martes, 17 de febrero de 2015

El edén del infierno: Acto 2-Capitulo 2



2-Inseguridad
 
N
olen intentó incontables veces llamar al teléfono de Jean, pero la pseudodemonia se negaba con fervor a responder. Desde que el sol se había asomado Nolen no podía pensar en otra cosa más que en recibir respuesta de Jean, tanto que le había dejado a sus hermanas la tarea de avisar a la sociedad sobre lo ocurrido la noche pasada. Tampoco es que fuera tan difícil, las gemelas simplemente llegaron a Andreik y básicamente dijeron que las sospechas eran confirmadas, luego agregaron algo como: “Todo lo que está pasando son actos terroristas de una secta de Azazel, liderados por la Matriarca, cuyo nombre es Anastasia Zegers”
No mencionaron que Anastasia era hermana de Nolen, no era información esencial…
Andreik se encargaría personalmente de informar a Bakom y sus subordinados sobre la matriarca. Aun no estaba claro lo que los sectarios deseaban lograr a largo plazo, pero aunque nadie se atreviera a decirlo, todos inmediatamente pensaron en que desearan traer de regreso al gran demonio Azazel.
Nolen al no recibir respuesta de Jean aun luego de llamar frenéticamente por dos días, se desesperó y pronto estuvo camino a la residencia Wholferd. No paraba de pensar en que atrocidades pudiera estar haciendo Anastasia por esos mismos instantes, que tan grave era el lapsus de Jean y en qué mierda estaba relacionada con la matriarca.
Ellas se habían visto anteriormente, la curiosidad golpeaba a Nolen así como la culpa… Jean estaba muy afectada por Anastasia, por más que no fuera culpa suya, Nolen no pudo evitar sentirse un tanto responsable de su estado. Sospechaba que aun si Jean no estaba choqueada por Anastasia, el semidemonio no podría dejar de preocuparse, dado que su pelirroja era por lo que sabía, uno de los blancos principales de la matriarca y por ende la perseguiría con ímpetu, importando poco donde se escondiera.

-vaya, ¡eres justo lo que estaba esperando!-dijo Trixi enormemente aliviada.
-¿yo? Por….-iba a preguntar él.
-¡entra! ¡Rápido!-quiso la chica dejándole espacio para ingresar.
Obedeció y luego ambos estuvieron camino a la sala, donde la última vez que Nolen fue se encontraba Nicola. Esta vez quien le esperaba dentro y en el sofá no era el vikingo… era Úrsula…
-oh, que sorpresa-declaró la súcubo cuando vio a Nolen llegar.
-igualmente, no te había visto desde que…
-Trixi, ¿para qué trajiste a este varonil hibrido?-interrumpió la mujer rápidamente. El hombre comprendió y decidió no hablar más… casi había olvidado que Trixi era la novia de la súcubo. Llegar a esa conclusión fue fácil, después de que Jean le avisara de la homosexualidad de la pelirroja y que las gemelas hablaran sobre la vez que Úrsula vino a joderles el día cuando fueron por un refrigerio junto con Trixi.
-lo necesito, o más bien, Jean lo necesita-indicó Trixi rápidamente seria, Nolen le dedicó una mirada intrigada-ha estado muy rara estos días.
-Sí, no ha salido casi, sé que normalmente no viene a saludarme, pero ahora da una sensación de ausencia extraña-comentó la súcubo tocándose la barbilla pensativamente-como si no viviera aquí- Úrsula entonces parpadeó como si acabara de darse cuenta de algo, seguidamente encaró a Nolen muy interesada-¿y tú? ¿Eres el valiente caballero que vino por nuestra princesa Wholferd?
Nolen se vio atropellado por un repentino sonrojo, esa fue toda la respuesta que Úrsula necesitaba.
-yo… eh…-no supo que decir.
-Sí, es él-respondió Trixi por el semidemonio sonriendo, como maravillada-¿No es genial?
-pues más vale que lo sea, porque tu hermana no está bien. Lo que le haya pasado, debió ser grave.
-¿no lo saben?-masculló Nolen estupefacto, mirando alternamente a las mujeres. Ellas se mostraron confundidas.
-cuando dije que estaba mal, no lo dije exagerando. Ella ni quiere contarnos lo que pasó durante la noche que ustedes salieron-explicó Trixi con ademan angustiado y cruzando los brazos.
Nolen no se preocupaba en vano, más allá de no responder a sus llamadas, no pensó que Jean llegara a tal punto de aislamiento, sin siquiera dejarse ver por su hermana….
-dinos-exigió Úrsula casi con sequedad-¿por qué está así?
Nolen se mordió el labio inferior y lo dijo con palabras muy simples:
-Mi hermana, la Matriarca, nos amenazó de muerte y comenzó a decir cosas malas sobre el “linaje maldito” de los Wholferd.
