sábado, 6 de mayo de 2017

El edén del infierno: Acto 2-Capítulo 11



11
Ceniza en las calles
J
ennifer Goldman frotó cuidadosamente la espalda de su gemela. Jessica soltó un respingo, entre el placer y el dolor. Mientras estaban en su habitación, Jessie fue repentinamente atacada por un fuerte dolor de espalda…. Cuya causa era bien conocida para ambas; Su tiempo en cautiverio. El remanente físico más destacado eran las heridas cicatrizadas en sus espaldas; un número gravado al fuego y marcas de un violento zarpazo profundo, que hasta la actualidad, dolía de vez en cuando.
Nadie estaba muy seguro de por qué, pero las viejas heridas, sufridas hace mucho tiempo atrás, a pesar de ya no ser una amenaza para sus vidas, seguían trayendo extraños dolores fantasmas que cada cierto tiempo las asaltaban sin previo aviso. A Nolen nunca le sorprendió demasiado, él conocía la resistencia de sus hermanas y si una herida era lo bastante persistente para negarse a desaparecer, ya se esperaba que no se comportara como una lastimadura normal.
Jennifer, con las manos untadas de crema para el dolor intentaba mitigar el sufrimiento de su hermana. Hizo una mueca cuando oyó a Jessica soltar un jadeo acelerado, como si le faltara aire, por la presión que la otra semidemonia ejerció en un punto determinado, especialmente resentido. Titus estaba sobre la cama, rodeado por las piernas cruzadas de Jessica, él ronroneaba fuertemente como un motor, mirando con inocencia el sufrimiento en las expresiones de la chica, que fue tan intenso, que la hizo arquear la espalda y mirar al techo.
-¡Por Lucifer! ¡Jane! ¡Dioses malditos!-se quejó.
-tú puedes… no dobles tanto la espalda-pidió la susodicha, con reprimida angustia-se sentirá mejor pronto. Tranquila…
Tal como ella dijo, en poco tiempo la tensión muscular disminuyó y los dolores punzantes de las marcas empezaron a parar.
Titus dio un brinco sorprendido cuando Jessica, cual plomo, se derrumbó en la cama, poniendo su espalda desnuda de cara al techo. Jane soltó un suspiro aliviado, sabiendo que lo peor había pasado. Después de todo, nadie podía entender mejor que ella el dolor de su hermana. La propia Jennifer también tenía que lidiar con esa molesta agonía a veces, y los papeles se invertían.
Jessica mantenía los ojos cerrados con fuerza y respiraba forzosamente, pero de a poco iba normalizándose. Jennifer y Titus la miraron un rato, hasta que la chica demonio se recostó de medio lado junto a su gemela y le dio un cuidadoso abrazo, evitando sus heridas o pisar el desordenado cabello de esta, que estaba por casi todas partes en la cama.
-por el infierno. A veces… siento la necesidad de arrancarme el cuero de la espalda y morir-masculló Jessie aun con los ojos cerrados, pero notablemente más calmada.
Jane se aferró un poco más a la otra chica, respondiendo con resignación:
-Lo sé, yo también lo siento a veces.
Jessica rió débilmente manteniendo los parpados cerrados, pero con una expresión más jovial.
-de seguro, una vez tuve que detenerte para que no lo hicieras, ¿te acuerdas?
-… Sí, aunque me gustaría olvidarlo-admitió Jennifer rodando los ojos hacia cualquier otra parte.
También le gustaría olvidar que por lo que sabían, ese dolor se quedaría con ambas hasta su último día. Era previsible, si se tomaba en cuenta que había persistido por años, sin disminuir siquiera. Jane estaba feliz que ese dolor nunca hubiera aparecido en momentos especialmente malos, como después de una peligrosa pelea… recordar su última pelea evocó otros pensamientos menos gratos aun.
Pensamientos relacionados con Mauro.
Jennifer tragó profundamente y con esfuerzo intentó privar a su mente rebelde de jugarle malas bromas. Recordar a Mauro era como dar marcha atrás descalza, después de pasar por un sendero repleto de clavos. Jessica se dio cuenta que su gemela contuvo el aliento, y abrió los parpados, para verla de soslayo.
Solo esa gélida mirada en sus ojos, le dijo todo a Jessica.
La realidad le frustraba, hace poco fueron al alcantarillado de Andreik precisamente para beber y pasar el tiempo, sin pensar en ese hombre, aun así, su despreciable recuerdo no moría. Si no moría en el recuerdo, Jessica quería al menos tener la satisfacción de hacerlo morir en la realidad… ¡Pero no podía hacerlo! Aunque las circunstancias fueran ideales: el orden publico de cabeza, la policía ocupada con los demonios, gente muriendo por doquier… ocultar la muerte de alguien en específico debería ser excepcionalmente fácil…. Pero no…. La oportunidad se perdería.
Jessica amaba mucho a su hermana, pero a veces era tan frustrante…
Titus se hizo un ovillo cerca de ellas, ambas lo estudiaron largo rato, como si la sola visión del oscuro gato esponjoso y cálido les trajera paz.
No importaba lo que dijera la cultura popular, no había manera que Titus trajera mala suerte, desde su llegada siempre fue un buen amigo, un intimidante guardia del hogar y una almohada confortable cuando se necesitaba consuelo.
-¿Crees que ella realmente lo haga?-preguntó Jennifer rompiendo los pensamientos de Jessica.
-¿Eh?-rodó sus ojos verdes de regreso a su gemela.
-Anastasia, la hermana de Nolen-aclaró ella sin moverse-esa historia… que ella pretende traer a Azazel o borrar la existencia en el intento.
Jessie entornó los ojos. No había visto a la Matriarca en persona, pero Nolen dio una descripción bastante aproximada de cómo era y más o menos, cuál era su historia…. Una lamentable historia, por cierto. Retorcida, trágica… y uno de esos sucesos donde se ve la peor cara de la ambición humana.
-Sí. Su historia, de ser como nos la contaron, no es muy diferente a nosotros-dijo Jessica casi con lastima-si fuera ella, probablemente también odiaría este mundo, tanto, como para destruirlo, no importa lo que pase conmigo.
Jennifer se mantuvo en silencio, dejando continuar a su hermana:
-es aterrador pensarlo, pero la única diferencia entre ella y nosotras… es que nunca estuvimos realmente solas, nos teníamos la una a la otra y a Nolen, pero ella solo tuvo a una persona malintencionada “ayudándole”. Si es que a Azazel se lo puede describir como persona-Jennifer estuvo de acuerdo con un guiño- Anastasia parece solo vivir por su objetivo, ya que nada más le importa.
Las gemelas no podían negar que sin Nolen, su destino casi invariablemente habría sido desastroso… él fue quien le dio buen rumbo a sus vidas, evitando que lo peor de ambas destruyera el camino a una vida medianamente normal. Asustaba recordar lo cerca que estuvieron del abismo. Sin alguien con quien hablar, que les tratase como algo más que bestias, en eso se habrían convertido… bien, en bestias peores; porque bestias eran y siempre lo serian, lastimosamente.
Nolen les hizo recordar que eran algo más que los juguetes de sus captores. Es cierto que las gemelas se tenían la una a la otra, pero que un tercero, ajeno a ellas, les demostrase simpatía, hizo una gran diferencia.
-Quizá ella necesite esto para justificar su propia existencia, no lo sé, su mente alucinada esta fuera de mi alcance. Lo que más me preocupa en todo esto es Nolen… este asunto no lo está dejando dormir-comentó Jennifer con sinceridad.
-Nolen no duerme si tu y yo no comemos-le recordó Jessie con una extraña mescla de pesar y cariño hacia su hermano mayor.
-cierto, Nolen es demasiado bueno con la gente… me asusta que eso sea malo.
Amaban a Nolen por preocuparse tanto, pero les inquietaba que ese mismo gesto entrañable acabara por hacerle daño.


-Te daré refugio aquí y un poco del pedido, no llegues tarde-ordenó Jean y colgó la llamada, para volverse a la pantalla de su laptop.
La página de noticias en pantalla mostraba los caóticos sucesos recientes, documentando los misteriosos hechos provocados por los Drovlight en la madrugada y otros por la Matriarca. Jean corrió un video sobre el tema que recopilaba los sucesos más importantes:
El reportero estaba al frente, dando la espalda a innumerables tiendas ocupadas hasta el tope.
Muchas personas cuyos hogares han quedado destruidos por los incendios se han visto obligadas a acampar en los alrededores, a pesar de la constante amenaza de los demonios. Los refugios son insuficientes y se ha declarado estado de emergencia, las fuerzas experimentales FAID resguardan los alrededores de cada campamento de damnificados, listos para defender las posiciones si los demonios vuelven al  ataque.
Imágenes de muchos soldados con trajes color carbón vigilaban, equipados con armas FAID, como las que había en las propiedades de Scioli. Camiones daban comida a los necesitados y las personas dormían prácticamente apiñados.
El video cambió de titular, pasando a la siguiente noticia:
Un embotellamiento interminable de automóviles en las afueras de la ciudad, el ruido de sus cornetas era atronador, al mismo tiempo que personas impacientes decidían avanzar a pie entre el trafico. El titulo no rezaba “éxodo masivo” en vano.
Por la constante amenaza, las personas que aun pueden permitírselo están intentado abandonar la ciudad, las autoridades están preocupadas que a este paso todo quede deshabitado en cuestión de días y pueda traer una crisis migratoria en países vecinos. Sin embargo los funcionarios públicos tratan de impedir que cunda el pánico, pero la tensión es palpable…
La escena siguiente mostró a una multitud de civiles pidiendo a los militares que les dejaran pasar en una alcabala, pero estos no querían abrir la valla.
-¡Abran maldita sea! ¡Esos monstruos podrían llegar en cualquier momento!-gritó un civil y se arrojó sobre el funcionario de policía, comenzando una trifulca de gran magnitud, con perdigones, gas lacrimógeno y muchas armas improvisadas por los civiles, como bates, cuchillos y gas pimienta.
El número de detenidos sigue aumentando, el gobierno parece no saber qué hacer-dijo el reportero tratando de ocultar su miedo lo mejor que pudo-un número creciente de personas asegura que esto es el principio del fin.
De nuevo pasaron al siguiente titular: “Ayuda en camino”
El gobernador Joseph Le Nour ha intercedido por su pueblo ante el gobierno nacional, consiguiendo que este envíe provisiones y un número considerable de efectivos militares para recuperar totalmente  la ciudad. Armados con lo mejor en armas anti demonios, se espera que el orden sea restablecido en los próximos días, prontamente.
Un hombre de quizá cuarenta años apareció en una rueda de prensa, vestido de traje negro como su cabello, y corbata marrón chocolate como sus ojos. Hacia lo mejor que podía para tranquilizar a los periodistas.
-Les aseguro que esto es momentáneo, no es ningún apocalipsis. ¿Recuerdan ese trágico evento hace 16 años no? Fue un tiempo difícil, pero pudimos salir adelante-dijo ante el público-aunque en esos tiempos no teníamos a los FAID.
-¡pero gobernador, en esa ocasión los demonios masacraron a los Wholferd! ¿De verdad cree que ahora con solo la mitad de exorcistas podrán hacer frente a una invasión a gran escala?-preguntó un periodista muy agitado.
Le Nour hizo un gesto de desdén con la mano.
 -Les aseguro que estamos a salvo. ¡Los Drovlight y Wholferd son obsoletos! Pronto pasaran a la historia. No hay nada que temer ahora que los humanos por fin hemos tomado el control de esta guerra contra los demonios-declaró.
La gente a su alrededor no parecía tan segura. Humanos, Le Nour hablaba como si los pseudodemonios no fueran humanos en la mayoría de sus efectos.
Un periodista pidió la palabra.
-¿Tiene algún mensaje para los Drovlight?
-¡por supuesto!-expresó él y miró a la cámara-Drovlight, ustedes son parte del pasado, no se entrometan en el camino hacia el futuro y dejen este trabajo a verdaderos profesionales.
Hubo algunos aplausos y clamores.
Jean se sintió repugnada. No controló que sus manos apretaran los reposabrazos de su silla hasta casi romperlos, y su sangre hirvió…. No quería ni imaginar cómo estarían los Drovlight al ver esto.
Probablemente Gawein ya arrojó la televisión o la PC por la ventana-adivinó Adon.


