11
Ceniza
en las calles
J
|
ennifer
Goldman frotó cuidadosamente la espalda de su gemela. Jessica soltó un
respingo, entre el placer y el dolor. Mientras estaban en su habitación, Jessie
fue repentinamente atacada por un fuerte dolor de espalda…. Cuya causa era bien
conocida para ambas; Su tiempo en cautiverio. El remanente físico más destacado
eran las heridas cicatrizadas en sus espaldas; un número gravado al fuego y
marcas de un violento zarpazo profundo, que hasta la actualidad, dolía de vez
en cuando.
Nadie
estaba muy seguro de por qué, pero las viejas heridas, sufridas hace mucho
tiempo atrás, a pesar de ya no ser una amenaza para sus vidas, seguían trayendo
extraños dolores fantasmas que cada cierto tiempo las asaltaban sin previo
aviso. A Nolen nunca le sorprendió demasiado, él conocía la resistencia de sus
hermanas y si una herida era lo bastante persistente para negarse a
desaparecer, ya se esperaba que no se comportara como una lastimadura normal.
Jennifer,
con las manos untadas de crema para el dolor intentaba mitigar el sufrimiento
de su hermana. Hizo una mueca cuando oyó a Jessica soltar un jadeo acelerado,
como si le faltara aire, por la presión que la otra semidemonia ejerció en un
punto determinado, especialmente resentido. Titus estaba sobre la cama, rodeado
por las piernas cruzadas de Jessica, él ronroneaba fuertemente como un motor,
mirando con inocencia el sufrimiento en las expresiones de la chica, que fue
tan intenso, que la hizo arquear la espalda y mirar al techo.
-¡Por
Lucifer! ¡Jane! ¡Dioses malditos!-se quejó.
-tú puedes…
no dobles tanto la espalda-pidió la susodicha, con reprimida angustia-se
sentirá mejor pronto. Tranquila…
Tal como
ella dijo, en poco tiempo la tensión muscular disminuyó y los dolores punzantes
de las marcas empezaron a parar.
Titus dio
un brinco sorprendido cuando Jessica, cual plomo, se derrumbó en la cama,
poniendo su espalda desnuda de cara al techo. Jane soltó un suspiro aliviado, sabiendo
que lo peor había pasado. Después de todo, nadie podía entender mejor que ella
el dolor de su hermana. La propia Jennifer también tenía que lidiar con esa
molesta agonía a veces, y los papeles se invertían.
Jessica
mantenía los ojos cerrados con fuerza y respiraba forzosamente, pero de a poco
iba normalizándose. Jennifer y Titus la miraron un rato, hasta que la chica
demonio se recostó de medio lado junto a su gemela y le dio un cuidadoso
abrazo, evitando sus heridas o pisar el desordenado cabello de esta, que estaba
por casi todas partes en la cama.
-por el
infierno. A veces… siento la necesidad de arrancarme el cuero de la espalda y
morir-masculló Jessie aun con los ojos cerrados, pero notablemente más calmada.
Jane se
aferró un poco más a la otra chica, respondiendo con resignación:
-Lo sé, yo
también lo siento a veces.
Jessica rió
débilmente manteniendo los parpados cerrados, pero con una expresión más
jovial.
-de seguro,
una vez tuve que detenerte para que no lo hicieras, ¿te acuerdas?
-… Sí, aunque
me gustaría olvidarlo-admitió Jennifer rodando los ojos hacia cualquier otra
parte.
También le
gustaría olvidar que por lo que sabían, ese dolor se quedaría con ambas hasta
su último día. Era previsible, si se tomaba en cuenta que había persistido por
años, sin disminuir siquiera. Jane estaba feliz que ese dolor nunca hubiera
aparecido en momentos especialmente malos, como después de una peligrosa pelea…
recordar su última pelea evocó otros pensamientos menos gratos aun.
Pensamientos
relacionados con Mauro.
Jennifer
tragó profundamente y con esfuerzo intentó privar a su mente rebelde de jugarle
malas bromas. Recordar a Mauro era como dar marcha atrás descalza, después de
pasar por un sendero repleto de clavos. Jessica se dio cuenta que su gemela
contuvo el aliento, y abrió los parpados, para verla de soslayo.
Solo esa
gélida mirada en sus ojos, le dijo todo a Jessica.
La realidad
le frustraba, hace poco fueron al alcantarillado de Andreik precisamente para
beber y pasar el tiempo, sin pensar en ese
hombre, aun así, su despreciable recuerdo no moría. Si no moría en el
recuerdo, Jessica quería al menos tener la satisfacción de hacerlo morir en la
realidad… ¡Pero no podía hacerlo! Aunque las circunstancias fueran ideales: el
orden publico de cabeza, la policía ocupada con los demonios, gente muriendo
por doquier… ocultar la muerte de alguien en específico debería ser
excepcionalmente fácil…. Pero no…. La oportunidad se perdería.
Jessica
amaba mucho a su hermana, pero a
veces era tan frustrante…
Titus se
hizo un ovillo cerca de ellas, ambas lo estudiaron largo rato, como si la sola
visión del oscuro gato esponjoso y cálido les trajera paz.
No
importaba lo que dijera la cultura popular, no había manera que Titus trajera
mala suerte, desde su llegada siempre fue un buen amigo, un intimidante guardia
del hogar y una almohada confortable cuando se necesitaba consuelo.
-¿Crees que
ella realmente lo haga?-preguntó Jennifer rompiendo los pensamientos de
Jessica.
-¿Eh?-rodó
sus ojos verdes de regreso a su gemela.
-Anastasia,
la hermana de Nolen-aclaró ella sin moverse-esa historia… que ella pretende
traer a Azazel o borrar la existencia en el intento.
Jessie
entornó los ojos. No había visto a la Matriarca en persona, pero Nolen dio una
descripción bastante aproximada de cómo era y más o menos, cuál era su
historia…. Una lamentable historia, por cierto. Retorcida, trágica… y uno de
esos sucesos donde se ve la peor cara de la ambición humana.
-Sí. Su
historia, de ser como nos la contaron, no es muy diferente a nosotros-dijo Jessica
casi con lastima-si fuera ella, probablemente también odiaría este mundo,
tanto, como para destruirlo, no importa lo que pase conmigo.
Jennifer se
mantuvo en silencio, dejando continuar a su hermana:
-es
aterrador pensarlo, pero la única diferencia entre ella y nosotras… es que
nunca estuvimos realmente solas, nos teníamos la una a la otra y a Nolen, pero
ella solo tuvo a una persona malintencionada “ayudándole”. Si es que a Azazel
se lo puede describir como persona-Jennifer estuvo de acuerdo con un guiño- Anastasia
parece solo vivir por su objetivo, ya que nada más le importa.
Las gemelas
no podían negar que sin Nolen, su destino casi invariablemente habría sido
desastroso… él fue quien le dio buen rumbo a sus vidas, evitando que lo peor de
ambas destruyera el camino a una vida medianamente normal. Asustaba recordar lo
cerca que estuvieron del abismo. Sin alguien con quien hablar, que les tratase
como algo más que bestias, en eso se habrían convertido… bien, en bestias
peores; porque bestias eran y siempre lo serian, lastimosamente.
Nolen les hizo
recordar que eran algo más que los juguetes de sus captores. Es cierto que las
gemelas se tenían la una a la otra, pero que un tercero, ajeno a ellas, les
demostrase simpatía, hizo una gran diferencia.
-Quizá ella
necesite esto para justificar su propia existencia, no lo sé, su mente
alucinada esta fuera de mi alcance. Lo que más me preocupa en todo esto es
Nolen… este asunto no lo está dejando dormir-comentó Jennifer con sinceridad.
-Nolen no
duerme si tu y yo no comemos-le recordó Jessie con una extraña mescla de pesar
y cariño hacia su hermano mayor.
-cierto,
Nolen es demasiado bueno con la gente… me asusta que eso sea malo.
Amaban a
Nolen por preocuparse tanto, pero les inquietaba que ese mismo gesto entrañable
acabara por hacerle daño.
-Te daré
refugio aquí y un poco del pedido, no llegues tarde-ordenó Jean y colgó la
llamada, para volverse a la pantalla de su laptop.
La página
de noticias en pantalla mostraba los caóticos sucesos recientes, documentando
los misteriosos hechos provocados por
los Drovlight en la madrugada y otros por la Matriarca. Jean corrió un video
sobre el tema que recopilaba los sucesos más importantes:
El
reportero estaba al frente, dando la espalda a innumerables tiendas ocupadas
hasta el tope.
Muchas personas cuyos hogares han quedado
destruidos por los incendios se han visto obligadas a acampar en los
alrededores, a pesar de la constante amenaza de los demonios. Los refugios son
insuficientes y se ha declarado estado de emergencia, las fuerzas
experimentales FAID resguardan los alrededores de cada campamento de
damnificados, listos para defender las posiciones si los demonios vuelven
al ataque.
Imágenes de
muchos soldados con trajes color carbón vigilaban, equipados con armas FAID,
como las que había en las propiedades de Scioli. Camiones daban comida a los
necesitados y las personas dormían prácticamente apiñados.
El video
cambió de titular, pasando a la siguiente noticia:
Un
embotellamiento interminable de automóviles en las afueras de la ciudad, el
ruido de sus cornetas era atronador, al mismo tiempo que personas impacientes
decidían avanzar a pie entre el trafico. El titulo no rezaba “éxodo masivo” en
vano.
Por la constante amenaza, las personas que aun
pueden permitírselo están intentado abandonar la ciudad, las autoridades están
preocupadas que a este paso todo quede deshabitado en cuestión de días y pueda
traer una crisis migratoria en países vecinos. Sin embargo los funcionarios
públicos tratan de impedir que cunda el pánico, pero la tensión es palpable…
La escena
siguiente mostró a una multitud de civiles pidiendo a los militares que les
dejaran pasar en una alcabala, pero estos no querían abrir la valla.
-¡Abran maldita sea! ¡Esos monstruos podrían
llegar en cualquier momento!-gritó un civil y se arrojó sobre el funcionario de
policía, comenzando una trifulca de gran magnitud, con perdigones, gas
lacrimógeno y muchas armas improvisadas por los civiles, como bates, cuchillos
y gas pimienta.
El número de detenidos sigue aumentando, el
gobierno parece no saber qué hacer-dijo el reportero tratando de ocultar su
miedo lo mejor que pudo-un número creciente de personas asegura que esto es el
principio del fin.
De nuevo
pasaron al siguiente titular: “Ayuda en camino”
El gobernador Joseph Le Nour ha intercedido por
su pueblo ante el gobierno nacional, consiguiendo que este envíe provisiones y
un número considerable de efectivos militares para recuperar totalmente la ciudad. Armados con lo mejor en armas anti
demonios, se espera que el orden sea restablecido en los próximos días,
prontamente.
Un hombre
de quizá cuarenta años apareció en una rueda de prensa, vestido de traje negro
como su cabello, y corbata marrón chocolate como sus ojos. Hacia lo mejor que
podía para tranquilizar a los periodistas.
-Les aseguro que esto es momentáneo, no es
ningún apocalipsis. ¿Recuerdan ese trágico evento hace 16 años no? Fue un tiempo
difícil, pero pudimos salir adelante-dijo ante el público-aunque en esos
tiempos no teníamos a los FAID.
-¡pero gobernador, en esa ocasión los demonios
masacraron a los Wholferd! ¿De verdad cree que ahora con solo la mitad de
exorcistas podrán hacer frente a una invasión a gran escala?-preguntó un
periodista muy agitado.
Le Nour
hizo un gesto de desdén con la mano.
-Les
aseguro que estamos a salvo. ¡Los Drovlight y Wholferd son obsoletos! Pronto
pasaran a la historia. No hay nada que temer ahora que los humanos por fin
hemos tomado el control de esta guerra contra los demonios-declaró.
La gente a
su alrededor no parecía tan segura. Humanos,
Le Nour hablaba como si los pseudodemonios no fueran humanos en la mayoría de
sus efectos.
Un
periodista pidió la palabra.
-¿Tiene algún mensaje para los Drovlight?
-¡por supuesto!-expresó él y miró a la
cámara-Drovlight, ustedes son parte del pasado, no se entrometan en el camino
hacia el futuro y dejen este trabajo a verdaderos profesionales.
Hubo
algunos aplausos y clamores.
Jean se
sintió repugnada. No controló que sus manos apretaran los reposabrazos de su
silla hasta casi romperlos, y su sangre hirvió…. No quería ni imaginar cómo
estarían los Drovlight al ver esto.