Ambas sisearon impactadas.
-¿linaje qué?-inquirió Trixi.
-¿la Matriarca? ¿Tu hermana?-le siguió Úrsula.
Nolen suspiró y se masajeó las sienes. Se acercaban tiempos duros y así él quería sobrevivir, debía mantenerse firme.
-Úrsula seguro tú ya escuchaste sobre los informes recientes-habló, la demonia asintió-esta es la parte extraoficial que no sale al público, que no salga de aquí ¿bien?
Nolen las informó de todos los detalles, de la pelea, las palabras, amenazas e insultos que Anastasia profirió. Las reacciones de Jean, su misteriosa relación con la hermana del semidemonio y los peligros que podrían llegar pronto.
-este es el Armagedón-dijo torpemente Úrsula tragando hondo.
-¿qué?-dijeron los otros dos.
-si Wholferd está así, la situación es grave…. espero que se reponga rápido, sería terrible perder a una cazadora como ella cuando las cosas están tan difíciles-explicó la demonia arrugando el entrecejo y tocándose el cabello.
No hubo mucho que decir al respecto. Paso un momento de silencio hasta que Trixi se dignó a intervenir.
-vamos, tienes que ver cómo está ella-alentó mientras avanzaba al segundo piso. Nolen se metió las manos en los bolsillos y la siguió.
Pronto se encontraron ante la puerta de la habitación, que era ocupada por Jean. Aparentemente no había nada raro, al menos desde el exterior.
-No deja entrar a nadie, tendrás que insistir desde aquí-ofreció Trixi antes de marcharse, con una última palabra-Suerte.
Nolen permaneció unos minutos solo, mirando la puerta y pensando que decir, prepararse para lo peor….
-Jean… soy Nolen, abre-pidió él.
-Vete-fue la respuesta de ella, veloz y cortante como una guillotina.
-no-repuso decididamente-vine a hablar contigo sobre Anastasia, quiero saber que tienes que ver con ella, por qué parece tener algo en tu contra….
-no es de tu incumbencia-la voz de ella era puro veneno. Algo dentro de Nolen dolió, como si lo hubieran golpeado en un costado.
-¡Es mi hermana! ¡Es la matriarca! Y eres….
-¡Déjame sola! No pienso hablarte a ti ni a ninguna otra persona que lo intente.
El tono de voz que ella usaba no solo denotaba enojo y frustración, también había un claro rechazo que junto a la preocupación, estaban afectando mucho a Nolen. Empezaba a desesperar.
-¡ABRE! ¡MALDITA SEA!-gritó el semidemonio asestando un golpe sonoro contra la puerta. Pero fue en vano para sorpresa de él, nunca una puerta había sido tan resistente, Nolen era un semidemonio L’Enfer, su fuerza era descomunal y aun no podía derribar la puerta.
-no cuentes con eso-contraataco Jean desde el otro lado.
-Maldita sea…-susurró con frustración y a continuación se desahogó con una lluvia de golpes contra la puerta.
No funcionaba, ni un rasguño, los nudillos en minutos comenzaron a dolerle. Recurrió a dar patadas y hasta tratar con la manivela frenéticamente, pero fue en vano. Nolen soltó un grito rabioso y estrelló sonoramente su frente contra la puerta, la cabeza le retumbó, pero el efecto que causó en la puerta fue poco.
-no te recomiendo que sigas haciendo eso-masculló Jean, repentinamente pareció inquietada.
-y yo no te recomiendo que sigas ahí, estar encerrada aislándote no es bueno-devolvió entre jadeos. Rechinó los dientes y continuó-si es por mi hermana, ¡esconderte no solucionará nada! Por como la vimos, podría venir a buscarte… seguramente sabe dónde vives.
El hombre aun con la frente contra la puerta, escuchó un gruñido enojado al otro lado de la misma.
-ella no puede llegar aquí. La residencia repele los demonios hostiles, para debilitar la entrada se requiere la sangre de un Wholferd y un demonio capaz de romper la barrera-dijo ella firmemente-la resistencia es muy fuerte incluso para una semidemonia como Anastasia.
Nolen se vio confrontado sin argumentos…. Solo se le ocurrió un último esfuerzo.
-Jean… por favor, no es solo por ti…. ¡Te necesitamos afuera! ¡Sabes el tipo de desastre que podría traer Anastasia, los cazadores como tu son necesarios para detenerla!-exclamó desesperadamente mientras clavaba las uñas en la puerta sellada-¡no puedes escapar de tu deber! ¡No puedes permitirte temerle a la matriarca!
-deja de hablar…. Y lárgate…
-no me dejes solo contra Anastasia….
Por un momento ella no respondió lo que le dio a Nolen cierta esperanza.
-Jean….