Poco tiempo después, no muy por encima del mediodía. Nicola, Trixi y Jean subieron a la camioneta para volver a Daggry Poxirr. Jean miró a su hermana por el vidrio retrovisor, se veía afligida.
-¿exactamente como pasó?-preguntó.
-No hay mucho que contar-dijo la menor Wholferd con la cabeza baja-Desperté y Úrsula se había ido, así sin más, sin despedirse o dejar una nota.
Nicola hizo una cara de desaprobación y Jean resopló.
-seguro lo resuelven, sino, hay muchos peces en el mar, Trixi-le recordó la mayor.
Jean encendió el vehículo y se puso en marcha por el túnel para salir al parque. La oscuridad fue casi total y el silencio, incomodo. Pero solo empeoró cuando salieron a la superficie y Trixi volvió a hablar:
-¡Ese es el problema, no tenemos ningún problema! No sé qué es lo que pasa con Úrsula-se quejó con frustración-todo iba bien la última vez que la vi.
-… -Nicola se resistió a hablar.
Sobre la vida amorosa de Trixi no tenía mucho que aportar. Jean sabía que prefería no hablar si realmente no sabía a lo que se enfrentaba, Úrsula para él era una perfecta desconocida. Jean le dedicó una mirada confusa cuando Nicola hizo una cara rara, seguramente tuvo una conversación extraña con su demonia adjunta.
Jean no habló más en el camino. Hasta que Trixi rompió el silencio reinante, con una frase totalmente inesperada:
-Vamos a su bar.
-¿Qué?-corearon Jean y Nicola tomados con la guardia baja.
-Al lugar donde trabaja Úrsula-insistió Trixi alzándose un poco de su asiento.
-¿Te volviste loca?-exigió Nicola volteándose desde su asiento de copiloto-estamos a medio camino.
-¡Dije que vamos! ¡Tengo un mal presentimiento!-casi gritó Trixi alterando sus rasgos de un modo pocas veces visto. Jean estuvo en blanco por unos momentos, no muy segura de cómo reaccionar ante el arrebato de la pseudodemonia más joven.
Nicola abrió los ojos de par en par y su boca quedó prensada en una línea tensa. Luego se volvió a Jean, como pidiendo ayuda. La Wholferd mayor mirando los alrededores, escasamente poblados a pesar de ser más de mediodía, respiró hondo como preparada para una gran carrera.
-Está bien-aceptó, dejando estupefacto a Nicola.
Trixi sonrió de oreja a oreja.


-Todavía no puedo creerlo, ¿el desayuno que hice te cayó tan mal?-inquirió Nicola ceñudo y con los brazos cruzados, casi se veía como un enorme niño malcriado-La leche podría estar rancia, debió ser eso.
-No lo estaba-devolvió su prima con paciencia, mirando mas allá de su volante hacia el local donde trabajaba Úrsula. Extrañamente veía a varios seres presumiblemente demoniacos aglomerados alrededor a pesar que el bar estuviera cerrado-La dejé ir porque Trixi estaba hablando seriamente, ella no es de quienes insisten y se plantan ante otros por cualquier cosa.
Trixi inmediatamente llegar se había bajando del vehículo y fue directo hacia la parte trasera del bar, por donde normalmente se escabullían los empleados. Jean miró a varios individuos aglomerarse más, seguramente algo interesante acontecía, la cazadora hizo una ligera mueca, algo le daba mala espina.

Trixi se abrió paso entre los espectadores del callejón, buscando a Úrsula y preguntándose qué mierda atraía tanto la atención. La pregunta se contestó sola.
-¡¿Como que vas a cerrar?!-gritó la voz de Úrsula. Trixi tuvo un alza de adrenalina, empujó a varios obstáculos del camino y manteniéndose oculta consiguió ver lo que pasaba.
-¡No me queda otra salida! Sabes que esto de la secta es una bomba de tiempo-respondió un demonio, a pesar de tener su forma humana Trixi lo reconocía como tal, igual que casi todos los presentes, con una o dos excepciones, sin embargo esos humanos parecían muy cómodos entre la multitud. Podrían ser amigos de los demonios y haberse acostumbrado.
La figura de Úrsula yacía frente a su jefe, con postura amenazante. Trixi se acongojo por la escena, no había visto nunca a su novia con tal actitud… daba miedo, y no solo a ella, el demonio que hablaba con la súcubo también estaba afectado.
-¡No puedes jugarte así! ¡Bastardo! ¡No me puedes dejar sin trabajo justo ahora!-exclamó Úrsula con un gruñido.
-no estás siendo razonable, sabes que no es posible…
-¡mira a toda esta gente! Ellos esperaban usar tus servicios y los estas dejando en el aire-Úrsula alzó los brazos refiriéndose a los espectadores-¡El mundo todavía no se ha terminado, importa una mierda si la Matriarca lo anuncia! ¡Somos demonios maldición! ¡No tenemos que acobardarnos así!
-¡No quiero ser víctima de un asalto de la secta! Quiero vivir y este es mi negocio, hago con él lo que se me antoje-discutió a pesar de su miedo-¡No es mi problema que una puta como tú no pueda conseguir trabajo en ninguna otra parte!
Trixi quedó con la boca abierta y la multitud quedó igualmente pasmada. Un aura terrorífica se manifestó alrededor de Úrsula y la tensión creció a pasos agigantados, el ambiente era insufrible. La joven Wholferd estaba tan impactada por el semblante de la súcubo que las ofensivas palabras del dueño del local, pasaron a ser lo de menor importancia.
Úrsula tembló casi ininteligiblemente.
-tu… ¡te enseñaré a medir las palabras, basura!-gritó ella.
La multitud dio un paso atrás cuando las ropas de Úrsula se rasgaron. Dos grandes alas oscuras y una cola de tres puntas aparecieron de su cuerpo, las manos femeninas de la mujer se volvieron garras afiladas cual navajas y de su cabeza nacieron los cuernos curvos típicos de los súcubos. Ella bufó con enojo y lanzó un tajo hacia su jefe quien retrocedió para esquivar, pero no tuvo tiempo de responder más
Las manos de Úrsula lo atraparon por el cuello y lo acorralaron contra la pared, ejerció tanta fuerza que el demonio estaba teniendo problemas para respirar.
-Úrsula…-trató de decir. Úrsula le enseñó los dientes en respuesta.
-¡cierra la boca! ¡Pedazo de mierda!-exigió aplastando lentamente el cuello del tipo, no porque fuera sádica, sino porque al ser un demonio era mucho más difícil aplastarlo-¡nadie se burla de mi! ¡¡Escoria, insecto rastrero…!!-le insultó de múltiples maneras, hasta que clamó fuertemente con ímpetu- ¡MUERETE!
Mientras lo insultaba, las garras de la demonia se clavaron más y más, como clavos siendo martillados sobre el cuello de su víctima. El tipo expulsaba sangre a borbotones por la boca y casi no respiraba. La figura de Úrsula con sus alas extendidas sobrecogió a prácticamente todos los presentes, quienes no osaron intervenir. Trixi pensó que tal comportamiento febril y sádico era el que los fanáticos religiosos del oscurantismo, debieron imaginar que tenían todos los demonios, premisa con la que propagaban el miedo a sus seguidores.
Pero que le ha pasado…-Se preguntó Nanib, anonadado, igual que su ama.
Rápidamente todo acabó.
Casi todo el cuello de la víctima fue destrozado en un solo instante y esparcido por el suelo, cortesía de las mortíferas garras de Úrsula. Ella soltó un jadeo mientras miraba el cuerpo del difunto desintegrarse hasta desaparecer, dejando atrás un gran charco de sangre. Con rapidez el frenesí de su mirada se disipó y fue consciente de sus actos.
Úrsula puso cara de angustia, miró sus garras sanguinolentas, luego a la multitud y acto seguido, dio media vuelta, corrió un tramo corto del callejón y levantó vuelo.
Todos guardaron silencio.


-¿Cómo te fue?-preguntó Nicola cuando Trixi abordó de nuevo el automóvil.
Los hombros de la pseudodemonia menor temblaron por un segundo. Sus ojos estaban perdidos. Lo que haya visto, fue impactante, pensó Jean, para sí misma. Por su parte se dispuso a reanudar la marcha a Daggry Poxirr, iban retrasados y aun debían comer.
-hablaremos de eso en otra ocasión, ahora tenemos que centrarnos, hay trabajo por hacer-anunció Jean buscando la ruta más segura posible en su GPS.
Trixi asintió y se quedó pensativa el resto del camino, para preocupación de los mayores. Jean sabia que pronto querría golpear a Úrsula, algo se lo decía.


-¿Que haremos con Nolen?-Preguntó Melisa mostrando interés.
-Me gustaría traerlo a casa, pero se resistiría-dijo la L’Enfer fastidiada.
Recientemente la Matriarca se tomó un respiro en su escondite más cercano. Scioli le facilitó varios lugares cómodos para su albergue. Concretamente en el que estaba era el último piso de un bonito edificio de apartamentos; lo bastante alto para poder ver considerablemente lejos, su obra en la ciudad. Anastasia estaba a solas con Melisa en un mirador cerrado por ventanas de cara al centro urbano. La sierva de Azazel se hallaba sentada en una pequeña mesa para tomar té, con su acolita de pie a un lado.
-¿Cuando eso ha importado?-dijo la demonia subordinada.
La Matriarca se rió sutilmente. Era bien conocida por siempre tomar lo que quería por cualquier medio, no era extraño que Melisa estuviera curiosa de la atípica aptitud de su ama.
-No tengo ningún problema en forzarlo, pero me gustaría que viniera por voluntad propia. No obstante, sé que eso es solo una fantasía conveniente.-Su sonrisa se convirtió en una expresión amarga- Estoy un poco torcida, pero no soy estúpida.
-¿Por qué no lo trae entonces? Es seguro que podría ser sometido en una lucha uno a uno contigo-argumentó la mainyu con curiosidad cruzándose de brazos.
-Así seria, pero estoy ocupada con todo esto de completar el ritual, cazar a Nolen puede esperar-respondió mirando a la nada, como imaginando la realización de sus planes futuros.
Anteriormente la Matriarca solo había querido sacar del camino a Nolen, para evitar un enfrentamiento, o que este como mínimo fuera neutral en el conflicto… pero desde que el hermano mayor Zegers le había declarado la guerra a la secta, solo había dos opciones: matarlo o someterlo. Anastasia prefería irse por la opción de someterlo, si era posible claro estaba… Melisa no le encontraba mucho sentido, matar a Nolen era lo más sensato, pero las órdenes de la Matriarca eran absolutas y ella, la mainyu a su servicio, no era nadie para contradecirla.
-¿Y si nosotros nos hacemos cargo de traerlo?-La demonia subordinada se ofreció haciendo un gesto hacia sí misma-Podemos encontrar el modo de forzar su guarida y sacarlo a arrastras.
Anastasia frunció el ceño.
-no me gusta esa idea. Si Nolen va a ser traído por la fuerza, me gustaría hacerlo yo misma… nadie someterá a mi hermano más que  yo. Él es mío por supuesto, el placer de tenerlo a mis pies no será compartido con nadie.
-entiendo…
La líder de la secta se reclinó en su silla y puso las piernas en la mesa.
-Por ahora sigue vigilándolos con los demás, no quiero que se nos pierda de vista, aun si es una amenaza menor prefiero no confiarme. Evita luchar contra él a menos que te ataque, no solo porque derrotarlo es mi trabajo, sino porque sería una lucha feroz y podría haber pérdidas importantes. Hay que ahorrar carne de cañón para los Drovlight.
-¿Qué hay de las perras?
Anastasia hizo un mohín de desagrado ante la mención de las hermanas adoptivas de Nolen.
-ellas no me importan, serian un blanco interesante para llegar a Nolen, pero ahora deben estar durmiendo con un ojo abierto y otro cerrado… esperando que alguien de los nuestros se les abalance encima y yo no tengo tiempo para jugar al gato y el ratón.-La mainyu permaneció con la mirada fija en su jefa, a la expectativa-de todos modos, si una oportunidad de hacerlas nuestras se presenta, tienes mi permiso. Haz lo que haga falta.
Melisa sonrió, algo siniestro había en su rostro cuando ponía esa cara, como si algo espantoso pero divertido para ella estuviera por acontecer.