Probablemente Gawein ya arrojó la televisión o
la PC por la ventana-adivinó
Adon.
Poco tiempo
después, no muy por encima del mediodía. Nicola, Trixi y Jean subieron a la
camioneta para volver a Daggry Poxirr. Jean miró a su hermana por el vidrio
retrovisor, se veía afligida.
-¿exactamente
como pasó?-preguntó.
-No hay
mucho que contar-dijo la menor Wholferd con la cabeza baja-Desperté y Úrsula se
había ido, así sin más, sin despedirse o dejar una nota.
Nicola hizo
una cara de desaprobación y Jean resopló.
-seguro lo
resuelven, sino, hay muchos peces en el mar, Trixi-le recordó la mayor.
Jean
encendió el vehículo y se puso en marcha por el túnel para salir al parque. La
oscuridad fue casi total y el silencio, incomodo. Pero solo empeoró cuando
salieron a la superficie y Trixi volvió a hablar:
-¡Ese es el
problema, no tenemos ningún problema! No sé qué es lo que pasa con Úrsula-se
quejó con frustración-todo iba bien la última vez que la vi.
-… -Nicola
se resistió a hablar.
Sobre la
vida amorosa de Trixi no tenía mucho que aportar. Jean sabía que prefería no
hablar si realmente no sabía a lo que se enfrentaba, Úrsula para él era una
perfecta desconocida. Jean le dedicó una mirada confusa cuando Nicola hizo una
cara rara, seguramente tuvo una conversación extraña con su demonia adjunta.
Jean no
habló más en el camino. Hasta que Trixi rompió el silencio reinante, con una
frase totalmente inesperada:
-Vamos a su
bar.
-¿Qué?-corearon
Jean y Nicola tomados con la guardia baja.
-Al lugar
donde trabaja Úrsula-insistió Trixi alzándose un poco de su asiento.
-¿Te
volviste loca?-exigió Nicola volteándose desde su asiento de copiloto-estamos a
medio camino.
-¡Dije que
vamos! ¡Tengo un mal presentimiento!-casi gritó Trixi alterando sus rasgos de
un modo pocas veces visto. Jean estuvo en blanco por unos momentos, no muy
segura de cómo reaccionar ante el arrebato de la pseudodemonia más joven.
Nicola
abrió los ojos de par en par y su boca quedó prensada en una línea tensa. Luego
se volvió a Jean, como pidiendo ayuda. La Wholferd mayor mirando los
alrededores, escasamente poblados a pesar de ser más de mediodía, respiró hondo
como preparada para una gran carrera.
-Está
bien-aceptó, dejando estupefacto a Nicola.
Trixi
sonrió de oreja a oreja.
-Todavía no
puedo creerlo, ¿el desayuno que hice te cayó tan mal?-inquirió Nicola ceñudo y
con los brazos cruzados, casi se veía como un enorme niño malcriado-La leche
podría estar rancia, debió ser eso.
-No lo
estaba-devolvió su prima con paciencia, mirando mas allá de su volante hacia el
local donde trabajaba Úrsula. Extrañamente veía a varios seres presumiblemente
demoniacos aglomerados alrededor a pesar que el bar estuviera cerrado-La dejé
ir porque Trixi estaba hablando seriamente, ella no es de quienes insisten y se
plantan ante otros por cualquier cosa.
Trixi
inmediatamente llegar se había bajando del vehículo y fue directo hacia la
parte trasera del bar, por donde normalmente se escabullían los empleados. Jean
miró a varios individuos aglomerarse más, seguramente algo interesante
acontecía, la cazadora hizo una ligera mueca, algo le daba mala espina.
Trixi se
abrió paso entre los espectadores del callejón, buscando a Úrsula y
preguntándose qué mierda atraía tanto la atención. La pregunta se contestó
sola.
-¡¿Como que
vas a cerrar?!-gritó la voz de Úrsula. Trixi tuvo un alza de adrenalina, empujó
a varios obstáculos del camino y manteniéndose oculta consiguió ver lo que
pasaba.
-¡No me
queda otra salida! Sabes que esto de la secta es una bomba de tiempo-respondió
un demonio, a pesar de tener su forma humana Trixi lo reconocía como tal, igual
que casi todos los presentes, con una o dos excepciones, sin embargo esos
humanos parecían muy cómodos entre la multitud. Podrían ser amigos de los
demonios y haberse acostumbrado.
La figura
de Úrsula yacía frente a su jefe, con postura amenazante. Trixi se acongojo por
la escena, no había visto nunca a su novia con tal actitud… daba miedo, y no
solo a ella, el demonio que hablaba con la súcubo también estaba afectado.
-¡No puedes
jugarte así! ¡Bastardo! ¡No me puedes dejar sin trabajo justo ahora!-exclamó
Úrsula con un gruñido.
-no estás
siendo razonable, sabes que no es posible…
-¡mira a
toda esta gente! Ellos esperaban usar tus servicios y los estas dejando en el
aire-Úrsula alzó los brazos refiriéndose a los espectadores-¡El mundo todavía
no se ha terminado, importa una mierda si la Matriarca lo anuncia! ¡Somos
demonios maldición! ¡No tenemos que acobardarnos así!
-¡No quiero
ser víctima de un asalto de la secta! Quiero vivir y este es mi negocio, hago
con él lo que se me antoje-discutió a pesar de su miedo-¡No es mi problema que
una puta como tú no pueda conseguir trabajo en ninguna otra parte!
Trixi quedó
con la boca abierta y la multitud quedó igualmente pasmada. Un aura terrorífica
se manifestó alrededor de Úrsula y la tensión creció a pasos agigantados, el
ambiente era insufrible. La joven Wholferd estaba tan impactada por el
semblante de la súcubo que las ofensivas palabras del dueño del local, pasaron
a ser lo de menor importancia.
Úrsula
tembló casi ininteligiblemente.
-tu… ¡te
enseñaré a medir las palabras, basura!-gritó ella.
La multitud
dio un paso atrás cuando las ropas de Úrsula se rasgaron. Dos grandes alas
oscuras y una cola de tres puntas aparecieron de su cuerpo, las manos femeninas
de la mujer se volvieron garras afiladas cual navajas y de su cabeza nacieron
los cuernos curvos típicos de los súcubos. Ella bufó con enojo y lanzó un tajo
hacia su jefe quien retrocedió para esquivar, pero no tuvo tiempo de responder
más
Las manos
de Úrsula lo atraparon por el cuello y lo acorralaron contra la pared, ejerció
tanta fuerza que el demonio estaba teniendo problemas para respirar.
-Úrsula…-trató
de decir. Úrsula le enseñó los dientes en respuesta.
-¡cierra la
boca! ¡Pedazo de mierda!-exigió aplastando lentamente el cuello del tipo, no
porque fuera sádica, sino porque al ser un demonio era mucho más difícil
aplastarlo-¡nadie se burla de mi! ¡¡Escoria, insecto rastrero…!!-le insultó de
múltiples maneras, hasta que clamó fuertemente con ímpetu- ¡MUERETE!
Mientras lo
insultaba, las garras de la demonia se clavaron más y más, como clavos siendo
martillados sobre el cuello de su víctima. El tipo expulsaba sangre a
borbotones por la boca y casi no respiraba. La figura de Úrsula con sus alas extendidas
sobrecogió a prácticamente todos los presentes, quienes no osaron intervenir.
Trixi pensó que tal comportamiento febril y sádico era el que los fanáticos
religiosos del oscurantismo, debieron imaginar que tenían todos los demonios, premisa
con la que propagaban el miedo a sus seguidores.
Pero que le ha pasado…-Se preguntó Nanib, anonadado, igual
que su ama.
Rápidamente
todo acabó.
Casi todo
el cuello de la víctima fue destrozado en un solo instante y esparcido por el
suelo, cortesía de las mortíferas garras de Úrsula. Ella soltó un jadeo
mientras miraba el cuerpo del difunto desintegrarse hasta desaparecer, dejando
atrás un gran charco de sangre. Con rapidez el frenesí de su mirada se disipó y
fue consciente de sus actos.
Úrsula puso
cara de angustia, miró sus garras sanguinolentas, luego a la multitud y acto
seguido, dio media vuelta, corrió un tramo corto del callejón y levantó vuelo.
Todos
guardaron silencio.
-¿Cómo te
fue?-preguntó Nicola cuando Trixi abordó de nuevo el automóvil.
Los hombros
de la pseudodemonia menor temblaron por un segundo. Sus ojos estaban perdidos.
Lo que haya visto, fue impactante, pensó Jean, para sí misma. Por su parte se
dispuso a reanudar la marcha a Daggry Poxirr, iban retrasados y aun debían
comer.
-hablaremos
de eso en otra ocasión, ahora tenemos que centrarnos, hay trabajo por
hacer-anunció Jean buscando la ruta más segura posible en su GPS.
Trixi
asintió y se quedó pensativa el resto del camino, para preocupación de los
mayores. Jean sabia que pronto querría golpear a Úrsula, algo se lo decía.
-¿Que haremos con Nolen?-Preguntó Melisa
mostrando interés.
-Me gustaría traerlo a casa, pero se resistiría-dijo
la L’Enfer fastidiada.
Recientemente la Matriarca se tomó un respiro
en su escondite más cercano. Scioli le facilitó varios lugares cómodos para su
albergue. Concretamente en el que estaba era el último piso de un bonito
edificio de apartamentos; lo bastante alto para poder ver considerablemente
lejos, su obra en la ciudad. Anastasia estaba a solas con Melisa en un mirador
cerrado por ventanas de cara al centro urbano. La sierva de Azazel se hallaba sentada
en una pequeña mesa para tomar té, con su acolita de pie a un lado.
-¿Cuando eso ha importado?-dijo la demonia
subordinada.
La Matriarca se rió sutilmente. Era bien
conocida por siempre tomar lo que quería por cualquier medio, no era extraño
que Melisa estuviera curiosa de la atípica aptitud de su ama.
-No tengo ningún problema en forzarlo, pero me
gustaría que viniera por voluntad propia. No obstante, sé que eso es solo una
fantasía conveniente.-Su sonrisa se convirtió en una expresión amarga- Estoy un
poco torcida, pero no soy estúpida.
-¿Por qué no lo trae entonces? Es seguro que
podría ser sometido en una lucha uno a uno contigo-argumentó la mainyu con
curiosidad cruzándose de brazos.
-Así seria, pero estoy ocupada con todo esto de
completar el ritual, cazar a Nolen puede esperar-respondió mirando a la nada,
como imaginando la realización de sus planes futuros.
Anteriormente la Matriarca solo había querido
sacar del camino a Nolen, para evitar un enfrentamiento, o que este como mínimo
fuera neutral en el conflicto… pero desde que el hermano mayor Zegers le había
declarado la guerra a la secta, solo había dos opciones: matarlo o someterlo.
Anastasia prefería irse por la opción de someterlo, si era posible claro
estaba… Melisa no le encontraba mucho sentido, matar a Nolen era lo más
sensato, pero las órdenes de la Matriarca eran absolutas y ella, la mainyu a su
servicio, no era nadie para contradecirla.
-¿Y si nosotros nos hacemos cargo de
traerlo?-La demonia subordinada se ofreció haciendo un gesto hacia sí
misma-Podemos encontrar el modo de forzar su guarida y sacarlo a arrastras.
Anastasia frunció el ceño.
-no me gusta esa idea. Si Nolen va a ser traído
por la fuerza, me gustaría hacerlo yo misma… nadie someterá a mi hermano más
que yo. Él es mío por supuesto, el
placer de tenerlo a mis pies no será compartido con nadie.
-entiendo…
La líder de la secta se reclinó en su silla y
puso las piernas en la mesa.
-Por ahora sigue vigilándolos con los demás, no
quiero que se nos pierda de vista, aun si es una amenaza menor prefiero no
confiarme. Evita luchar contra él a menos que te ataque, no solo porque
derrotarlo es mi trabajo, sino porque sería una lucha feroz y podría haber
pérdidas importantes. Hay que ahorrar carne de cañón para los Drovlight.
-¿Qué hay de las perras?
Anastasia hizo un mohín de desagrado ante la
mención de las hermanas adoptivas de Nolen.
-ellas no me importan, serian un blanco interesante
para llegar a Nolen, pero ahora deben estar durmiendo con un ojo abierto y otro
cerrado… esperando que alguien de los nuestros se les abalance encima y yo no
tengo tiempo para jugar al gato y el ratón.-La mainyu permaneció con la mirada
fija en su jefa, a la expectativa-de todos modos, si una oportunidad de
hacerlas nuestras se presenta, tienes mi permiso. Haz lo que haga falta.