Entonces ella pareció estallar como un volcán.
-¡CALLATE DE UNA MALDITA VEZ!-grito ella con fuerza asombrosa, tanto que Nolen retrocedió alejándose de la puerta, como si estuviera electrificada-¡FUERA DE AQUÍ! ¡¡ANTES DE QUE SALGA Y TE ENFRENTE COMO NO LO HICE CON TU HERMANA!!
Nolen sintió como si dentro de él algo se rompiera. Jean no solo se negaba a escucharlo, también lo estaba amenazando… a sus ojos, eso era la demostración de que todo lo que había intentado por agradarle fue infructuoso, ella no se comportó diferente con él, eso significaba que se encontraba al mismo nivel que Úrsula, Kent, Trisher o cualquier otro vástago maldito. Su amenaza repentinamente se oía muy real, Nolen temía que Jean sí fuera capaz de salir y darle caza como si se tratase cualquier sucio demonio, en lugar de su amigo…. Aliado, novio o cualquiera de las anteriores.
El esperaba que alguna vez Jean le sonriera naturalmente, esperaba que alguna vez fuera sincera con él, en lugar de desviarlo…. Quería ser especial para ella, pero por lo visto no había mucha esperanza al respecto.
Cerró los ojos y suspiró desoladamente.
Incluso si no podía ganarse su afecto, ella tenía un trabajo que cumplir, tenía que salir y ayudarles con la secta de Azazel. Nolen debía sacarla de ahí, aunque ella no estuviera interesada en él más, hacerlo era necesario para una causa más importante que cualquier romance estúpido, era necesario para preservar el mundo como lo conocían.
Dentro de Nolen aún vivía la remota esperanza de que ella finalmente aflojara, pero era mejor no hacerse falsas ilusiones y seguir insistiendo para que abandonara su morada, asumiendo que en cuanto al amor para él no había esperanza…

 Los próximos días podría decirse que la situación pareció mejorar, o algo así. La guardia cadena rápidamente comenzó a buscar a Anastasia, desgraciadamente la semidemonia no existía en los registros de la sociedad, eso significaba que ella no formaba parte de los seres demoniacos que buscaban hacer vida sin ser notados por los humanos, ni tenía una posición visible en los círculos sociales de los demonios y semidemonios. Era una solitaria…. Así como una desconocida, no tenían idea de quien era, de donde salió o donde estaba.
La guardia mejoró la seguridad en las zonas más pobladas, evitando el secuestro de demasiados demonios, también localizaron y eliminaron algunos capullos, pero aún no había rastro de la raíz del problema.
Nolen sabía que Anastasia estaría en la oscuridad asechando y planeando su siguiente jugada terrorista.
Ion, Jessica y Jennifer salieron una tarde soleada, dirigiéndose a un parque público cercano. Jennifer iba a encontrarse con Mauro, acordaron verse en aquel sitio. Ya que Ion y Jessica no tenían nada mejor que hacer, acompañaron a Jane hasta el sitio donde vería al humano. Pero habían algunos retrasos…
-Oh… que vestido-dijo Jessie mientras tiraba de Ion para mirar en la vitrina.
-no me hagas mirarlo, me duele el bolsillo-se quejó él, intentando ver en la dirección opuesta.
Jennifer se rió de la escena.
-Vamos ya-pidió tomando la mano de su hermana sin ejercer fuerza-me gustaría quedarme a mirar el vestido, pero no quiero que Mauro tenga que esperar demasiado, se supone que ustedes me acompañarían.

Jessica suspiró y desistió de seguir admirando la prenda.
-seguro, algún día será mío-proclamó ella mirando de forma amigable a su gemela.
Ion rogaba en su interior que el dinero para aquello no saliera de su bolsillo.
-Será nuestro, en un año más venderemos y conseguiremos algún trabajo menos fastidioso que la puta tienda-dijo Jane al tiempo que volvían a caminar contra la corriente de personas en la acera-hay formas más lucrativas de ganar dinero y juro que las encontraré.
-eso, o pídele a Mauro que afloje pasta-bromeó Ion.
Ya veían el parque en la distancia.
-tengo gustos finos, si hago eso, parecerá que soy una aprovechada o que le veo cara de magnate-respondió ella encogiéndose de hombros.
-¿pero a mi si me puedes pedir?-inquirió Ion casi ofendido. La novia del chico dejo escapar una carcajada.
-claro que si Teddy-le devolvió Jennifer como si fuera algo elemental-Tu eres mi cuñado de fibra blanda.
-¿disculpa, que quieres decir?-la cara de Ion casi pareció desencajarse de la estupefacción y la sangre se le subió a la cabeza.