-Cuantos problemas nos ha causado este mequetrefe…-gruñó Taius apoyado contra un vehículo blindado de los Drovlight mientras fumaba-Maldito sea. Él y sus ancestros, especialmente esas serpientes que lo engendraron.
-Hay que reconocer que la Matriarca tiene buenos contactos-dijo Mairel limpiando la visera de su casco, el cual llevaba con una mano.
Hablaban de Le Nour y sus movidas para complicar la vida a los cazademonios. Jean se sentaba en el capó junto a su hermana y el primo de ambas, mientras se hallaba maldiciendo al político. Le Nour ajustó fuertemente las normas de paso de civiles por las fronteras, para impedir la expansión del problema demoniaco a otros estados y países, o eso dijo ante el público. Resumidamente, toda la ciudad estaba cercada y solo un paso estaba funcionando para los no militares bajo estricta vigilancia de los FAID. Dicho paso estaba saturado, naturalmente, toda la gente que podía estaba intentando marcharse por miles y la cola para escapar solo crecía astronómicamente. Ni quienes se iban a pie podían salir rápidamente, ya que debían ser procesados por los militares antes de que les dieran vía libre.
El descontento aumentaba tanto como el terror. Pero eso era otro asunto, ahora mismo lo que concernía a los pseudodemonios, era que las medidas de Le Nour les hacía imposible moverse rápida y fácilmente fuera de la zona urbana… en conclusión: Los Drovlight no tenían acceso a la ayuda de Morgen Meiden, su criadero principal, de quien dependían para muchas cosas, como por ejemplo las provisiones y el movimiento clandestino.
Para el ataque contra Scioli los cazadores planearon no usar vehículos de Daggry Poxirr por ser demasiado llamativos. En su lugar iban a moverse discretamente hasta los suburbios y en el cobijo de la noche ser recogidos por transportes enviados desde Morgen Meiden. Intentar salir en automóviles blindados desde el residencial urbano, era tan discreto como gritar a Scioli con un megáfono que irían a por él.
Con la prohibición de Le Nour, llegar al punto donde serian recogidos fue un gran problema para los Drovlight…
-Estoy todo lleno de tierra-se quejó Taius, sacudiéndose la armadura.
-ya sé, no solo a ti se te despeinó el cabello por culpa de Scioli-dijo Nicola rascándose la barba como si esperara encontrar tierra ahí-Siento lastima por el pobre ser que tenga que limpiar estos trajes al regresar.
-Te creo. Arrastrarse por un maldito hueco bajo tierra no es la manera más glamorosa de moverse-comentó Jean aliviada de que con el casco puesto su cabello no se llenó de mugre.
Jean no quería recordar el momento donde se sintió como un topo claustrofóbico.
Para pasar al final los Drovlight necesitaron cavar un túnel bajo la cerca impuesta por Le Nour y arrastrarse hasta el otro lado de la misma. Dicha cerca siempre estuvo ahí, pero desde que todas las salidas menos una fueron clausuradas, se convirtió en una molesta barrera, que no podían derribar por la fuerza sin llamar la atención… de otro modo el propio Taius la habría aplastado sin dudar.
-¿Al menos lo de Bakom si va bien, cierto?-inquirió Trixi.
Yuri asintió.
El entorno estaba relativamente abarrotado de Drovlight. Unos cuantos vinieron desde Daggry Poxirr pero había un montón venidos desde Morgen Meiden. Jean contaba que incluyendo a los Wholferd, sumaban cuarenta y cinco efectivos.
-Sovr Gawein habló con Bakom-explicó Mairel de buena gana siendo observada por Taius de reojo y Digger por el otro-el líder de los demonios asegura que tiene todo controlado con Medici y será nuestro mas tardar a la madrugada, mientras tomamos a Scioli. Saben dónde está y se abalanzarán sobre él muy pronto.
-Tengo el presentimiento que librarnos de Scioli y Medici será fácil-comenzó Digger, su apariencia era lastimosa, el rubio evidentemente no durmió como debía durante los días anteriores y parecía cerca de derrumbarse-pero Le Nour ya será un lastre mucho mayor…
Todos pusieron mala cara. Sacar del camino a Le Nour podría significar ir contra la ley frontalmente y ser declarados enemigos públicos, como la secta…
-estoy segura…-expresó Mairel mirando con preocupación las ojeras de Digger y su ademan decaído-Pero creo que deberías ir a dormir, definitivamente.
Los ojos claros de Digger luchaban por no cerrarse.
-Sí, lo hare-aceptó en protonórdico-pero…
-Pero nada-interrumpió Taius en el mismo idioma y con firmeza a la vez que soltaba el humo de su cigarro-Tú lo harás.


-Sovr Gawein dice que es hora-avisó Mairel en la parte trasera del vehículo, donde yacían la mayoría de los cazadores, preparados para irrumpir.
-¿Los centinelas están listos?-Preguntó Taius mientras miraba por la ventana de las puertas traseras del vehículo.
-Están listos-comprobó Mairel de nuevo.
-¿Digger está tranquilizado?
-Lo está.
-¿La energía del edificio fue cortada?
-en efecto.
-Entonces vamos, da la señal-autorizó Taius al conductor.
Jean sentía como la adrenalina la consumía, no solo por la batalla cercana, sino que estando tan rodeada de perfectos desconocidos, no le sentaba bien. Si bien conocía, aunque fuera un poco, a varios de los Drovlight presentes, la mayoría eran caras nuevas. De hecho el casco no permitía siquiera verles las caras, luego de que lo meditó un instante.
Su hilo de pensamiento se rompió cuando las órdenes de Taius resonaron y el automóvil arrancó.
Nicola y Trixi se tensaron a cada lado de la cazadora Wholferd mayor, iban tan de prisa como si compitieran por ver quién iba a derribar las puertas del garaje de Scioli primero.
Pasaron unos minutos mientras alcanzaban la ubicación del objetivo.
Un sonido demoledor arreció en el ambiente.
Jean se alivió que no fueron ellos quienes ganaron la carrera…
Otro “tanque” Drovlight se les adelantó e hicieron añicos las puertas de Scioli con su parachoques pesado y filoso. Si alguien estaba detrás de dichas puertas, el parachoques de los Drovlight fue lo último que vio.
El auto donde iban irrumpió, pasando por encima de las puertas ahora en el suelo, acto seguido con un gran frenazo se detuvieron violentamente, casi al unísono que los otros dos vehículos de atrás. Inmediatamente todos los pseudodemonios bajaron de sus respectivos transportes tan rápido como pudieron.
El plan era simple: Entrar sorpresivamente, aplastar toda resistencia terrenal o demoniaca, capturar a Scioli y volver a casa.
Jean se orientó rápidamente a pesar que no acostumbraba usar cascos cerrados, con la visión nocturna activada se asomó al frente del recinto usando el vehículo como cobertura y contempló la fugaz escena:
Los guardias que no yacían aplastados en el suelo, dispararon contra los cazadores que entraron primero, estos rápidamente se protegieron con sus escudos sagazmente desenfundados. Uno de ellos llamó a su demonio adjunto, una… pesadilla, un caballo negro con llamas rojas y filosos dientes, exageradamente feroz para un equino. El demonio rápidamente cargó contra los defensores recibiendo algunos disparos de munición anti demonios, pero nada grave, así mismo, la bestia derribó a los guardias con su cuerpo y repartiendo coses. Entonces el demonio, tan pronto como llegó, se marchó con un quejido de energía.
Los guardias no pudieron reorganizarse cuando los envistieron y masacraron con movimientos marciales quebranta huesos o descomunales golpes con sus pesadas armas de fuego Drovlight. Un par escaparon pero no llegaron lejos cuando los cazadores dispararon a sus espaldas.
-¡Aseguren el lugar deprisa! ¡Y estén atentos, no sabemos lo que nos tengan preparado!-dijo Taius desenfundado su rifle Demolisher.
-Familiares, estoy segura, y muchos-Declaró Jean parándose pasos detrás del líder rubio.
-Sí, esta sensación de energía demoniaca no puede ser por nada-expresó Nicola tomando con ambas manos a BloodChaos.
Taius contestó con silencio mientras vigilaba con la mirada a sus subordinados en los alrededores.
Trixi no habló, pero por su postura, estaba erizada ante la sensación de peligro. Las fuerzas se organizaron deprisa y mientras lo hacían, Jean desenfundo a Gwyrdd y en su mano adyacente invocó su arma espiritual. La pelirroja alzó su brazo enguantado con el bagh nakh.
¿Listo para destazar enemigos? –Ella le preguntó mentalmente al arma, dirigiéndose a Adon.
Cuando tu lo estés- Contestó él en su interior.
El garaje daba lugar al patio del recinto, había otros automóviles aparcados, pero quedaba bastante espacio. Los pseudodemonios se dispersaron por los alrededores próximos revisando cualquier posible amenaza. Tres Drovlight, entre ellos Mairel, protegieron la entrada mientras el resto se enfocaba en sus respectivas tareas.
Jean suponía que Trixi comenzaba a acostumbrarse a los “gajes del oficio” porque no parecía tan afectada con los cuerpos humanos en el suelo, como podría haber estado antes.
-¡Vamos dentro!-comandó Taius en protonórdico. Trixi pareció confundida, pero Jean notó que de algún modo consiguió orientarse a pesar de no entender el idioma. Jean nunca se molestó en enseñárselo, ni tampoco las circunstancias le favorecían para aprenderlo y retenerlo durante su infancia.
A la orden de Taius dos Drovlight encontraron una puerta de gran tamaño. Los demás estuvieron a una distancia prudencial, a continuación los cazadores derribaron en conjunto la puerta con una patada sincronizada y para asegurar no encontrar sorpresas arrojaron cada uno una granada dentro. Se cubrieron y la explosión, junto a la metralla, resonó escandalosamente.
Así, los cazadores comenzaron a colarse rápidamente uno tras otro hacia el oscuro interior.
Los Wholferd se mantuvieron cerca de la primera línea, pero no en el frente. La redada fue muy eficiente, sometieron a la servidumbre desorientada y la reunieron en una esquina, atados de pies y manos. La gente estaba aterrorizada, pero permanecieron callados, como si temieran que cualquier queja despertase la ira de los Drovlight.
Jean y Trixi corrieron a uno de los pasillos bajo vigilancia, para evitar sorpresas indeseadas mientras los demás terminaban de doblegar a los sirvientes. Fue hilarante ver como algunos fueron levantados del suelo por los cazadores como si fueran barriles, tras ser atados; luego fueron colocados junto al resto, cual mercancía en un almacén de tráfico humano. Las cosas iban como se planearon, incluso cuando…
-¿¡Que es esa mierda!?-gritó un Drovlight en protonórdico.
Todos dejaron lo que estaban haciendo para atender la alarma.
La energía de un grupo de demonios le erizó el vello a Jean y puso tensa a Trixi. La mayor percibía que al igual que los familiares ya conocidos de la secta, eran demonios inferiores, no muy listos aunque peligrosos, sin embargo, estos parecían... diferentes.
Los Drovlight vigilando el pasillo contiguo a donde estaba Jean abrieron fuego, ante lo que fuera que les atacaba. En cuestión de segundos se oyeron alaridos de bestias y unos monstruos enormes entraron en combate frontal con los cazadores. Algunos de esos demonios murieron en medio de la refriega entre disparos y tajos, otros siguieron luchando contra los defensores, mientras el resto saltaron por encima del conflicto para encontrarse con los demás pseudodemonios dentro del recinto donde los Drovlight estaban estacionando a los rehenes.
Rápidamente reaccionaron.
Eran al menos diez de ellos, sin contar las bajas recién provocadas. Creaturas semi antropomórficas, con pecho y brazos humanos, pero patas semejantes las de cabra, unos enormes cuernos le coronaban la cabeza, al igual que unos pronunciados dientes desiguales se destacaban en su mandíbula inferior. Demonios de crudo aspecto, determinó Jean rápidamente, pero ante todo, diferentes a los familiares que ya conocía.
Trixi desenfundo su arma y comenzó a disparar tratando de no herir a los Drovlight, pero los demonios no se lo ponían fácil. Jean intentaba encontrar una presa en medio de tanto revuelo, hasta que uno de los familiares fue a su busca, mas bien, a la busca de Trixi y ello lo puso en la línea de ataque de la Wholferd mayor. La otra pelirroja dejó de disparar un instante preparándose para bloquear a su agresor, pero Jean intervino rápidamente y atajó a la bestia en pleno movimiento.
Empleando una patada sacó de su ruta al familiar y le hizo caer en completo desbalance. Antes que se recuperara Jean saltó sobre este usando todo su peso, con Adon en su forma de arma espiritual, Jean clavó las garras en la cabeza del monstruo provocándole mucho dolor. El demonio se sacudió, trató de luchar, pero Jean lo mantuvo firmemente en su lugar con solido agarre, luego con la mano libre cerrada en puño; comenzó a repartir fieros puñetazos en las facciones del familiar, sus golpes eran como martillazos, que con cada impacto deformaban mas la cara de la bestia, haciéndole perder sangre e incluso dientes.
Cada acometida venía acompañada de un crujido. El demonio perdía fuerza cada vez hasta que fue totalmente sometido contra el suelo. Jean terminó con su miseria ejerciendo más presión en su cráneo con Adon y rompiéndolo como una nuez.
Antes de que desapareciera, Jean alzó al fallecido con su bagh nakh aun aferrado al destruido cráneo de la bestia y de un sagaz movimiento lo arrojó en dirección a otro demonio no muy lejos, estrellando a ambos como si fuera un juego de billar. El familiar muerto se desvaneció totalmente, pero el otro, enojado corrió hacia Jean con los dientes de par en par.
Jean lo recibió desplegando su escudo de energía demoniaca, era una herramienta Drovlight que ella no usaba mucho, pero podía ser útil para frenar enemigos en plena carga. La cazadora lo empujó con el escudo esperando hacer espacio para atacar, pero la bestia fue fulminada por una ola de disparos repentina y se desplomó en un instante.
Jean miró de soslayo a Trixi, quien fue responsable de robarle su presa. La cazadora más joven aun con su rifle en alto no reparó más en su hermana y volvió a disparar contra otros esclavos de la secta. La Wholferd mayor se sintió extrañamente orgullosa de que su hermana tuviera la iniciativa suficiente para robarle la presa.
Jean enfocada de nuevo en el combate, replegó el escudo Drovlight de su brazo y desenfundó a Gwyrdd para seguir, porque mientras estaba ocupada mas demonios aparecieron. Scioli quería terminar con la incursión antes de que cualquier pseudodemonio llegase siquiera mínimamente cerca de él, debía tener mucho miedo.
Algo dentro de Jean le decía que si Taius atrapaba a Scioli, el hombre tendría muchas razones para temer.