Melisa sonrió, algo siniestro había en su
rostro cuando ponía esa cara, como si algo espantoso pero divertido para ella
estuviera por acontecer.
-Cuantos problemas nos ha causado este
mequetrefe…-gruñó Taius apoyado contra un vehículo blindado de los Drovlight
mientras fumaba-Maldito sea. Él y sus ancestros, especialmente esas serpientes
que lo engendraron.
-Hay que reconocer que la Matriarca tiene
buenos contactos-dijo Mairel limpiando la visera de su casco, el cual llevaba
con una mano.
Hablaban de Le Nour y sus movidas para
complicar la vida a los cazademonios. Jean se sentaba en el capó junto a su
hermana y el primo de ambas, mientras se hallaba maldiciendo al político. Le
Nour ajustó fuertemente las normas de paso de civiles por las fronteras, para
impedir la expansión del problema demoniaco a otros estados y países, o eso
dijo ante el público. Resumidamente, toda la ciudad estaba cercada y solo un
paso estaba funcionando para los no militares bajo estricta vigilancia de los
FAID. Dicho paso estaba saturado, naturalmente, toda la gente que podía estaba
intentando marcharse por miles y la cola para escapar solo crecía astronómicamente.
Ni quienes se iban a pie podían salir rápidamente, ya que debían ser procesados
por los militares antes de que les dieran vía libre.
El descontento aumentaba tanto como el terror.
Pero eso era otro asunto, ahora mismo lo que concernía a los pseudodemonios,
era que las medidas de Le Nour les hacía imposible moverse rápida y fácilmente
fuera de la zona urbana… en conclusión: Los Drovlight no tenían acceso a la
ayuda de Morgen Meiden, su criadero principal, de quien dependían para muchas
cosas, como por ejemplo las provisiones y el movimiento clandestino.
Para el ataque contra Scioli los cazadores
planearon no usar vehículos de Daggry Poxirr por ser demasiado llamativos. En
su lugar iban a moverse discretamente hasta los suburbios y en el cobijo de la
noche ser recogidos por transportes enviados desde Morgen Meiden. Intentar
salir en automóviles blindados desde el residencial urbano, era tan discreto
como gritar a Scioli con un megáfono que irían a por él.
Con la prohibición de Le Nour, llegar al punto
donde serian recogidos fue un gran problema para los Drovlight…
-Estoy todo lleno de tierra-se quejó Taius,
sacudiéndose la armadura.
-ya sé, no solo a ti se te despeinó el cabello
por culpa de Scioli-dijo Nicola rascándose la barba como si esperara encontrar
tierra ahí-Siento lastima por el pobre ser que tenga que limpiar estos trajes
al regresar.
-Te creo. Arrastrarse por un maldito hueco bajo
tierra no es la manera más glamorosa de moverse-comentó Jean aliviada de que con
el casco puesto su cabello no se llenó de mugre.
Jean no quería recordar el momento donde se
sintió como un topo claustrofóbico.
Para pasar al final los Drovlight necesitaron
cavar un túnel bajo la cerca impuesta por Le Nour y arrastrarse hasta el otro
lado de la misma. Dicha cerca siempre estuvo ahí, pero desde que todas las salidas
menos una fueron clausuradas, se convirtió en una molesta barrera, que no
podían derribar por la fuerza sin llamar la atención… de otro modo el propio
Taius la habría aplastado sin dudar.
-¿Al menos lo de Bakom si va bien, cierto?-inquirió
Trixi.
Yuri asintió.
El entorno estaba relativamente abarrotado de
Drovlight. Unos cuantos vinieron desde Daggry Poxirr pero había un montón
venidos desde Morgen Meiden. Jean contaba que incluyendo a los Wholferd, sumaban
cuarenta y cinco efectivos.
-Sovr Gawein habló con Bakom-explicó Mairel de
buena gana siendo observada por Taius de reojo y Digger por el otro-el líder de
los demonios asegura que tiene todo controlado con Medici y será nuestro mas tardar a la madrugada,
mientras tomamos a Scioli. Saben dónde está y se abalanzarán sobre él muy
pronto.
-Tengo el presentimiento que librarnos de
Scioli y Medici será fácil-comenzó Digger, su apariencia era lastimosa, el
rubio evidentemente no durmió como debía durante los días anteriores y parecía cerca
de derrumbarse-pero Le Nour ya será un lastre mucho mayor…
Todos pusieron mala cara. Sacar del camino a Le
Nour podría significar ir contra la ley frontalmente y ser declarados enemigos
públicos, como la secta…
-estoy segura…-expresó Mairel mirando con
preocupación las ojeras de Digger y su ademan decaído-Pero creo que deberías ir
a dormir, definitivamente.
Los ojos claros de Digger luchaban por no
cerrarse.
-Sí, lo
hare-aceptó en protonórdico-pero…
-Pero
nada-interrumpió Taius en el mismo idioma y con firmeza a la vez que
soltaba el humo de su cigarro-Tú lo
harás.
-Sovr Gawein dice que es hora-avisó Mairel en
la parte trasera del vehículo, donde yacían la mayoría de los cazadores,
preparados para irrumpir.
-¿Los centinelas están listos?-Preguntó Taius
mientras miraba por la ventana de las puertas traseras del vehículo.
-Están listos-comprobó Mairel de nuevo.
-¿Digger está tranquilizado?
-Lo está.
-¿La energía del edificio fue cortada?
-en efecto.
-Entonces vamos, da la señal-autorizó Taius al
conductor.
Jean sentía como la adrenalina la consumía, no
solo por la batalla cercana, sino que estando tan rodeada de perfectos
desconocidos, no le sentaba bien. Si bien conocía, aunque fuera un poco, a
varios de los Drovlight presentes, la mayoría eran caras nuevas. De hecho el
casco no permitía siquiera verles las caras, luego de que lo meditó un
instante.
Su hilo de pensamiento se rompió cuando las
órdenes de Taius resonaron y el automóvil arrancó.
Nicola y Trixi se tensaron a cada lado de la
cazadora Wholferd mayor, iban tan de prisa como si compitieran por ver quién
iba a derribar las puertas del garaje de Scioli primero.
Pasaron unos minutos mientras alcanzaban la
ubicación del objetivo.
Un sonido demoledor arreció en el ambiente.
Jean se alivió que no fueron ellos quienes
ganaron la carrera…
Otro “tanque” Drovlight se les adelantó e
hicieron añicos las puertas de Scioli con su parachoques pesado y filoso. Si
alguien estaba detrás de dichas puertas, el parachoques de los Drovlight fue lo
último que vio.
El auto donde iban irrumpió, pasando por encima
de las puertas ahora en el suelo, acto seguido con un gran frenazo se
detuvieron violentamente, casi al unísono que los otros dos vehículos de atrás.
Inmediatamente todos los pseudodemonios bajaron de sus respectivos transportes
tan rápido como pudieron.
El plan era simple: Entrar sorpresivamente,
aplastar toda resistencia terrenal o demoniaca, capturar a Scioli y volver a
casa.
Jean se orientó rápidamente a pesar que no
acostumbraba usar cascos cerrados, con la visión nocturna activada se asomó al
frente del recinto usando el vehículo como cobertura y contempló la fugaz
escena:
Los guardias que no yacían aplastados en el
suelo, dispararon contra los cazadores que entraron primero, estos rápidamente
se protegieron con sus escudos sagazmente desenfundados. Uno de ellos llamó a
su demonio adjunto, una… pesadilla,
un caballo negro con llamas rojas y filosos dientes, exageradamente feroz para
un equino. El demonio rápidamente cargó contra los defensores recibiendo
algunos disparos de munición anti demonios, pero nada grave, así mismo, la
bestia derribó a los guardias con su cuerpo y repartiendo coses. Entonces el
demonio, tan pronto como llegó, se marchó con un quejido de energía.
Los guardias no pudieron reorganizarse cuando
los envistieron y masacraron con movimientos marciales quebranta huesos o
descomunales golpes con sus pesadas armas de fuego Drovlight. Un par escaparon
pero no llegaron lejos cuando los cazadores dispararon a sus espaldas.
-¡Aseguren el lugar deprisa! ¡Y estén atentos,
no sabemos lo que nos tengan preparado!-dijo Taius desenfundado su rifle
Demolisher.
-Familiares, estoy segura, y muchos-Declaró
Jean parándose pasos detrás del líder rubio.
-Sí, esta sensación de energía demoniaca no
puede ser por nada-expresó Nicola tomando con ambas manos a BloodChaos.
Taius contestó con silencio mientras vigilaba
con la mirada a sus subordinados en los alrededores.
Trixi no habló, pero por su postura, estaba
erizada ante la sensación de peligro. Las fuerzas se organizaron deprisa y
mientras lo hacían, Jean desenfundo a Gwyrdd y en su mano adyacente invocó su
arma espiritual. La pelirroja alzó su brazo enguantado con el bagh nakh.
¿Listo para destazar
enemigos? –Ella le
preguntó mentalmente al arma, dirigiéndose a Adon.
Cuando tu lo estés- Contestó él en su interior.
El garaje daba lugar al patio del recinto,
había otros automóviles aparcados, pero quedaba bastante espacio. Los
pseudodemonios se dispersaron por los alrededores próximos revisando cualquier
posible amenaza. Tres Drovlight, entre ellos Mairel, protegieron la entrada
mientras el resto se enfocaba en sus respectivas tareas.
Jean suponía que Trixi comenzaba a
acostumbrarse a los “gajes del oficio” porque no parecía tan afectada con los
cuerpos humanos en el suelo, como podría haber estado antes.
-¡Vamos dentro!-comandó Taius en
protonórdico. Trixi pareció confundida, pero Jean notó que de algún modo
consiguió orientarse a pesar de no entender el idioma. Jean nunca se molestó en
enseñárselo, ni tampoco las circunstancias le favorecían para aprenderlo y
retenerlo durante su infancia.
A la orden
de Taius dos Drovlight encontraron una puerta de gran tamaño. Los demás
estuvieron a una distancia prudencial, a continuación los cazadores derribaron
en conjunto la puerta con una patada sincronizada y para asegurar no encontrar
sorpresas arrojaron cada uno una granada dentro. Se cubrieron y la explosión,
junto a la metralla, resonó escandalosamente.
Así, los
cazadores comenzaron a colarse rápidamente uno tras otro hacia el oscuro
interior.
Los
Wholferd se mantuvieron cerca de la primera línea, pero no en el frente. La
redada fue muy eficiente, sometieron a la servidumbre desorientada y la
reunieron en una esquina, atados de pies y manos. La gente estaba aterrorizada,
pero permanecieron callados, como si temieran que cualquier queja despertase la
ira de los Drovlight.
Jean y
Trixi corrieron a uno de los pasillos bajo vigilancia, para evitar sorpresas
indeseadas mientras los demás terminaban de doblegar a los sirvientes. Fue
hilarante ver como algunos fueron levantados del suelo por los cazadores como
si fueran barriles, tras ser atados; luego fueron colocados junto al resto,
cual mercancía en un almacén de tráfico humano. Las cosas iban como se
planearon, incluso cuando…
-¿¡Que es esa mierda!?-gritó un Drovlight en protonórdico.
Todos
dejaron lo que estaban haciendo para atender la alarma.
La energía
de un grupo de demonios le erizó el vello a Jean y puso tensa a Trixi. La mayor
percibía que al igual que los familiares ya conocidos de la secta, eran
demonios inferiores, no muy listos aunque peligrosos, sin embargo, estos
parecían... diferentes.
Los
Drovlight vigilando el pasillo contiguo a donde estaba Jean abrieron fuego,
ante lo que fuera que les atacaba. En cuestión de segundos se oyeron alaridos
de bestias y unos monstruos enormes entraron en combate frontal con los
cazadores. Algunos de esos demonios murieron en medio de la refriega entre
disparos y tajos, otros siguieron luchando contra los defensores, mientras el
resto saltaron por encima del conflicto para encontrarse con los demás
pseudodemonios dentro del recinto donde los Drovlight estaban estacionando a
los rehenes.
Rápidamente
reaccionaron.
Eran al
menos diez de ellos, sin contar las bajas recién provocadas. Creaturas semi
antropomórficas, con pecho y brazos humanos, pero patas semejantes las de
cabra, unos enormes cuernos le coronaban la cabeza, al igual que unos
pronunciados dientes desiguales se destacaban en su mandíbula inferior.