Jessica se aguantó para no seguir riendo, no era bueno para la salud. A veces Ion y Jennifer parecían hermanos peleando o burlándose entre sí, cuando el espectáculo comenzaba Jessie simplemente se quedaba al margen y disfrutaba. Por si fuera poco, eran lo más cercano que Jessica podría ver a una pelea de hermanos real, ya que nunca había desacuerdos importantes con Nolen, al final siempre que algo pasaba, los tres hablaban y Nolen le ponía fin al asunto de manera magistral sin que nadie saliera herido, ni tampoco pasaban ese tipo de juegos burlescos. Con Jennifer era aún menos probable tener una discusión o pelea, las líneas de pensamiento de ambas parecían estar en la misma sintonía casi siempre.
-nada en realidad-dijo ella, entonces sonrió de manera maliciosa-a menos que pensaras otra cosa ¿eh?
Ion se abochornó por completo.
-eres una…
-el hermano pervertido no puede faltar-se mofó desvergonzadamente-que seas tú es muy gracioso, dado que eres flácido como plastilina.
Se detuvieron en una esquina a esperar que la calle estuviera libre de vehículos para cruzar.
-hey, yo puedo atestiguar que no lo es-intervino Jessica  codeando juguetonamente a su hermana, sin soltarse del brazo de su novio-he estado ahí y no es nada flácido.
Ion se puso a explotar de sonrojo.
-contigo no, pero si le pones a alguien como “esa chica” a hacerle sado te aseguro que no aguanta nada. Una o dos venidas y el hombre quedaría más hueco que una chicharra explotada.
Las morenas se echaron a reír maniáticamente.
-¡YA! ¿Qué tiene que ver mi desempeño sexual con el dinero?-preguntó sinceramente curioso, pero muy ruborizado.
Pudieron cruzar la calle, pero en el trayecto ambas mujeres no podían parar de reír. Una vez frente a la entrada del parque Jennifer consiguió calmarse y hablar.
-que tu fibra es tan blanda para el sexo como lo es para negarme algo-argumentó recuperando el aliento, pero la diversión de su voz no cambió-quizá sea porque me parezco tanto a Jessica en ocasiones que te cuesta resistirte o soy demasiado adorable, puede que las dos.
-eh…
-ya llegamos, creo que Mauro debe preguntarse dónde andas-les avisó Jessica cortando la conversación, para fortuna de Ion.
-excelente-se animó Jennifer liberando a su gemela de su agarre y a continuación se volvió a la entrada- los veré por la noche.
Ion entonces tuvo un oscuro pensamiento que le hizo tomar del hombro a su cuñada, ambas chicas le dedicaron una mirada confusa. Los ojos verde musgo del semidemonio denotaban preocupación.
-yo….-no sabía cómo expresar lo que sentía en ese instante, miró a Jennifer, quien estaba de magnifico buen humor y no quiso arruinar el momento, por lo que se echó atrás y la liberó- ten cuidado, es todo.
Jennifer aun intrigada acepto con la cabeza lentamente y emprendió la carrera dentro del parque hasta desaparecer. Jessica y su novio la miraron hasta que desapareció, entonces la Goldman que quedaba apretó el brazo de Ion llamándole la atención.
-¿estás bien?-quiso saber ella entre dientes.
-yo lo estoy, solo temo que se haga daño… ese hombre…
Jessica pegó su frente a pecho del hombre aspirando su olor. Él no continuó la oración.
-ella sabe dónde se mete, está dispuesta a correr con las consecuencias si resulta mal-aseguró Jessica suavemente.
-¿Hablaron de eso?-Ion le puso las manos en los hombros suavemente y trató de mirarla a la cara, pero su novia solo se froto más contra él.
-no, nadie ha dicho una palabra del tema.
-entonces como…
-No necesita decírmelo para que yo lo sepa, solo lo hago y Jane está consciente de eso-afirmó con seguridad-No preguntes como.

Esa misma tarde en la casa Wholferd Jean intentaba relajarse, afilaba su cuchillo más brillante tratando de pensar en alguna cosa lejana al problema que se suscitaba puertas afuera. Nolen vino durante días alternos, uno si, uno no, pero el resultado variaba poco, siempre terminaba en Jean gritándole para que la dejara en paz… ella empezaba a hartarse de la rutina.
Ella murmuraba pasajes de la Ilíada como si fuera una chica cantando en la ducha.
-Respondióle al rey Agamenón: Sí, anciano, oportuno es cuanto acabas de decir. Pero este hombre quiere sobreponerse a todos los demás; a todos quiere dominar, a todos gobernar, a todos dar órdenes, que alguien, creo, se negara a obedecer. Si los sempiternos dioses le hicieron belicoso. ¿Le permiten por esto proferir injurias?-Susurró la mujer muy inmersa en su tarea de lustrar el arma con una delicada toalla.
