareciendo una persona altiva y difícil de alcanzar, esa aura lo mantenía un poco refrenado, aunque supiera que ella no lo rechazaría o luciera extrañamente vulnerable en ese momento, Nolen la sentía como algo que no pudiera tocar, intangible de hecho, para alguien como él.
Pero él se decidió a demostrar lo contrario.
Así que lo hizo.
Disimuladamente estiró un brazo y sostuvo una de las temblorosas manos de la pelirroja, ella se estremeció por un momento. Nolen casi creyó que Jean lo ignoraba, cuando de pronto ella lo miró de soslayo, con el cabello pegado en su sudorosa cara. Sus ojos no mostraban hostilidad, algo había cambiado, su mirada era seria, no había duda expresada y muy en el fondo de sus amarillos ojos, parecía pronunciar agradecimiento…. Incluso cariño.
Tuvo poco tiempo para saborear aquella expresión en el rostro de Jean.
Como desesperada por poner fin a la situación, ella tiró del brazo de Nolen, aunque sin mucha fuerza, para indicarle que avanzara. Sin poner objeción se dejó llevar hasta el interior de la siguiente habitación.
Ya en el umbral, Nolen simplemente perdió el aliento, el interior de ese lugar era más de lo que se veía por fuera. Cuatro puentes desde cada pared llegaban desde sus respectivas entradas hasta el centro de la habitación, lugar en el cual había una enorme jaula oxidada con barrotes doblados y su puerta derribada.
El hombre analizó detalladamente todo lo que pudo, en realidad la jaula fue lo que menos lo impactó. Más dramático era el ser consciente de que toda la habitación se encontrara suspendida y que al mirar por uno de los bordes de cualquiera de los puentes, el fondo se perdiera de vista, pero no se perdía en la negrura, se perdía en un abismo de color entre rojizo y amarillo, como si del interior de un volcán se tratase.
-Creo que llegaré al centro de la tierra si me arrojo de aquí-dijo él con ambos ojos bien abiertos.
El brillo al fondo era la única luz que había visto desde que entraron al complejo, pero estaba tan profundo, que era imposible ver a menos que se asomara desde la propia habitación donde estaban.
-en realidad, por toda la energía demoniaca allá abajo, creo que llegarías al plano de los demonios-comentó Jean mirando de reojo el abismo, aún estaba agitada, pero no por la vertiginosa vista.
Luego siguió caminando y Nolen se vio forzado a continuar detrás de ella. Pronto estuvieron ante la jaula, tan vieja que parecía a punto de caerse a pedazos, muchas goteras caían del techo y algunas ratas correteaban por los ductos de ventilación en el techo. Parecía una jaula rota de un zoológico terriblemente mal cuidado, de hecho, la sanidad los habría clausurado. Nolen intentó no pensar que Anastasia había dicho que en su desesperación recurrió a comer ratas….
Los dientes de Jean rechinaron.
-es aquí, vine a este lugar y encontré a Anastasia, pero estaba tan asustada que ni siquiera le hablé. Asumí que debía haber un buen motivo para que estuviera encerrada y yo no quería descubrirlo-explicó planamente-yo tenía doce años, pero había visto el rostro de la muerte suficientes veces; para aprender a mantenerme lejos del peligro.
Nolen estiró un brazo y tocó el barrote que tenía en frente, áspero y añejo. Imaginó a Anastasia dando vueltas en esa jaula durante años, sin poder hablar con nadie, durmiendo en el suelo, bebiendo de goteras y comiéndose a las desafortunadas ratas que conseguía atrapar. Hizo una mueca de dolor, frustrado por no haber podido hacer algo para ayudarla. Él tampoco la tuvo fácil durante muchos años, pero nunca llegó a vivir en semejante miseria.
Jean apretó su mano, el semidemonio no estaba seguro si era un gesto de apoyo o simplemente era ella quien quería sentirse más a salvo. No importaba, a él le agradaba que ella hiciera eso, significaba que le estaba dando su atención.
-no hay nada que hacer aquí-masculló Jean frunciendo las cejas-solo confirmar que Anastasia estaba diciendo la verdad, estos eran seguidores de Asmodeo, nada tenían que ver con Azazel.
-si… pero aun quiero mirar un poco los alrededores, quizá encuentre pistas sobre que le ocurrió a Anastasia, que la convirtió en…. Eso-insistió decididamente sin apartar la vista de la jaula. Jean no replicó, sabía que estaba determinado y sería inútil tratar de disuadirlo.

Nolen recorrió pasillo tras pasillo, Jean permanecía detrás de él esta vez, sin alejarse demasiado. No sabe que tanto recorrió, pero se detenía cada tanto en las habitaciones que habían abiertas, dentro usualmente habían dormitorios o chatarra amontonada de la secta, pero de vez en cuando encontraba algo interesante…. Si por interesante se refería a cadáveres, sangre o alguna señal de que ese lugar se usó para rituales demoniacos. Jean no era muy afectada por lo que encontraban, usualmente arrugaba un poco su entrecejo y nariz, o hacia un gesto suspicaz, pero no dijo palabra al respecto.
-está abierto-dijo Nolen ingresando a un cuarto, Jean se quedó fuera.
-Nolen, no sé qué tanto te gustan los cadáveres sacrificados o las casas abandonadas…. Pero yo que tu no entraría así nada mas-sugirió la mujer desde fuera-aunque los acólitos se fueron hace mucho, no sabemos qué pudieron haber dejado atrás antes de marcharse, hay cosas que pueden ser peligrosas.