Demonios de crudo aspecto, determinó Jean rápidamente, pero ante todo, diferentes
a los familiares que ya conocía.
Trixi
desenfundo su arma y comenzó a disparar tratando de no herir a los Drovlight,
pero los demonios no se lo ponían fácil. Jean intentaba encontrar una presa en
medio de tanto revuelo, hasta que uno de los familiares fue a su busca, mas
bien, a la busca de Trixi y ello lo puso en la línea de ataque de la Wholferd
mayor. La otra pelirroja dejó de disparar un instante preparándose para
bloquear a su agresor, pero Jean intervino rápidamente y atajó a la bestia en
pleno movimiento.
Empleando
una patada sacó de su ruta al familiar y le hizo caer en completo desbalance.
Antes que se recuperara Jean saltó sobre este usando todo su peso, con Adon en
su forma de arma espiritual, Jean clavó las garras en la cabeza del monstruo provocándole
mucho dolor. El demonio se sacudió, trató de luchar, pero Jean lo mantuvo
firmemente en su lugar con solido agarre, luego con la mano libre cerrada en
puño; comenzó a repartir fieros puñetazos en las facciones del familiar, sus
golpes eran como martillazos, que con cada impacto deformaban mas la cara de la
bestia, haciéndole perder sangre e incluso dientes.
Cada
acometida venía acompañada de un crujido. El demonio perdía fuerza cada vez
hasta que fue totalmente sometido contra el suelo. Jean terminó con su miseria
ejerciendo más presión en su cráneo con Adon y rompiéndolo como una nuez.
Antes de
que desapareciera, Jean alzó al fallecido con su bagh nakh
aun aferrado al destruido cráneo de la bestia y de un sagaz movimiento lo
arrojó en dirección a otro demonio no muy lejos, estrellando a ambos como si
fuera un juego de billar. El familiar muerto se desvaneció totalmente, pero el
otro, enojado corrió hacia Jean con los dientes de par en par.
Jean lo recibió desplegando su escudo de
energía demoniaca, era una herramienta Drovlight que ella no usaba mucho, pero
podía ser útil para frenar enemigos en plena carga. La cazadora lo empujó con
el escudo esperando hacer espacio para atacar, pero la bestia fue fulminada por
una ola de disparos repentina y se desplomó en un instante.
Jean miró de soslayo a Trixi, quien fue
responsable de robarle su presa. La cazadora más joven aun con su rifle en alto
no reparó más en su hermana y volvió a disparar contra otros esclavos de la
secta. La Wholferd mayor se sintió extrañamente orgullosa de que su hermana
tuviera la iniciativa suficiente para robarle la presa.
Jean enfocada de nuevo en el combate, replegó
el escudo Drovlight de su brazo y desenfundó a Gwyrdd para seguir, porque
mientras estaba ocupada mas demonios aparecieron. Scioli quería terminar con la
incursión antes de que cualquier pseudodemonio llegase siquiera mínimamente
cerca de él, debía tener mucho miedo.
Algo dentro de Jean le decía que si Taius
atrapaba a Scioli, el hombre tendría muchas
razones para temer.
La refriega fue fugaz, pero muy intensa, Jean
podía sentir el sudor acumularse bajo su blindaje, no estaba segura de cuánto
tiempo pasó o cuantos enemigos había derribado, pero podía seguir por un tiempo
más. Decidió guardarse la adrenalina, para cuando realmente no pudiera
continuar por sí misma, hasta entonces, dependería de la resistencia de su
propio cuerpo.
Trixi por otro lado estaba muy cansada, justo
cuando los demonios que atacaron en un comienzo fueron destruidos, la joven
pelirroja se desplomó contra la pared. Nicola acudió inmediatamente para
ayudarle a sostenerse. La menor de los Wholferd tenía una buena condición
física, pero no podría compararse a la de su hermana mayor ni a la de su primo,
no hasta que se tomase mas enserio el entrenamiento.
Un puñado de Drovlight miraron a Trixi como si
le hubiera crecido otra cabeza. Jean especulaba que esperaban algo más de su
hermana, ya que su referente principal de la familia era Nicola…. Y Nicola era
una máquina de matar, pero Trixi sencillamente no lo era.
El pie
blindado de Taius aplastó el cráneo de un familiar y lo hizo trizas,
seguidamente este desapareció.
-Ese fue el
ultimo-declaró sosteniendo con una mano
su rifle. Luego miró a los rehenes en la otra esquina de la habitación. El
líder caminó hacia ellos a largas zancadas, tomó a uno de ellos, un hombre y le
quitó la mordaza para poder entablar una conversación-¿Donde se esconde Scioli?
Seguro tiene un plan para emergencias.
-¡No sé! ¡Y
aunque lo supiera no lo diría a un loco peligroso como tú!-escupió el hombre
aterrorizado.
-¿Loco? Yo
no soy quien hace tratos con mensajeros del apocalipsis-discutió Taius abriendo
su casco para poder ver cara a cara, sin barrera alguna a los ojos de su
interlocutor, incluso en la oscuridad-¿cuánto te paga Scioli por esto?
El hombre
tembló como un pollito empapado.
-Eh… ¡ese
no es tu asunto!-exclamó desafiante, los demás rehenes le miraban
aterrorizados, esperando lo peor-Da igual lo que diga, ¡un matón de las SS como
tú me hará pedazos de todos modos!
Jean sintió
a los Drovlight tensarse colectivamente.
Acaba de cavar su tumba-proclamó Adon-Ahora nada podrá salvarlo.
La cara de
Taius se oscureció paulatinamente y su aura se tornó peligrosa.
-pequeña
cucaracha, tu lo pediste-gruñó la voz homicida del Drovlight, incluso Jean se
erizó inconscientemente-si te atreves a llamarme así, es porque estas
desesperado por morir.
La enorme
mano de Taius se enroscó en el cuello del rehén y lo alzó con asombrosa
facilidad, dejándolo por encima de su propia cabeza. El hombre colgaba a unos
dos metros del suelo, con cada vez mayor dificultad para respirar, conforme los
dedos del rubio le aplastaban el cuello.
-Ya que
según tu soy un matón de la Gestapo, mírame bien mientras cumplo mi trabajo,
asqueroso inferior-siseó el líder mientras caminaba hasta quedar cerca de la
mesa más grande del recinto, cuyo mobiliario era de madera solida. El rehén
gimoteaba y luchaba por respirar pese a sus miembros atados.
Entonces,
con un rápido movimiento de su brazo, Taius estrelló la cabeza del hombre
contra la mesa, rompiéndole el cuello con un crujido desagradable. El cadáver
flácido cayó al suelo inmediatamente después, como un títere con cuerdas
cortadas, en un charco de sangre.
A
continuación se volvió a los demás rehenes.
-Ahora
enserio, ¿¡Donde está Scioli!?-
exigió con enojo- si no hablan tendré que matarlos así o peor, uno por uno.
Sobra decir
que los rehenes aterrorizados dijeron todo.
Scioli
tenía un helicóptero para escapar, su helipuerto estaba a un par de kilómetros
y probablemente ya estaba por huir. Taius ordeno a un grupo considerable de
Drovlight asegurar el edificio y el resto continuarían la persecución.
Jean miró
la oscuridad de los pastizales por la ventana del vehículo blindado, el
territorio de la propiedad era muy extenso y casi deshabitado.
-No puedo creer que Aleskandra y Tatiana no
supieran del helipuerto-refunfuñó Taius en protonórdico fumando
nuevamente-pasaron dos días evaluando los alrededores.
-Pronto lo sabremos, seguro Scioli es más
astuto de lo que le dábamos crédito-dijo Jean en el mismo idioma haciendo
un miramiento a Nicola, que comprendiendo la señal implícita de su prima, se
dirigió al conductor: un rehén.
-¿Cuánto
nos falta?-habló en franco-germano al
prisionero. Al escuchar la voz gruesa del pelirrojo el tipo casi da un salto.
-poco,
estoy seguro que todavía no han huido…-dijo nerviosamente luchando para
mantener la mirada en el camino.
-Espero que
no nos estés engañando-expresó la peligrosa voz de Taius. Como si pudiera
sentir la muerte en los ojos del líder rubio, el rehén enderezó la espalda y
tragó profundo, con un pronunciado sonido de deglución.
Jean sonrió
ligeramente, admiraba el poder que Taius tenía sobre sus cautivos. Trixi por
otra parte, aunque se perdió de la mitad protonórdica de la conversación,
comprendió bastante bien de que iba. La menor Wholferd hizo silencio y se
guardó sus malas consideraciones sobre la barbarie de Taius para sí misma.
-Juro… que
no-tartamudeó el hombre al volante.
Poco
después vieron algo de luz encenderse a casi un kilometro de distancia, a
través de las ventanillas. Todos supieron lo que era.
-¡Acelera y
estaciona tan cerca como puedas!-exigió Taius, el rehén así lo hizo obligando
al equipo a mantener el equilibrio y sostenerse fuerte para no golpearse las
cabezas contra el techo; por culpa de las oscilaciones violentas hacia arriba y
abajo que hacia el blindado. La carretera era terriblemente desigual y eso
dificultaba la estabilidad.
Conforme se
acercaban el camino pareció mejorar. De pronto unas bestias aparecieron en el
camino, algunas como las que afrontaron en el edificio principal de la
propiedad y otras eran las bestias cuadrúpedas de un ojo que usualmente
encontraban.
El rehén
iba a desviarse cuando Taius gritó.
-¡Pásales
encima o juro que yo te sacaré las entrañas como a un pez!-amenazó.
Eso fue
suficiente para que el hombre superara su deseo natural de esquivar a los
demonios y dejara que el blindaje del vehículo hiciera lo suyo… Jean odiaba la
sensación de aplastar cosas vivas, pero nunca se quejaba.
Una vez
superado el obstáculo, el auto blindado estacionó ruidosamente no muy lejos del
helipuerto y la silueta del helicóptero. Taius ordenó el avance y todos bajaron
tan rápido como pudieron. Los gritos del personal se oyeron inmediatamente en
el área, que tampoco era muy destacable, el helipuerto era solo un vulgar
círculo en medio del campo.
Jean se
preguntó cómo habían escondido algo tan obvio de la vista de Aleskandra, la
mujer rubia era maleducada, más no tonta.
El
helicóptero estaba por despegar y rápidamente un montón de personas intentaba
subir. Jean notó que uno de ellos llevaba un traje especialmente caro, por ello
la cazadora asumió que era Scioli.
-¡suelten a
todas las bestias rápido!-demandó dicho hombre.
-¡Que no quede nadie!-demandó Taius en su
idioma-¡avancen sobre Scioli!
Mientras
los guardias comenzaban a disparar contra los cazadores y estos desplegaban sus
escudos varios demonios aparecían de la oscuridad para saltar sobre ellos.
Incluso con la visión nocturna activada, salían virtualmente sin ser detectados
hasta tenerlos justo encima, con la velocidad de un leopardo en pleno ataque.
Nicola
atajó al primero haciéndole comer la bayoneta de BloodChaos mientras era
protegido por el escudo de Trixi.
El equipo
era asediado por disparos y demonios al mismo tiempo. Jean y el resto debían
permutar entre disparar y luchar cuerpo a cuerpo, complicando las cosas. Eran
un grupo poco numeroso, el único Drovlight conocido en el era Taius, los demás
eran personas de quienes Jean no sabía ni los nombres, por lo que coordinarse
era difícil.
Mientras la
mayor Wholferd le trituraba el cuello a un demonio usando su arma espiritual y
luego le disparaba con Gwyrdd, Taius se arriesgó y apartándose de la protección
del grupo confió en su blindaje y escudo para resistir. Superando los disparos
y un demonio al cual apartó con una embestida a plena carrera, consiguió
derribar a una pareja de guardias haciendo uso de su enorme cuerpo, rompiendo
la formación y concentración de los guardias.
Rápidamente
el resto de los cazadores aprovechó el cese de fuego, para abalanzarse sobre
los defensores y neutralizarlos.
Tristemente
el helicóptero estaba despegando.
Jean
maldijo.
-¡vuelve
cobarde! –gritó arrojando sobre su cabeza uno de los guardias recién muertos y
corriendo hacia Scioli.
La Wholferd
saltó con todas sus fuerzas y a pesar de la altura que estaba alcanzando el
helicóptero, ella logró agarrarse de una de sus patas.
-¡maldición!-exclamó
un hombre en la nave.