Interrumpiéndole, exclamó el divino Aquiles: Cobarde y vil podría llamárseme si cediera en todo lo que dices; manda a otros, no me des órdenes, pues yo no pienso obedecerte… -la secundó Adon en su mente, pero sin terminar el pasaje-deberías actuar como Aquiles, es más propio tuyo. 
Bien, ahora ella ni siquiera podía repasar un “aburrido” clásico literario sin que Adon hablara. En otro momento no le hubiera molestado que su adjunto le siguiera el paso, pero ahora era bastante fastidioso, sobre todo porque Adon conocía todos los libros de Jean tanto como ella misma, ya que al haberlos leído ella, era casi como si el demonio lo hubiera hecho.
Ella gruñó.
-Se dice que sus últimas palabras fueron…-iba a decir ella.
Acabemos ya con la impaciencia de los romanos, que no ven la hora de que muera este odiado viejo-finalizó Adon-así se cree que habló Aníbal Barca, el orgullo de Cartago.
-Entró el caballo más manso, que una corderilla mansa: abriendo los anchos ojos, como si sintiera, calla…
Dijo el mío Cid “Ya me parto, caro amigo; quien os gobierna, ya falta. Quisiera pagaros bien, pero recibid por paga que con los fechos que he fecho será inmortal vuestra fama.”-continuó Adon.
Jean bufó, no se detuvo en su tarea y recordó el incidente del día anterior, cuando no pudo sino sentir vergüenza de sí misma. Mientras pulía a Gwyrdd, sentada al pie de su cama. Luego de finalizar con su arma favorita, tomó una daga y por un segundo vio algo aterrador: La mirada de Anastasia, reflejada en la hoja. La reacción de Jean fue inmediata, profiriendo una fuerte palabrota y arrojó lejos el cuchillo, clavándolo en la pared opuesta.
Estaba enloqueciendo, ahora veía cosas.
-No pareces feliz-ella oyó decir a una voz.
La chica entonces viro un poco la cabeza desde su posición junto a la cama, hasta la ventana, donde descansaba un hombre pelirrojo.
Nicola.
-porque no lo estoy-afirmó ella secamente y luego reanudó su trabajo-sabes muy bien cómo ser inoportuno.
-huy, eso duele, Jean-protestó él pseudodemonio falsamente lastimado.
-esa clase de dolor es debilidad abandonando el cuerpo-le comentó sin mirarlo.
Nicola bufó ahora mostrándose serio. Jean sabía que muchas veces él no enseñaba al público como se sentía realmente, hasta que fuera necesario.
-Trixi me contó sobre los… emm incidentes recientes-comenzó el hombre, cuidadosamente.
-si vienes a decir que soy una cobarde, me tiene sin cuidado.
Ella misma sentía auto vergüenza, así que no le costaba mucho afrontar que otras personas le recordaran que lo era. Aun así, estaba demasiado afectada para luchar con Anastasia, el pánico para su total abochorno, la tenía frenada. Lentamente con los días había recuperado un poco de su lucidez mental, pero no mucha…
Nicola la dedicó una mirada lastimosa. Caminó hacia ella y se puso en cuclillas acercando significativamente su rostro al de Jean, de manera inquisitiva. La mujer detuvo su labor y rodó lánguidamente sus ojos para verlo de soslayo, en un modo poco amistoso.
-no vine por eso… precisamente, ¿quién eres tú?-quiso saber.
-¿qué?-dijo ella, un tanto confundida, no se esperaba tal pregunta.
-¿quién eres, tu?... porque, precisamente, la Jean Wholferd que yo conozco, no es una cobarde-explicó Nicola pausadamente, sin apartar la mirada de su prima.
Jean a conciencia, trago hondo y bajo la mirada, en una expresión agraviada.
-ni siquiera yo estoy segura de la respuesta-admitió con pesadez-a veces, miro atrás y me miro ahora, no se reconocerme en ciertos aspectos….
-yo también me di cuenta, incluso antes de esto-le hizo saber su primo. A él le dolía ver como la pelirroja se encontraba derrumbada en el suelo tan patéticamente, como si su vida hubiera perdido el rumbo o estuviera acabada.
-no sé exactamente cuando las cosas cambiaron-masculló enfocando su atención en algún punto invisible del suelo.
-¿En el holocausto?
Ella negó con la cabeza.
-No, fue después… pero no consigo recordar qué pasó exactamente.
Al fin, ¡no lo puedo creer! ¡Estas siendo sincera!- celebró Adon.
Jean no le contestó. Hacer referencia al tema no era fácil, pero sorprendentemente al hacerlo lentamente sentía que se quitaba peso de los hombros. Transcurrieron varios segundos de silencio, hasta que ella fue tomada por sorpresa… Nicola le puso una mano en la cabeza y la acarició a través de su rojizo cuero cabelludo, en un gesto de consuelo, la última vez que fue tocada así, fue por su madre, hace ya mucho tiempo.