La refriega fue fugaz, pero muy intensa, Jean podía sentir el sudor acumularse bajo su blindaje, no estaba segura de cuánto tiempo pasó o cuantos enemigos había derribado, pero podía seguir por un tiempo más. Decidió guardarse la adrenalina, para cuando realmente no pudiera continuar por sí misma, hasta entonces, dependería de la resistencia de su propio cuerpo.
Trixi por otro lado estaba muy cansada, justo cuando los demonios que atacaron en un comienzo fueron destruidos, la joven pelirroja se desplomó contra la pared. Nicola acudió inmediatamente para ayudarle a sostenerse. La menor de los Wholferd tenía una buena condición física, pero no podría compararse a la de su hermana mayor ni a la de su primo, no hasta que se tomase mas enserio el entrenamiento.
Un puñado de Drovlight miraron a Trixi como si le hubiera crecido otra cabeza. Jean especulaba que esperaban algo más de su hermana, ya que su referente principal de la familia era Nicola…. Y Nicola era una máquina de matar, pero Trixi sencillamente no lo era.
El pie blindado de Taius aplastó el cráneo de un familiar y lo hizo trizas, seguidamente este desapareció.
-Ese fue el ultimo-declaró  sosteniendo con una mano su rifle. Luego miró a los rehenes en la otra esquina de la habitación. El líder caminó hacia ellos a largas zancadas, tomó a uno de ellos, un hombre y le quitó la mordaza para poder entablar una conversación-¿Donde se esconde Scioli? Seguro tiene un plan para emergencias.
-¡No sé! ¡Y aunque lo supiera no lo diría a un loco peligroso como tú!-escupió el hombre aterrorizado.
-¿Loco? Yo no soy quien hace tratos con mensajeros del apocalipsis-discutió Taius abriendo su casco para poder ver cara a cara, sin barrera alguna a los ojos de su interlocutor, incluso en la oscuridad-¿cuánto te paga Scioli por esto?
El hombre tembló como un pollito empapado.
-Eh… ¡ese no es tu asunto!-exclamó desafiante, los demás rehenes le miraban aterrorizados, esperando lo peor-Da igual lo que diga, ¡un matón de las SS como tú me hará pedazos de todos modos!
Jean sintió a los Drovlight tensarse colectivamente.
Acaba de cavar su tumba-proclamó Adon-Ahora nada podrá salvarlo.
La cara de Taius se oscureció paulatinamente y su aura se tornó peligrosa.
-pequeña cucaracha, tu lo pediste-gruñó la voz homicida del Drovlight, incluso Jean se erizó inconscientemente-si te atreves a llamarme así, es porque estas desesperado por morir.
La enorme mano de Taius se enroscó en el cuello del rehén y lo alzó con asombrosa facilidad, dejándolo por encima de su propia cabeza. El hombre colgaba a unos dos metros del suelo, con cada vez mayor dificultad para respirar, conforme los dedos del rubio le aplastaban el cuello.
-Ya que según tu soy un matón de la Gestapo, mírame bien mientras cumplo mi trabajo, asqueroso inferior-siseó el líder mientras caminaba hasta quedar cerca de la mesa más grande del recinto, cuyo mobiliario era de madera solida. El rehén gimoteaba y luchaba por respirar pese a sus miembros atados.
Entonces, con un rápido movimiento de su brazo, Taius estrelló la cabeza del hombre contra la mesa, rompiéndole el cuello con un crujido desagradable. El cadáver flácido cayó al suelo inmediatamente después, como un títere con cuerdas cortadas, en un charco de sangre.
A continuación se volvió a los demás rehenes.
-Ahora enserio, ¿¡Donde está Scioli!?- exigió con enojo- si no hablan tendré que matarlos así o peor, uno por uno.
Sobra decir que los rehenes aterrorizados dijeron todo.
Scioli tenía un helicóptero para escapar, su helipuerto estaba a un par de kilómetros y probablemente ya estaba por huir. Taius ordeno a un grupo considerable de Drovlight asegurar el edificio y el resto continuarían la persecución.


Jean miró la oscuridad de los pastizales por la ventana del vehículo blindado, el territorio de la propiedad era muy extenso y casi deshabitado.
-No puedo creer que Aleskandra y Tatiana no supieran del helipuerto-refunfuñó Taius en protonórdico fumando nuevamente-pasaron dos días evaluando los alrededores.
-Pronto lo sabremos, seguro Scioli es más astuto de lo que le dábamos crédito-dijo Jean en el mismo idioma haciendo un miramiento a Nicola, que comprendiendo la señal implícita de su prima, se dirigió al conductor: un rehén.
-¿Cuánto nos falta?-habló en franco-germano al prisionero. Al escuchar la voz gruesa del pelirrojo el tipo casi da un salto.
-poco, estoy seguro que todavía no han huido…-dijo nerviosamente luchando para mantener la mirada en el camino.
-Espero que no nos estés engañando-expresó la peligrosa voz de Taius. Como si pudiera sentir la muerte en los ojos del líder rubio, el rehén enderezó la espalda y tragó profundo, con un pronunciado sonido de deglución.
Jean sonrió ligeramente, admiraba el poder que Taius tenía sobre sus cautivos. Trixi por otra parte, aunque se perdió de la mitad protonórdica de la conversación, comprendió bastante bien de que iba. La menor Wholferd hizo silencio y se guardó sus malas consideraciones sobre la barbarie de Taius para sí misma.
-Juro… que no-tartamudeó el hombre al volante.
Poco después vieron algo de luz encenderse a casi un kilometro de distancia, a través de las ventanillas. Todos supieron lo que era.
-¡Acelera y estaciona tan cerca como puedas!-exigió Taius, el rehén así lo hizo obligando al equipo a mantener el equilibrio y sostenerse fuerte para no golpearse las cabezas contra el techo; por culpa de las oscilaciones violentas hacia arriba y abajo que hacia el blindado. La carretera era terriblemente desigual y eso dificultaba la estabilidad.
Conforme se acercaban el camino pareció mejorar. De pronto unas bestias aparecieron en el camino, algunas como las que afrontaron en el edificio principal de la propiedad y otras eran las bestias cuadrúpedas de un ojo que usualmente encontraban.
El rehén iba a desviarse cuando Taius gritó.
-¡Pásales encima o juro que yo te sacaré las entrañas como a un pez!-amenazó.
Eso fue suficiente para que el hombre superara su deseo natural de esquivar a los demonios y dejara que el blindaje del vehículo hiciera lo suyo… Jean odiaba la sensación de aplastar cosas vivas, pero nunca se quejaba.
Una vez superado el obstáculo, el auto blindado estacionó ruidosamente no muy lejos del helipuerto y la silueta del helicóptero. Taius ordenó el avance y todos bajaron tan rápido como pudieron. Los gritos del personal se oyeron inmediatamente en el área, que tampoco era muy destacable, el helipuerto era solo un vulgar círculo en medio del campo.
Jean se preguntó cómo habían escondido algo tan obvio de la vista de Aleskandra, la mujer rubia era maleducada, más no tonta.
El helicóptero estaba por despegar y rápidamente un montón de personas intentaba subir. Jean notó que uno de ellos llevaba un traje especialmente caro, por ello la cazadora asumió que era Scioli.
-¡suelten a todas las bestias rápido!-demandó dicho hombre.
Que no quede nadie!-demandó Taius en su idioma-¡avancen sobre Scioli!
Mientras los guardias comenzaban a disparar contra los cazadores y estos desplegaban sus escudos varios demonios aparecían de la oscuridad para saltar sobre ellos. Incluso con la visión nocturna activada, salían virtualmente sin ser detectados hasta tenerlos justo encima, con la velocidad de un leopardo en pleno ataque.
Nicola atajó al primero haciéndole comer la bayoneta de BloodChaos mientras era protegido por el escudo de Trixi.
El equipo era asediado por disparos y demonios al mismo tiempo. Jean y el resto debían permutar entre disparar y luchar cuerpo a cuerpo, complicando las cosas. Eran un grupo poco numeroso, el único Drovlight conocido en el era Taius, los demás eran personas de quienes Jean no sabía ni los nombres, por lo que coordinarse era difícil.
Mientras la mayor Wholferd le trituraba el cuello a un demonio usando su arma espiritual y luego le disparaba con Gwyrdd, Taius se arriesgó y apartándose de la protección del grupo confió en su blindaje y escudo para resistir. Superando los disparos y un demonio al cual apartó con una embestida a plena carrera, consiguió derribar a una pareja de guardias haciendo uso de su enorme cuerpo, rompiendo la formación y concentración de los guardias.
Rápidamente el resto de los cazadores aprovechó el cese de fuego, para abalanzarse sobre los defensores y neutralizarlos.
Tristemente el helicóptero estaba despegando.
Jean maldijo.
-¡vuelve cobarde! –gritó arrojando sobre su cabeza uno de los guardias recién muertos y corriendo hacia Scioli.
La Wholferd saltó con todas sus fuerzas y a pesar de la altura que estaba alcanzando el helicóptero, ella logró agarrarse de una de sus patas.
-¡maldición!-exclamó un hombre en la nave.
Jean a través de su casco miró a los pasajeros, el terror en los ojos de Scioli era un poema. Pero no tenía mucho tiempo para disfrutarlo.
-¡Jean!-gritó Nicola en el suelo aun en plena refriega.
-¡Bájate perra!-gritó un guardia y con sus botas de seguridad aplastó la mano de Jean. Ella profirió un respingo, pero no se soltó, a pesar de los repetidos y desesperados intentos del hombre de hacerla caer-¡déjanos en paz!
En un movimiento Jean con su brazo libre atrapó el tobillo del guardia y le hizo perder el equilibrio, fácilmente lo obligó a caer rumbo a la muerte, sus gritos fueron acallados por el sonido de las aspas del helicóptero.
Con ambas manos ella prosiguió su intento de escalar, pero varios hombres interfirieron esta vez repartiéndole puntapiés donde pudieran alcanzar. Las manos, los hombros y la cabeza. Incluso le dispararon con un arma de fuego repetidamente, pero las balas revotaron en el blindaje para horror de los presentes. A Jean le dolía todo y de un furioso impulso consiguió entrar al abarrotado helicóptero.
-¡por los demonios mayores! ¡Esto les dolerá!-exclamó atrapando una de las manos de quien le disparó anteriormente con una pistola.
El puño de Jean se estrelló contra el rostro del guarda, triturando todos sus rasgos.