Jean a través
de su casco miró a los pasajeros, el terror en los ojos de Scioli era un poema.
Pero no tenía mucho tiempo para disfrutarlo.
-¡Jean!-gritó
Nicola en el suelo aun en plena refriega.
-¡Bájate
perra!-gritó un guardia y con sus botas de seguridad aplastó la mano de Jean.
Ella profirió un respingo, pero no se soltó, a pesar de los repetidos y
desesperados intentos del hombre de hacerla caer-¡déjanos en paz!
En un
movimiento Jean con su brazo libre atrapó el tobillo del guardia y le hizo
perder el equilibrio, fácilmente lo obligó a caer rumbo a la muerte, sus gritos
fueron acallados por el sonido de las aspas del helicóptero.
Con ambas
manos ella prosiguió su intento de escalar, pero varios hombres interfirieron
esta vez repartiéndole puntapiés donde pudieran alcanzar. Las manos, los
hombros y la cabeza. Incluso le dispararon con un arma de fuego repetidamente,
pero las balas revotaron en el blindaje para horror de los presentes. A Jean le
dolía todo y de un furioso impulso consiguió entrar al abarrotado helicóptero.
-¡por los
demonios mayores! ¡Esto les dolerá!-exclamó atrapando una de las manos de quien
le disparó anteriormente con una pistola.
El puño de
Jean se estrelló contra el rostro del guarda, triturando todos sus rasgos.
-Esto es
malo-opinó Trixi viendo hacia el cielo, donde el helicóptero tenía dificultades
para mantener la estabilidad.
-¿Alguien
tiene un adjunto que vuele?-preguntó un Drovlight mientras la batalla
continuaba, dado que todavía quedaban demonios.
Varios
cuerpos caían del helicóptero, algunos aparentemente muertos cayendo como
lluvia y otros gritaban de terror hasta encontrar la muerte contra el suelo. La
gravedad no mostraba compasión, y Jean tampoco.
-¡creo que
lo tiene!-celebró Taius deteniendo su masacre para admirar el cielo.
Trixi mas
bien estaba preocupada de que Jean cayera desde esa altura o que matara a
Scioli. Sabía que matarlo era una opción, pero lo ideal sería capturarlo con
vida…
Y así.
Su temor se
hizo real.
Con
erráticos movimientos el helicóptero dejó caer algo, mas bien, alguien.
¡Jean había
sido arrojada fuera del vehículo volador!
-¡Por
Lucifer!-gritó Trixi sin poder procesar lo que ocurría.
Nicola se
paralizó y varios Drovlight también, impotentes, lo único que podían hacer era
contemplar como la pelirroja perdía altura.
¡Está perdida, no puede ser!-gimió Nanib en la mente de Trixi,
cuyo cuerpo quedó incapaz de dar un paso y sus extremidades temblaron, como si
el suelo bajo sus pies fuera víctima de un terremoto.
Esperaba
horrorizada el fin, pero pocos metros antes de impactar, un destelló verde le
sorprendió. La joven Wholferd no pudo ver por un instante, al siguiente un
demonio enorme ocultaba el cuerpo de su hermana mayor en caída libre.
Adon.
Entonces
chocaron contra el suelo, en una enorme nube de polvo.
El suelo se
resintió.
-pero
que…-se quejó Taius.
-¡JEAN!-bramó
Nicola recuperándose y corriendo hacia la nube de humo.
Trixi
recuperó la capacidad de moverse y con la respiración desbocada corrió también
hacia el lugar del impacto, donde debía estar su hermana.
-malditos
sean todos…-escuchó murmurar a Jean entre el polvo.
Los dos
Wholferd restantes se posicionaron a cada lado de la silueta de Jean, quien
estaba sobre sus pantorrillas, temblando, evidenciando dificultades para
controlar su cuerpo. Con las manos tiritando y mientras aun el polvo se
asentaba; la cazadora se quitó el casco de la armadura para dejarlo caer,
liberando su melena pelirroja y dejando ver su cara especialmente pálida y
sudorosa.
-¿qué coño
pretendías? ¡Sé que eres resistente pero incluso tu pudiste morir desde esa
altura!-le regañó Nicola escandalizado, se arrodilló junto a su prima y le puso
las manos en los hombros sin dejar de expulsar palabras consternadas-¡¡…y si no
morías el que podría haber muerto seria yo de un infarto…!!
Jean
respirando pesadamente no respondió y se limitó a mirarlo con la cabeza algo
baja. No tenía fuerzas para discutir, notó Trixi.
Los
Drovlight ya habiendo liquidado a los demonios comenzaron a aglomerarse
alrededor dándole una distancia prudencial a los Wholferd. Taius miraba hacia
donde había desaparecido el helicóptero de Scioli, muy inconforme con su
fracaso.
-¿qué pasó
allá arriba?-preguntó Trixi no muy segura de cómo proceder.
Jean
resopló mirando al suelo, muy encrespada consigo misma, de seguro.
-había un
demonio a bordo-dijo ella con un hilo de voz-cuando casi tenia a Scioli en mis
manos, me atacó por la espalda y ya no tenía mucha fuerza para dar batalla.
Trixi aun
tenía problemas para pensar coherentemente, la conmoción todavía no abandonaba su
sistema desde que vio caer a su hermana, a lo que usualmente seria una muerte
segura. La pseudodemonia mas joven sin poder hacer otra cosa para auto
confortarse, se arrodilló y abrazó fuertemente a Jean por el cuello, en señal
de profundo alivio, esta no se quejó.
-volvamos
con los demás, algo bueno todavía podría quedar de esta noche-anunció Taius, de
pésimo humor.
Luego de
una rápida inspección descubrieron que el helipuerto había sido camuflado como
una especie de inocente granero, con paredes falsas de madera y un techo
desmontable. Así ocultaron el helicóptero, los equipos necesarios para su
mantenimiento y conducción estaban ocultos en unas trampillas a los laterales
del edificio, eso explicaba porque Aleskandra y Tatiana pasaron por alto
aquello. Realmente Scioli no era tan idiota como se presumía, se comprobó.
Por otra
parte, descubrieron varios alojamientos subterráneos con jaulas en los
alrededores, parecían ideales para albergar familiares de la secta y liberarlos
a control remoto cuando hicieran falta para repeler opositores como los
Drovlight. Jean se preguntaba de donde mierda Anastasia sacaba a todos esos
bichos malditos.
Terminada
la evaluación volvieron al edificio donde esperaba el resto de los Drovlight.
Jean creía que lo peor había quedado atrás, que a partir de este momento, solo
se preocuparía de recuperar las fuerzas. No sabía cuánto se equivocaba.
-Ahora, yo
ya creía que Scioli era un loco de mierda por trabajar con la Matriarca-hizo
saber Taius lentamente poniéndose rojo de rabia-¡lo que no esperé, es que fuera
tan cobarde!
-¡Mi papá
no es un cobarde!-gritó quien se autoproclamaba hijo de Scioli.
Un muchacho
regordete de cabello castaño, encontrado mientras los Drovlight registraban el
edificio. El hijo de Scioli no debía tener más de doce años cuando mucho, Jean
tenía un presentimiento sobre el destino de ese niño, y no era bueno…
Taius
ignoró el comentario del muchacho y se dirigió a Katiuska, quien veía un poco
turbada la escena. Un niño altanero rodeado de cazadores, en una ostentosa
habitación de la planta alta del edificio de Scioli. Los muebles dispersos en
todas partes tras la refriega y solo algunas sillas seguían en su lugar,
ocupadas por Drovlight, algunos otros se hallaban cerca de la enorme ventana
que dominaba el panorama, abierta y con vista a la luna, cuya luz acariciaba todos
los confines de la penumbrosa morada; desde que los pseudodemonios cortaron la
luz eléctrica.
-¿Por qué
no está amordazado como los demás? Odio los cerdos chillones y necesitamos
irnos de aquí cuanto antes-le dijo con descontento Taius.
Katiuska se
encogió un poco. En ese momento el chico se quejó de ser llamado “cerdo” pero
fue ignorado, sin embargo algunos Drovlight se rieron entre dientes.
-Supuestamente
es el hijo de Scioli, pensamos que querrías hablar con él-explicó la mujer.
-pensaron
mal, dudo que pueda decirnos cualquier cosa útil y ahora mismo, no estoy de
humor para tratar a cerdos chillones, no después de este fracaso-contestó el
hombre pasándose una mano por su cabeza rubia descubierta y sudorosa.
-Podríamos
llevarlo a casa y ahí interrogarlo-sugirió Nicola entornando los ojos en
dirección al hijo de Scioli.
-¡Que yo no
soy un cerdo, maldito amante de los demonios! –exclamó el chico.
-el Sovr lo
colgaría de los testículos tras diez minutos de conversación-advirtió un
Drovlight sentado en una silla no muy lejos de Taius.
-Y yo lo
apoyaría completamente, pero le ahorraré las molestias-anunció el líder
secamente y se volvió al muchacho-A ver, Scioli Junior. ¿Donde pudo ir tu padre
ahora? Ese idiota te dejó atrás con nosotros y merece un castigo por ser tan negligente.
El joven
jadeó como ofendido.
-¡Mi papá
no pudo haberme dejado! ¡Él volverá y traerá a su amiga para que les dé una
lección a todos ustedes!-gritó señalando a Taius con un dedo.
-¿su
amiga?-se preguntó Trixi confundida.
-Creo que
habla de la Matriarca-respondió Jean con las comisuras de sus labios dobladas
en un mohín de desagrado.
-lo
repetiré una vez más, pequeño cerdo-exigió Taius poniendo ambas manos en su
cintura. Para casi cualquier persona habría sido intimidante ser tan pequeño y
tener delante una figura de semejante poder, Scioli Junior hizo lo humanamente posible para
mantener la compostura, cosa que lograba a medias-¿Que sabes?
-papá me
dijo que no hablara y no lo hare-respondió él con las piernas temblando un
poco-que ella no nos ayudaría mas y
nos haría daño, si hablaba.
-Así que
los amenazó-concluyó Nicola-suena propio de la Matriarca.
-no te
preocupes por su amiga-aseguró Taius
mas comprensivamente-ya nos encargaremos de ella, ahora dime donde está tu
padre.
-¡No lo
sé!-chilló con el cuerpo tenso.
-¡dime!
-¡No!
-¡DIME!
-¡NO! ¡Yo
no sé nada!-aseguró comenzando a
llorar, aunque luchaba contra ello-¡Él volverá y les dará su merecido!
-pequeño cerdo llorón, me estas comenzando a
colmar la paciencia…-gruñó Taius crispándose rápidamente, algunos Drovlight compartieron
miramientos intranquilos, como presintiendo lo que iba a venir.
-¡Yo no soy
un cerdo! ¡El cerdo es tu mamá!-insultó entre sollozos.
Taius contrajo
los músculos de su rostro hasta deformarlos en una mirada de enojo puro. Los
cuerpos de ambos, el líder y el hijo de Scioli contrastaban mucho, el muchacho
era solo la mitad del cazador; así que cuando Taius se inclinó para estar más
cerca del joven, su físico se mostraba impresionante y majestuoso, hasta el
punto que para el niño era como enfrentarse a un león de Nemea siendo el mismo
un renacuajo patético. Parecía que Taius con nulo esfuerzo podría partir en
pedazos a Scioli Junior con una mano si así lo deseara.
El
Drovlight sujetó a Scioli Junior por un hombro sacándole un gemido de dolor al
chico por su deliberada brusquedad.
-Mi madre…
tú…-siseó Taius entre dientes.
Scioli se
sacudió y tal vez involuntariamente, su brazo chocó contra la cara de Taius, lastimándole
un ojo. Taius hizo un sonido sobresaltado y retrocedió un poco, al tiempo que
soltaba al chico, que se echó atrás amedrentado por las repercusiones que
vendrían. Jean dejó de respirar viendo la expresión pasmosa del pseudodemonio
rubio.
La
mandíbula del hombre se endureció y rechinó los dientes de rabia. Su ojo no
lastimado estaba muy abierto y el otro permanecía cerrado, sobre ambos una
sombra asesina se cernió como la neblina en días fríos. La transición de la
sorpresa a las ansias de matar fue lenta pero evidente en el hombre Drovlight,
de hecho eso solo lo hacía más tenebroso para la indefensa y altanera víctima.