Se estremeció, pero aunque fue sorpresivo, ella no protestó y se dejó tranquilizar por él pseudodemonio.
-te lo diré una vez. No importando la Matriarca, sea lo que sea que te haya pasado hace años, no puedes quedarte así. Eres una mujer fuerte, incluso antes del holocausto, cuando eras una niña y alguien semejante, no puede ser derrotado con tanta facilidad. Hundirte no es una opción-le animó con voz confiada y mirada firme. Tal fiereza por parte de un hombre de la talla de Nicola, era bastante abrumadora y para Jean, muy convincente. Él entonces agregó mientras se levantaba-debo irme, Mairel Drovlight me espera, tengo trabajo que hacer con todos estos problemas que da la secta, especialmente dado a que tu estas fuera de servicio.
Ella sonrió un poco.
-gracias-dijo Jean.
-Vámonos, Alary-dijo Nicola y pronto una oscura nube de humo lo envolvió, haciendo imposible ver más detalle que su silueta. Luego la sombra incorpórea salió por la ventana, tan discretamente como había entrado.
Lástima que tú no puedas hacer eso-pensó Jean, refiriéndose a Adon.
¡Qué insinúas!-exigió él.
La Adjunta de Nicola era Alary, una Banshee, lo que confería al pseudodemonios habilidades muy útiles, como volverse incorpóreo por ciertos intervalos de tiempo. Él mismo no podía atravesar objetos, pero podía levitar y hasta cierto punto, poseer a otras personas.

-puedo tomar su….-iba a decir Angélica cortésmente, hasta que se dio cuenta de quienes iba a atender.
Jennifer y Mauro.
-¿es el destino o que mierda?-dijo Jennifer fastidiada-ya pues, ¿qué haces aquí?
Estaban en un puesto de comida rápida, justo en una de las plazas del parque. Mauro aun no entendía nada de lo que pasaba, no había visto a la morena ser tan hostil.
-trabajo, genio-señalo la rubia sarcásticamente-tengo varios empleos a la semana. Qué raro verte sin la otra perra.
Mauro se sentía muy incómodo y miraba de un lado al otro, hacia cada chica.
-tiene suerte de no estar aquí, tendría que soportar tus relinchos de yegua necesitada. ¿No has visitado a tu semental recientemente?
-¡hijas de puta!-insultó Angélica roja de la rabia, llamando la atención de varios clientes.
-gracias por recordármelo-bufó la morena poniendo ojos en blanco y mostrando asombroso desdén.
Angélica tomó aire, no podía perder la cordura en ese momento, junto con ella podría irse su trabajo. Se tragó el enojo y dijo más educadamente:
-ya pues… ¿qué quieren comer?
-hamburguesas…-respondió vacilante Mauro, procedió a explicar de qué manera las querían, Jennifer se limitó a callar, si abría la boca, solo saldrían más ofensas contra Angélica y a ninguna de las dos les favorecería eso.

-¿dónde conociste a la rubia?-preguntó Mauro curiosamente.
Terrible pregunta.
-no… quieres saberlo-dijo ella vacilante. Ambos estaban por terminar de cenar, Jennifer no había podido concentrarse en ser feliz de salir con Mauro, no cuando precisamente dio tan mala impresión luego de lo de Angélica. Casi no hablaron.
-¿a esto te referías la otra vez? ¿Sobre qué no eras popular?
-¿te soy sincera?-quiso saber ella. Al menos un poco, pensó-lo único que he tenido con los hombres, verdaderamente, es sexo, eso es todo, nunca he amado realmente…
Jennifer trató de borrar la molesta imagen de Tristán que se formó en su cabeza. Joder, sentía que mentía, aunque trataba de convencerse de lo contrario. Realmente había sentido afecto por ese perro, aunque no la hubiera amado, ella si se había sentido acogida con él, por más que todas sus palabras y demostraciones de cariño hayan sido falsas.
-¿en serio? ¿Eres de las que encuentran lo que quieren y luego se esfuman?-sonaba sorprendido.
Ella aceptó con la cabeza un poco sonrojada.
-Si… a veces ni recuerdo los nombres de ellos….
Mauro profirió una risa divertida.
-pero seguro ellos si te recuerda, olvidarte es difícil luego de mirarte a esos raros ojos.
Maldijo en su mente, ¡puesto que en ese momento recordó a Tristán de nuevo!
-Son muy extraños estos ojos, nunca había visto un color igual, no tengo con que compararlos. Son tan verdes… y tan claros… es como si algo hubiera pigmentado la nieve-dijo con voz ronca Tristán mientras acariciaba las pestañas de quien en su momento, fue su novia.
¡Joder!-Se dijo a si misma- ¡deja de pensar patrañas!