-Esto es malo-opinó Trixi viendo hacia el cielo, donde el helicóptero tenía dificultades para mantener la estabilidad.
-¿Alguien tiene un adjunto que vuele?-preguntó un Drovlight mientras la batalla continuaba, dado que todavía quedaban demonios.
Varios cuerpos caían del helicóptero, algunos aparentemente muertos cayendo como lluvia y otros gritaban de terror hasta encontrar la muerte contra el suelo. La gravedad no mostraba compasión, y Jean tampoco.
-¡creo que lo tiene!-celebró Taius deteniendo su masacre para admirar el cielo.
Trixi mas bien estaba preocupada de que Jean cayera desde esa altura o que matara a Scioli. Sabía que matarlo era una opción, pero lo ideal sería capturarlo con vida…
Y así.
Su temor se hizo real.
Con erráticos movimientos el helicóptero dejó caer algo, mas bien, alguien.
¡Jean había sido arrojada fuera del vehículo volador!
-¡Por Lucifer!-gritó Trixi sin poder procesar lo que ocurría.
Nicola se paralizó y varios Drovlight también, impotentes, lo único que podían hacer era contemplar como la pelirroja perdía altura.
¡Está perdida, no puede ser!-gimió Nanib en la mente de Trixi, cuyo cuerpo quedó incapaz de dar un paso y sus extremidades temblaron, como si el suelo bajo sus pies fuera víctima de un terremoto.
Esperaba horrorizada el fin, pero pocos metros antes de impactar, un destelló verde le sorprendió. La joven Wholferd no pudo ver por un instante, al siguiente un demonio enorme ocultaba el cuerpo de su hermana mayor en caída libre.
Adon.
Entonces chocaron contra el suelo, en una enorme nube de polvo.
El suelo se resintió.
-pero que…-se quejó Taius.
-¡JEAN!-bramó Nicola recuperándose y corriendo hacia la nube de humo.
Trixi recuperó la capacidad de moverse y con la respiración desbocada corrió también hacia el lugar del impacto, donde debía estar su hermana.
-malditos sean todos…-escuchó murmurar a Jean entre el polvo.
Los dos Wholferd restantes se posicionaron a cada lado de la silueta de Jean, quien estaba sobre sus pantorrillas, temblando, evidenciando dificultades para controlar su cuerpo. Con las manos tiritando y mientras aun el polvo se asentaba; la cazadora se quitó el casco de la armadura para dejarlo caer, liberando su melena pelirroja y dejando ver su cara especialmente pálida y sudorosa.
-¿qué coño pretendías? ¡Sé que eres resistente pero incluso tu pudiste morir desde esa altura!-le regañó Nicola escandalizado, se arrodilló junto a su prima y le puso las manos en los hombros sin dejar de expulsar palabras consternadas-¡¡…y si no morías el que podría haber muerto seria yo de un infarto…!!
Jean respirando pesadamente no respondió y se limitó a mirarlo con la cabeza algo baja. No tenía fuerzas para discutir, notó Trixi.
Los Drovlight ya habiendo liquidado a los demonios comenzaron a aglomerarse alrededor dándole una distancia prudencial a los Wholferd. Taius miraba hacia donde había desaparecido el helicóptero de Scioli, muy inconforme con su fracaso.
-¿qué pasó allá arriba?-preguntó Trixi no muy segura de cómo proceder.
Jean resopló mirando al suelo, muy encrespada consigo misma, de seguro.
-había un demonio a bordo-dijo ella con un hilo de voz-cuando casi tenia a Scioli en mis manos, me atacó por la espalda y ya no tenía mucha fuerza para dar batalla.
Trixi aun tenía problemas para pensar coherentemente, la conmoción todavía no abandonaba su sistema desde que vio caer a su hermana, a lo que usualmente seria una muerte segura. La pseudodemonia mas joven sin poder hacer otra cosa para auto confortarse, se arrodilló y abrazó fuertemente a Jean por el cuello, en señal de profundo alivio, esta no se quejó.
-volvamos con los demás, algo bueno todavía podría quedar de esta noche-anunció Taius, de pésimo humor.


Luego de una rápida inspección descubrieron que el helipuerto había sido camuflado como una especie de inocente granero, con paredes falsas de madera y un techo desmontable. Así ocultaron el helicóptero, los equipos necesarios para su mantenimiento y conducción estaban ocultos en unas trampillas a los laterales del edificio, eso explicaba porque Aleskandra y Tatiana pasaron por alto aquello. Realmente Scioli no era tan idiota como se presumía, se comprobó.
Por otra parte, descubrieron varios alojamientos subterráneos con jaulas en los alrededores, parecían ideales para albergar familiares de la secta y liberarlos a control remoto cuando hicieran falta para repeler opositores como los Drovlight. Jean se preguntaba de donde mierda Anastasia sacaba a todos esos bichos malditos.
Terminada la evaluación volvieron al edificio donde esperaba el resto de los Drovlight. Jean creía que lo peor había quedado atrás, que a partir de este momento, solo se preocuparía de recuperar las fuerzas. No sabía cuánto se equivocaba.
-Ahora, yo ya creía que Scioli era un loco de mierda por trabajar con la Matriarca-hizo saber Taius lentamente poniéndose rojo de rabia-¡lo que no esperé, es que fuera tan cobarde!
-¡Mi papá no es un cobarde!-gritó quien se autoproclamaba hijo de Scioli.
Un muchacho regordete de cabello castaño, encontrado mientras los Drovlight registraban el edificio. El hijo de Scioli no debía tener más de doce años cuando mucho, Jean tenía un presentimiento sobre el destino de ese niño, y no era bueno…
Taius ignoró el comentario del muchacho y se dirigió a Katiuska, quien veía un poco turbada la escena. Un niño altanero rodeado de cazadores, en una ostentosa habitación de la planta alta del edificio de Scioli. Los muebles dispersos en todas partes tras la refriega y solo algunas sillas seguían en su lugar, ocupadas por Drovlight, algunos otros se hallaban cerca de la enorme ventana que dominaba el panorama, abierta y con vista a la luna, cuya luz acariciaba todos los confines de la penumbrosa morada; desde que los pseudodemonios cortaron la luz eléctrica.
-¿Por qué no está amordazado como los demás? Odio los cerdos chillones y necesitamos irnos de aquí cuanto antes-le dijo con descontento Taius.
Katiuska se encogió un poco. En ese momento el chico se quejó de ser llamado “cerdo” pero fue ignorado, sin embargo algunos Drovlight se rieron entre dientes.
-Supuestamente es el hijo de Scioli, pensamos que querrías hablar con él-explicó la mujer.
-pensaron mal, dudo que pueda decirnos cualquier cosa útil y ahora mismo, no estoy de humor para tratar a cerdos chillones, no después de este fracaso-contestó el hombre pasándose una mano por su cabeza rubia descubierta y sudorosa.
-Podríamos llevarlo a casa y ahí interrogarlo-sugirió Nicola entornando los ojos en dirección al hijo de Scioli.
-¡Que yo no soy un cerdo, maldito amante de los demonios! –exclamó el chico.
-el Sovr lo colgaría de los testículos tras diez minutos de conversación-advirtió un Drovlight sentado en una silla no muy lejos de Taius.
-Y yo lo apoyaría completamente, pero le ahorraré las molestias-anunció el líder secamente y se volvió al muchacho-A ver, Scioli Junior. ¿Donde pudo ir tu padre ahora? Ese idiota te dejó atrás con nosotros y merece un castigo por ser tan negligente.
El joven jadeó como ofendido.
-¡Mi papá no pudo haberme dejado! ¡Él volverá y traerá a su amiga para que les dé una lección a todos ustedes!-gritó señalando a Taius con un dedo.
-¿su amiga?-se preguntó Trixi confundida.
-Creo que habla de la Matriarca-respondió Jean con las comisuras de sus labios dobladas en un mohín de desagrado.
-lo repetiré una vez más, pequeño cerdo-exigió Taius poniendo ambas manos en su cintura. Para casi cualquier persona habría sido intimidante ser tan pequeño y tener delante una figura de semejante poder,  Scioli Junior hizo lo humanamente posible para mantener la compostura, cosa que lograba a medias-¿Que sabes?
-papá me dijo que no hablara y no lo hare-respondió él con las piernas temblando un poco-que ella no nos ayudaría mas y nos haría daño, si hablaba.
-Así que los amenazó-concluyó Nicola-suena propio de la Matriarca.
-no te preocupes por su amiga-aseguró Taius mas comprensivamente-ya nos encargaremos de ella, ahora dime donde está tu padre.
-¡No lo sé!-chilló con el cuerpo tenso.
-¡dime!
-¡No!
-¡DIME!
-¡NO! ¡Yo no sé nada!-aseguró comenzando a llorar, aunque luchaba contra ello-¡Él volverá y les dará su merecido!
-pequeño cerdo llorón, me estas comenzando a colmar la paciencia…-gruñó Taius crispándose rápidamente, algunos Drovlight compartieron miramientos intranquilos, como presintiendo lo que iba a venir.
-¡Yo no soy un cerdo! ¡El cerdo es tu mamá!-insultó entre sollozos.
Taius contrajo los músculos de su rostro hasta deformarlos en una mirada de enojo puro. Los cuerpos de ambos, el líder y el hijo de Scioli contrastaban mucho, el muchacho era solo la mitad del cazador; así que cuando Taius se inclinó para estar más cerca del joven, su físico se mostraba impresionante y majestuoso, hasta el punto que para el niño era como enfrentarse a un león de Nemea siendo el mismo un renacuajo patético. Parecía que Taius con nulo esfuerzo podría partir en pedazos a Scioli Junior con una mano si así lo deseara.
El Drovlight sujetó a Scioli Junior por un hombro sacándole un gemido de dolor al chico por su deliberada brusquedad.
-Mi madre… tú…-siseó Taius entre dientes.
Scioli se sacudió y tal vez involuntariamente, su brazo chocó contra la cara de Taius, lastimándole un ojo. Taius hizo un sonido sobresaltado y retrocedió un poco, al tiempo que soltaba al chico, que se echó atrás amedrentado por las repercusiones que vendrían. Jean dejó de respirar viendo la expresión pasmosa del pseudodemonio rubio.
La mandíbula del hombre se endureció y rechinó los dientes de rabia. Su ojo no lastimado estaba muy abierto y el otro permanecía cerrado, sobre ambos una sombra asesina se cernió como la neblina en días fríos. La transición de la sorpresa a las ansias de matar fue lenta pero evidente en el hombre Drovlight, de hecho eso solo lo hacía más tenebroso para la indefensa y altanera víctima.
Por otra parte, para Jean Taius lucia indescriptiblemente sexi en ese momento. Sus finos rasgos de Drovlight, su bien compuesta figura de guerrero y el poder que esta guardaba, le conferían el aspecto de una divinidad castigadora. La Wholferd por un instante notó un extraño brillo violeta en los platinados ojos del cazador rubio. No entendió lo que podría significar, pero le lucia magníficamente bien.
Lo cierto es que Taius estaba de tan buen humor, como un oso con dolor de muelas.
-¿Nadie te enseñó a respetar a tus mayores o a conocer tu posición? Niño estúpido-le escupió haciendo énfasis en las últimas dos palabras, a continuación se puso de pie completamente bajo la mirada temerosa del menor, quien recién se daba cuenta por completo del aprieto en que se había metido.
A lo mejor creyó que Taius le tendría infinita consideración por ser un no púber, que nunca se atrevería a lastimarlo. Jean no necesitaba conocer de toda la vida al rubio Drovlight para estar consciente de que el muchacho cometió un craso error en sus consideraciones. El error más malditamente costoso de su corta vida.
Taius no era paciente. Taius estaba furioso… y Taius era muy peligroso.
Ay de la pobre criatura.
-yo…-iba a decir Scioli Junior.
Fue interrumpido por una contundente oración pronunciada:
-Arrojen al cerdo por la ventana, a ver si vuela-ordenó Taius con un guiño desdeñoso.
Jean apartó la mirada y no tuvo que ver nada, para saber que dos pseudodemonios atendieron a la orden de inmediato, frente a los gritos del menor no se inmutaron y este fue arrojado por la ventana, a tres pisos del suelo…. La mayor Wholferd sintió a Nicola soltar una exclamación ahogada de consternación y a Trixi dar un paso atrás, como temiendo ser la siguiente víctima de Taius, buscando protección tras sus congéneres.
El cerdo no voló-con pesar anunció Adon.
Era el remate del chiste más negro que había oído en su vida.