Por otra
parte, para Jean Taius lucia indescriptiblemente sexi en ese momento. Sus finos
rasgos de Drovlight, su bien compuesta figura de guerrero y el poder que esta
guardaba, le conferían el aspecto de una divinidad castigadora. La Wholferd por
un instante notó un extraño brillo violeta en los platinados ojos del cazador
rubio. No entendió lo que podría significar, pero le lucia magníficamente bien.
Lo cierto
es que Taius estaba de tan buen humor, como un oso con dolor de muelas.
-¿Nadie te
enseñó a respetar a tus mayores o a conocer tu posición? Niño estúpido-le
escupió haciendo énfasis en las últimas dos palabras, a continuación se puso de
pie completamente bajo la mirada temerosa del menor, quien recién se daba
cuenta por completo del aprieto en que se había metido.
A lo mejor
creyó que Taius le tendría infinita consideración por ser un no púber, que nunca se atrevería a
lastimarlo. Jean no necesitaba conocer de toda la vida al rubio Drovlight para estar
consciente de que el muchacho cometió un craso error en sus consideraciones. El
error más malditamente costoso de su corta vida.
Taius no era
paciente. Taius estaba furioso… y Taius era muy
peligroso.
Ay de la
pobre criatura.
-yo…-iba a
decir Scioli Junior.
Fue
interrumpido por una contundente oración pronunciada:
-Arrojen al cerdo
por la ventana, a ver si vuela-ordenó Taius con un guiño desdeñoso.
Jean apartó
la mirada y no tuvo que ver nada, para saber que dos pseudodemonios atendieron
a la orden de inmediato, frente a los gritos del menor no se inmutaron y este
fue arrojado por la ventana, a tres pisos del suelo…. La mayor Wholferd sintió
a Nicola soltar una exclamación ahogada de consternación y a Trixi dar un paso
atrás, como temiendo ser la siguiente víctima de Taius, buscando protección
tras sus congéneres.
El cerdo no voló-con pesar anunció Adon.
Era el
remate del chiste más negro que había oído en su vida.
Jennifer
miró las latas de comida, eran pocas, y por demás, malditamente caras. Ofensivo
en el mejor de los casos, no tuvo que quejarse, su gemela lo hizo por ella.
-¿pretendes
burlarte de nosotras? ¡Podría comprar el doble con eso!-alegó Jessie haciendo
un ademan hastiado.
El hombre
esbozó una sonrisa condescendiente pero la tensión en su cara delataba lo mal
que las palabras de la chica Goldman le sentaban.
-¿ves
alguna tienda abierta? ¡Es lo que hay!-dijo cruzándose de brazos.
Las gemelas
salieron en busca de provisiones, pero todo estaba patas arriba, casi todo
comercio había cerrado y comprar entre los vendedores ambulantes de los
campamentos de desplazados era tan caro, que simplemente oír los precios
parecía quemar los oídos de las gemelas. La otra opción era cruzar los dedos
porque la comida que repartiría el gobierno llegase, estaban convencidas de que
era una estafa y no querían perder su tiempo con falsas esperanzas.
Jennifer
gruñó una oración incomprensible, para todos salvo para Jessica, quien asintió
mostrando entendimiento.
-Danos lo
que tengas… -pidió ella entre dientes al vendedor, aunque habrían preferido
tomarlo por la fuerza…
El hombre
sonrió en el suelo y comenzó a guardar en bolsas los productos apilados en el
suelo frente a sí para sus clientas. Tenía suerte de estar rodeado por una
multitud de civiles y guardias armados, de lo contrario el hombre estaría de
suerte si solo perdía un miembro ante la rabieta de las inconformes gemelas
Goldman.
Un par de diablillos
familiares aparecieron poco tiempo atrás y fueron despachados por los guardias,
FAID se hacían llamar y sus armas eran peligrosas, las morenas lo vieron con
sus ojos y no querían probarlas en sus cuerpos.
Estar cerca
de tantos potenciales enemigos tampoco le hacía bien a sus estados de ánimo.
Pero no había más lugar donde obtener comida. Aunque eso no era del todo
verdad, comida había… ellas estaban rodeadas de comida, pero no creyeron hallarse en tan mala situación para
recurrir a su último recurso: los humanos.
Jennifer y Jessica habían probado su carne antes, pero para hacer la
convivencia con los terrenales más fácil, preferían por mucho limitarse a
actuar como la gente normal y comer lo que el resto, en vez de cazar. Atacar
humanos acarreaba el riesgo de exponerse.
Recibieron
dos bolsas llenas de una cantidad decente de comida. No era lo que esperaban,
pero por el momento se conformaron.
-¡Ya
llegan!-se escuchó desde una dirección indeterminada, Jennifer y Jessica
alzaron las miradas hacia el cielo como un perro de caza al detectar un rastro
en el aire.
Fueron
presa de un repentino pánico. Ese olor… era el mismo de los familiares de la Matriarca.
Incluso entre tantas esencias diferentes concentradas en un punto relativamente
pequeño, ese olor era inconfundible, el olor del peligro.
El vendedor
se dio cuenta de que algo iba muy mal, no solo por el grito, sino por el
comportamiento exacerbado que las gemelas adoptaron en un instante, sus caras
eran un libro abierto súbitamente manchado por el miedo.
-Están
aquí, vámonos-gimió Jessie al tiempo que los agentes de FAID abrían fuego
contra algo.
Una manada
de bestias demoniacas irrumpió en el campamento de refugiados sembrando el
terror, en medio de una batalla con los guardias armados. Un montón se fue
directo a quienes disparaban y otros demonios no les prestaron atención y
comenzaron a ir tras las personas indefensas.
-¡no se
separen! ¡Así serán más vulnerables!-gritó una voz de los guardias, tratando de
controlar a la multitud asediada. Había quienes escucharon, pero otros tantos
solo querían alejarse de los demonios y huyeron lejos del campamento, aislados
de la relativa seguridad del grupo, hacia una muerte segura en territorio de
demonios.
Jane y
Jessie corrieron para salir de la multitud, chocando con personas
aterrorizadas, esquivando a demonios que corrían en todas direcciones y
evitando tropezar con cualquier cosa que estorbara su marcha. Se aferraron a la
comida que llevaban y esperaban poder pasar desapercibidas en medio del caos,
quedarse no era opción, si una bestia les atacaba, ellas no podrían evitar
defenderse y quedar al descubierto…
Ellas daban
por sentado que los FAID no les mostrarían misericordia.
Un grupo de
vehículos de la secta irrumpieron, aplastando desde personas hasta las tiendas
improvisadas del campamento.
-¡¿Esto es
lo mejor que tienen?!-desafió una voz demoniaca.
Las gemelas
no quisieron voltearse y se dirigieron al callejón más cercano, otro par de
personas rezagadas también huyeron por la misma dirección, pero no tardaron en
ser atajadas por los familiares de cuatro patas. Extrañamente en toda la
carrera se concentraron en matar o herir a los humanos, no fue hasta que el
último estuvo retorciéndose en el suelo manchado de su sangre, que las bestias
se fijaron en las morenas Goldman; las cuales mantuvieron la delantera.
Los
monstruos de la secta sabían reconocer demonios e híbridos cuando los tenían
cerca, notaron Jessica y Jennifer. Preferían cumplir su labor atacando a los
objetivos fáciles primero, luego a los más complicados, como las semidemonias.
-¡Malditos
monstruos, no entiendo cual es la gracia en perseguirnos!-se quejó Jennifer,
mientras desviaban su camino en el callejón tratando de perder a los
familiares, pero estos ya habían terminado con sus presas humanas y seguían
ellas.
-¡No hay
caso, nos alcanzaran!-exclamó Jessica oyendo los gruñidos de los demonios no
muy lejos. Las piernas de ellas podían correr prolongadamente, pero no mucho
más rápido que los humanos.
-Deberíamos…-iba
a sugerir Jennifer con vacilación.
-Aun no
estoy tan desesperada-se negó Jessica apretando los dientes.
-¡Entonces
habrá que plantar cara al viejo modo!-declaró Jane. Por lo que oía y olía, tres
familiares las estaban siguiendo, confiaba en poder manejarlo.
Ambas
mujeres vieron el final del callejón, compartieron un miramiento y estuvieron
de acuerdo en el proceder. Al cruzar el umbral, las semidemonias arrojaron las
bolsas de comida a un costado, rogando que siguieran intactas cuando volvieran
por ellas.
A
continuación corrieron a la cancha de baloncesto que dominaba el paisaje en esa
convergencia de callejones. Era un espacio lo bastante grande para hacer frente
a sus oponentes. Los demonios aparecieron y formaron en media luna frente a las
gemelas, gruñendo y agitando sus tentáculos.
La
adrenalina corría a raudales por el cuerpo de las chicas morenas, contenían la
respiración viendo sin parpadear a sus enemigos, esperando que alguno iniciara
el conflicto. Durante minutos no pudieron ver ni oír nada que no fueran los
familiares de la secta, ambas tenían sus ojos, ahora rojizos clavados en las
bestias.
Las manos
de Jennifer temblaban ligeramente, pero más por anticipación que por miedo.
Jessica
estaba fuertemente plantada en el suelo, hacia mucho que no tenía una pelea de
verdad, eso le hizo sentir igualmente emocionada y sobrecogida de algún modo.
Nada sucedió, hasta que Jennifer consumida por el ímpetu, profirió un gruñido
provocador.
Y se desató
la lucha.
Uno de
ellos saltó hacia Jessica, pero ella se arrojó de espalda al suelo y con las
piernas revotó el ataque, empleando toda su fuerza empujó al demonio para que
siguiera una trayectoria arqueada por el aire, pasando de ella y quedando
aturdido temporalmente. Con el mismo impulso Jessie quedó casi perpendicular al
suelo, sostenida por sus brazos y su cuello, a continuación liberó la energía
de ambos para realizar un rápido movimiento que pronto la tuvo de pie otra vez,
de cara al enemigo.
Otro
demonio atacó seguidamente sin perder un instante, Jessie esquivó su intento,
evitando ser tocada por las garras del demonio o sus dientes y tentáculos. Acto
seguido se estampó la espalda de su oponente, firmemente anclada con las
garras, le mordió el cuello ahora que sus dientes de Canis infernus habían
remplazado su dentadura humana. El demonio gimoteo de dolor y sangre se filtró
por la carne dolorosamente desgarrada.
-¡Detrás!-avisó
Jennifer, aunque un poco tarde.
Mientras su
hermana luchaba contra el segundo demonio, el tercero atacó por la espalda a
Jessica, ella solo pudo responder para patearle en el ojo, pero el demonio
insistió y esta vez le mordió la pierna, incrustando profundo sus colmillos sin
importar lo toxico en la sangre de Jessie. El chillido de dolor fue casi
inaudible, ya que la semidemonia seguía mordiendo a su primera víctima, la cual
no dejaba de retorcerse y luchar frenéticamente por el desgarre y el ardor. La
morena pateaba con su pierna suelta al demonio que apresaba su muslo, el sonido
como mínimo fue desagradable, juraba que le había dejado ciego al romperle el
ojo.
Jennifer
para ayudar a su gemela intervino enseguida, saltó hacia el demonio que tenia
atrapada a su hermana y con sus garras terminó de arrancarle el globo ocular,
la sangre se derramó a litros. Sin vacilar Jane se giró y mordió en la tráquea,
expuesta por la posición de su cuello, estirado, para apresar correctamente a
Jessica. A diferencia de la lucha que tenía su hermana, Jennifer no encontró
tanto musculo protegiendo esa sección, así que con fuerza arrancó un pedazo
enorme de carne.
Por fin la
cosa se soltó con un gemido terrorífico. Se
sacudió con la fuerza de un toro en pleno rodeo. Jennifer maldijo
luchando por mantenerse en su lugar.
Jessica
terminó de matar a su víctima entonces y fue consciente del familiar que había
estado faltando, el que estuvo aturdido…
-¡Jane el
primer demonio!-gritó justo cuando su víctima se desplomaba en el suelo y ella
podía liberar su mandíbula para hablar.
Jennifer
escuchó la advertencia a tiempo y en medio de la lucha se soltó de su presa, en
el último segundo, dejando que el primer familiar, el que pretendía arrancarle
la cabeza de un mordisco mientras estaba ocupada, mordiera al otro demonio en
lugar de a ella.
Por la
gracia de su mandíbula, considerablemente más grande que la de las chicas
Goldman, el demonio acabó en un quejido con su compañero ya convaleciente. La
sangre cubrió el suelo donde la bestia difunta cayó y como el segundo familiar
a manos de Jessica, se desintegró.