-Gracias… creo-dijo ella con una sonrisa cohibida.
-¿Estás bien?-sonaba preocupado.
-¡Demonios!-gritó alguien.
Inmediatamente cundió el pánico. Jennifer vio en la dirección del grito y encontró a un hombre huyendo de dos grandes monstruos. Eran cuadrúpedos de un color negro, con mandíbulas prominentes, un solo ojo enorme en su cabeza alargada y dos tentáculos saliéndole de la espalda a cada lado, como colas. La gente derribaba las mesas y huía por todas partes, como ratas de un exterminador.
-¡Maldición!-profirió Mauro levantándose-¡Corre!
Ambos intentaron escapar por la acera, el sitio solo tenía la iluminación de los faroles así que el bosque del parque era abismalmente oscuro. Uno de los demonios en la carrera saltó sobre una mujer y la mordió en un costado, su grito resonó en quizá quinientos metros a la redonda. La sangre se derramo a raudales y los huesos de la víctima crujieron como una galleta al ser mordida.
Mauro abrió los ojos de par en par al ver aquello y siguió corriendo, intentando no voltear. Jennifer contuvo un gruñido, quería darse la vuelta y pelear, su instinto se lo exigía.
-¡no mires y corre!-le dijo ella.
Mauro era la viva imagen de terror, sudaba sin cesar miraba nerviosamente los alrededores del camino, atestado de gente intentando escapar.
El segundo demonio persiguió a más personas en tanto su compañero disfrutaba de su víctima. Jane vio hacia atrás de soslayo y entonces su mirada se encontró con la de la creatura, rápidamente este la identifico… ella quería maldecir a viva voz su mala suerte. Agarró a Mauro por un brazo y tiró de él fuera del camino.
-¡por aquí! ¡Date prisa!
-¡¿qué haces?!-preguntó alarmado sin poner resistencia.
-¡salvando tu vida!-le dijo sin mirar, pero aun así, sabía que el peligro venia por ellos, podía oler a esos demonios cerca.
Entraron al bosque, siendo tragados por las sombras, lejos de casi todo el caos. Mauro pronto comenzó a mostrar cansancio, jadeaba y sus piernas estaban por flaquear. Solo veían árboles, árboles y más árboles, el resto eran manchones negros de arbustos en la negrura. Jennifer los podía distinguir mejor, pero si activaba su visión nocturna, Mauro vería sus ojos rojos.
Y finalmente él no aguantó más.
-No puedo….-jadeó Mauro cayendo de rodillas, Jennifer se detuvo cerca, pero sin bajar la guardia, mirando hacia todas partes, los gritos de los humanos asustados aun atestaban el sitio, no se encontraban seguros-necesito un momento…
-no lo tenemos-le dijo Jennifer inquieta, ella apenas sentía cansancio.
El demonio seguro tenía mal olfato, sino, ya los habría encontrado. Mauro entre toda su fatiga, le sorprendía el temple de Jennifer, ella parecía agitada, pero no atemorizada, como todos los demás estaban. Jane era estudiada por Mauro sin que ella lo notara, se concentraba en percibir algún olor sospechoso, le costaba creer que los demonios no vinieran.
Mauro se puso de pie con dificultad, le preocupaba correr tanto después de cenar, envolvió a la chica en sus brazos de un modo casi protector.  Jennifer sin previo aviso, se erizó y no pudo evitar mostrar los dientes, fue un reflejo involuntario. Estaba cerca…
Repentinamente un gruñido se escuchó.
-que fue eso….-gimió Mauro tragando saliva. Miró a Jane, grave error.
Mauro soltó un grito ahogado. Lo primero que notó en la mujer, fueron sus ojos, el hermoso color verde ya no estaba, ahora eran rojos y brillaban, las pupilas se la habían contraído en  diminutos diamantes y la esclerótica blanca, se había vuelto totalmente negra. Luego estaban sus dientes, ya no eran humanos, tenían un filo como dientes de sierra, parecidos a los de un perro.
La mujer gruñó. La figura de la bestia enemiga apareció y rugió hacia ellos. Jennifer no pensó un segundo más, empujó a Mauro lejos de ella y el quedó asombrado con la fuerza que mostró, casi lo derriba. A continuación ella bufó poniéndose en una posición agresiva, abrió las piernas, retrajo el cuerpo hacia atrás, dejando su cabeza más adelantada y extendió sus manos a cada lado.
Mauro lo supo con seguridad entonces: ella no era humana.