Jennifer miró las latas de comida, eran pocas, y por demás, malditamente caras. Ofensivo en el mejor de los casos, no tuvo que quejarse, su gemela lo hizo por ella.
-¿pretendes burlarte de nosotras? ¡Podría comprar el doble con eso!-alegó Jessie haciendo un ademan hastiado.
El hombre esbozó una sonrisa condescendiente pero la tensión en su cara delataba lo mal que las palabras de la chica Goldman le sentaban.
-¿ves alguna tienda abierta? ¡Es lo que hay!-dijo cruzándose de brazos.
Las gemelas salieron en busca de provisiones, pero todo estaba patas arriba, casi todo comercio había cerrado y comprar entre los vendedores ambulantes de los campamentos de desplazados era tan caro, que simplemente oír los precios parecía quemar los oídos de las gemelas. La otra opción era cruzar los dedos porque la comida que repartiría el gobierno llegase, estaban convencidas de que era una estafa y no querían perder su tiempo con falsas esperanzas.
Jennifer gruñó una oración incomprensible, para todos salvo para Jessica, quien asintió mostrando entendimiento.
-Danos lo que tengas… -pidió ella entre dientes al vendedor, aunque habrían preferido tomarlo por la fuerza…
El hombre sonrió en el suelo y comenzó a guardar en bolsas los productos apilados en el suelo frente a sí para sus clientas. Tenía suerte de estar rodeado por una multitud de civiles y guardias armados, de lo contrario el hombre estaría de suerte si solo perdía un miembro ante la rabieta de las inconformes gemelas Goldman.
Un par de diablillos familiares aparecieron poco tiempo atrás y fueron despachados por los guardias, FAID se hacían llamar y sus armas eran peligrosas, las morenas lo vieron con sus ojos y no querían probarlas en sus cuerpos.
Estar cerca de tantos potenciales enemigos tampoco le hacía bien a sus estados de ánimo. Pero no había más lugar donde obtener comida. Aunque eso no era del todo verdad, comida había… ellas estaban rodeadas de comida, pero no creyeron hallarse en tan mala situación para recurrir a su último recurso: los humanos. Jennifer y Jessica habían probado su carne antes, pero para hacer la convivencia con los terrenales más fácil, preferían por mucho limitarse a actuar como la gente normal y comer lo que el resto, en vez de cazar. Atacar humanos acarreaba el riesgo de exponerse.
Recibieron dos bolsas llenas de una cantidad decente de comida. No era lo que esperaban, pero por el momento se conformaron.
-¡Ya llegan!-se escuchó desde una dirección indeterminada, Jennifer y Jessica alzaron las miradas hacia el cielo como un perro de caza al detectar un rastro en el aire.
Fueron presa de un repentino pánico. Ese olor… era el mismo de los familiares de la Matriarca. Incluso entre tantas esencias diferentes concentradas en un punto relativamente pequeño, ese olor era inconfundible, el olor del peligro.
El vendedor se dio cuenta de que algo iba muy mal, no solo por el grito, sino por el comportamiento exacerbado que las gemelas adoptaron en un instante, sus caras eran un libro abierto súbitamente manchado por el miedo.
-Están aquí, vámonos-gimió Jessie al tiempo que los agentes de FAID abrían fuego contra algo.
Una manada de bestias demoniacas irrumpió en el campamento de refugiados sembrando el terror, en medio de una batalla con los guardias armados. Un montón se fue directo a quienes disparaban y otros demonios no les prestaron atención y comenzaron a ir tras las personas indefensas.
-¡no se separen! ¡Así serán más vulnerables!-gritó una voz de los guardias, tratando de controlar a la multitud asediada. Había quienes escucharon, pero otros tantos solo querían alejarse de los demonios y huyeron lejos del campamento, aislados de la relativa seguridad del grupo, hacia una muerte segura en territorio de demonios.
Jane y Jessie corrieron para salir de la multitud, chocando con personas aterrorizadas, esquivando a demonios que corrían en todas direcciones y evitando tropezar con cualquier cosa que estorbara su marcha. Se aferraron a la comida que llevaban y esperaban poder pasar desapercibidas en medio del caos, quedarse no era opción, si una bestia les atacaba, ellas no podrían evitar defenderse y quedar al descubierto…
Ellas daban por sentado que los FAID no les mostrarían misericordia.
Un grupo de vehículos de la secta irrumpieron, aplastando desde personas hasta las tiendas improvisadas del campamento.
-¡¿Esto es lo mejor que tienen?!-desafió una voz demoniaca.
Las gemelas no quisieron voltearse y se dirigieron al callejón más cercano, otro par de personas rezagadas también huyeron por la misma dirección, pero no tardaron en ser atajadas por los familiares de cuatro patas. Extrañamente en toda la carrera se concentraron en matar o herir a los humanos, no fue hasta que el último estuvo retorciéndose en el suelo manchado de su sangre, que las bestias se fijaron en las morenas Goldman; las cuales mantuvieron la delantera.
Los monstruos de la secta sabían reconocer demonios e híbridos cuando los tenían cerca, notaron Jessica y Jennifer. Preferían cumplir su labor atacando a los objetivos fáciles primero, luego a los más complicados, como las semidemonias.
-¡Malditos monstruos, no entiendo cual es la gracia en perseguirnos!-se quejó Jennifer, mientras desviaban su camino en el callejón tratando de perder a los familiares, pero estos ya habían terminado con sus presas humanas y seguían ellas.
-¡No hay caso, nos alcanzaran!-exclamó Jessica oyendo los gruñidos de los demonios no muy lejos. Las piernas de ellas podían correr prolongadamente, pero no mucho más rápido que los humanos.
-Deberíamos…-iba a sugerir Jennifer con vacilación.
-Aun no estoy tan desesperada-se negó Jessica apretando los dientes.
-¡Entonces habrá que plantar cara al viejo modo!-declaró Jane. Por lo que oía y olía, tres familiares las estaban siguiendo, confiaba en poder manejarlo.
Ambas mujeres vieron el final del callejón, compartieron un miramiento y estuvieron de acuerdo en el proceder. Al cruzar el umbral, las semidemonias arrojaron las bolsas de comida a un costado, rogando que siguieran intactas cuando volvieran por ellas.
A continuación corrieron a la cancha de baloncesto que dominaba el paisaje en esa convergencia de callejones. Era un espacio lo bastante grande para hacer frente a sus oponentes. Los demonios aparecieron y formaron en media luna frente a las gemelas, gruñendo y agitando sus tentáculos.
La adrenalina corría a raudales por el cuerpo de las chicas morenas, contenían la respiración viendo sin parpadear a sus enemigos, esperando que alguno iniciara el conflicto. Durante minutos no pudieron ver ni oír nada que no fueran los familiares de la secta, ambas tenían sus ojos, ahora rojizos clavados en las bestias.
Las manos de Jennifer temblaban ligeramente, pero más por anticipación que por miedo.
Jessica estaba fuertemente plantada en el suelo, hacia mucho que no tenía una pelea de verdad, eso le hizo sentir igualmente emocionada y sobrecogida de algún modo. Nada sucedió, hasta que Jennifer consumida por el ímpetu, profirió un gruñido provocador.
Y se desató la lucha.
Uno de ellos saltó hacia Jessica, pero ella se arrojó de espalda al suelo y con las piernas revotó el ataque, empleando toda su fuerza empujó al demonio para que siguiera una trayectoria arqueada por el aire, pasando de ella y quedando aturdido temporalmente. Con el mismo impulso Jessie quedó casi perpendicular al suelo, sostenida por sus brazos y su cuello, a continuación liberó la energía de ambos para realizar un rápido movimiento que pronto la tuvo de pie otra vez, de cara al enemigo.
Otro demonio atacó seguidamente sin perder un instante, Jessie esquivó su intento, evitando ser tocada por las garras del demonio o sus dientes y tentáculos. Acto seguido se estampó la espalda de su oponente, firmemente anclada con las garras, le mordió el cuello ahora que sus dientes de Canis infernus habían remplazado su dentadura humana. El demonio gimoteo de dolor y sangre se filtró por la carne dolorosamente desgarrada.
-¡Detrás!-avisó Jennifer, aunque un poco tarde.
Mientras su hermana luchaba contra el segundo demonio, el tercero atacó por la espalda a Jessica, ella solo pudo responder para patearle en el ojo, pero el demonio insistió y esta vez le mordió la pierna, incrustando profundo sus colmillos sin importar lo toxico en la sangre de Jessie. El chillido de dolor fue casi inaudible, ya que la semidemonia seguía mordiendo a su primera víctima, la cual no dejaba de retorcerse y luchar frenéticamente por el desgarre y el ardor. La morena pateaba con su pierna suelta al demonio que apresaba su muslo, el sonido como mínimo fue desagradable, juraba que le había dejado ciego al romperle el ojo.
Jennifer para ayudar a su gemela intervino enseguida, saltó hacia el demonio que tenia atrapada a su hermana y con sus garras terminó de arrancarle el globo ocular, la sangre se derramó a litros. Sin vacilar Jane se giró y mordió en la tráquea, expuesta por la posición de su cuello, estirado, para apresar correctamente a Jessica. A diferencia de la lucha que tenía su hermana, Jennifer no encontró tanto musculo protegiendo esa sección, así que con fuerza arrancó un pedazo enorme de carne.
Por fin la cosa se soltó con un gemido terrorífico. Se  sacudió con la fuerza de un toro en pleno rodeo. Jennifer maldijo luchando por mantenerse en su lugar.
Jessica terminó de matar a su víctima entonces y fue consciente del familiar que había estado faltando, el que estuvo aturdido…
-¡Jane el primer demonio!-gritó justo cuando su víctima se desplomaba en el suelo y ella podía liberar su mandíbula para hablar.
Jennifer escuchó la advertencia a tiempo y en medio de la lucha se soltó de su presa, en el último segundo, dejando que el primer familiar, el que pretendía arrancarle la cabeza de un mordisco mientras estaba ocupada, mordiera al otro demonio en lugar de a ella.
Por la gracia de su mandíbula, considerablemente más grande que la de las chicas Goldman, el demonio acabó en un quejido con su compañero ya convaleciente. La sangre cubrió el suelo donde la bestia difunta cayó y como el segundo familiar a manos de Jessica, se desintegró.
La bestia sobrante quedó completamente confundida al darse cuenta de lo que había hecho: asesinado a su compañero.
Jennifer a un costado se preguntó si esas creaturas tendrían alguna capacidad de sentir aprecio por los demás y lamentasen la muerte de otros…. Pero no tenía mucho tiempo para reflexiones. Compartió una mirada con Jessica y tácitamente concibieron la estrategia para eliminar al enemigo sobrante.
-¡Oye tu, pedazo de mierda!-le desafió Jennifer sintiendo el sabor de la sangre demoniaca en cada palabra.
La bestia rugió decidida a matar, centró su atención e Jane y trató de atraparla con sus garras, sin éxito, ella era muy escurridiza, finalmente empleó su mordida, de la cual la mujer demonio se libró sin un rasguño. El familiar yacía absorto en su rival, de modo que no vio a Jessica aproximarse.
La otra Goldman de un movimiento sagas quedó posicionada en el cuello del familiar, justo detrás de su cabeza. Sin darle tiempo a resistirse, ella le cerró la boca con sus garras y tiró hacia arriba con ambos brazos, forzando al demonio a adoptar una posición vulnerable; mirar hacia el cielo, enseñando el cuello a Jennifer.
Naturalmente ella no desperdició la ocasión, atacó incrustando sus dientes y garras en el lugar más tierno de su víctima, la cual pareció jurar entre dientes mientras Jessica lo mantenía amordazado con sus garras.
En las heridas provocadas por su mordida toxica, Jane se sirvió de ambas manos y con afiladas garras empeoró aun más las magulladuras sangrientas. A pesar de poseer una mordida potente, no contaba con una quijada grande para provocar daños masivos, así que lo compensaba con otras artimañas.
Esa cosa tenía más musculo que las otras dos, así que Jane necesitó un poco más de tiempo para alcanzar y arrancar la tráquea. La bestia furiosa finalmente cayó derrotada y se comenzó a desintegrar.
Las hermanas se desplomaron en el suelo jadeando. Jessica sentía su sangre arder, a pesar del monstruoso dolor que le aquejaba en una pierna y el gran charco de sangre que esta dejaba, había tenido días mucho peores. Miró a Jennifer, quien respiraba como un toro, recuperando el dominio total de sí misma, cuando se metía mucho en una lucha, podía perderse a tal grado que difícilmente recordaría su propio nombre. En los peores casos incluso podría atacar a cualquiera que se le acercase sin distinción de amigo o enemigo, así que convenía esperar a que se calmara antes de cortar distancias. Con excepción de Jessie, a quien Jennifer reconocía como aliada por instinto.
Por estas razones mantener la distancia de los humanos en una pelea era vital. Viendo a Jennifer en aquel momento, jadeando, mirando a la nada con ojos rojos, mostrando dientes punzantes, y aun con la quijada goteándole sangre, seria vista como una especie de aberración de pesadilla, como salida de una película de caníbales…. Aunque tampoco Jessica estaba mucho mejor.
Creyeron que por fin podrían volver a casa. Pero cuando fueron conscientes de los alrededores nuevamente, una voz les hizo poner en guardia.
-Debo reconocer que son unas fieras-dijo.
Cuando detectaron un olor perturbador en el aire, Jennifer declaró: Por los demonios mayores.