Nolen encontró algo bastante raro en aquel recinto, todo estaba vacío, salvo por tres espejos dispuestos en torno a un círculo pintado con sangre. Fue como si no hubiera oído a la pseudodemonia, siguió adentrándose más en aquel lúgubre lugar, sin mostrar vacilación.
-¡ah vamos! Suenas paranoica, ¿qué es lo peor que podría pasar?-preguntó mirándose en uno de los espejos con ademan despreocupado.
Hacer esa pregunta fue su peor error.
Nolen tocó su reflejo con un dedo inocentemente, cuando de la nada su “yo” del otro lado estiró  su mano más allá del espejó y tomó la muñeca del semidemonio, él inmediatamente gritó una maldición. Acto seguido su reflejo le sonrió y tiró de él hacia el espejo, Nolen instintivamente se echó atrás y de ese modo, el reflejo abandonó el espejo, ahora convertido en una sombra negra que se quiso abalanzar sobre Nolen.
La cosa iba a alcanzar a Nolen, pero no lo conseguiría, antes de que pudiera hacer algo, el extraño ser le fue arrebatado de encima, y lo único que él supo, fue que un estruendoso sonido le siguió a dicho suceso.
-¡¿Qué?!-gimió Nolen dando un pasos hacia atrás.
El espejo cayó al suelo, pero el monstruo negro consiguió salir y materializarse. Nolen trató de entender que había pasado, lo hizo solo cuando vio a Jean delante de él con una de sus suelas sobre los pedazos del espejo ahora roto. Ella con el fin de liberarlo del ser, había apartado el espejo para arrojarlo al piso y aplastarlo con sus zapatos, sin embargo el ente consiguió salir antes y hacerse sólido.
La cosa le bufó a Jean y esta le respondió del modo más propio: a balazos.
Desenfundó y cuando el monstruo quiso ir tras ella, lo repelió disparando hasta matarlo. Cuando murió su cuerpo desapareció aún más rápido que los demonios regulares. Nolen estaba mudo mientras la cazadora hacia un gesto de desprecio al demonio, como si le diera asco o le odiara profundamente.
No hacía falta ser un genio para darse cuenta de que algo era distinto. Esa no era la mirada que Jean generalmente le daba a sus enemigos, era una mirada de odio puro. Ella generalmente mataba por dinero o defensa propia, no era nada personal, pero esto parecía serlo.
Nolen dio un paso al frente, dudoso de que decir.
-Yo…-intentó hablar.
-Trixi… tenía razón…-gimió Jean apenas relajándose, lo demostró guardando a Gwyrdd dudosamente.  Ella aun así, no lo miró, su compostura todavía no volvía por completo.
-que….
-realmente dejé parte de mi misma la primera vez que vine aquí.
-no entiendo nada.
-¿sabes lo que es este demonio?- se refirió al lugar donde una vez estuvo el referido. Nolen negó con la cabeza.
-tú eres la experta.
Jean endureció la quijada y se mordió el labio inferior.
-es un amanojaku, se alimenta de todas las partes benéficas del alma de sus víctimas, hasta dejar solo lo malo en ellas, convirtiéndolas en seres malvados….-Jean apretó más los dientes-me encontré con esto mientras volvía al orfanato. Tiempo después Trixi dijo que había algo diferente en mí, pensé que solo era su imaginación, pero estaba equivocada…. Una creatura como esta maldita cosa arrancó un pedazo de mi alma ese día, llevándose mucho de lo que era bueno en mí. La compasión, el desinterés, la justicia….
-No eres exactamente la persona más bondadosa del mundo…. Pero no eres malvada….
-la única razón por la que no soy malvada, es que conseguí escapar antes de que este asqueroso demonio se robara todo. Pero aun así, fui ensuciada. Toda la esencia de lo que yo era, casi desapareció-relató amargamente ella bajando un poco la cabeza.
Nolen se sintió mal por la cara que ella tenía en aquel momento.
-¿hay modo de recuperarlo?
-No. Mi alma es como la carne, al arrancarle un pedazo, cicatriza. Al perder pedazos de lo que yo era, otras partes de mí se desarrollaron más para ocupar el espacio y otras que habían sido arrancadas por este demonio, volvieron a aparecer aunque no con la misma fuerza.
Jean intentó imaginar que tanta seria la diferencia que hizo ese Amanojaku.
Luego de ese fatídico incidente, la psiquis de Jean se desarrolló de modo diferente a lo que habría sido si nunca la hubieran atacado. Eso solo hacia enojar más a la pseudodemonia, por culpa del maldito rumbo que tomó el destino, ella acabó convirtiéndose en otra mujer, una mujer que probablemente no tenía mucho en común con la que originalmente estaba destinada a convertirse.
El silencio gobernó en la oscuridad durante varios minutos. Al chico no se le ocurría nada que decir, no podía simplemente cambiar el tema.
-gracias por salvarme de esa cosa y lamento que esto... haya pasado, debí escucharte.
-no hay cuidado, lo que me pasó es algo que no me gustaría para ti. Sea como sea, te lo agradezco, por ti enfrenté mis miedos y descubrí la verdad de quien soy ahora-señaló levantando la cabeza y tomando aire largamente, a continuación le dirigió la mirada a Nolen-volvamos a mi casa.