La bestia cuadrúpeda atacó, Jane pateó a Mauro lejos y ella esquivó la acometida del demonio, pero este no la dejo huir y con un rápido movimiento se fue hacia un lado, la golpeo con una de sus colas, desarmando su defensa y luego la envistió, para posteriormente atraparla con su mandíbula. Los colmillos atraparon un hombro y parte del torso de Jennifer, la sangre rodo por las aberturas, ella no pudo contener su gemido de dolor, pero eso no la detuvo de contraatacar. A pesar del dolor, Jennifer con un grito rabioso enterró la garra que le quedaba libre, en el ojo del demonio, la cosa la soltó enseguida y se echó atrás, dando gritos doloridos y derramando sangre por todo el lugar.
Mauro se arrimó a un lugar seguro. La semidemonia comprobó rápidamente su garra, le ardía, la sangre del ojo de esa cosa parecía acido, como la de los canis infierno…  ella luego fijó la vista en su enemigo, mostro sus dientes aunque seguro el demonio ya no podía verla. Estaba fuera de sí, solo sabía una cosa, debía matar al demonio, debía enterrar sus dientes en él, despedazarlo a carne viva, mancharlo todo de sangre, no dejar nada.
La parte racional de su cerebro estaba apagada y su parte demoniaca homicida se había activado, sus manos que si bien no eran humanas ya, se volvieron más garras que manos…. Dejó escapar un grito salvaje y saltó hacia el frente, cerca del demonio, luego revotó en el suelo y se clavó en el cuello de la bestia en un veloz embate, acto seguido, le mordió con toda la potencia que su mandíbula le permitía en un costado. La sangre le quemó, su sabor era mucho peor que el de Tristán, pero no podía soltarlo, no hasta matarlo, el dolor no podría hacer que se detuviera.  Repugnarse podía esperar.
El demonio forcejeó corriendo y estrellándose contra árboles, en una ocasión consiguió aplastar a Jane contra alguno, pero eso no la hizo soltarlo. La chica normalmente no perdía el control tan rápido durante una pelea, pero esa no era una situación normal, estaba furiosa, furiosa de que esos adefesios malditos se metieran en su vida y su camino justo aquel día, el día en que iba a salir con un lindo chico. La rabia y el deseo de matar nublaron su raciocinio, reduciéndola a solo una bestia compactada en el cuerpo de una mujer.
Ella rasgó la carne del demonio y se soltó, el monstruo no tuvo tiempo de reaccionar, no pasó un segundo cuando Jennifer volvió al ataque y cerró sus dientes sobre la parte más blanda de la garganta del ente. La sangre del enemigo recorrió la piel de su garganta, quemándola, haciendo doloroso mantenerse en esa posición, pero ella no se rendía, ejerció más fuerza, clavó más sus garras rayándole la piel, marcándole con surcos rojizos supurantes, y el demonio con un último forcejeo cayó de lado, con la semidemonia aun anclada.
Transcurrieron unos segundos y el cuerpo comenzó a desintegrarse. Jennifer lentamente recuperaba el control de su mente, había ganado, apenas estaba dándose cuenta. Cuando enloquecía entraba en un estado extraño, a veces era semiconsciente, como en aquella ocasión, donde sabía lo que hacía, pero se dejaba ir por sus impulsos y en otras, no tenía idea de nada, hasta que todo había terminado.
Jennifer se levantó y escupió la sangre del demonio que se desintegraba, aunque lo que ella quería era jadear hasta recuperar todo el aliento. Hizo un gesto de dolor, y se tocó la herida en un lado de su cuerpo, le había desgarrado parte importante de la ropa y la sangre aun penetraba la misma, no tardaría en sanar, pero era un desperdicio.
-Jennifer….-llamó Mauro. Ella solo entonces recordó al chico y lo volteo a ver.
De pie ahí parecía aterrorizado, mirándola fijamente y temblando sin control.
Tenía motivos para temer, la apariencia de Jennifer era todo, menos inofensiva. Su ropa quedó irreparable, la sangre de su herida y el demonio la manchaban por doquier, su cabello era un caos y sus rasgos demoniacos aun no desaparecían…. Sus ojos rojos, la esclerótica negra, las garras, los dientes y lo mechones escarlata que repentinamente le había aparecido en el cabello, todo seguía ahí, aunque las pupilas con forma de diamante habían vuelto a ser redondas, mostrando que su estado homicida había pasado. Parecía una maniática asesina a simple vista.
-yo…-dijo con voz temblorosa.
-eres… una de esas cosas…. Un demonio-gimió él, ella no lo miró, imaginaba lo que venía. Mauro de un momento a otro, se echó a correr y desapareció en la negrura del bosque, dejando a una Jennifer muy afectada.
Se mordió el labio y maldijo por lo bajo. Un par de gotas de sangre bajaron por sus mejillas y cayeron al pasto manchado a causa de la pelea. Se odió a sí misma, había ocurrido de nuevo, miró sus garras aun sucias por el enfrentamiento.
Eso le había arrebatado a su madre y ahora a Mauro.

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