Nolen sintió su corazón hundir, la piel se le puso de gallina.
Sus hermanas salieron a buscar alimentos para la decadente alacena, pero escogieron un mal día. El hermano mayor y Titus observaron desde el tejado de un edificio cercano, como un incendio desastroso se comía varios edificios no muy lejos, en donde estaba el campamento que Jennifer y Jessica iban a visitar por provisiones.
Podía oír gritos lejanos, el L’Enfer enfocó su energía demoniaca para agudizar su sentido auditivo y así también podía oír rugidos de demonios. No cavia duda que aquello que acontecía entre llamas, era obra de Anastasia.
Nolen salió a ponerse en contacto con su naturaleza demoniaca, tratar de pensar en las acciones que haría, en tener que matar personas para hacerse fuerte… quizá tomar alguna presa, pero fue súbitamente interrumpido por el olor a humo. Titus fue a buscarlo entonces y le encontró mirando el incendio, el gato estaba preocupado, Nolen lo supo por la forma en que sacudía la cola. El felino demonio deseaba acompañar a las morenas en su viaje, pero ellas lo rechazaron, dijeron que era muy extraño y llamativo llevar un gato de compras, lo que menos querían era destacar, cosa que ya hacían bastante por sí mismas, considerando su apariencia destacable y el hecho de ser gemelas.
Ellas debieron llevarlo, pensó Nolen, debieron meterlo en una mochila si era necesario, pero tendrían que haber llevado a Titus. El Goldman mayor se sintió culpable, debió prever que esto pasaría, si fuera un hombre más hogareño habría ido por sí mismo a hacer las compras y esto no estaría pasando, ellas no se habrían expuesto, pero esas tareas domesticas las gemelas desde el primer día las asumieron sin preguntar. Nolen no cuestionó y se encargó de llevar el presupuesto familiar, así como asistirlas en tareas varias de vez en cuando.
A veces parecía que no hacía mucho, pero Jennifer y Jessica tampoco lo dejaban, era como si quisieran demostrar a Nolen su agradecimiento y devoción, atendiéndolo…
Por algún motivo eso no hizo sentir mejor al semidemonio L’Enfer.
Oyó a los humanos corriendo por los alrededores buscando donde esconderse. Nolen quería ir a por sus hermanas, pero temía que si dejaba la casa sola, correría un peligroso riesgo de ser saqueada…. Gruñó y maldijo por lo bajo a Azazel. El hombre se dirigió a Titus, quien le devolvió la mirada.
-Ve y búscalas, yo vigilaré aquí-ordenó.
Titus tomó una postura firme, con la cola erguida y luego obedeció, corriendo hasta desaparecer de la vista de Nolen, con un salto al edificio vecino.
Nolen volvió a casa, cuando al abrir la puerta, descubrió que esta había sido forzada. Algo dentro de él apretó. Frunció marcadamente el entrecejo convirtiendo su frente en un campo arado.
Hay visitas. –pensó sombríamente.

-Solo ven voluntariamente, no quiero mostrarle a la Matriarca y Nolen tu cara destrozada-dijo Melisa con petulancia.
Jennifer le gruñó desde su posición en el suelo y le dirigió una mirada a su gemela, la cual se encontraba desplomada no muy lejos, con quizá una docena de heridas de mordisco y zarpazo, su ropa arruinada era testigo de ello. Un charco de sangre se formó bajo su dolorido cuerpo, Jessie respiraba con marcada dificultad. La propia Jane tenia montones de cortes, raspones, contusiones y mordidas, pero no tantas y todavía se podía mover.
-¿Para qué chantajeen a Nolen?-señaló Jennifer con hostilidad, manteniéndose en el suelo, posicionada sobre sus piernas y brazos en el pavimento sucio, era una postura muy bestial propia casi de un cuadrúpedo-Podrás matarme primero.
Oyó a uno de los demonios presentes gruñir. Luego de la pelea, una multitud más de familiares llegaron, incluyendo algunos que jamás había visto: cosas feas con cuernos. Para resumir, Melisa las arrinconó con su manada de esclavos de la secta y sirviéndose de la ayuda de los mismos, dio una paliza a las gemelas Goldman. Pudo haberlas matado, pero Melisa demostró sentir un gran placer y diversión siendo la verduga de la Matriarca y torturar a sus víctimas, para someterlas a su voluntad. La idea era llevarlas como prisioneras, pero Melisa prefirió jugar un poco.
-Eso no alegrará a mi ama-contestó Melisa, quien vestida con una túnica negra y armada con una cámara gravaba todo el acontecimiento, queriendo inmortalizar la dimisión de las gemelas. Un video de tal envergadura desmoralizaría profundamente a la sociedad demoniaca, las perras Goldman eran una especie de símbolo para los indomables, verlas someterse los destrozaría. No eran miembros exactamente amados entre los demonios o híbridos, pero se les respetaba por su dura historia bien conocida.
 Jessica dijo algo casi incoherente.
-¿Que dices?-quiso saber Melisa casi con emoción enfocando a la chica.
-Que… No me agradabas, pero… no esperaba esto de ti-se esforzó por articular Jessica, quien forzosamente se elevaba ligeramente del suelo sanguinolento para dirigir su irascible mirada a Melisa-¡Lo bajo que caíste! ¡Malnacida monstruosidad! ¡Espero que cuando ya no le seas útil a la Matriarca te arranque los ojos, los dientes, las uñas y los dedos, como la vil traidora que eres!
Melisa entornó los ojos.
-Si así va ha ser, entonces puedo conformarme con un video Snuff de ustedes-Amenazó ella sonriendo sádicamente.
Jennifer miró hacia su izquierda, no tuvo que ver el incendio que consumía el edificio contiguo para saber que las llamas estaban corroyéndolo y pronto llegarían hasta donde estaban. Los humanos habían sido asesinados o bien huyeron, así que no había quien frenara el fuego. Jessica al igual que su gemela se mantuvo impasible, casi convencida que iban a morir, a manos de Melisa o de la Matriarca, personalmente así lo preferían; no quería afrontar el horror de ser la prisionera de alguien más, otra vez.
Esperaba que Melisa diera la orden final a sus subordinados. Jennifer cerró los parpados esperando el movimiento de la demonia y terminar de una vez, en un latido de preferencia, si iban a morir, seria luchando, se propondrían ser tan rebeldes que Melisa estaría forzada a matarlas.
O eso pensaba hasta que interrumpieron.
¡Fuera de mi césped!-Alguien bramó.
Un familiar chilló de dolor.
Melisa se dio la vuelta sorprendida y las gemelas alzaron sus cabezas en dirección al sonido. Entonces recibieron una ventisca de olores diferentes, eran demonios, no había duda, numerosos y de diferentes tipos. Junto con el hedor a humo, sobre estimulaban el sentido del olfato en ambas mujeres.
-¡Maldición! ¡Creí que los había puesto en su lugar!-se quejó Melisa dando la espalda a Jane para confrontar la amenaza que había entrado al callejón.
Bestias demoniacas aparecieron, gárgolas, garudas, gamging, lizardman, cerberos y cosas que ni sabían lo que eran, lo importante fue que atacaron a los demonios de la secta, entablando una encarnizada batalla. Los familiares de Azazel estaban tan ensimismados en vigilar los movimientos de las gemelas Goldman, que casi no vieron venir el ataque.
-Al fin te encuentro-dijo la voz que anuncio la llegada de los demonios de la sociedad-Traidora.
Casi como un meteorito, una llama dorada cayó en medio de la lucha dispersando a los combatientes, que rápidamente volvieron a luchar ignorando al recién llegado, quien solo mostró interés por Melisa. Jennifer y Jessica tenían los ojos como faros viendo a la cosa dorada  tomar forma frente a Melisa.
Un Kyubi, un demonio zorro oriental.
El zorro media cerca de tres metros y la parte alta de su cuerpo era más parecida a la de un hombre que a un cuadrúpedo, su cola en base era una sola, pero se dividía en cinco semejantes, con bordes llameantes de color oro. Los ojos del demonio eran rojos y sus orejas se curveaban como cuernos hacia atrás. Casi pareció sonreírle con finos dientes a Melisa.
-Bakom, veo que no te rindes-comentó Melisa ya no tan confiada. El susodicho se alzó sobre sus patas traseras dando constancia de su altura.
-¡Por los demonios mayores, mainyu maldita, desaparece!-demandó el Kyubi con voz contundente.
Bakom se arrojó hacia Melisa y quiso atraparla entre sus dientes, pero ella escapó fugaz, de un salto hacia su izquierda, cayendo en una voltereta. Jennifer retrocedió al ver que el zorro cayó peligrosamente cerca sí. El líder de la Guardia Cadena rugió furioso y con el mismo impulso se dio vuelta hacia su objetivo escurridizo.
-¡Siente mi ira, traidora!-exclamó el demonio y rugió hacia ella, liberando de su interior y entre sus dientes una lluvia de fuego dorado, cual lanzallamas.
Melisa no pudo escapar, resolvió cubrirse con su túnica oscura como si eso le salvase de las llamas. Era tan deslumbrante que interrumpió la oscuridad menguante que reinaba en esa sección y avivó aun más las llamas del edificio, que de a poco ya estaba siendo tomado por las mismas desde el otro lado, que daba a la calle.
Bakom detuvo su ataque, el fuego se extendió por la edificación adoptando el color rojo anaranjado de las llamas corrientes. Jennifer y Jessica quedaron impactadas al ver que Melisa seguía en pie, cubierta de llamas como una antorcha dorada….
Pero entonces.
Esta se apagó de pronto.
Una oscuridad abrumadora pareció nacer de Melisa y repelió las llamas de su cuerpo, revelando algo que poca gente había visto:
La forma real de la demonia.
Todos detuvieron sus combates para mirarla por cortos instantes.
Creció al menos cincuenta centímetros, su cuerpo era totalmente negro, con un aura oscura alrededor. Todavía parecía una mujer, pero no como antes, sus brazos crecieron más largos de lo normal, tenía garras largas como puñales, el rostro de una bestia, más parecido a un cráneo emulando humanidad que a un rostro viviente. El largo cabello normal de Melisa, marrón ligeramente rubio, desapareció, remplazado por una melena negra que se movía como en gravedad cero a su alrededor, y sus ropas, sustituidas por una especie de atuendo corto ornamental, que solo cubría sus pechos y entrepierna.
Las gemelas no reconocieron las formas que decoraban la vestimenta de Melisa, pero parecía un idioma antiguo y perdido, por esos símbolos extraños color entre violeta y bermellón.
-¡Honraré a la Matriarca con tu sangre!-amenazó la demonia.
-¡Ven por ella!-le provocó Bakom.
El zorro corrió en cuatro patas al encuentro envistiendo a Melisa y chocando contra el edificio en llamas rompiendo la pared y quedando ambos en el interior, ensañados en una lucha sin cuartel.
 Jennifer se repuso de su conmoción entonces. Tenían que huir mientras podían. Miró a su incapacitada hermana aun en el suelo y fue rápidamente a su encuentro, rechazando el dolor de sus miembros.
-Jane…-gimió Jessica rechinando los dientes por sus heridas.
-hay que huir.
-no llegaré lejos así.
Jennifer se mordió el labio inferior, a pesar de la violencia desenfrenada que las rodeaba por ese momento solo eran ella y su gemela. Existía una única manera de escapar, estaba claro. La Goldman que aun podía andar sobre sus piernas, se mordió un brazo, insensible al dolor, y del miembro auto flagelado se derramó sangre a borbotones, bajo la mirada de Jessica.
-debemos usar esto y luego el plan I-decidió Jennifer poniendo su brazo al alcance.
Jessie se mordió el labio, pero se sacudió las dudas.
-El plan I-aceptó.
Entonces la chica sujetó el brazo de su hermana y cerró su mandíbula sobre la herida sangrante.