La bestia
sobrante quedó completamente confundida al darse cuenta de lo que había hecho:
asesinado a su compañero.
Jennifer a
un costado se preguntó si esas creaturas tendrían alguna capacidad de sentir
aprecio por los demás y lamentasen la muerte de otros…. Pero no tenía mucho
tiempo para reflexiones. Compartió una mirada con Jessica y tácitamente
concibieron la estrategia para eliminar al enemigo sobrante.
-¡Oye tu,
pedazo de mierda!-le desafió Jennifer sintiendo el sabor de la sangre demoniaca
en cada palabra.
La bestia
rugió decidida a matar, centró su atención e Jane y trató de atraparla con sus
garras, sin éxito, ella era muy escurridiza, finalmente empleó su mordida, de la
cual la mujer demonio se libró sin un rasguño. El familiar yacía absorto en su
rival, de modo que no vio a Jessica aproximarse.
La otra
Goldman de un movimiento sagas quedó posicionada en el cuello del familiar,
justo detrás de su cabeza. Sin darle tiempo a resistirse, ella le cerró la boca
con sus garras y tiró hacia arriba con ambos brazos, forzando al demonio a
adoptar una posición vulnerable; mirar hacia el cielo, enseñando el cuello a
Jennifer.
Naturalmente
ella no desperdició la ocasión, atacó incrustando sus dientes y garras en el
lugar más tierno de su víctima, la cual pareció jurar entre dientes mientras
Jessica lo mantenía amordazado con sus garras.
En las
heridas provocadas por su mordida toxica, Jane se sirvió de ambas manos y con
afiladas garras empeoró aun más las magulladuras sangrientas. A pesar de poseer
una mordida potente, no contaba con una quijada grande para provocar daños
masivos, así que lo compensaba con otras artimañas.
Esa cosa tenía más musculo que las otras
dos, así que Jane necesitó un poco más de tiempo para alcanzar y arrancar la
tráquea. La bestia furiosa finalmente cayó derrotada y se comenzó a
desintegrar.
Las
hermanas se desplomaron en el suelo jadeando. Jessica sentía su sangre arder, a
pesar del monstruoso dolor que le aquejaba en una pierna y el gran charco de
sangre que esta dejaba, había tenido días mucho peores. Miró a Jennifer, quien
respiraba como un toro, recuperando el dominio total de sí misma, cuando se
metía mucho en una lucha, podía perderse a tal grado que difícilmente
recordaría su propio nombre. En los peores casos incluso podría atacar a
cualquiera que se le acercase sin distinción de amigo o enemigo, así que
convenía esperar a que se calmara antes de cortar distancias. Con excepción de
Jessie, a quien Jennifer reconocía como aliada por instinto.
Por estas
razones mantener la distancia de los humanos en una pelea era vital. Viendo a
Jennifer en aquel momento, jadeando, mirando a la nada con ojos rojos, mostrando
dientes punzantes, y aun con la quijada goteándole sangre, seria vista como una
especie de aberración de pesadilla, como salida de una película de caníbales….
Aunque tampoco Jessica estaba mucho mejor.
Creyeron que
por fin podrían volver a casa. Pero cuando fueron conscientes de los
alrededores nuevamente, una voz les hizo poner en guardia.
-Debo
reconocer que son unas fieras-dijo.
Cuando
detectaron un olor perturbador en el aire, Jennifer declaró: Por los demonios
mayores.
Nolen
sintió su corazón hundir, la piel se le puso de gallina.
Sus
hermanas salieron a buscar alimentos para la decadente alacena, pero escogieron
un mal día. El hermano mayor y Titus observaron desde el tejado de un edificio
cercano, como un incendio desastroso se comía varios edificios no muy lejos, en
donde estaba el campamento que Jennifer y Jessica iban a visitar por
provisiones.
Podía oír
gritos lejanos, el L’Enfer enfocó su energía demoniaca para agudizar su sentido
auditivo y así también podía oír rugidos de demonios. No cavia duda que aquello
que acontecía entre llamas, era obra de Anastasia.
Nolen salió
a ponerse en contacto con su naturaleza demoniaca, tratar de pensar en las
acciones que haría, en tener que matar personas para hacerse fuerte… quizá
tomar alguna presa, pero fue súbitamente interrumpido por el olor a humo. Titus
fue a buscarlo entonces y le encontró mirando el incendio, el gato estaba
preocupado, Nolen lo supo por la forma en que sacudía la cola. El felino
demonio deseaba acompañar a las morenas en su viaje, pero ellas lo rechazaron,
dijeron que era muy extraño y llamativo llevar un gato de compras, lo que menos
querían era destacar, cosa que ya hacían bastante por sí mismas, considerando
su apariencia destacable y el hecho de ser gemelas.
Ellas
debieron llevarlo, pensó Nolen, debieron meterlo en una mochila si era
necesario, pero tendrían que haber llevado a Titus. El Goldman mayor se sintió
culpable, debió prever que esto pasaría, si fuera un hombre más hogareño habría
ido por sí mismo a hacer las compras y esto no estaría pasando, ellas no se
habrían expuesto, pero esas tareas domesticas las gemelas desde el primer día
las asumieron sin preguntar. Nolen no cuestionó y se encargó de llevar el
presupuesto familiar, así como asistirlas en tareas varias de vez en cuando.
A veces
parecía que no hacía mucho, pero Jennifer y Jessica tampoco lo dejaban, era
como si quisieran demostrar a Nolen su agradecimiento y devoción, atendiéndolo…
Por algún
motivo eso no hizo sentir mejor al semidemonio L’Enfer.
Oyó a los
humanos corriendo por los alrededores buscando donde esconderse. Nolen quería
ir a por sus hermanas, pero temía que si dejaba la casa sola, correría un
peligroso riesgo de ser saqueada…. Gruñó y maldijo por lo bajo a Azazel. El
hombre se dirigió a Titus, quien le devolvió la mirada.
-Ve y
búscalas, yo vigilaré aquí-ordenó.
Titus tomó
una postura firme, con la cola erguida y luego obedeció, corriendo hasta
desaparecer de la vista de Nolen, con un salto al edificio vecino.
Nolen
volvió a casa, cuando al abrir la puerta, descubrió que esta había sido
forzada. Algo dentro de él apretó. Frunció marcadamente el entrecejo
convirtiendo su frente en un campo arado.
Hay visitas. –pensó sombríamente.
-Solo ven
voluntariamente, no quiero mostrarle a la Matriarca y Nolen tu cara
destrozada-dijo Melisa con petulancia.
Jennifer le
gruñó desde su posición en el suelo y le dirigió una mirada a su gemela, la
cual se encontraba desplomada no muy lejos, con quizá una docena de heridas de
mordisco y zarpazo, su ropa arruinada era testigo de ello. Un charco de sangre
se formó bajo su dolorido cuerpo, Jessie respiraba con marcada dificultad. La
propia Jane tenia montones de cortes, raspones, contusiones y mordidas, pero no
tantas y todavía se podía mover.
-¿Para qué
chantajeen a Nolen?-señaló Jennifer con hostilidad, manteniéndose en el suelo,
posicionada sobre sus piernas y brazos en el pavimento sucio, era una postura
muy bestial propia casi de un cuadrúpedo-Podrás matarme primero.
Oyó a uno
de los demonios presentes gruñir. Luego de la pelea, una multitud más de
familiares llegaron, incluyendo algunos que jamás había visto: cosas feas con
cuernos. Para resumir, Melisa las arrinconó con su manada de esclavos de la
secta y sirviéndose de la ayuda de los mismos, dio una paliza a las gemelas
Goldman. Pudo haberlas matado, pero Melisa demostró sentir un gran placer y
diversión siendo la verduga de la Matriarca y torturar a sus víctimas, para
someterlas a su voluntad. La idea era llevarlas como prisioneras, pero Melisa
prefirió jugar un poco.
-Eso no
alegrará a mi ama-contestó Melisa, quien vestida con una túnica negra y armada
con una cámara gravaba todo el acontecimiento, queriendo inmortalizar la
dimisión de las gemelas. Un video de tal envergadura desmoralizaría
profundamente a la sociedad demoniaca, las perras Goldman eran una especie de
símbolo para los indomables, verlas someterse los destrozaría. No eran miembros
exactamente amados entre los demonios o híbridos, pero se les respetaba por su
dura historia bien conocida.
Jessica dijo algo casi incoherente.
-¿Que
dices?-quiso saber Melisa casi con emoción enfocando a la chica.
-Que… No me
agradabas, pero… no esperaba esto de ti-se esforzó por articular Jessica, quien
forzosamente se elevaba ligeramente del suelo sanguinolento para dirigir su
irascible mirada a Melisa-¡Lo bajo que caíste! ¡Malnacida monstruosidad!
¡Espero que cuando ya no le seas útil a la Matriarca te arranque los ojos, los
dientes, las uñas y los dedos, como la vil traidora que eres!
Melisa
entornó los ojos.
-Si así va
ha ser, entonces puedo conformarme con un video Snuff de ustedes-Amenazó ella sonriendo sádicamente.
Jennifer
miró hacia su izquierda, no tuvo que ver el incendio que consumía el edificio
contiguo para saber que las llamas estaban corroyéndolo y pronto llegarían
hasta donde estaban. Los humanos habían sido asesinados o bien huyeron, así que
no había quien frenara el fuego. Jessica al igual que su gemela se mantuvo
impasible, casi convencida que iban a morir, a manos de Melisa o de la Matriarca,
personalmente así lo preferían; no quería afrontar el horror de ser la
prisionera de alguien más, otra vez.
Esperaba
que Melisa diera la orden final a sus subordinados. Jennifer cerró los parpados
esperando el movimiento de la demonia y terminar de una vez, en un latido de
preferencia, si iban a morir, seria luchando, se propondrían ser tan rebeldes
que Melisa estaría forzada a matarlas.
O eso
pensaba hasta que interrumpieron.
¡Fuera de mi césped!-Alguien bramó.
Un familiar
chilló de dolor.
Melisa se
dio la vuelta sorprendida y las gemelas alzaron sus cabezas en dirección al
sonido. Entonces recibieron una ventisca de olores diferentes, eran demonios,
no había duda, numerosos y de diferentes tipos. Junto con el hedor a humo,
sobre estimulaban el sentido del olfato en ambas mujeres.
-¡Maldición!
¡Creí que los había puesto en su lugar!-se quejó Melisa dando la espalda a Jane
para confrontar la amenaza que había entrado al callejón.
Bestias
demoniacas aparecieron, gárgolas, garudas, gamging, lizardman, cerberos y cosas
que ni sabían lo que eran, lo importante fue que atacaron a los demonios de la
secta, entablando una encarnizada batalla. Los familiares de Azazel estaban tan
ensimismados en vigilar los movimientos de las gemelas Goldman, que casi no
vieron venir el ataque.
-Al fin te
encuentro-dijo la voz que anuncio la llegada de los demonios de la sociedad-Traidora.
Casi como
un meteorito, una llama dorada cayó en medio de la lucha dispersando a los
combatientes, que rápidamente volvieron a luchar ignorando al recién llegado,
quien solo mostró interés por Melisa. Jennifer y Jessica tenían los ojos como
faros viendo a la cosa dorada tomar
forma frente a Melisa.
Un Kyubi,
un demonio zorro oriental.
El zorro
media cerca de tres metros y la parte alta de su cuerpo era más parecida a la
de un hombre que a un cuadrúpedo, su cola en base era una sola, pero se dividía
en cinco semejantes, con bordes llameantes de color oro. Los ojos del demonio eran
rojos y sus orejas se curveaban como cuernos hacia atrás. Casi pareció
sonreírle con finos dientes a Melisa.
-Bakom, veo
que no te rindes-comentó Melisa ya no tan confiada. El susodicho se alzó sobre
sus patas traseras dando constancia de su altura.
-¡Por los
demonios mayores, mainyu maldita, desaparece!-demandó el Kyubi con voz
contundente.
Bakom se
arrojó hacia Melisa y quiso atraparla entre sus dientes, pero ella escapó
fugaz, de un salto hacia su izquierda, cayendo en una voltereta. Jennifer
retrocedió al ver que el zorro cayó peligrosamente cerca sí. El líder de la
Guardia Cadena rugió furioso y con el mismo impulso se dio vuelta hacia su
objetivo escurridizo.
-¡Siente mi
ira, traidora!-exclamó el demonio y rugió hacia ella, liberando de su interior
y entre sus dientes una lluvia de fuego dorado, cual lanzallamas.
Melisa no
pudo escapar, resolvió cubrirse con su túnica oscura como si eso le salvase de
las llamas. Era tan deslumbrante que interrumpió la oscuridad menguante que
reinaba en esa sección y avivó aun más las llamas del edificio, que de a poco
ya estaba siendo tomado por las mismas desde el otro lado, que daba a la calle.
Bakom
detuvo su ataque, el fuego se extendió por la edificación adoptando el color
rojo anaranjado de las llamas corrientes. Jennifer y Jessica quedaron
impactadas al ver que Melisa seguía en pie, cubierta de llamas como una
antorcha dorada….
Pero
entonces.
Esta se
apagó de pronto.
Una
oscuridad abrumadora pareció nacer de Melisa y repelió las llamas de su cuerpo,
revelando algo que poca gente había visto:
La forma
real de la demonia.
Todos
detuvieron sus combates para mirarla por cortos instantes.
Creció al
menos cincuenta centímetros, su cuerpo era totalmente negro, con un aura oscura
alrededor. Todavía parecía una mujer, pero no como antes, sus brazos crecieron
más largos de lo normal, tenía garras largas como puñales, el rostro de una
bestia, más parecido a un cráneo emulando humanidad que a un rostro viviente.
El largo cabello normal de Melisa, marrón ligeramente rubio, desapareció,
remplazado por una melena negra que se movía como en gravedad cero a su
alrededor, y sus ropas, sustituidas por una especie de atuendo corto ornamental,
que solo cubría sus pechos y entrepierna.
Las gemelas
no reconocieron las formas que decoraban la vestimenta de Melisa, pero parecía
un idioma antiguo y perdido, por esos símbolos extraños color entre violeta y
bermellón.
-¡Honraré a
la Matriarca con tu sangre!-amenazó la demonia.
-¡Ven por
ella!-le provocó Bakom.
El zorro
corrió en cuatro patas al encuentro envistiendo a Melisa y chocando contra el
edificio en llamas rompiendo la pared y quedando ambos en el interior,
ensañados en una lucha sin cuartel.
Jennifer se repuso de su conmoción entonces.
Tenían que huir mientras podían. Miró a su incapacitada hermana aun en el suelo
y fue rápidamente a su encuentro, rechazando el dolor de sus miembros.
-Jane…-gimió
Jessica rechinando los dientes por sus heridas.
-hay que
huir.
-no llegaré
lejos así.
Jennifer se
mordió el labio inferior, a pesar de la violencia desenfrenada que las rodeaba
por ese momento solo eran ella y su gemela. Existía una única manera de
escapar, estaba claro. La Goldman que aun podía andar sobre sus piernas, se
mordió un brazo, insensible al dolor, y del miembro auto flagelado se derramó
sangre a borbotones, bajo la mirada de Jessica.
-debemos usar
esto y luego el plan I-decidió
Jennifer poniendo su brazo al alcance.
Jessie se
mordió el labio, pero se sacudió las dudas.
-El plan I-aceptó.
Entonces la
chica sujetó el brazo de su hermana y cerró su mandíbula sobre la herida
sangrante.
-¡Hasta que
por fin lo haces con alguien de tu talla!-rugió Bakom mientras luchaba por
soltar a Melisa de su cuello, sacudiéndose o tirando de ella con las manos.
-¡Eso ha
sonado terrible!-le hizo saber la Mainyu liberando una de sus garras del cuello
de Bakom y llevándola a incrustarse en uno de sus ojos.
El zorro
gritó de dolor, maldiciendo.
La
desesperación llevó al Kyubi a saltar y caer sobre su espalda a propósito para
aplastar a Melisa con su cuerpo. La mencionada se quejó, pero Bakom obtuvo su
libertad para tomar distancia y sacudir su cabeza manchada de hollín y sangre.
Sentía el fuego en sus patas y las llamas consumían todo a su alrededor, el
edificio no duraría mucho mas.
Melisa se
levantó y le rugió, escupiendo algo oscuro y acido que hizo arder el cuerpo del
Kyubi. Bakom para librarse de los ataques de su rival, le respondió con su
propio aliento ardiente, interrumpiendo a Melisa y empeorando aun más la
situación del edificio en declive, que se temía no aguantase la violencia de su
combate.
Melisa
retrocedió y entonces algo amaneció en su mirada, ¿una epifanía? Se preguntó
Bakom. ¿La Mainyu se dio cuenta de lo que hacía? ¿De las implicaciones de un
triunfo por parte de la Matriarca? ¿Se arrepintió?
-¡Me olvide
de ellas, joder!-gritó la demonia y corrió por el lugar en ruinas, rumbo al
exterior.
¿Pero qué mierda
pensaba Bakom? No, ella no se arrepentía para nada.
El zorro la
persiguió y cuando alcanzó a Melisa, atrapándola con sus manos, antes de que
saliera del edificio, pudieron ver el exterior caótico lleno de sombras
luchando a todo vigor.
-¡Se
escaparon!-se enfureció Melisa mientras Bakom la arrastraba de vuelta al
interior.
El zorro
por un instante se fijó en el exterior y vio algo, el charco de sangre donde
estaba Jessica Goldman hacia poco… ya no había rastro de ella.
Las gemelas
escaparon.
Jennifer se
aferró al ahora peludo cuerpo de su hermana, quien de un saltó trascendió el
campo de batalla y alcanzó el umbral por donde habían entrado, seguidamente con
sus dientes tomó las bolsas abandonadas todavía, sin mover a pesar del revuelo,
y luego emprendió oficialmente la huida.
El viento
golpeo la cara de Jane quien trataba de ver a donde iban a través del espeso
pelaje negro de su gemela. Entonces salieron a la calle, todo estaba en llamas
como un infierno, las tiendas, los cadáveres, todo estaba vuelto un frenesí de
destrucción y muerte. Jessica frenó por unos segundos y mantuvo las orejas en
alto, analizando los alrededores, luego gruñó con desaprobación.
-¡Rápido!-instó
Jennifer.
Jessica
arqueó hacia arriba su lomo, admitiendo las órdenes de Jane y como un resorte
continuó la marcha, más allá del infierno. Lo que no contaron fue que habría
algunos FAID en los límites de la zona afectada, los hombres entraron en pánico
cuando vieron a ambas avanzar en dirección a ellos.
-¡Es otro
de esos monstruos, disparen!-gritó uno.
Jennifer
solo pudo hacerse tan pequeña como le fue posible en la espalda de su gemela y
confiar que Jessica podría esquivar bien.
Jessica, en
su forma demoniaca contaba con notable velocidad y agilidad, su figura era una
sombra difusa enorme, cosa que entorpecía los intentos de atinarle algún
disparo. De rápidos movimientos evitó los ataques y antes de seguir de largo,
les devolvió a los FAID su cálida
bienvenida, con un coletazo de proporciones bestiales, que mandó a volar a
un hombre y le dejó una herida de la que quizá nunca se recuperaría. Si no
moría al acto, por supuesto.
Jessica
hizo un sonido bajo, que Jennifer reconoció como presunción.
Dejando muy
a tras a los guardias y luego de aterrorizar a los humanos que vieron a Jessica
pasar, ambas arribaron a un callejón no muy lejano a su hogar. Jessica se detuvo,
dejó las bolsas en el suelo y tomó asiento junto a estas, permitiendo a su
gemela bajar de su espalda.
-Creí que
era el fin-admitió Jennifer volviendo a tener los pies en el suelo y haciendo
una mueca de dolor, recordando las múltiples heridas que tenia.
Jessica le
acercó la cabeza y se frotó contra Jane, haciéndole saber su preocupación por
ella. En respuesta la susodicha la acarició detrás de las orejas. Jessica cerró
sus enormes ojos rojos mostrando placer. Entraron en un efímero momento donde
solo sintieron la presencia de la otra y se concentraron de disfrutar del
afecto mutuo.
Lamentablemente
había prioridades.
-Estaré
bien, déjame verte-pidió Jennifer suavemente sujetando la gran cabeza de
Jessica, en busca de alguna herida visible.
La bestia
se levantó sobre sus cuatro patas. A continuación la semidemonia con forma
humana inspeccionó el cuerpo de Jessica empleando las manos y la vista, podía
oler sangre, pero eso no le decía cual era el verdadero estado de Jessie. Con
las manos descubrió que todavía tenía heridas abiertas bajo el pelaje, pero la
sangre que le suministró en el callejón, así como el cambio permitió que las heridas se redujeran a un nivel seguro y manejable.
Jennifer
tocó una de las heridas frescas y sintió a Jessica estremecerse.
-te
repondrás, ahora yo estoy en peor forma-anunció bajando las manos.
Por un
segundo contempló a Jessica en la negrura, la podía ver bastante bien gracias a
su visión nocturna. Era tan grande como un caballo Andaluz español, su pelaje sedoso tenía un tono ébano, profundo
como la noche más oscura, pero con algunos mechones con reflejos carmesí. La
bestia canida era de complexión ligera, sus patas fueron muy largas, con cortas
garras gruesas para mejor tracción, su cabeza a diferencia de otras partes no
era fina, sino que tenía una forma como de ladrillo y dos hileras de dientes
como navajas mortales. La cosa más extraña de todo su cuerpo era su cola,
larga, casi el doble que el resto, delgada como un látigo y que se dividía en
dos puntas paralelas, cada una armada con un filo como de hojilla.
Un Canis
Infernus normalmente era de mayor tamaño, pero para ser hibridas, ellas no
podían pedir más.
Jennifer
volvió en si cuando Jessica gimoteó con dolor y tembló. Su cuerpo se oscureció
en un aura densa y empezó a transmutar.
Jessica
estaba cambiando, otra vez.
Se contorsionó, sus huesos a gran velocidad
cambiaban su configuración para encoger de tamaño y forma, dejando de estructurarse
en una silueta cuadrúpeda, para volver a tomar una femenina forma de mujer. La
silueta negra, Jessica, soltó alaridos de dolor cada tanto durante la
transición, que hicieron estremecer a Jennifer.
Luego de
casi un minuto la oscuridad comenzó a abandonar el cuerpo de la semidemonia,
permitiendo ver la apariencia que usualmente se asociaba a Jessica Goldman.
Ella estaba sobre sus rodillas, desnuda, aun magullada y jadeando febril. La
melena de por si abundante que Jessica ostentaba, estaba aun más abundante de
lo normal, tras volver a su forma humana, ahora era tan larga que le llegaba hasta
debajo de los glúteos y necesitaba un corte con urgencia.
Jennifer
instintivamente se inclinó para ayudar a su hermana a ponerse de pie. En la
desnudez de esta, se veía la multitud de heridas que los vasallos de Melisa le
dejaron, pero no eran tan graves como antes, estaban lentamente curándose. Un
efecto interesante de la sangre de los Canis infernus, la sangre que
normalmente era toxica para la mayoría, no lo era para los parientes cercanos y
de hecho, funcionaba bien para combatir toxinas y era un gran estimulante para
la regeneración. En el caso de parientes cercanos al extremo de los gemelos,
parecía tener un efecto aun más prodigioso.
-¡Eso dolió como el infierno, dioses malditos…!-se
quejó poniéndose de pie, pero aun así sonrió, no sin dificultad-aun así, el
plan Infernus tuvo éxito…. eso es lo
que importa.
El brazo de
Jessica estuvo alrededor del cuello de Jennifer, a quien dirigió una mirada
directa por primera vez desde el cambio. Las frentes de ambas se tocaron,
analizándose bien una a la otra por un minuto, hasta que volvieron a verse a
los ojos.
-No me veas
así, tú tienes peor aspecto que yo-agregó Jessica más seriamente-como si
barrieron el suelo contigo.
-hicieron
cosas muy parecidas a eso-bromeó Jennifer y luego el aire humorístico se esfumó
tan rápido como llegó-sé que estás bien, tus lamentos de dolor durante el
cambio me pusieron nerviosa, es todo.
Hubo un
instante de silencio, donde ellas se limitaron a sentir el calor de la otra.
Finalmente Jessica rompió la quietud:
-hay que
irnos, Nolen debe estar preocupado y necesito un corte.
Jennifer
asintió.
Acto
seguido ambas pudieron oler a un tercero cerca, no era un enemigo… ellas se
separaron y sonrieron hacia la entrada de la callejuela.
Una gran
figura demoniaca sobre dos patas estaba ahí de pie.
Tiberius
Goldman, mejor conocido como Titus.
-Alguien
nos llevará las bolsas a casa-anunció Jennifer felizmente-que conveniente.