-¡Hasta que por fin lo haces con alguien de tu talla!-rugió Bakom mientras luchaba por soltar a Melisa de su cuello, sacudiéndose o tirando de ella con las manos.
-¡Eso ha sonado terrible!-le hizo saber la Mainyu liberando una de sus garras del cuello de Bakom y llevándola a incrustarse en uno de sus ojos.
El zorro gritó de dolor, maldiciendo.
La desesperación llevó al Kyubi a saltar y caer sobre su espalda a propósito para aplastar a Melisa con su cuerpo. La mencionada se quejó, pero Bakom obtuvo su libertad para tomar distancia y sacudir su cabeza manchada de hollín y sangre. Sentía el fuego en sus patas y las llamas consumían todo a su alrededor, el edificio no duraría mucho mas.
Melisa se levantó y le rugió, escupiendo algo oscuro y acido que hizo arder el cuerpo del Kyubi. Bakom para librarse de los ataques de su rival, le respondió con su propio aliento ardiente, interrumpiendo a Melisa y empeorando aun más la situación del edificio en declive, que se temía no aguantase la violencia de su combate.
Melisa retrocedió y entonces algo amaneció en su mirada, ¿una epifanía? Se preguntó Bakom. ¿La Mainyu se dio cuenta de lo que hacía? ¿De las implicaciones de un triunfo por parte de la Matriarca? ¿Se arrepintió?
-¡Me olvide de ellas, joder!-gritó la demonia y corrió por el lugar en ruinas, rumbo al exterior.
¿Pero qué mierda pensaba Bakom? No, ella no se arrepentía para nada.
El zorro la persiguió y cuando alcanzó a Melisa, atrapándola con sus manos, antes de que saliera del edificio, pudieron ver el exterior caótico lleno de sombras luchando a todo vigor.
-¡Se escaparon!-se enfureció Melisa mientras Bakom la arrastraba de vuelta al interior.
El zorro por un instante se fijó en el exterior y vio algo, el charco de sangre donde estaba Jessica Goldman hacia poco… ya no había rastro de ella.
Las gemelas escaparon.

Jennifer se aferró al ahora peludo cuerpo de su hermana, quien de un saltó trascendió el campo de batalla y alcanzó el umbral por donde habían entrado, seguidamente con sus dientes tomó las bolsas abandonadas todavía, sin mover a pesar del revuelo, y luego emprendió oficialmente la huida.
El viento golpeo la cara de Jane quien trataba de ver a donde iban a través del espeso pelaje negro de su gemela. Entonces salieron a la calle, todo estaba en llamas como un infierno, las tiendas, los cadáveres, todo estaba vuelto un frenesí de destrucción y muerte. Jessica frenó por unos segundos y mantuvo las orejas en alto, analizando los alrededores, luego gruñó con desaprobación.
-¡Rápido!-instó Jennifer.
Jessica arqueó hacia arriba su lomo, admitiendo las órdenes de Jane y como un resorte continuó la marcha, más allá del infierno. Lo que no contaron fue que habría algunos FAID en los límites de la zona afectada, los hombres entraron en pánico cuando vieron a ambas avanzar en dirección a ellos.
-¡Es otro de esos monstruos, disparen!-gritó uno.
Jennifer solo pudo hacerse tan pequeña como le fue posible en la espalda de su gemela y confiar que Jessica podría esquivar bien.
Jessica, en su forma demoniaca contaba con notable velocidad y agilidad, su figura era una sombra difusa enorme, cosa que entorpecía los intentos de atinarle algún disparo. De rápidos movimientos evitó los ataques y antes de seguir de largo, les devolvió a los FAID su cálida bienvenida, con un coletazo de proporciones bestiales, que mandó a volar a un hombre y le dejó una herida de la que quizá nunca se recuperaría. Si no moría al acto, por supuesto.
Jessica hizo un sonido bajo, que Jennifer reconoció como presunción.
Dejando muy a tras a los guardias y luego de aterrorizar a los humanos que vieron a Jessica pasar, ambas arribaron a un callejón no muy lejano a su hogar. Jessica se detuvo, dejó las bolsas en el suelo y tomó asiento junto a estas, permitiendo a su gemela bajar de su espalda.
-Creí que era el fin-admitió Jennifer volviendo a tener los pies en el suelo y haciendo una mueca de dolor, recordando las múltiples heridas que tenia.
Jessica le acercó la cabeza y se frotó contra Jane, haciéndole saber su preocupación por ella. En respuesta la susodicha la acarició detrás de las orejas. Jessica cerró sus enormes ojos rojos mostrando placer. Entraron en un efímero momento donde solo sintieron la presencia de la otra y se concentraron de disfrutar del afecto mutuo.
Lamentablemente había prioridades.
-Estaré bien, déjame verte-pidió Jennifer suavemente sujetando la gran cabeza de Jessica, en busca de alguna herida visible.
La bestia se levantó sobre sus cuatro patas. A continuación la semidemonia con forma humana inspeccionó el cuerpo de Jessica empleando las manos y la vista, podía oler sangre, pero eso no le decía cual era el verdadero estado de Jessie. Con las manos descubrió que todavía tenía heridas abiertas bajo el pelaje, pero la sangre que le suministró en el callejón, así como el cambio permitió que las heridas se redujeran a un nivel seguro y manejable.
Jennifer tocó una de las heridas frescas y sintió a Jessica estremecerse.
-te repondrás, ahora yo estoy en peor forma-anunció bajando las manos.
Por un segundo contempló a Jessica en la negrura, la podía ver bastante bien gracias a su visión nocturna. Era tan grande como un caballo Andaluz español, su pelaje sedoso tenía un tono ébano, profundo como la noche más oscura, pero con algunos mechones con reflejos carmesí. La bestia canida era de complexión ligera, sus patas fueron muy largas, con cortas garras gruesas para mejor tracción, su cabeza a diferencia de otras partes no era fina, sino que tenía una forma como de ladrillo y dos hileras de dientes como navajas mortales. La cosa más extraña de todo su cuerpo era su cola, larga, casi el doble que el resto, delgada como un látigo y que se dividía en dos puntas paralelas, cada una armada con un filo como de hojilla.
Un Canis Infernus normalmente era de mayor tamaño, pero para ser hibridas, ellas no podían pedir más.
Jennifer volvió en si cuando Jessica gimoteó con dolor y tembló. Su cuerpo se oscureció en un aura densa y empezó a transmutar.
Jessica estaba cambiando, otra vez. 
 Se contorsionó, sus huesos a gran velocidad cambiaban su configuración para encoger de tamaño y forma, dejando de estructurarse en una silueta cuadrúpeda, para volver a tomar una femenina forma de mujer. La silueta negra, Jessica, soltó alaridos de dolor cada tanto durante la transición, que hicieron estremecer a Jennifer.
Luego de casi un minuto la oscuridad comenzó a abandonar el cuerpo de la semidemonia, permitiendo ver la apariencia que usualmente se asociaba a Jessica Goldman. Ella estaba sobre sus rodillas, desnuda, aun magullada y jadeando febril. La melena de por si abundante que Jessica ostentaba, estaba aun más abundante de lo normal, tras volver a su forma humana, ahora era tan larga que le llegaba hasta debajo de los glúteos y necesitaba un corte con urgencia.
Jennifer instintivamente se inclinó para ayudar a su hermana a ponerse de pie. En la desnudez de esta, se veía la multitud de heridas que los vasallos de Melisa le dejaron, pero no eran tan graves como antes, estaban lentamente curándose. Un efecto interesante de la sangre de los Canis infernus, la sangre que normalmente era toxica para la mayoría, no lo era para los parientes cercanos y de hecho, funcionaba bien para combatir toxinas y era un gran estimulante para la regeneración. En el caso de parientes cercanos al extremo de los gemelos, parecía tener un efecto aun más prodigioso.
 -¡Eso dolió como el infierno, dioses malditos…!-se quejó poniéndose de pie, pero aun así sonrió, no sin dificultad-aun así, el plan Infernus tuvo éxito…. eso es lo que importa.
El brazo de Jessica estuvo alrededor del cuello de Jennifer, a quien dirigió una mirada directa por primera vez desde el cambio. Las frentes de ambas se tocaron, analizándose bien una a la otra por un minuto, hasta que volvieron a verse a los ojos.
-No me veas así, tú tienes peor aspecto que yo-agregó Jessica más seriamente-como si barrieron el suelo contigo.
-hicieron cosas muy parecidas a eso-bromeó Jennifer y luego el aire humorístico se esfumó tan rápido como llegó-sé que estás bien, tus lamentos de dolor durante el cambio me pusieron nerviosa, es todo.
Hubo un instante de silencio, donde ellas se limitaron a sentir el calor de la otra. Finalmente Jessica rompió la quietud:
-hay que irnos, Nolen debe estar preocupado y necesito un corte.
Jennifer asintió.
Acto seguido ambas pudieron oler a un tercero cerca, no era un enemigo… ellas se separaron y sonrieron hacia la entrada de la callejuela.
Una gran figura demoniaca sobre dos patas estaba ahí de pie.
Tiberius Goldman, mejor conocido como Titus.
-Alguien nos llevará las bolsas a casa-anunció Jennifer felizmente-que conveniente.